Alianza Social de Trabajadores de la Industria Mexicana

viernes, 30 de septiembre de 2011

«Bancos y empresas provocaron el desastre y no comparten el sacrificio para enfrentarlo»

Bancos y empresas provocaron el desastre y no comparten el sacrificio para enfrentarlo
Sindicato del transporte de NY declara su apoyo oficial a Ocupa Wall Street
Otras fuentes sindicales organizan una marcha laboral y comunitaria para la semana entrante
David Brooks
Corresponsal
Periódico La Jornada
Viernes 30 de septiembre de 2011, p. 33
Nueva York, 29 de septiembre. Por primera vez desde que se convocó la movilización Ocupa Wall Street, hace 10 días, un sindicato declaró oficialmente su apoyo formal al plantón, mientras otros gremios y agrupaciones comunitarias programan marchas de apoyo en los próximos días, algo que podría transformar a una asamblea que hasta ahora carecía de la presencia de organizaciones sociales.
La dirigencia de la sección de Nueva York del Sindicato de Trabajadores del Transporte (TWU) –con unos 38 mil agremiados, trabajadores del metro y autobuses municipales– votó para aprobar su apoyo a Ocupa Wall Street, confirmó un vocero a La Jornada. Con ello, afirmó, habrá mayor presencia de representantes del sindicato en la llamada Plaza Libertad, a un par de cuadras de Wall Street, donde entre 100 y 200 manifestantes se han mantenido en plantón desde el 17 de septiembre.
“Es bastante valiente lo que están haciendo los manifestantes y han logrado colocar un nuevo enfoque público a lo que hemos mantenido todo este tiempo: que Wall Street, los bancos y las empresas que provocaron este desastre… no comparten el sacrificio para enfrentarlo. Son los trabajadores quienes deben sacrificarse mientras los ricos se salen con la suya”, declaró otro vocero de TWU, Jim Gannon, a un medio local. Por ello, afirmó que el apoyo formal del sindicato es una alianza natural con los jóvenes y los estudiantes que están dando voz a nuestro mensaje. ¿Por qué no juntarnos?, sentimos afinidad con ellos.
Por otro lado, fuentes sindicales informaron a La Jornada que organizan una marcha de apoyo laboral/comunitaria con varias agrupaciones gremiales y sociales locales para la semana próxima. Los transportistas se sumarán a esta manifestación.
Así, lo que ha sido un plantón conformado por individuos no afiliados, en su mayoría estudiantes universitarios blancos, junto con un mosaico de veteranos activistas, que respondieron a una convocatoria por Internet y redes cibernéticas casi sin esfuerzo para vincularse con organizaciones sociales o estudiantiles, podría cambiar de perfil si de pronto empiezan a sumarse estas agrupaciones.
El perfil del plantón, que por su número tan reducido había pasado casi desapercibido, ha sido elevado en días recientes por la visita y/o expresiones de apoyo de figuras reconocidas nacionales como el cineasta Michael Moore, el filósofo y activista Cornel West, la actriz Susan Sarandon y el comediante Stephen Colbert.
Por otro lado, un intento policiaco de reprimir una pequeña marcha se ha convertido en un escándalo, que ha acaparado la atención de los medios masivos de comunicación.
A la vez se informa de intentos para organizar acciones similares en varias ciudades más, entre las Boston, San Francisco y Chicago, movimientos que, por ahora, también son de dimensiones muy reducidas. Sin embargo, algunos observadores y activistas están a la espera de que algunos de ellas puedan servir de detonador de algo más grande, dado el desencanto y la ira popular con la crisis económica y la cada vez más marcada desigualdad de recursos.
Mil organizaciones buscan que Wall Street rinda cuentas
Con acciones parecidas, pero aún no ligadas a Ocupa Wall Street, una nueva coalición nacional de más de mil organizaciones religiosas y comunitarias, cuyo objetivo es hacer que Wall Street rinda cuentas a las familias que padecen por la crisis, realiza protestas en 10 ciudades esta semana, sobre todo en San Francisco y Boston. En sus acciones directas, la coalición The New Bottom Line demanda que los grandes bancos paguen más impuestos y pongan fin a la crisis hipotecaria, así como generar empleos. Afirman que fueron los contribuyentes quienes rescataron a los bancos en la crisis financiera de 2007, y que es hora de que éstos le paguen al pueblo.
Entre sus acciones, cientos han marchado a oficinas de los bancos con sus demandas, o han irrumpido en recepciones y cocteles de banqueros, y también han ayudado a las familias que fueron expulsadas de sus hogares por no pagar sus hipotecas a reocupar sus casas.
Otra coalición convoca a la ocupación de la Plaza Libertad en Washington el 6 de octubre, en demanda de financiar necesidades humanas, no avaricia empresarial. Octubre, sostiene, marca el año 11 de la invasión de Afganistán y la entrada en vigor del presupuesto federal de austeridad. En su mayoría agrupaciones antiguerra afirman que miles de estadunidenses se congregarán en la Plaza Libertad para tomar el control de nuestro país y de nuestras vidas y elaborar soluciones justas y sustentables para resolver las crisis que se enfrentan aquí. Para mayor información: october2011.
Ocupa Wall Street y la coalición de Octubre2011 han endosado sus iniciativas. Algunos afirman que se trata de ocupar ambas cabezas de la bestia.
Vacunación contra la indignación
Víctor M. Quintana S.
La fórmula les ha funcionado hasta ahora. Los dictadores –ahora sin chamba– de los países árabes del norte de África, los operadores de ajustes económicos como los de Grecia o España, darían sus evanescentes reinos por comprársela: la vacuna mexicana contra la indignación.
No es que en México no haya indignados. Los hay, y muchos. El ejemplo más reciente es el de las víctimas de la guerra contra el narcotráfico aglutinadas en el Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad que encabeza Javier Sicilia. O los pueblos indios y no indios afectados por los grandes proyectos de minería a cielo abierto. O los despedidos del SME, o los muchachos que se quedan sin opciones de educación superior. Pero han desarrollado una estrategia para ponerlos en cuarentena social y evitar cualquier contagio.
Dicha estrategia la despliegan las cúpulas de los poderes económico, político, mediático y la jerarquía católica. No es que se pongan explícitamente de acuerdo en ella: tal es su convergencia de intereses que sus acciones confluyen siempre en lo mismo: conformar una masa social amorfa, inerte, moldeable, tibia y timorata. Emplean, entre otros, los siguientes medios:
La clasemedierización mental de la población. Ya se ha dicho en varios estudios que la gran mayoría de los habitantes de este país se siente de clase media. Aquí no es importante si posee o no medios de producción, o su posición en el proceso de trabajo, ni el volumen y la calidad de su consumo. La clase media definida únicamente por su rechazo en bloque a la política y sus expectativas de consumo: se ubica ahí todo potencial comprador de tiempo aire y espectador de los reality shows de la tarde-noche del domingo. Las cúpulas, sin leer al genial E. P. Thompson, intuyen que las clases sociales no son cosas, ni amontonamientos de individuos, sino un acontecimiento. Y hacen todo lo posible para que ese acontecimiento, el pasar de individuos pasivos, de simples consumidores a sujetos, no se produzca. Cualquier acción colectiva no institucional la hacen aparecer como amenaza inmediata a los niveles de consumo y de bienestar, así sean precarios.
La expulsión hacia los márgenes de los movimientos sociales: a las movilizaciones de diferentes grupos sociales que pueden servir de motor de arranque de la indignación nacional se busca desligarlos de sus bases sociales, de los consensos masivos. El caso más reciente es el del Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad. Dado que por su causa de origen, legítima e inobjetable, no se le puede tachar de radical, se le etiqueta por sus acciones: tomar las calles y las carreteras, proferir malas palabras. Si en él han confluido muy plurales corrientes sociales y políticas, se busca, no obstante, tacharlo de izquierdista porque se reunió con las bases zapatistas. O porque critica al Presidente y, por lo tanto, es manipulado por AMLO. Por si nada de esto funcionara, emplean el argumento nunca probado de que son gente amargada, que sólo quiere la venganza, etcétera. Así pues, no importa que la causa y la base social de un movimiento sean justas y mayoritarias –o más bien precisamente por eso–, se busca presentarlos como marginales, radicales, irresponsables, como un peligro para la buena conciencia de esa inmensa clase media conformada con este país.
La minimización mediática: la última vuelta de tuerca de las medidas profilácticas. A un movimiento le dan cobertura los grandes medios electrónicos sólo mientras se mantenga en el umbral de la no peligrosidad, del no contagio. Pero en cuanto muestra mayor poder de convocatoria y legitimidad ante las mayorías, deja de ser nota y se le niega el acceso a tiempos televisivos. Sabiendo que si no sucede en Televisa o en Tv Azteca, de plano no sucede, se construye la percepción de que el movimiento se ha debilitado.
Así, el Estado, los oligopolios, los liderazgos charros, las cúpulas eclesiásticas, logran encapsular la indignación de los grupos con causa y potencial impacto mayoritario, como las mujeres que reclaman que no se les penalice por decidir sobre su cuerpo, los indígenas que defienden sus recursos naturales, las y los trabajadores que exigen democracia sindical, las y los usuarios de teléfonos y energía eléctrica que reclaman tarifas justas.
Del magma que, según Castoriadis, es la sociedad: incandescente, fluido, efervescente, pletórico de reacciones y de explosiones, los que dominan este país han logrado hacer un lodo inerte, dúctil, amorfo, donde la máxima acción permitida sea la que quepa en los moldes de la Iniciativa México. Al condenar todo lo que aquí se mueve como un peligro para la nación, están logrando conformar lo único que sí resulta un peligro real: una población apática, manipulada, resignada, pasiva, vacunada contra la indignación.

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