Alianza Social de Trabajadores de la Industria Mexicana

jueves, 23 de mayo de 2013

Astillero- Pulcritud judicial imprescindible- Todavía... siempre

Astillero
Shenli Granier
¿Escenografía justiciera?
Soldados retenidos
Protesta y secuestros
Julio Hernández López
Foto
PEÑA NIETO EN COLOMBIA. El presidente Enrique Peña Nieto es recibido con honores militares a su llegada a Colombia para participar en la séptima Cumbre de la Alianza del PacíficoFoto Presidencia
E
l hallazgo de unos 100 millones de pesos en efectivo en propiedades ligadas al equipo de gobierno de Andrés Granier en Tabasco obliga a la solidaria administración peñista a destrabar los mecanismos de protección que hasta ahora ha mantenido para evitar que una pieza local del engranaje priísta sea juzgada y sentenciada. Los billetes locales deberían ser una exigente muestra de la enorme corrupción a detectar si en el plano federal se autorizara una verdadera indagación de inteligencia financiera (aunque, a fin de cuentas, el responsable de esta área en la Secretaría de Hacienda es el inenarrable licenciado Bazbaz, que tanta fama adquirió con el caso de la niña Paulette en el estado de México).
Hasta ahora, Arturo Núñez ha mantenido en el plano retórico las baterías contra su compadre Granier (recuérdese que ni siquiera lo incluyó en la denuncia de hechos ante las instancias federales). Falta ver si el operativo de ayer en Tabasco es enderezado por el actual gobernador contra su antecesor o se estaciona en niveles inferiores, específicamente en quien fue secretario de administración y finanzas, José Manuel Saiz Pineda. El pragmático Núñez debe equilibrar sus reales o supuestas pretensiones justicieras contra Granier con las necesidades de apoyo presupuestal que ha de gestionar en la instancia pinolera que no desea actuar contra el priísta que, como todos los demás gobernadores priístas, ayudó en campañas electorales en 2012 y, en el caso tropical específico, cedió el paso incruentamente a la opción opositora representada por Núñez.
Si el caso de Zhenli Ye Gon (de mayor cuantía, y en dólares) fue librado por el calderonismo sin más daños políticos que el pitorreo relacionado con el coopelas o cuello (aunque el litigio en sí aún continúe), las cajas con fajos de billetes en Tabasco bien podrían dar para un largo proceso que permitiera a las partes oficiales argumentar que ya han hecho algo en contra de la corrupción granierista tan sabida. ¿Apretará Nuñez a fondo para castigar al compadre en fuga, o todo quedará en escenografía judicial a largo plazo? ¿Será el principio de una acción ejemplar, única, contra un gobernante ladrón, o solamente un platillo espectacular para larga digestión?
En Michoacán, mientras tanto, se confrontaban abierta y peligrosamente dos posturas de difícil conciliación. Las fuerzas armadas han recibido instrucciones de intentar el restablecimiento de algo parecido a la normalidad en las violentas tierras michoacanas (en una abierta toma federal de control de una entidad, una virtual defenestración del decorativo Jesús Reyna, quien sustituye de manera interina al enfermo Fausto Vallejo, para imponer de facto un gobierno federal de corte civil-militar), pero se han topado con la reticencia de pobladores de zonas donde actúan grupos de autodefensa o policías comunitarias. Ambas partes tienen razón en sus planteamientos esenciales y de allí proviene el choque de posturas que ayer llevó a la retención de más de 20 soldados en Buenavista Tomatlán, luego que el Ejército había detenido a cuatro jóvenes armados que forman parte de esos grupos civiles (en la ciudad de México se insistió en que no había retención de militares, sino diálogo).
El poder militar no puede instalarse en un territorio, y cumplir con las órdenes institucionales que ha recibido, si al mismo tiempo convive con grupos de civiles que de manera irregular e incluso delictiva portan y exhiben armas. Los ciudadanos, a su vez, desconfían de la eficacia, las intenciones y la durabilidad de las acciones emprendidas por militares que, para cumplir su cometido, exigen un desarme que dejará a los pobladores expuestos a venganzas inmediatas o posteriores, ejecutadas por los delincuentes que ya conocen o por agentes gubernamentales recién llegados.
Enrique Peña Nieto está entrampado a causa del éxito cupular y formal de su Pacto por México. Para preservarlo ha debido actuar con una tolerancia contraria a su espíritu real (cuya máxima expresión ha sido Atenco) en las entidades donde el movimiento magisterial independiente ha presentado resistencia a la reforma laboral, administrativa y electoral relacionada con lo educativo. Pero ha ido dejando sembradas las suficientes coartadas judiciales para emprender posteriormente una cacería de disidentes. En especial llama la atención la insistencia de algunos columnistas y opinantes mediáticos en el llamado para que actúe con mano dura contra los profesores y sus excesos (varios de ellos delictivos).
Otro dato indicativo de los ánimos represivos contenidos está en la vinculación que en ciertos medios de comunicación se trata de establecer (como si fuera por encargo: similares argumentos y referencias) entre los profesores en protesta y bandas de secuestradores, sugiriendo que entre los promotores del rechazo a la reforma sindical educativa hay guerrilleros e incluso responsables de casos relevantes de privación de la libertad, como en el extraño caso de Diego Fernández de Cevallos. Tomando como referencia la confusa e impugnada detención de miembros de la oaxaqueña sección 22 del SNTE como presuntos secuestradores, se crea un clima de linchamiento que en su momento, cuando al poder le parezca propicio, podrá justificar una escalada represiva.
Otro daño colateral se ha presentado en el Partido Acción Nacional, donde Peña Nieto necesita conservar bajo control al endeble anticalderonista Gustavo Madero para garantizar que continúe sin contratiempos el citado Pacto por México. Tan mal político es el chihuahuense que ha reavivado al grupo de senadores calderonistas. Hizo a un lado a Ernesto Cordero pero con tan malas formas que dio argumentos políticos suficientes a sus adversarios, y coronó su pifia con la instalación no de un aliado yunquista con experiencia y sólido respaldo grupal, Héctor Larios, sino de un colimense de poco peso político, Jorge Luis Preciado. Chin: se acabó el espacio, ¡hasta mañana!
Twitter: @julioastillero
Facebook: Julio Astillero
Pulcritud judicial imprescindible
La Procuraduría General de la República (PGR) consignó ayer ante un juez federal a 13 presuntos participantes en el secuestro de dos menores de edad. Los acusados fueron detenidos el pasado fin de semana en Oaxaca y entre ellos se encuentran dos integrantes de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE). En las últimas horas, estas detenciones han propiciado deslindes de la cúpula del sindicato magisterial, así como protestas y denuncias por supuestas irregularidades cometidas en la detención, y violaciones a los derechos humanos de los inculpados.
 
Sin prejuzgar sobre la culpabilidad o la inocencia de los detenidos, debe señalarse que el episodio plantea una intersección entre las tareas de procuración de justicia del Estado mexicano y uno de los principales problemas sociopolíticos de la actual coyuntura: el conflicto magisterial que se desarrolla en distintas partes del territorio, derivado de la inconformidad de los docentes ante la conducción de la política educativa del país y del rechazo a la reforma constitucional en la materia recientemente aprobada y promulgada.

En tal circunstancia, la correcta actuación de las autoridades ministeriales, que de suyo debe estar regida por los principios de transparencia, apego a la legalidad y solidez en la construcción de los expedientes acusatorios, adquiere relevancia mayúscula. La estricta pulcritud procesal, el pleno respeto a las garantías individuales de los inculpados, la búsqueda exhaustiva de la certeza jurídica y la máxima transparencia de cara a la sociedad son elementos imprescindibles si que quiere evitar que, en el caso que se comenta, se rompa la delgada línea que divide lo judicial de lo político, y la imagen y credibilidad del conjunto de la institucionalidad del país acusen, con ello, un deterioro adicional en la opinión pública.
 
Tal señalamiento resulta tanto más pertinente ante el recuerdo fresco del nivel de descomposición y parcialidad a que fueron llevadas las instancias de procuración de justicia durante las dos administraciones federales panistas, las cuales se caracterizaron por el uso faccioso de la ley, por la conversión de las procuradurías en instrumentos de golpeteo político y de persecución de las disidencias, por la manipulación de pruebas, documentos y testimonios y por la invención de acusaciones y la fabricación de culpables.
 
En suma, en el episodio comentado no sólo está en juego el destino jurídico de los detenidos y el acceso de las víctimas a la justicia, sino también, en buena medida, la posibilidad de comenzar a revertir el gravísimo deterioro que padecen las instituciones de seguridad y justicia del país o de profundizar ese declive hacia un punto de no retorno. Cabe esperar, en suma, que las autoridades ministeriales y judiciales involucradas en el caso tomen conciencia de ello y actúen con total apego a la ley y con particular cuidado.
 
Los pasos de Calderón-Helguera
 
 
Todavía... siempre
Olga Harmony
Teatro de Ciertos Habitantes, la agrupación a cuyo frente se halla el muy talentoso Claudio Valdés Kuri nunca repite, ni siquiera en una parte, cada escenificación. Lo último que le habíamos visto fue El gallo que indignó a unos cuantos y divirtió a unos muchos. Sus éxitos rebasan la frontera mexicana –hecho que los envidiosos no le perdonan– y ha logrado ser sinónimo de la vanguardia más depurada. Y en una vuelta de tuerca presenta un monólogo realista y sencillo en apariencia, basado en los recuerdos de su propia madre, las experiencias de la actriz que lo interpreta y el Libro tibetano de la vida y la muerte de Soygal Rimpoché. Tocó a la autora yucateca, muy bien conocida entre nosotros, Conchi León, realizar la dramaturgia en que coinciden estos presupuestos en base a la idea original de Valdés Kuri y con el apoyo del programa México en escena de Conaculta.
 
Una mujer anciana, sabedora de que está muy próxima su muerte, entona un canto a la vida y al amor, al mismo tiempo que espera con impaciencia el momento de cruzar el umbral que la llevará junto a su amado esposo fallecido. Así de fácil y así de difícil. Mantener la atención del público durante todo el monólogo de la verborreica ex actriz y cantante confinada en silla de ruedas por una mala operación hecha a sus rodilllas –lo que fue dolorosa realidad para la señora Sylvia Kuri– requiere, tanto de un texto ingenioso como de una actriz de primer orden. Afortunadamente se dieron ambas condiciones.

La vieja señora se esconde de una hija demandante y posesiva, un tanto mandona, a la que miente sin reparos a través del teléfono celular, diciéndole que está en un piso del hospital en que le harán exámenes, mientras se encuentra en otro. Esa malicia casi infantil es uno de los muy visibles atributos del personaje que ha llegado al escenario en bata de paciente y silla de ruedas tomándolo casi por asalto “porque –exclama– yo nunca he fallado a una función”, confundida la actriz con la protagonista a la que encarna, que se irá delineando, aunque algunas experiencias de la actante real le son igualmente incorporadas.
 
La misma llegada de la actriz, dando el inicio de la función, se da con una broma que marca el tono de la representación. Tara Parra regresa al teatro del que se había alejado porque le exigía un esfuerzo de memoria poco acorde con su edad, 80 años,y retorna con una obra que le exige una gran memorización y en la que no sólo hablará hasta por los codos, sino que cantará algunas canciones, sobresaliendo la de Edith Piaff (recordemos que Claudio Valdés Kuri en principio es músico y él le debe haber orientado). Si al principio el personaje –confundidas, como señalé antes, actriz y protagonista, habla con el público, pronto requiere al parecer de una presencia masculina –a la que se añade la sombra negra que la ronda y que sin duda representa a la muerte. El vestuario de ambos es de Ximena Fernández.
 

El personaje pide al público que levanten la mano quienes estén dispuestos a subir al escenario. Para beneplácito de todos en el estreno se eligió a un profesional como Antonio Zúñiga, quien estaba en la sala como espectador. No es mucho lo que ha de hacer este nuevo integrante del equipo más que escuchar y responder con su gesto a lo que la mujer dice, pero un participante poco adiestrado puede echar a perder el trazo del director que incluye las diversos desplazamientos y posturas del hombre negro (Guillermo García Proal) con su asiento en el escenario, contrapunteando lo que hacen Tina y el espectador invitado. La iluminación de Matías Gorlero apoya la escenografía que consiste en una banca de parque roja que contrasta con los negros de la cámara que envuelve y con la alba bata de paciente de la mujer en lo que se me antoja una alegoría de vida, con la roja banca de parque, propicia para los enamorados, y de la muerte como evidentemente es el hombre negro.El pleito por lavar ajeno-Rocha

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