Bajo la lupa
¿Colapso del petróleo y la OPEP como consecuencia de la geopolítica del gas esquisto (shale gas)?
Alfredo Jalife-Rahme
Campo de petróleo en una región kurda semiautónoma del norte de Irak, la cual suspendió las exportaciones de crudo en mayo de 2009, luego de un acuerdo con el gobierno de Bagdad
Foto Ap
Una parte nada desdeñable del extenso documento de National Intelligence Council (NIC) y su controvertida prospectiva para 2030 (ver Bajo la Lupa, 19 y 23/12/12) se centra en la ruptura del cordón umbilical de Estados Unidos con el mundo del petróleo, lo cual desembocaría en el colapso del precio del hidrocarburo concomitante a la irrelevancia de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP).
La ruptura energética de EU con el petróleo –que, por cierto, contribuyó en su notable encumbramiento a lo largo del siglo XX– sería dramática con consecuencias geopolíticas de envergadura debido a la dependencia forzada de varias potencias regionales (v.gr. Europa).
Las Tendencias globales 2030: mundos alternativos, de NIC, sesgadamente americanocentrista, evocan el declive del poder hegemónico de EU y su preponderancia en materia de seguridad gracias a la vigencia de la globalización (Nota: controlada por la anglósfera) y su autosuficiencia energética mediante el polémico
gas esquisto(shale gas).
En la sección de
cambios tectónicosde
ahora hasta 2030, NIC expone la
independencia energética de EU: con el gas esquisto –señala–, EU “tendrá suficiente gas natural para cumplir sus necesidades domésticas y generar potenciales exportaciones globa- les en las décadas por venir, mientras, gracias a las nuevas tecnologías extractivas, se facilita el
acceso a depósitos petroleros no convencionales, lo que redundaría tanto en un neto superávit comercial como en su aceleración económica.
Así las cosas, la “capacidad de reserva global excedería 8 millones de barriles (nota: me imagino que
por día, para ser determinante, porque no lo especifican), punto en el que la OPEP perdería su control del precio cuando se colapsarían las cotizaciones, ocasionando mayor impacto negativo en las economías exportadoras de crudo”.
Tal americanocentrismo energético, viciosamente maniqueo/lineal, es muy discutible cuando faltan por asentarse las nuevas correlaciones de fuerzas y los requilibrios del poder en el incipiente orden multipolar en su quintaesencia multidimensional que definirá también su nuevo orden geoenergético. No es tan sencillo.
El embelesamiento, para no decir obsesión, de EU y NIC por el gas esquisto es abusivamente vicioso: “EU podrá convertirse independiente en energía al haber recuperado su posición como el mayor productor de gas natural (¡supersic!) y al haber expandido la vida de sus reservas de 30 a 100 años gracias a la tecnología de fractura hidráulica (Nota: el polémico fracking).
El periodista Robert Kaplan, quien operó en el ejército de Israel, aborda “la geopolítica del gas esquisto en el portal de corte propagandístico unilateral Stratfor (19/12/ 12) –célebremente hackeado por Anonymous.
Kaplan abulta la posesión del gas esquisto por EU con
extensos depósitos en Texas, Louisiana,Dakota-Norte, Ohio, Pennsylvania, New York, que le convertirán en el
gigante energético del siglo XXI, en particular, a lo largo de la costa del Golfo de México (nota: donde entran en juego posesivo los depósitos
transfronterizostraslapados y entregados por Calderón y el Congreso
mexicano) en torno de Texas y Louisiana.
El Caribe se convertiría así en el
punto económico focal del Hemisferio Occidental, acompasado por la ampliación del Canal de Panamá en 2014, cuando
se intensificará la cooperación entre Texas y el adyacente (¡sic!) México: el “creciente mercado de gas esquisto cerca de su frontera norte.
¿Tendrá algo que ver la despoblación deliberada del norte de México, zona gasera por antonomasia, por la vía de la guerra de los cárteles refaccionados por los expendios de armas de EU?
Vuelve a brotar la rusofobia de partida doble tanto de Stratfor como de Kaplan: el auge del gas esquisto del Caribe (léase: la cooperación de Texas y el norte de México) representa una
perturbadora noticia para Rusia, el gigante energético de Europa cuyas exportaciones le confieren inmensa influencia política en Europa central y oriental. Se le pasó la influencia primordial de Rusia con Alemania mediante la inversión conjunta North Stream.
Hoy Rusia es la principal potencia de gas natural (sin fracking) del planeta –antes que Irán, Qatar y Turkmenistán– y lo único que le puede desbancar es el precio anómalamente bajo (¿subliminalmente subsidiado?) en EU: hoy a 3.30 dólares por BTU (British Thermal Unit) frente a 16 dólares en Europa y alrededor de 20 en Asia, lo cual obligaría a las potencias gaseras que no se encuentran bajo la férula de EU (léase: el
México neoliberal itamita) a
reajustardramáticamente sus precios con las consecuentes rebeldías poblacionales.
La exportación de gas esquisto
norteamericano(Texas más México) a Europa no es para mañana, pero está contemplada para pasado mañana, según Kaplan, cuando comience la construcción de plantas de licuefacción gasera en el Golfo de México, de por sí altamente contaminado después de las hazañas cataclísmicas de BP.
La reducción de la dependencia de los países europeos al gas ruso, más caro (casi 5 veces mayor),
cambiaría la geopolítica de Europa. A mi juicio, falta ver los teledirigidos daños y perjuicios provocados por la crisis de la eurozona, al unísono del tamaño de los resentimientos.
EU (quinto lugar) ayudaría a Polonia que, a juicio de Kaplan, poseería las mayores reservas de gas esquisto de Europa, que le colocaría como
país pivote o potencia de mediano nivel en el siglo XXI, en detrimento de Arabia Saudita, de la que cada día dependería menos Washington.
Kaplan matiza un poco: las inmensas reservas de Medio-Oriente sólo perderían su prominencia frente a la
revolución del gas esquisto. Por lo menos no aniquila a la OPEP como vaticina el documento NIC, pero sepulta a Chad, Sudán y Sudán del Sur como productores de petroleo.
Asimismo, visualiza las inmensas reservas de gas esquisto de la
anglósfera: Australia (6º lugar) y Canadá (7º lugar), aliados militares de EU y con capacidad de convertirse en los principales exportadores de energía para Asia del este. Llega hasta contemplar que
EU y Australia se dividirían el mundo energéticoy no habría tal
mundo postestadunidense. ¡Uf!
Al propagandista de Stratfor se le atraviesan las inmensas reservas de gas esquisto de China (1er sitio global; ver Bajo la Lupa, 29/04/12).
¿Tendrán Texas y el sometido, perdón,
aliadoMéxico (3er lugar) las cantidades necesarias de gas esquisto para desplazar a Rusia de Europa, si es que este no queda balcanizado geopolíticamente?
Vienen los cuentos y cuentas alegres de Kaplan, diseñados para ingenuos:
la menor dependencia a Rusia permitiría la visión (sic) de una verdaderamente independiente y culturalmente (sic) vibrante Europa central y oriental para prosperar plenamente.
Ya está listo el nuevo eslógan propagandístico de la ingeniería mercadotécnica de EU: el gas esquisto de Texas/México como nueva arma de superación cultural y prosperidad, algo así como un
Aspan central/oriental europeo, el cual, por cierto, en el
México neoliberal panistapropagó la miseria medible y la inseguridad tangible: es decir, lo contrario a sus propósitos publicitados.
Twitter: @AlfredoJalife
Facebook: alfredojalife
La regresión egipcia
La Constitución aprobada mayoritariamente en el referéndum realizado en Egipto entre el 15 y el 22 de diciembre aproxima a ese país a la condición de una república islámica –toda vez que establece a la musulmana como
religión del Estadoy proclama a la sharia como
fuente principal de la legislación– y contiene preocupantes limitaciones a derechos ciudadanos y libertades individuales. Asimismo, el documento es regresivo, en relación con la Carta Magna de 1971, en lo que respecta a los derechos de las mujeres y a la protección que la ley debe brindarles.
El resultado del referéndum constitucional constituye también un severo traspié para la proyección de los intereses occidentales en la región, habida cuenta que el avance de las vertientes políticas islamistas contribuye a fortalecer, así sea de manera indirecta, al amplio y variado abanico de actores regionales sunitas y chiítas con los que Washington y sus aliados se han enemistado de manera persistente, y que va desde el régimen iraní hasta movimientos de resistencia como Hezbollah, en Líbano, y Hamas, en los territorios palestinos.
Para la ciudadanía laica y democrática de Egipto la inminente promulgación de una Carta Magna de corte islamista representa un retroceso histórico impensable hasta hace unos meses, pero es también una lección histórica: los únicos estamentos que lograron capitalizar la revuelta de enero de 2001 fueron los que contaban con una tradición organizativa, es decir, las fuerzas armadas y los Hermanos Musulmanes, organización de la que procede el presidente Morsi. Ambos pudieron, en consecuencia, hegemonizar el poder cuando éste fue puesto en juego por la vía electoral, en tanto que el movimiento ciudadano –cuyo polo principal se agrupa hoy en el Frente Nacional de Salvación– hubo de permanecer como mero espectador de la disputa.
Cabe esperar que el sacrificio de quienes murieron en la represión lanzada por el viejo régimen y quienes han luchado y se han movilizado desde hace dos años por un país democrático, plural y libre, sean capaces de desarrollar formas organizativas que les permitan convertirse en una alternativa real de poder y que puedan inducir una verdadera modernización política en la nación árabe.
Reinventar el dinero
Alejandro Nadal
Uno de los problemas más serios de la teoría económica es su incapacidad para tratar los temas monetarios de manera coherente. Las consecuencias son graves: el discurso de la teoría económica dominante ha arropado y cultivado una idea completamente errónea sobre el funcionamiento de los bancos y la creación monetaria.
Quizás el obstáculo más serio es la vieja y equivocada idea de que el sistema monetario actual es natural e inamovible. El sistema monetario actual representa una de muchas posibilidades y, como podemos observar, no sólo es ineficiente sino que conduce a una brutal injusticia social.
Para nadie debiera ser ya un secreto el que la creación monetaria está hoy en manos de los bancos. Es falsa la idea de que tenemos un banco central dotado del monopolio de creación monetaria. Si bien es cierto que por ley el banco central es el único que emite billetes y puede acuñar moneda, ese monto es una minúscula parte de la oferta monetaria en una economía capitalista. Típicamente en la actualidad ese dinero de ‘alto poder’ equivale a 5-7 por ciento del total de la oferta monetaria en una economía. El resto del circulante utilizado en el sistema de pagos es emitido por bancos privados (y algunas otras entidades del sistema financiero no bancario). En síntesis, la función de creación monetaria ha sido usurpada por los bancos privados.
El análisis de los agregados monetarios de cualquier economía permitirá al lector comprobar lo anterior. En México el monto de billetes y monedas en poder del público en octubre del presente año era de unos 650 mil millones de pesos (mmdp). Las cuentas de cheques en moneda nacional y extranjera en bancos residentes, así como los depósitos en cuenta corriente y a la vista (en sociedades de ahorro y préstamo) ascendían a 1.4 billones (castellanos) de pesos. La suma de estas dos cifras nos da 2.05 billones de pesos y corresponde al agregado monetario M1: las monedas y billetes emitidos por el Banco de México son 31 por ciento de este agregado monetario.
Los activos financieros internos en poder de residentes alcanzan la prodigiosa cifra de 6.5 billones de pesos. Y si sumamos esta cantidad a nuestra M1 tenemos un nuevo agregado monetario llamado M2 con 8.5 billones. Aquí las monedas y billetes son 7 por ciento del total. Los lectores pueden verificar todo esto en los cuadros sobre agregados monetarios del portal del Banco de México (www.banxico.org.mx).
La operación de creación monetaria por los bancos privados está marcada por dos características de gran importancia. El dinero nace a través de un proceso de endeudamiento y es generado de la nada. Cuando un banco privado genera dinero lo hace a través de un crédito otorgado a una persona o una empresa. La creación monetaria implica una deuda para quien recibe el crédito (y dicho crédito no está asociado a un activo prexistente). El banco abre una cuenta para el prestatario y le proporciona medios de pago (por ejemplo, una chequera o un plástico) pero no le entrega una suma de billetes que hubiera tenido guardada en sus bóvedas: esta creación monetaria por los bancos privados proviene de la nada.
Ahora el receptor del crédito está obligado a generar recursos monetarios para pagarle al banco el principal y los intereses. Por eso se dice que la creación monetaria está asociada al endeudamiento. La creación de dinero deuda es una característica fundamental de las economías capitalistas de nuestros días. Y uno de los elementos centrales de la reforma monetaria debe consistir en la eliminación del componente de deuda en el nacimiento de este objeto social que es el dinero. Se necesita un sistema monetario de dinero libre de deuda.
Para alcanzarlo es necesario deshacerse de varios mitos. Uno de ellos consiste en pensar que lo que se necesita es anclar el dinero en un referente físico como el oro o la plata. Eso no es ni necesario ni suficiente. El patrón oro no impide la creación ex nihilo de dinero-deuda por parte de los bancos, y tampoco previene la volatilidad o las crisis como lo demuestra la historia económica.
Otro mito es la noción de que la intervención de una entidad pública conduce irremediablemente al abuso y la inflación. La realidad es que el sector bancario privado ha abusado de su poder de creación monetaria. Y los episodios de inflación de activos, conocidos como burbujas, constituyen el modus operandi del sector bancario privado.
Existen alternativas sociales a la creación de dinero-deuda. Los sistemas políticos tradicionales han seguido el camino de la sumisión al complejo bancario-financiero. Se requiere ahora rebasar esta visión estrecha y recuperar el control popular sobre una de las principales instituciones sociales.
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