El retorno del zapatismo
Coincidiendo con el 15 aniversario de la masacre de Acteal y a unos días de que se cumplan 18 del levantamiento de 1994, decenas de miles de indígenas zapatistas se congregaron en las plazas centrales de Ocosingo, San Cristóbal de Las Casas, Palenque, Altamirano y Las Margaritas, en una evocación pacífica de las acciones del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) en la madrugada de aquel primero de enero. En concordancia, el subcomandante Marcos emitió, en nombre del Comité Clandestino Revolucionario Indígena-Comandancia General (CCRI) un breve comunicado en el que anuncia el
derrumbedel
mundo de ustedesy el resurgir del
nuestro.
Son varias las interpretaciones políticas que pueden darse a la irrupción de los zapatistas en las localidades referidas y al texto de Marcos –como ocurre con el prolongado silencio de varios años que los precedió– , pero ambos denotan, en forma inequívoca, la voluntad del zapatismo de hacerse presente, de nueva cuenta, en el convulsionado e incierto escenario político contemporáneo.
Tal determinación obliga a recordar que, a casi dos décadas del alzamiento del primero de enero de 1994, la causa de los indígenas chiapanecos conserva toda su vigencia original porque, desde entonces, y a pesar de la demagogia empeñada durante tres sexenios, se mantienen la opresión, la marginación, la persecución y la discriminación contra los pueblos indios del país. El México institucional ha tenido, en estos 18 años, sobrado tiempo para corregir de raíz esas circunstancias intolerables y para reconocer uno de los componentes primordiales del país: el indígena y comunitario. Para empezar, por ejemplo, el Legislativo habría debido aprobar en su integridad el conjunto de reformas elaborado por la Comisión de Concordia y Pacificación (Cocopa) durante el zedillato, documento que recogió el sentido de los acuerdos de San Andrés Larráinzar, alcanzados por los rebeldes zapatistas y el gobierno federal. Por el contrario, a lo largo y ancho del país, los gobiernos federales, en vez de atender de una vez por todas la problemática que afecta a los indígenas, se han empeñado, en el mejor de los casos, en apostar al olvido, y en el peor, en dividir, hostigar y perseguir a las comunidades –lo mismo en Chiapas que en Michoacán, Oaxaca o Veracruz, entre otras entidades– y en permitir o incluso auspiciar el saqueo de tierras y de recursos naturales practicado por agroindustrias y empresas energéticas nacionales y extranjeras.
Con estos antecedentes, el EZLN decide abandonar el silencio que había mantenido casi intacto desde 2006. Les guste o no, las fuerzas políticas institucionales tendrán que tomarlo en cuenta. Las autoridades, por su parte, no tienen mucho margen para ignorar que, en lo sustancial, el conflicto que se expresó con las armas en 1994 mantiene hoy, 18 años después, plena vigencia. Cabe esperar que tomen nota y que se decidan, de una vez por todas, a hacerle frente, y empiecen a resolverlo en sus causas profundas.
Después del experimento de maíz transgénico y las ratas, ¿qué sigue para México?
Antonio Turrent Fernández*
El grupo encabezado por Gilles-Eric Séralini de Francia alimentó con grano del maíz transgénico NK 603 de Monsanto a una cepa de ratas de laboratorio con predisposición genética al cáncer, cepa usada como modelo para la salud humana. El experimento duró los dos años que abarca el ciclo de vida de las ratas, en vez del período estándar de 90 días. Se encontró que el consumo de NK 603 está asociado con daños mayores a la salud y mortandad, aunque los datos no necesariamente demuestran causalidad. Hacia la mitad del último tercio de su vida, las hembras mostraron de 2 a 3 veces mayor incidencia de cáncer de mama con respecto al tratamiento de referencia. Los machos sufrieron cinco veces mayores incidencias de tumores de riñón o daño letal de hígado que el tratamiento de referencia, al inicio del último tercio de su vida. El mensaje de esta investigación es que el grano de maíz NK 603 no es inocuo como alimento y que su daño, como el del tabaco, es de tipo crónico-subclínico.
www.sciencedirect.com/science/article/pii/S0278691512005637Como toda investigación significativa para la humanidad, pares científicos del mundo la han revisado meticulosamente. Algunos la descartan argumentando fallas metodológicas y otros la consideran profundamente relevante. Ambos grupos concuerdan, sin embargo, en que los resultados han de ser cotejados por científicos independientes y sin conflicto de interés, para alcanzar el estatus de verdad científica. Claramente, la misma condición de cotejo es necesaria con respecto a la aseveración de inocuidad, sostenida por la industria, para los organismos genéticamente modificados. Ambas hipótesis, opuestas, están en la etapa de las posibilidades, teniéndose que pasar a la etapa de las probabilidades y del conocimiento causa-efecto.
El consumo directo de maíz, así como su cuantía en la metodología seguida por Séralini, lo hacen muy pertinente al caso de México, que no así para la mayor parte de los países del mundo, donde el maíz se usa como forraje. En estos países, el maíz es la fuente principal de energía para animales domésticos, que a su vez son consumidos por los humanos. Para éstos, habría de por medio un filtro biológico en los animales. En cambio en México, 53 por ciento de la ingesta energética y 39 por ciento de la proteínica provienen del consumo directo de maíz.
www.fao.org/docrep/t0395s/T0395S0a.htm _CUADRO24
El gobierno mexicano está ante la disyuntiva de autorizar la siembra de maíces transgénicos al nivel comercial o imponer una moratoria. Entre los permisos solicitados se incluye precisamente al híbrido NK 603 de la investigación del grupo de Séralini. La solicitud es para sembrar hasta 700 mil hectáreas de ese híbrido bajo riego en el ciclo primavera-verano 2012/2013 en Sinaloa y hasta 351 mil 284 hectáreas bajo riego en Tamaulipas. El gobierno mexicano, a través de Cofepris (Comisión Federal para la Prevención de Riesgos Sanitarios), considera al híbrido NK 603 adecuado para el consumo humano y animal.
www.cofepris.gob.mx/work/sites/cfp/resources/LocalContent/521/5/protocolo_evaluacion_riesgo_ogms3.pdf
La misma autoridad considera al glifosato, herbicida acompañante de la tecnología NK 603 como adecuado para los humanos y la ecología.
Sin embargo, estudios científicos sobre este herbicida lo desmienten, habiéndose demostrado que es teratogénico (causa malformaciones de nacimiento) y también disruptor del sistema endócrino.
A los ciudadanos de este país también nos compete ponderar esta decisión, porque seríamos los directamente afectados a través de nuestro alimento básico. Hay cuatro alternativas posibles de la combinación de
con o sinmoratoria y
con o sininocuidad para el consumo humano directo. En juego están principalmente los intereses de la nación y los de la industria de las semillas transgénicas. Solamente las dos alternativas con-moratoria-con-o-sin-inocuidad ponen a salvo los intereses de la nación. Además de eludir el riesgo para la población de que el maíz transgénico no fuera inocuo, se protegería a la principal biodiversidad del maíz y sus parientes silvestres que existe en México, única en el mundo y bajo la mayordomía de los mexicanos. Esta biodiversidad no puede coexistir con el maíz transgénico. Muy significativamente, se tiene evidencia de que el campo mexicano puede lograr la autosuficiencia en maíz, sin recurrir a la tecnología transgénica.
La alternativa sin-moratoria-sin-inocuidad para consumo humano, implica la posibilidad de que en el futuro cercano se siembren hasta 500 mil hectáreas del híbrido NK 603 u otros eventos transgénicos en Sinaloa y hasta 100 mil hectáreas en Tamaulipas. Las 5.5 millones de toneladas de grano producidas –casi la mitad de los 12 millones de toneladas anuales consumidas como alimento en el país– irían en gran medida a la dieta nacional, pero principalmente, a la población urbana. Mientras los mexicanos asumimos este riesgo injustificable e inaceptable, los intereses de la industria quedarían a salvo. Como en el caso del tabaco, solamente después de 20 años de esta alternativa, cuando el daño fuera inevitable e irreparable, caeríamos en cuenta como sociedad del error histórico. También presenciaríamos, inermes, cómo las razas nativas de maíz acumularían irreversiblemente ADN transgénico basura.
La alternativa sin-moratoria-con-inocuidad a la que apuesta la industria, pondría a salvo sus intereses y le pagaría grandes dividendos, mientras que México habría hecho un uso catastrófico de su mayordomía de la principal biodiversidad del maíz del mundo.
Desde la Unión de Científicos Comprometidos con la Sociedad (UCCS) impulsamos una campaña mundial para urgir al gobierno mexicano a que suspenda cualquier permiso de siembra de maíz transgénico a campo abierto en México. Se puede participar mediante la liga:
* Presidente de la Unión de Científicos Comprometidos con la Sociedad, AC, e investigador nacional emérito
El día después: 22-12-2012
Rafael Landerreche*
El título de un par de películas apocalípticas sobre la guera nuclear y el cambio climático es El día después y se puede aplicar al último apocalipsis (sobre supuestas profecías mayas) anunciado por la mercadotecnia, lo cual nos lleva al 22 de diciembre, el 15 aniversario de algo que sí tiene que ver con los mayas: la masacre de Acteal.
Las referencias cósmicas y apocalípticas no son del todo ociosas, pero no hace falta ir a los ciclos cósmicos milenarios para encontrar una metáfora adecuada a lo que sucedió en Chiapas. Una astronomía más casera nos dice que el 21 de diciembre corresponde al solsticio de invierno, lo que significa que la noche de ese día es la más larga del año. A partir de esa fecha, las noches se hacen más cortas y los días más largos, hasta llegar al equinoccio de primavera. Dicho de otra manera, más poética pero no menos exacta, a partir del 21 de diciembre la luz va creciendo y la oscuridad va disminuyendo.
¿Esto puede ser una analogía para lo que sucedió en Acteal hace 15 años? A primera vista no, pues ni se han disipado las tinieblas del conflicto no resuelto, ni la luz de la justicia ha vencido la oscuridad de la impunidad.
Pero visto más de cerca, la analogía encaja sorprendentemente, aunque para verlo haya que aventurarse a dar un paso que es como un salto en el vacío. El 21 de enero de 1998, a escaso un mes de la masacre, la diócesis de San Cristóbal de las Casas, encabezada por sus entonces obispos Samuel Ruiz y Raúl Vera, llegó a la Basílica de Guadalupe en su peregrinación anual. Siendo esta una práctica de todos los años, la peregrinación estaba preparada desde antes de la masacre de Acteal y, naturalmente, tras este terrible suceso, tuvo por fuerza que asumir un carácter diferente al que tenía originalmente. A este giro hicieron referencia los obispos en su homilía en la Villa de Guadalupe, pero de un modo tan inesperado que parece escandaloso.
Después de referirse a la estrategia de contrainsurgencia que llevó al
auge de una violencia introyectada en comunidades de nuestro estadodon Samuel afirmó que el objetivo original de la peregrinación (junto con la oración de rigor) era denunciar en todo el país esa situación de violencia tan deformada
por algunos medios de comunicación. Pero la escalada de violencia llevó a la masacre de Acteal y “desde ese momento nuestra peregrinación dejó de ser camino de denuncia y… se convirtió más bien en la oportunidad de testificar la Buena Nueva.”
La verdad es que uno no puede leer esas palabras sin pegar un brinco y preguntarse ¿Leí bien? ¿O acaso se volvió loco don Samuel? La peregrinación era (muy comprensiblemente) de denuncia y después de Acteal… ¿se convirtió en anuncio de buenas nuevas? Pero no, no hay ningún error en la lectura y esas palabras se conservan escritas para que no haya lugar a dudas.
Para explicar de lleno su sentido habría que entrar a consideraciones teológicas que no es éste el lugar para presentar. Pero es posible encontrar en la perspectiva laica y en la historia de las luchas de los pueblos una aproximación que permite comprender que esas palabras no son un desatino. A lo largo de la historia, todas las revoluciones no han podido triunfar mas que en el momento en que los pueblos están dispuestos a dar su vida por una causa, como los mártires de Acteal la dieron por la causa de la paz. Así lo testimonia un buen número de frases lapidarias pronunciadas en diversos episodios de emancipación:
Más vale morir de pie que vivir de rodillas,
patria libre o morir,
dadme la libertad o dadme la muerte,
patria o muerte, venceremos. Ha habido en la historia revoluciones violentas (las más conocidas) y revoluciones no-violentas (las menos); la diferencia es que en las primeras los actores están dispuestos a quitar la vida a otros, en las segundas no. Pero unos y otros lo están a dar la vida por lo que creen. Y es esto, dar la vida, lo que permite triunfar a las revoluciones; lo otro, quitarla, es sólo accidental. Por sí mismo, estar dispuesto a quitar la vida no lleva a las revoluciones, sino a las carnicerías; de sobra lo hemos visto en México.
Por supuesto que no se trata aquí de masoquismo ni de ningún tipo de victimismo. Es un hecho de la vida. Pero naturalmente para que una revolución no-violenta triunfe, hace falta algo más que el gesto heroico de dar la vida; se necesita también saber comprender el mundo de la política y manejar el arte de la estrategia. Conjuntar conciente y deliberadamente estos diferentes elementos es precisamente lo que intentó hacer Gandhi. Y es lo que, por lo visto hasta ahora, no hemos sabido hacer en México. Por un lado existe una creciente conciencia entre movimientos políticos y sociales (desde Morena hasta los propios zapatistas, pasando por el 132, el Movimiento por la Paz con Justicia y otros muchos) de que, hoy en día, la lucha debe ser no violenta, de que en las circunstancias actuales recurrir a la violencia es casi irremisiblemente caer en el juego de los dominadores (como demostró lo ocurrido el primero de enero). Pero al no haber llegado al fondo profundo de donde emerge la fuerza de la no-violencia y al no ser concientes de las exigencias políticas, los resultados son decepcionantes y se genera, paradójicamente, lo contrario de lo que se busca; como decían algunos de los jóvenes que sufrieron la represión el 1º de enero:
no somos guerrilleros, pero pronto lo seremos. Y los diseñadores de la contrainsurgencia sonríen satisfechos en sus sillones.
Ojalá la conmemoración de otro aniversario de Acteal, más allá de la reiterada denuncia (siempre necesaria) sea ocasión de reflexionar en las palabras con que culminó don Samuel su citada homilía:
Que los que buscan la paz por los caminos de la justicia perseveren en su búsqueda sin responder a la violencia que padecen, convencidos de que el mal sólo se vence a fuerza de bien.
*Asesor de un proyecto de educación alternativa en Chenalhó
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