Alianza Social de Trabajadores de la Industria Mexicana

lunes, 22 de agosto de 2011

El Año Internacional de la Juventud, sólo retórica

El Año Internacional de la Juventud, sólo retórica

Autor: Opinión
Sección: Opinión
21 Agosto 2011
El 12 de agosto pasado concluyó el Año Internacional de la Juventud. El 17 de diciembre de 1999, la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), mediante la resolución 54/120 derivada de la Conferencia Mundial de Ministros de Asuntos de la Juventud, estableció el 12 de agosto como el Día Internacional de la Juventud. En 1995 la ONU aprobó el Programa de Acción Mundial para los Jóvenes como un primer marco normativo dirigido a mejorar la situación de ese grupo. El establecimiento de un programa y la asignación de un día dedicado a la juventud son un llamado para diseñar normas internacionales, planes de acción y políticas públicas que garanticen y fortalezcan los derechos humanos de los jóvenes.
Angélica Gay Arellano/Clara Meyra Segura*
Hablar de la juventud es un tema relativamente nuevo. Mientras se desarrollaba la Guerra Fría, en la década de 1960 emergieron movimientos juveniles, principalmente estudiantiles, que comenzaron a hacerse visibles en Europa y América Latina. La juventud se convirtió en un tema a tratar, no sólo al interior de los Estados, sino a nivel internacional. En 1965, la Asamblea General de la ONU aprobó la Declaración sobre el Fomento entre la Juventud de los Ideales de Paz, Respeto Mutuo y Comprensión entre los Pueblos, en la que se trata los graves daños padecidos a causa de las dos guerras mundiales y la importancia del papel de la juventud en la edificación del mundo contemporáneo.
Durante la “década perdida” de 1980, específicamente en 1985, se nombró el primer Año Internacional de la Juventud, debido al bono poblacional que se estimó para ese tiempo y al impacto que la economía mundial tuvo en la vida de los jóvenes. Posteriormente, en 2010, se proclamó desde México otro Año Internacional de la Juventud que concluyó con un evento en Túnez. Desafortunadamente las condiciones en las que aconteció dicho evento en León, Guanajuato, fueron cuestionadas porque las temáticas se perdieron entre las discusiones y los Estados no fueron capaces de llegar a acuerdos mínimos para mejorar las condiciones de los jóvenes en el mundo; las expectativas se diluyeron.
Sin embargo, sí se construyó una importante declaración por parte de mujeres y hombres jóvenes de varios países del mundo que plantearon demandas muy específicas. La respuesta por parte de los Estados fue casi nula. De ahí surgió la propuesta de cerrar el Año con una conferencia en Túnez pero no se llevó a cabo, entre otras cosas, por las condiciones políticas del país. En cambio, la clausura se realizó en una reunión de alto nivel en Nueva York, cuyo resultado fue una nueva declaración con buenas intenciones, pero carente de un contenido capaz de generar políticas en los Estados miembros.
El Año Internacional de la Juventud termina sin compromisos claros para los gobiernos del mundo frente a una crisis en la que las personas jóvenes son las principales afectadas, tanto individual como colectivamente. Para muestra, tenemos las declaraciones de la Organización Internacional del Trabajo que indica que 2010 figuró como el Año en que más desempleo juvenil se presentó en la historia.
Pese al intento de colocar en la agenda la creación de un organismo internacional de la juventud o de una convención mundial, esto no fue prioridad. A nivel mundial, el único instrumento que reconoce a los jóvenes como sujetos plenos de derechos humanos es la Convención Iberoamericana de Derechos de los Jóvenes, iniciativa de la Organización Iberoamericana de Juventud, de la que México forma parte. No obstante, a la fecha, el gobierno mexicano no la ha ratificado.
En la medida en que se agudiza la situación económica y política en el mundo, la participación de la juventud se ha visibilizado en los tiempos de crisis. Las revueltas en Oriente Medio, las manifestaciones en Europa, las movilizaciones y los casos de violaciones a los derechos sociales en América Latina (en Chile, en Centroamérica y México) son la fiel expresión del deseo de transformar la situación que día con día observamos y vivimos. Por ello, es importante escuchar y hacer visible la voz de la juventud.
Al hacer un balance en el marco del cierre del Año Internacional de la Juventud, se observa que los derechos de ésta han sido gravemente vulnerados y violentados. El objetivo primordial de esta celebración es gozar de una vida digna, aunque esto parece cada vez más un fin inalcanzable; por el contrario, contamos con pocas herramientas, no por ello menos valiosas, para defender los derechos humanos y así lograr este resultado. Entre los elementos que consideramos imprescindibles y de los que debemos partir, señalamos la necesidad de elaborar un diagnóstico sobre la situación de los derechos humanos de la juventud en México, por supuesto, desde un enfoque de éstos con perspectiva de género que reconozca, en la medida de lo posible, la diversidad cultural e identitaria.
La construcción de un diagnóstico de DH de las juventudes
En el Centro Vitoria nos dimos a la tarea de realizar durante 2010 un primer diagnóstico sobre la situación de los derechos de la juventud en México. Gracias a éste nos dimos cuenta de la necesidad de profundizar en varios temas y construir herramientas que contribuyan a la defensa, educación y promoción de dichos derechos. Durante la elaboración del documento nos enfrentamos a la poca información disponible sobre algunos temas, en los que fue difícil profundizar, y la pobre rendición de cuentas. Otro de los retos fue encontrar datos disgregados por edades y territorios; varias estadísticas manejan el grupo de edad de 15 a 29 Años, debido a que éste es el rango que el Instituto Nacional de Estadística y Geografía utiliza. Pero hay que recordar que en México la juventud comprende de 12 a 29 Años de edad y la infancia hasta los 18 Años. Es decir, que los derechos de la infancia y los derechos de la juventud van unidos, aunque entre estos rangos existen realidades específicas y diversas.
Para la realización del Informe sobre la situación de los derechos humanos de las juventudes 2011, partimos de una propuesta de conceptualización de un enfoque de derechos humanos de la juventud. Identificamos que hablar de sus derechos nos remitía a la perspectiva juvenil, por un lado, y al enfoque de derechos humanos, por el otro. Esto dificulta realizar un análisis más integral, pues no se tenía un horizonte articulado para desarrollarlo. Entonces, definimos el enfoque de derechos humanos de la juventud como un conjunto de teorías y conceptos que articulan ideas que reconocen la dignidad de las personas jóvenes. No existe una sola forma de ser joven, porque es el resultado de una construcción sociohistórica cuya omisión significa la discriminación y exclusión en la toma de decisiones sobre sus propias vidas, mas están presentes en todos los territorios del país, las grandes ciudades, comunidades indígenas, poblados rurales, escuelas, trabajos, calles.
El contenido del documento resalta que aunque la juventud de 12 a 29 Años representa más de la tercera parte de la población total, se desenvuelven en un contexto que limita el acceso y ejercicio de sus derechos humanos. La militarización del país los coloca en una situación de riesgo, son invitados a participar en la milicia o se integran a las filas del crimen organizado; se enfrentan a la imposibilidad de acceder a los derechos económicos, sociales y culturales; a esto se suman otros factores como la pobreza y los roles de género ya determinados. El derecho a la educación y al empleo son los derechos sociales más vulnerados: el desempleo y la baja matrícula en las escuelas afectan, principalmente, a las personas de entre 12 y 29 Años. Las soluciones que se plantean a través de políticas públicas y programas de gobierno son insuficientes. Además, la perspectiva que subyace a su planeación es ajena a los derechos humanos.
Nos parece fundamental que el Informe refleje a las mujeres y los hombres jóvenes. También buscamos contribuir en la formulación de leyes, reglamentos, políticas públicas y presupuestos para este grupo. Además, esperamos que sea un insumo para la construcción de la Agenda Social y Política para las y los Jóvenes 2011-2021 y que ésta trascienda periodos electorales.
*Colaboradoras del Centro de Derechos Humanos Fray Francisco de Vitoria OP, AC
Fuente: Revista Contralínea 247 / 21 de agosto de 2011


El virus de la desigualdad
Arturo Balderas Rodríguez
Una nueva generación de republicanos se ha propuesto desmantelar los programas de protección social, instituidos el siglo pasado por Roosevelt y Johnson para dignificar un poco este sistema económico que hace todo lo posible para autoinmolarse. Las profundas diferencias han convertido a la sociedad estadunidense en una de las más desiguales de los países desarrollados.
La desigualdad empezó a crecer desde mediados de los años 70, pero en la década de los 80 se acentúa con Reagan y el auge de la política neoliberal. Se profundiza aún más en el inicio de este siglo, cuando Bush hijo llega al poder. En ambos periodos, el castigo presupuestal a los programas de ayuda a los pobres es una de las causas en el incremento de la desigualdad. Otra es la migración, debido al aumento de personas que reciben bajos salarios. Sin embargo, la causa más significativa es la diferencia entre los salarios de gerentes y directores de empresas y los de los trabajadores.
En 1982 esa diferencia era de 42 veces a una y en 2004 llegó a ser de 300 veces a una, según datos censales citados en la enciclopedia concisa sobre economía (The Concise Encyclopedia of Economics). En otras palabras, un director de empresa recibía 300 mil dólares de salario mientras uno de sus trabajadores recibía mil dólares. El resultado es que hoy 10 por ciento de la población posee 80 por ciento de la riqueza, mientras 90 por ciento sólo tiene el 20 por ciento restante.
Quienes comentan las noticias en torno a las violentas protestas en algunas naciones europeas no descartan que una de las razones sea el hartazgo que causa la pésima distribución y la falta de oportunidades para los jóvenes. Por ello, es irresponsable que un grupo de legisladores ultraconservadores haga lo posible por destruir las redes de protección social creadas para atenuar esas diferencias, mientras otros hacen esfuerzos para sentar las bases que las superen, y de esa forma dar un respiro a quienes sobreviven en la parte más baja de la pirámide.
El magnate Warren Buffet, uno de los hombres más ricos en Estados Unidos, se preguntaba cómo es posible que gente como él pague impuestos en la misma proporción que los profesores, las enfermeras y los policías. A esa pregunta habría que agregar otra: ¿cuánto más permanecerá inmune Estados Unidos al contagio del virus que engendra esas protestas, de seguir profundizándose la desigualdad?
Cuando se advierte que en nuestro país existen diferencias aún más profundas, cuyo dramático resultado es la extrema pobreza que sufre más de 20 por ciento de la población y el cada vez más limitado horizonte de vida para los jóvenes, no estaría mal que nos preguntáramos si es posible permanecer inmunes a ese virus, y por cuánto tiempo.

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