López Obrador: el regreso del PRI a Los Pinos sería como el retorno de Santa
Anna
No tengo pleito con ninguna Iglesia
Andrés Manuel López Obrador durante su visita a Tala,
JaliscoFoto Carlos Ramos Mamahua
De la Redacción
Periódico La Jornada
Domingo 31 de julio de 2011, p. 15
Domingo 31 de julio de 2011, p. 15
Andrés Manuel López Obrador aseguró en Tala, Jalisco, que tiene
buena relación con sacerdotes, obispos, pastores evangélicos y ministros de
todas las iglesias, así como con creyentes, librepensadores y agnósticos.
Aclaró que el Movimiento Regeneración Nacional es respetuoso de toda fe y de
los no creyentes, e informó que los simpatizantes e integrantes del mismo son
católicos, evangélicos, protestantes y librepensadores.No tengo pleito alguno con los jerarcas de la Iglesia católica ni de ninguna otra.
En entrevista al término de una asamblea informativa en ese municipio, precisó que sus únicos adversarios políticos son 30 integrantes de la mafia del poder: 16 multimillonarios, 11 políticos corruptos y tres tecnócratas, que son los responsables de las crisis económica, política, social y de violencia e inseguridad.
Destacó que esa minoría rapaz fue la que le robó la Presidencia en 2006. Entre los integrantes de esa mafia mencionó a Carlos Salinas, Vicente Fox, Elba Esther Gordillo, Claudio X. González, Roberto Hernández, Emilio Azcárraga y Felipe Calderón.
En asambleas informativas en Tepatitlán, Tala y La Barca, López Obrador
manifestó que la mafia puso en marcha una operación para imponer al gobernador
priísta Enrique Peña en la Presidencia.
Ante cientos de simpatizantes reunidos en la plaza principal de Tala, sostuvo que
Ante ellos, López Obrador refrendó su compromiso de continuar luchando por la transformación que el país necesita; recordó que el cambio debe provenir de las bases sociales y no esperar que la
Con información de Mauricio Ferrer, corresponsal
Ante cientos de simpatizantes reunidos en la plaza principal de Tala, sostuvo que
si regresa el PRI (a la Presidencia), sería como el retorno del dictador Santa Anna, que cobraba impuestos por todo: por las ventanas, por las puertas de las casas, hasta por los perros que tenía la gente.
¡Pre-si-den-te! ¡Pre-si-den-te!, gritaban los simpatizantes, procedentes de los municipios de San Marcos, Ahualulco, Etzatlán, El Arenal, Tlajomulco de Zúñiga, San Cristóbal de la Barranca, de la región Valles.
Ante ellos, López Obrador refrendó su compromiso de continuar luchando por la transformación que el país necesita; recordó que el cambio debe provenir de las bases sociales y no esperar que la
mafiaque controla al país promueva reformas.
Con información de Mauricio Ferrer, corresponsal
Pobreza: fracaso nacional
D
e acuerdo con datos dados a conocer el viernes pasado por el
Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), la
pobreza patrimonial en el país ha crecido en forma sostenida en lo que va de la
presente administración: de 44.7 millones de mexicanos en esa condición en 2006,
la cifra pasó a 50.6 millones en 2008, y a 57.7 millones en 2010, lo que arroja
un deslizamiento hacia la pobreza de 8.7 por ciento de la población, es decir,
13 millones. Si a principios del gobieno calderonista 42.6 por ciento de la
población se encontraba en situación de pobreza patrimonial, esa proporción
creció hasta 51.3 por ciento en 2010.
Diversos investigadores y académicos han cuestionado los criterios y los
sistemas de medición empleados por la dependencia referida y han realizado
cálculos divergentes –y mucho más alarmantes– que sitúan la proporción de
mexicanos pobres en 77 por ciento (más de 80 millones), si se considera en la
cuenta a las personas que sufren al menos una carencia social que les impide
tener una vida plena con respecto a sus derechos sociales.
Pero incluso si se dan por buenos los números del Coneval, esa mayoría
absoluta de pobres en el país es referente inequívoco de un fracaso de grandes
proporciones del quehacer nacional: una nueva década perdida para el desarrollo
social y el bienestar, un estancamiento que equivale a retroceso y una
defraudación masiva de esperanzas personales que, inevitablemente, alimenta la
descomposición social y política.
Los datos mencionados constituyen, por lo demás, la certificación de
inoperancia del modelo económico al que se han aferrado las elites gobernantes
desde 1988 y hasta la fecha: la abdicación a las obligaciones del Estado en
materia de educación, salud, empleo, alimentación, vivienda, servicios y
rectoría económica, la privatización e incluso el saqueo de la propiedad
pública, la abierta toma de partido de las autoridades laborales a favor de los
patrones y en contra de los asalariados, el abandono del campo, la irresponsable
apertura de fronteras y la entrega del mercado nacional a los capitales
trasnacionales, el mantenimiento de una política fiscal que exenta a los grandes
corporativos y se encarniza con los pequeños causantes cautivos, y el
crecimiento escandaloso, a lo largo de los sexenios, de la corrupción y la
inmoralidad en las oficinas públicas.
Debiera ser evidente que, con semejantes porcentajes de depauperación, no hay
economía capaz de protagonizar una reactivación exitosa y durable, toda vez que
carece de un mercado interno sobre el cual puedan impulsarse la industria, el
comercio y los servicios.
Por otra parte, resulta inevitable cotejar este crecimiento de las carencias
sociales durante la administración actual con el incremento de la violencia
delictiva y la pérdida del control, por parte del Estado, de regiones enteras
del país. Durante años se ha señalado, en todos los tonos y desde diversos
sectores de la sociedad, la relación causal entre la pobreza, la marginación, el
desempleo y las carencias educativas y de salud, con el desarrollo de los
fenómenos delictivos que azotan al país, con la también creciente descomposición
institucional y con la incapacidad gubernamental para librar con éxito la guerra
en la que el gobierno calderonista comprometió al país. Por mucho que se persiga
a los grupos delictivos, la criminalidad no podrá ser derrotada en tanto siga
siendo una de las tres perspectivas de supervivencia –además de la migración y
la mendicidad– para millones de personas.
En suma, las cifras sobre el incremento de la pobreza dadas a conocer por el
Coneval indican la verdadera urgencia nacional: lo que debe ser reformado, antes
que cualquier otra cosa, es el modelo económico impuesto en México hace un
cuarto de siglo.
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