Alianza Social de Trabajadores de la Industria Mexicana

viernes, 30 de septiembre de 2011

Una primerísima obligación- La oferta

Una primerísima obligación
Jorge Carrillo Olea
 
Aunque parezca aún lejana la sustitución del Poder Ejecutivo, muchas personas se preguntan cómo va a enfrentar el venidero al más agudo de los problemas, el de la alta criminalidad que nos asfixia y que Calderón, a cada paso y nuevas decisiones, deteriora aún más, sobre todo en la sensibilidad popular.
Verdadero reto, tal vez como nunca, encarar este flagelo. En otras ocasiones las crisis han sido políticas, como la salida de Díaz Ordaz, o financieras, como con Echeverría y López Portillo. A un año es imposible predecir cómo será la situación económica, tan subordinada a la mundial, pero sí es predecible que la crisis de gobernabilidad/imperio de la ley/armonía social será más aguda que lo que es hoy.
Se va consolidando la idea de que lo primero a iniciar por ineludible y base de todo lo demás, independientemente de sus tiempos de maduración, serían fortísimas campañas destinadas a disipar la impunidad y la corrupción. Deben ellas entenderse como parte de lo que sería un deber máximo de gobierno: reconstituir la cohesión social, la adhesión de cada uno al interés nacional como reparación de un mal común. Un producto de la crisis de seguridad, además de muchas cosas, es el individualismo, el egoísmo intolerante, el olvido del significado del término nosotros como única vía de solución.
No habrá esfuerzo eficaz si se basa en el estanco del oficialismo o si se confía, como ha sido usual, en programas sociales sin un muy inteligente llamado a la renovación de la cohesión social, esto es, sin toda una política de Estado. El individualismo en que estamos hundidos, el egoísmo y la voracidad, son el principal enemigo a derrotar para poder avanzar en cualquier programa de renovación de la esperanza y de la armonía social.
El examen de las teorías sociopolíticas que hoy debieran ir rumbo al abandono, esclarece por qué con ellas los pueblos no sólo no alcanzaron la justicia social, sino que ni siquiera pudieron mantener y fortalecer el clima indispensable para el progreso. Entonces, cualquier avance hacia una engañosa modernidad no es aceptable si no admite que debe implicar armonía social vía la equidad y la justicia.
Para todo ello habría que consentir también que, gracias a algunas características inconfundibles, como el individualismo, el conformismo, el desentendimiento, la mediocridad, la impotencia para generar adhesiones, habilidades para ejercer un liderazgo, expandir y confiar en las redes sociales y muchos otros factores más de tipo moral, político y social, no será posible avanzar hacia buen puerto y pronto en la reconstrucción del estado de derecho sin un programa simultáneo de renovación social.
La tradición mexicana de gran compromiso social, cohesionante, solidaria, hoy casi en abandono por las clases sociales medias y superiores, debe ser recreada.
Han operado muchos factores en su contra, todos ellos con el denominador de la falta de advertencia sobre su carácter de indispensable por parte de las dirigencias de toda naturaleza.
El hombre por sí mismo nunca tendrá una actitud plenamente altruista que lo lleve a actuar desinteresadamente por completo. El egoísmo es propio del ser humano, pero del primitivo, contrario al interés social y, por tanto, de la armonía general, y no puede lograrse sólo mediante el automatismo de las acciones del ciudadano independiente, al margen de una gran dirigencia.
Al nuevo dirigente nacional se le demandará carisma, cultura cívica, plena aceptación de lo antes argumentado, un programa especialmente diseñado y un terrible empuje.
Hay que acabar con la simulación, la superficialidad; se debe ir al fondo o los graves problemas subsistirán. Hay que imaginar y crear al nuevo mexicano.
 
 
La oferta
Luis Javier Garrido
 
La vida política mexicana es más sórdida de lo que muchos piensan, y al final de un sexenio desastroso marcado por la violencia, la demagogia y el entreguismo del gobierno de facto de Felipe Calderón, las amenazas que se ciernen sobre el país, ante el riesgo que ve la ultraderecha yunquista de perder el poder, se están multiplicando, como se ve ahora en la velada oferta del PRI a Calderón para gobernar juntos en el futuro.
1. La situación caótica de México es cada día más grave en lo social y en lo económico, y a la violencia generada no por los narcos sino por el gobierno calderonista (en particular en los estados gobernados por el PRI y el PRD), se suceden nuevas amenazas, como la iniciativa para instaurar un Estado policiaco o la cancelación del derecho de las mujeres a disponer de su cuerpo, y ahora para instaurar por decreto un gobierno de componenda PAN-PRI.
2. El desencuentro del PAN con el PRI, los dos partidos de la derecha, aliados para imponer en 2006 por la vía del fraude a Calderón en la silla presidencial, se está tratando de arreglarlo por medio de una serie de iniciativas de varios priístas, atrás de las cuales se ve la mano de Carlos Salinas de Gortari, y que dejan traslucir una oferta del PRI al PAN para instaurar un gobierno homogéneo de ultraderecha, a fin de seguirle cancelando derechos a los mexicanos.
3. El desencuentro actual entre el gobierno panista y el PRI lo caracterizó mejor que nadie Enrique Peña Nieto al ser entrevistado por Ciro Gómez Leyva en Milenio Televisión el martes 27, en donde por lo menos en cuatro ocasiones el ex gobernador mexiquense reiteró con simpleza, al más puro estilo salinista, que el gobierno rompió su alianza con el PRI al impulsar a mediados de 2010 las alianzas PAN-PRD, que iban precisamente contra el PRI. El agravio del priísmo con Felipe Calderón no es por lo tanto por hundir a México en un baño de sangre para facilitar el desmantelamiento del Estado nacional, por abdicar de la voluntad soberana de México para hacer viable el control de la seguridad interna por agencias de Washington, por pisotear la Constitución para entregar el petróleo y los recursos estratégicos a las trasnacionales, por forjar un entramado de corrupción sin paralelo entre sus allegados o por hacer nulos los derechos sociales de los mexicanos, medidas que en mayor o menor medida han avalado los priístas. Es por pretender liquidar históricamente al PRI.
4. En otras palabras: lo que Salinas y el PRI reclaman a Calderón no es su traición a México y a la Constitución que protestó guardar, sino su traición al PRI, al lanzarse desbocado en 2010 y 2011 en la vía que definieron en los años 80 los asesores de Ronald Reagan y George Bush e hizo suya la ultraderecha mexicana: la de buscar el exterminio del PRI, por ser el emblema del Estado intervencionista, y terminarlo como una alternativa, lo que ha sido desde entonces el deseo más profundo del fanático ultraderechista y cerril que es Felipe Calderón, por mucho que haya sido el PRI el que en 2005-2006 lo instaló en la silla presidencial y lo cobijó en sus primeros años de supuesto gobierno.
5. La alternancia acordada en 1989 se produjo en México en 1997 y en 2000, al montarse la clase política sobre las demandas del pueblo que exigía una verdadera y real democratización, y se concretó en acuerdos oscuros, no escritos e impulsados desde Washington, sin el consenso del pueblo, para que el PRI entregara temporal y no definitivamente el gobierno al PAN (todo ello para cerrarle el camino a las fuerzas populares), acuerdos que según los priístas Calderón busca ahora desconocer.
6. La segunda fase de esta oferta está implícita en las declaraciones hechas por Humberto Moreira (presidente del CEN del PRI) el lunes 26, al recordarle a Calderón que con Cordero o con Josefina el PAN tendrá que salir de Los Pinos y está destinado a ser la tercera fuerza política en el Congreso, luego de su fracaso histórico, ya que el verdadero oponente a vencer por los dos partidos de la derecha –el PAN y el PRI– es Andrés Manuel López Obrador, al que Calderón ha buscado en vano disminuir con la manipulación grosera de los medios, terminando por lo visto por creerse sus propias mentiras.
7. La encuesta del Gabinete de Comunicación Estratégica sobre las preferencias en el PRD, difundida el miércoles 28 por Milenio Diario, que da 62 por ciento a López Obrador contra 27 por ciento a Ebrard, no hace más que confirmar lo que todo mundo sabe, de ahí la cólera de panistas y chuchos perredistas al evidenciarse que sólo mediante un fraude descomunal podrían imponer a Ebrard como abanderado de la izquierda para que fungiera malgré lui como comparsa de la derecha. De ahí la insistencia de Moreira en que las dos fuerzas de la derecha neoliberal entiendan cuál es la competencia real.
8. La tercera y última iniciativa que precisa el sentido de la oferta de Carlos Salinas de Gortari al gobierno panista en desastre es la expresada por el senador Manlio Fabio Beltrones, quien en diversas ocasiones en el curso del mes de septiembre ha propuesto que esa coalición deba institucionalizarse, nada menos que estableciendo en la Constitución General de la República el principio de la alianza forzosa y permanente en una legislatura de dos fuerzas políticas que puedan constituir una mayoría permanente, lo que a su juicio evitaría lo que llama la ingobernabilidad y la balcanización al configurarse un respaldo mecánico e incondicional al Ejecutivo, lo que de paso evitaría las querellas, como todas las que Calderón ha generado en su torpe afán de establecer un presidencialismo absolutista y centralizador en detrimento del Congreso y de las entidades.
9. La oferta de Beltrones y del PRI busca en todo caso crear las condiciones para que el gobierno panista pudiera tener un fin de sexenio menos conflictivo (con el apoyo del PRI), y de paso se moderara la alienación desbocada de Calderón de seguir tratando de imponer a la malagueña a su delfín en Los Pinos, pero sobre todo se sentaran, a espaldas y contra del pueblo, las bases autoritarias (ya constitucionalizadas) de una supuesta Presidencia del PRI con el respaldo de los factores de poder que sostienen hasta ahora al PAN: los halcones del Pentágono y el sector integrista de la jerarquía católica, obsedidos ambos en mantener a Acción Nacional en Los Pinos.
10. Las amenazas para los derechos de los mexicanos van a ser cada vez mayores a lo largo de la coyuntura electoral (ya que la derecha en el poder cree que muchas de sus iniciativas van a pasar inadvertidas), y por ello el clamor de ¡Ya basta! debe ir sostenido por una movilización cada vez más importante y por la decisión de las mayorías de impedir que tras el 2012 las minorías oligárquicas sigan disponiendo del país.

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