Campañas cortas
Crónicas de la Otra Esquina
Rafael Loret de Mola
Humberto Moreira Valdés, profesor y dirigente nacional del PRI, parece
haber sufrido una extraña mutación política desde la fase final de las campañas
en el Estado de México, Coahuila, su entidad natal, y Nayarit. Algunos asumen
que ello se debe a las pesquisas sobre las inversiones, en Texas, de Vicente
Chaires, uno de sus colaboradores más cercanos, y otros litigios pendientes
armados con el propósito de destroncarlo. Lo cierto es que el personaje está
más callado, se muestra ponderado, si bien firme, y aceptó jugar con las reglas
establecidas, de antemano, por el PAN de Calderón: Aseveró que habrá candidato
presidencial del PRI... hasta febrero de 2012, lo mismo que adelantó el líder
del PAN, Gustavo Madero.
La posposición de la fecha, sin duda, perjudica al mexiquense Enrique Peña Nieto quien, desde el ya muy próximo 15 de septiembre, cesará en su encargo de gobernador para esperar la consumación de los tiempos conteniendo a la “cargada”, uno de los males ancestrales que el senador Manlio Fabio Beltrones, el otro de los aspirantes visibles, consideró fuera de época y perspectiva. De ser así, la nominación presidencialista sencillamente debería observarse como un episodio ineludible, sin mayor trascendencia, en una nación cargada de problemas severos.
Por ejemplo, hay quienes estiman, sobre todo los economistas acuciosos, la posibilidad de que en septiembre estalle una crisis económica global bastante más intensa que la recesión de 2008 cuyos saldos negativos abrieron las puertas de la Casa Blanca a Barack Obama, en detrimento de los republicanos de George Bush junior, el mandatario más dormilón de la historia: Es fama que, a las ocho en punto de la noche, se retiraba a sus amplias habitaciones de la mansión presidencial. Con o sin bombardeos sobre el Medio Oriente de por medio.
La noticia sobre el aplazamiento de las nominaciones –sólo falta sumarse la fracturada izquierda, a menos que quiera explorar las ventajas de adelantarse en la lid para esperar el milagro de una explosión de simpatías a favor de cada uno de sus postulantes, así, en plural-, claramente beneficia a los incondicionales del señor Calderón, en el seno del PAN, y al ahora muy buen negociador Beltrones, quien había perdido aire y ahora lo recupera bajo el prurito de que ha sido él, y nadie más, el más empeñoso priísta impulsor de las reformas panistas. Y todo ello con una larga carrera en la que aprendió, entre otra cosas, a valorar la política como el arte de la oportunidad.
Para nadie es un secreto que, entre todos los suspirantes, quien mejor conoce los vericuetos del sistema político, para bien o para mal, es precisamente el senador Beltrones quien, en algún momento, pareció replegarse ante la intensa oleada de simpatías desatada por el mexiquense Peña y su “Gaviota”, reina de Televisa y sus influyentes accionistas. Hubo un momento, a principios de este 2011, en que todo parecía resuelto a favor de éste; y luego, tras los recientes comicios en los que el PRI retuvo lo que ya era suyo, los alaridos de los fans se escucharon hasta el último confín de la República. Menos de un mes después, la perspectiva parece cambiar por las veleidades de la política sectorial dominante.
Porque, en serio, cinco meses de precampaña, sin disponibilidades del erario parecen demasiados para aguantar roces, empujones y atropellos. A Moreira le dejaron quieto con un round ligero. Y eso que apenas están iniciándose las “campañas negras”.
Debate
No se crea que la dirigencia del PRI es tan ingenua para dejar pasar a los expertos en marketing político de importación sin reaccionar lo suficiente; máxime que la izquierda tiene asesores externos espléndidos, desde Lula da Silva hasta el enfermo Hugo Chávez, pasando por el ex presidente de España Felipe González cuyo partido, el PSOE, parece dirigirse hacia una derrota histórica en las elecciones generales –programadas en principio para marzo de 2012-, como efecto ineludible de la crisis económica que allí ha tenido efectos mucho más dolorosos. Quizá por ello, el afán de reconquista de los inversionistas ibéricos en México, al frente de las industrias editoriales y con expansión en los renglones energéticos y financieros. Para donde uno voltee se encuentra a un ejecutivo seseando.
Sólo que, lamentablemente para la causa priísta, los personajes de la vieja guardia se creen suficientemente expertos y conocedores de la geopolítica nacional para pretender que los foráneos los dirijan en materia política, una especialidad de la casa en cuanto a los secretos vernáculos tales como los milagros electorales. Se olvidan, desde luego, que en 2006 la sofisticación de la alquimia comicial fue de tal grado que bastó con la manipulación de un millón de votos para trocar la voluntad de un porcentaje suficiente de ciudadanos para superar, traicionando el ideal democrático, a una izquierda con niveles récord de aceptación.
No nos confundamos: este columnista no está en pro de la tutela del exterior –que es consecuencia acaso de nuestra condición histórica de pueblo conquistado y no de conquistadores, a veces llevada al extremo-, sino del imperativo de establecer pautas aceptables para la modernización de la contienda presidencial aun cuando, a causa del sectarismo, la reforma política que pretendía impulsar, por ejemplo, las segundas vueltas electorales y así recuperar el aval mayoritario en pro de alguno de los postulantes, quedó marginada por la intolerancia aviesa de los actores del presente, capaces de realizar alianzas turbias electoreras, pero no de ponerse de acuerdo en cuanto a establecer, como es necesario, nuevas reglas para el juego político. Lleva el PAN casi once años en el poder presidencial y no ha sido capaz de mover una hoja del árbol.
La tragicomedia parece haber comenzado. Tendremos campañas cortas –para ahorrar millones se entiende, un rasgo sin duda positiva cuando la crisis amenaza de nuevo-, pero el estilo no varía. Hacen falta debates y diálogos, no acarreos y compraventas de votantes. Ya conocemos nuestras fallas y ni con eso comenzamos el andar hacia las reformas definitorias. ¿Será acaso porque a la acomodaticia clase política no le conviene?
La Anécdota
Entre los sueños utópicos de los personajes públicos podemos señalar algunos evidentes:
1.- Andrés Manuel quisiera ser el único postulante de todos los partidos.
2.- Marcelo busca seducir a Calderón para hacerle creer que sólo con él permanecería bajo la impunidad.
3.- Peña Nieto sueña con que su pasión por las mujeres no disguste demasiado a su “Gaviota”.
4.- Manlio Fabio espera que regrese a este mundo el fantasma de Díaz Ordaz.
5.- Josefina Vázquez Mota apuesta por que México deje de ser una nación machista.
Seguiremos, claro.
La posposición de la fecha, sin duda, perjudica al mexiquense Enrique Peña Nieto quien, desde el ya muy próximo 15 de septiembre, cesará en su encargo de gobernador para esperar la consumación de los tiempos conteniendo a la “cargada”, uno de los males ancestrales que el senador Manlio Fabio Beltrones, el otro de los aspirantes visibles, consideró fuera de época y perspectiva. De ser así, la nominación presidencialista sencillamente debería observarse como un episodio ineludible, sin mayor trascendencia, en una nación cargada de problemas severos.
Por ejemplo, hay quienes estiman, sobre todo los economistas acuciosos, la posibilidad de que en septiembre estalle una crisis económica global bastante más intensa que la recesión de 2008 cuyos saldos negativos abrieron las puertas de la Casa Blanca a Barack Obama, en detrimento de los republicanos de George Bush junior, el mandatario más dormilón de la historia: Es fama que, a las ocho en punto de la noche, se retiraba a sus amplias habitaciones de la mansión presidencial. Con o sin bombardeos sobre el Medio Oriente de por medio.
La noticia sobre el aplazamiento de las nominaciones –sólo falta sumarse la fracturada izquierda, a menos que quiera explorar las ventajas de adelantarse en la lid para esperar el milagro de una explosión de simpatías a favor de cada uno de sus postulantes, así, en plural-, claramente beneficia a los incondicionales del señor Calderón, en el seno del PAN, y al ahora muy buen negociador Beltrones, quien había perdido aire y ahora lo recupera bajo el prurito de que ha sido él, y nadie más, el más empeñoso priísta impulsor de las reformas panistas. Y todo ello con una larga carrera en la que aprendió, entre otra cosas, a valorar la política como el arte de la oportunidad.
Para nadie es un secreto que, entre todos los suspirantes, quien mejor conoce los vericuetos del sistema político, para bien o para mal, es precisamente el senador Beltrones quien, en algún momento, pareció replegarse ante la intensa oleada de simpatías desatada por el mexiquense Peña y su “Gaviota”, reina de Televisa y sus influyentes accionistas. Hubo un momento, a principios de este 2011, en que todo parecía resuelto a favor de éste; y luego, tras los recientes comicios en los que el PRI retuvo lo que ya era suyo, los alaridos de los fans se escucharon hasta el último confín de la República. Menos de un mes después, la perspectiva parece cambiar por las veleidades de la política sectorial dominante.
Porque, en serio, cinco meses de precampaña, sin disponibilidades del erario parecen demasiados para aguantar roces, empujones y atropellos. A Moreira le dejaron quieto con un round ligero. Y eso que apenas están iniciándose las “campañas negras”.
Debate
No se crea que la dirigencia del PRI es tan ingenua para dejar pasar a los expertos en marketing político de importación sin reaccionar lo suficiente; máxime que la izquierda tiene asesores externos espléndidos, desde Lula da Silva hasta el enfermo Hugo Chávez, pasando por el ex presidente de España Felipe González cuyo partido, el PSOE, parece dirigirse hacia una derrota histórica en las elecciones generales –programadas en principio para marzo de 2012-, como efecto ineludible de la crisis económica que allí ha tenido efectos mucho más dolorosos. Quizá por ello, el afán de reconquista de los inversionistas ibéricos en México, al frente de las industrias editoriales y con expansión en los renglones energéticos y financieros. Para donde uno voltee se encuentra a un ejecutivo seseando.
Sólo que, lamentablemente para la causa priísta, los personajes de la vieja guardia se creen suficientemente expertos y conocedores de la geopolítica nacional para pretender que los foráneos los dirijan en materia política, una especialidad de la casa en cuanto a los secretos vernáculos tales como los milagros electorales. Se olvidan, desde luego, que en 2006 la sofisticación de la alquimia comicial fue de tal grado que bastó con la manipulación de un millón de votos para trocar la voluntad de un porcentaje suficiente de ciudadanos para superar, traicionando el ideal democrático, a una izquierda con niveles récord de aceptación.
No nos confundamos: este columnista no está en pro de la tutela del exterior –que es consecuencia acaso de nuestra condición histórica de pueblo conquistado y no de conquistadores, a veces llevada al extremo-, sino del imperativo de establecer pautas aceptables para la modernización de la contienda presidencial aun cuando, a causa del sectarismo, la reforma política que pretendía impulsar, por ejemplo, las segundas vueltas electorales y así recuperar el aval mayoritario en pro de alguno de los postulantes, quedó marginada por la intolerancia aviesa de los actores del presente, capaces de realizar alianzas turbias electoreras, pero no de ponerse de acuerdo en cuanto a establecer, como es necesario, nuevas reglas para el juego político. Lleva el PAN casi once años en el poder presidencial y no ha sido capaz de mover una hoja del árbol.
La tragicomedia parece haber comenzado. Tendremos campañas cortas –para ahorrar millones se entiende, un rasgo sin duda positiva cuando la crisis amenaza de nuevo-, pero el estilo no varía. Hacen falta debates y diálogos, no acarreos y compraventas de votantes. Ya conocemos nuestras fallas y ni con eso comenzamos el andar hacia las reformas definitorias. ¿Será acaso porque a la acomodaticia clase política no le conviene?
La Anécdota
Entre los sueños utópicos de los personajes públicos podemos señalar algunos evidentes:
1.- Andrés Manuel quisiera ser el único postulante de todos los partidos.
2.- Marcelo busca seducir a Calderón para hacerle creer que sólo con él permanecería bajo la impunidad.
3.- Peña Nieto sueña con que su pasión por las mujeres no disguste demasiado a su “Gaviota”.
4.- Manlio Fabio espera que regrese a este mundo el fantasma de Díaz Ordaz.
5.- Josefina Vázquez Mota apuesta por que México deje de ser una nación machista.
Seguiremos, claro.
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