Alianza Social de Trabajadores de la Industria Mexicana

miércoles, 4 de abril de 2012

Unidad, clave en este proceso: AMLO- Astillero- Debatir de verdad-

Convoca a dejar de lado intereses personales en este momento histórico
Unidad, clave en este proceso: AMLO
Foto
Mitin de Andrés Manuel López Obrador en la plaza principal de Jiutepec, MorelosFoto Carlos Ramos Mamahua
Andrea Becerril
Enviada
Periódico La Jornada
Miércoles 4 de abril de 2012, p. 7
Jiutepec, Mor., 3 de abril. El candidato presidencial del Movimiento Progresista (PRD-PT-Movimiento Ciudadano), Andrés Manuel López Obrador, formuló aquí un llamado a la unidad de todas las fuerzas políticas y a los ciudadanos que impulsan su candidatura. Les pidió dejar de lado diferencias personales, de grupo y partidistas, a fin de enfrentar juntos un proceso histórico, trascendental, como el del próximo primero de julio.
En estos momentos aciagos que vive el país, no sólo los candidatos y los partidos, sino todos los ciudadanos, tenemos la responsabilidad de estar a la altura de las circunstancias. Hay que hacer a un lado las diferencias en una elección que será definitoria para cambiar el rumbo del pueblo y la nación, recalcó durante una concentración en la plaza principal de este municipio morelense.
El tabasqueño estuvo acompañado en el templete por los dirigentes nacionales del PRD y del PT, Jesús Zambrano y Alberto Anaya, respectivamente, y por el candidato de la coalición al gobierno de Morelos, Graco Ramírez Garrido Abreu.
López Obrador alzó incluso el brazo a este último, que antes recibió una silbatina por parte de los asistentes a la concentración. Estoy seguro de que será el próximo gobernador de Morelos, recalcó el candidato presidencial. Dejó en claro que “esa asamblea popular, que congregó a miles de militantes perredistas, petistas y del Movimiento Ciudadano, servirá para sellar la alianza por la unidad de todas las fuerzas progresistas de la entidad.
Son momentos fundamentales y por encima de diferencias de partido, estamos todos llamados a la unidad para lograr un objetivo superior, que es la transformación de México, para lograr un cambio verdadero.
Desde el templete, el candidato presidencial pidió que levantaran la mano los que consideren que necesitamos unificarnos y dejar a un lado las diferencias. Los asistentes elevaron banderas, banderines y hasta paraguas con los colores amarillo, naranja y rojo de los tres partidos que conforman la coalición Movimiento Progresista.
López Obrador expresó luego sus compromisos centrales de acabar con la pobreza y la corrupción; dijo que elevará la honestidad a rango supremo y externó su sueño ideal de gobernar como tres grandes presidentes de México: Benito Juárez, Francisco I. Madero y Lázaro Cárdenas del Río, así como seguir el ejemplo de Emiliano Zapata, el mejor dirigente social del país.
A sus simpatizantes –que no dejaron de lanzar consignas de apoyo, como ¡es un honor, estar con Obrador!– les pidió también convertirse en comunicadores para informar a amigos y familiares sobre el objetivo del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), ya que parte de los medios masivos quieren seguir manteniendo el régimen de opresión y privilegios, dijo.
A través de algunos medios de comunicación, no voy a especificar mucho, quieren suplantar el derecho del pueblo a elegir a su presidente; buscan, mediante la publicidad y la mercadotecnia, imponer al próximo gobernante del país.
Se refirió a Enrique Peña Nieto, el candidato del PRI, a quien esos medios han hecho todo un actor secundario de telenovela; lo han venido introduciendo al mercado como se introduce un producto chatarra.
Se quejó de que por cada tres espots de Peña Nieto, a él le transmiten uno. ¡Que viva la equidad, que viva la democracia!, exclamó irónico, y sus simpatizantes asintieron. Rieron luego con él cuando se equivocó y dijo que hay tres mujeres y un candidato a la Presidencia de la República. Rectificó: Son tres hombres y una mujer, pero de entre la multitud alguien gritó que era lo mismo.
No, no es lo mismo, no hay que ofender a nadie. Terminó la idea: Son cuatro candidatos, pero sólo dos proyectos. Uno que es más de lo mismo y otro representado por el cambio verdadero. Al final, reiteró que le ofrece su corazón al pueblo de México.
Cuaresma y campaña-Rocha
Astillero
Debatir de verdad
Más allá del promocional
Sin sujeción a notables
Langosta, coyotas, Graco
Julio Hernández López
Foto
TIEMPOS POLÍTICOS. Felipe Calderón visito el municipio oaxaqueño Mártires de Tacubaya para supervisar los daños ocasionados por los sismos ocurridos en la zona en fechas recientes y observar las obras de reconstrucción de algunas de las casas y edificios perjudicados
Foto Jorge A. Pérez Alfonso
 
      Será importante que los candidatos presidenciales no impidan a los electores conocer de manera directa y sin artificios lo que piensan respecto a los principales problemas del país. Aun cuando su impacto en la gran masa ciudadana pueda ser atenuado e incluso deformado mediante trucos mediáticos posteriores, el debate entre los cuatro aspirantes formales podría aportar elementos sensatos de juicio, más allá del torbellino de promocionales, discursos y poses que están caracterizando la primera etapa de las campañas electorales.
Dos de esos aspirantes, Andrés Manuel López Obrador y Gabriel Quadri, están dispuestos a presentar la menor resistencia a la posibilidad de una discusión abierta. El tabasqueño es sin duda el mejor dotado de todos ellos para la confrontación de ideas a partir de experiencias propias de gobierno y, aun cuando su amorosidad táctica podría llevarle a moderar su vocación por la polémica firme (un ejemplo de ella se produjo en 2000 en el noticiero nocturno de Joaquín López Dóriga, que en youtu.be/nsb5j7zoMsk puede verse, frente a Diego Fernández de Cevallos, en un choque ganado por el perredista a pesar de la ampulosidad de quien apodan El jefe), lo cierto es que el abanderado de las izquierdas encontrará las mejores condiciones para su discurso si el formato que se llegue a aprobar permite libertad, frescura y espontaneidad. Para el representante del Panal, el investigador Quadri, será ganancia todo lo que signifique una oportunidad de trastocar el casillero en el que va en firme cuarto lugar, irremediablemente alejado del trío que forman PRI, PAN y PRD.
La principal resistencia a un debate abierto está, desde luego, en Enrique Peña Nieto, en función de su presunto rango de puntero casi inalcanzable, según las diversas casas de encuestas que han apuntalado esa percepción, y de su inocultable y cotidianamente demostrada deficiencia no sólo en términos argumentativos sino incluso de memoria, prosodia y formación política y cultural en general. El ex gobernador del estado de México busca, a través de sus representantes, la sujeción del debate que se realizará el próximo 6 de mayo a cartabones que eviten poner aún más en evidencia sus limitaciones que, en casos como el de la pasada Feria Internacional del Libro de Guadalajara, le llevaron a terrenos de ridículo y pitorreo imparables.
Aun cuando tiene una evidente capacidad escénica, sobre todo en cuanto al sostenimiento del micrófono en alguna de sus manos y en el paseo sobre foros y templetes para aparentar contacto y dominio de la audiencia, Josefina Vázquez Mota tampoco está bien dotada para la polémica pública. Hasta ahora ha podido salir adelante echando mano del famoso tarjeteo proveniente de su equipo de asesores, y en general se defiende repitiendo datos y conceptos relacionados con la actividad pública que ha ido memorizando, pero la escritora de ¡Dios mío, hazme viuda, por favor! proviene de la cultura del esfuerzo en pro de la vacuidad cultural e ideológica, sustentada en la filosofía de la autoayuda y la superación personal, especializada en el mucho hablar y poco decir, en el bla, bla, bla que no para pero que tampoco aporta nada sustancial. Un debate libre y fuerte resultaría terriblemente peligroso para la panista.
Y, sin embargo, no todo ha de dejarse al libre juego de la producción mediática, el espot largamente preparado y la simulación escénica. Justamente porque la auténtica confrontación de ideas está siendo sustituida de manera apabullante por los poderes de modelación electrónica de la conciencia colectiva es que resultan imprescindibles las oportunidades de concurrencia de los candidatos ante escenarios plenamente políticos en los que las ideas y las posturas de cada cual deban ser planteadas sin adulteración ni armado previo.
Otro riesgo latente reside en la tentación de someter tales debates (que solamente serán dos) a un cuestionario presentado en días anteriores por un grupo de intelectuales, académicos, políticos y comentaristas. Como es natural en todo ejercicio político, la redacción de las preguntas planteadas conlleva definiciones e intenciones. Firmadas incluso por miembros destacados del equipo de AMLO (entre ellos, algunos que han sido propuestos para integrar su gabinete, obviamente en caso de triunfo), ciertas preguntas significan una forma de validación de lo que hoy practica el calderonismo (en materia de seguridad pública y permanencia del Ejército en las calles, por ejemplo) y de promoción de decisiones económicas supuestamente modernizadoras (uno de esos casos, el de la política energética).
Siendo un ejercicio parcial y con aspiraciones de ser satisfecho en su propio seno (los firmantes de ese desplegado invitaron a los candidatos a presentarse ante ellos para desahogar el temario), en esos mismos términos debería ser cumplido, sin pretender convertirlo, por el peso de los convocantes, en materia obligatoria de examen público. Someter los debates venideros a una línea de interpretación de notables, y circunscribir las respuestas de los aspirantes a los límites e intereses expresados en ese cuestionario particular, representaría un retroceso y reduciría las posibilidades de esos debates que, habrá que insistir en ello, tan necesarios son, en términos de amplitud y frescura para contrarrestar aunque sea en mínima parte el proceso de dominación ejercido por las televisoras.
Astillas
Vázquez Mota come tacos de langosta para demostrar que no tiene problemas alimentarios crónicos y que goza de excelente salud, sólo con problemas de baja presión… Peña Nieto come coyotas en Sonora, a donde llegó acompañado de Manlio Fabio Beltrones, quien sería el líder de la cámara federal de diputados si el PRI consigue mayoría de curules… López Obrador levanta la mano a Graco Ramírez, candidato a gobernar Morelos, mientras convoca a zarandear a los mexicanos para que despierten de la pesadilla nacional… Y, ya que está disponible en Youtube la nueva comalada de promocionales de candidatos presidenciales, que comenzará a difundirse en tv a partir del próximo viernes, ¡hasta mañana!
El empuje por la continuidad
Luis Linares Zapata
A
juzgar por los números de las encuestas hasta hoy publicadas, la voluntad de los electores se inclina, decididamente, por la continuidad de los usos y las consecuencias del modelo económico vigente. La suma de las simpatías por PRI y PAN (80 por ciento) es determinante para arribar a un juicio de este calado. Los mexicanos, en especial las mayorías de clase media y baja, supuestamente votarán por los que, de varias y variadas maneras, han sido sus verdugos. Inclinarse de manera tan decidida por sorber una cucharada de más de lo mismo aparece como una tendencia ya consolidada en años recientes. Los apoyos a tales posturas provienen, qué duda cabe, de los sectores beneficiados por el actual reparto del poder, las oportunidades y la riqueza generada. En primerísimo lugar por la irredenta, cruenta e irreductible ambición de la plutocracia dominante (interna y del exterior), que no admite, siquiera, una minúscula posibilidad de cambio. En un segundo plano el sostén proviene de aquellos estamentos sociales situados en las cúspides asalariadas de las distintas burocracias (pública o privadas), de la atrincherada opinocracia mediática o la misma academia. Estos agrupamientos se uniforman de una manera que bascula entre la dureza conceptual y la soberbia clasista para recalar, con férrea pinta facciosa, en grotesco fanatismo simplista.
El modelo neoliberal (consensuado en Washington) impuesto a rajatabla en México no es diferente del que aprisiona a otras naciones latinoamericanas. Tampoco se diferencia del implantado en casi todos los países avanzados. Las excepciones a tal regla son notables y escasas: Noruega, Dinamarca, Japón, Suecia, Finlandia, hasta algún punto medio en Alemania y poco menos en Francia. Todos estos países tienen regímenes de bienestar colectivo e índices (Gini) de igualdad aceptables. La tendencia a la desigualdad que genera el modelo es apreciable y todo apunta a que, al menos en México, se habrá de prolongar por tiempo indefinido si el pueblo no dice, finalmente, lo contrario. Por lo pronto, los datos disponibles en varios lugares. EU, por ejemplo, confirma lo dicho: ahí, 93 por ciento de los ingresos adicionales de 2011 se quedaron entre los más ricos de esa sociedad (uno por ciento). Unos cuantos años, y según narra Robert Reich (Harvard), durante los primeros años del siglo XXI se apropiaban de 65 por ciento. Con anterioridad a esas fechas (los noventas) apenas lo hacían de 45 por ciento del total. En México la desproporción es casi idéntica, si no es que más desbalanceada, pues aquí la desigualdad, sobre una base de pobreza mayúscula, se ha acelerado en el lapso de las últimas dos décadas. Las urgencias de las élites por generar productividades adicionales en el aparato económico tienen como supuesto, no explícito, claro está, que tal riqueza se quede entre los mejores situados para usufructuarla y para jamás repartirla de manera equitativa. Es por tales razones que se proclama la imperiosa necesidad de aprobar reformas tales como la fiscal o, más en concreto, la laboral. Ambas diseñadas, en paquete, por los centros financieros mundiales y retrasmitida, por sus aliados y clones locales, como indispensables para el progreso.
Mucho del destino futuro dependerá de la conciencia soberana que logren clarificar los mexicanos, en conjunto con otros pueblos que padecen asedios imperiales e intentos de independencia semejantes. Los esfuerzos por superar el ambiente, y las presiones para sujetar a los descarriados del sistema dominante son dignos de elogio y puntuales seguimientos. Hay algunos países que andan buscando respuestas, métodos organizativos y medios para revertir las tendencias uniformadoras imperantes. Tales sociedades y sus liderazgos tienen que remar contra todo tipo de oposiciones, en especial esas que se trasmiten a través de los medios de comunicación afiliados a la derecha financierista y que integran la aplastante mayoría.
Las venideras no serán unas elecciones normales. La importancia del desenlace rebasa, por mucho, el simple trasvase entre equipos gobernantes y programas idénticos o parecidos, como plantean tanto el PAN como el PRI. Se tratará de escoger entre la continuidad de un régimen provocador de la desigualdad más lacerante y el cambio efectivo y doloroso del injusto modelo hasta ahora vigente. El aparato de comunicación nacional casi en su totalidad se va alineando, con marcado acento desinformador, tras el reforzamiento de las pulsiones que apuntan hacia preservar los privilegios injertados en el entramado de dominación imperante. Sus muchos voceros no pierden ocasión para proclamar tales conveniencias. A veces lo hacen de manera abierta, compulsiva y hasta avasallante por el número y la intensidad de sus voces. En otras ocasiones, más sutiles e inteligentes, canalizan sus inquietudes e intereses grupales, de manera lateral: publican libros, ora libelos y ciertos desplegados de prensa donde priorizan sus querencias e inclinaciones, siempre suponiendo una agenda específica de perfil derechista. Otros, más emboscados aún, lanzan cuestionamientos plagados de prejuicios clasistas hacia las izquierdas en general, las internas y las de fuera.
La suerte aún no está echada. Falta una fase definitoria y la esperanza de un golpe drástico todavía flota en el ambiente. Es difícil, si no es que imposible, aceptar como mantra impuesto el estancamiento productivo y la desigualdad creciente procreado por el modelo neoliberal entronizado por la hermandad de PRI y PAN. La inserción subordinada y dependiente a la globalización, con sus consecuencias inevitables de inseguridad impune, entreguismo, pérdida de expectativas y clasismo no puede, o al menos no debe, prevalecer. Terribles realidades que una vestimenta impecable, las frases inocuas, el encuadre refinado y los rostros maquillados no logran ocultar

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