Alianza Social de Trabajadores de la Industria Mexicana

jueves, 21 de julio de 2011

El abstencionismo como protesta pacífica

El abstencionismo como protesta pacífica

Autor: Álvaro Cepeda Neri *
Sección: Conjeturas
20 Julio 2011
No asistir a las urnas es una manera de protestar contra las elecciones. Éstas siguen siendo equívocas para los ciudadanos que deciden no ejercer su derecho-obligación de sufragar. En la entidad mexiquense hubo un abstencionismo del 57 por ciento. Más de la mitad de los electores rechazaron participar, lo que representa que la legalidad del proceso sufrió una deslegitimación política. Y las elecciones que no convienen legalidad con legitimación, a pesar de haber un candidato electo, carecen de una base social para solicitar la unión ciudadana (que siguen llamando “unidad”, porque suponen que ésta es posible. En la realidad política e histórica nunca se ha dado esa unanimidad de la que tanto presumen los regímenes absolutistas). Así que la ausentismo electoral es indicador de que los ciudadanos no están dispuestos a ejercer ni su derecho ni su obligación.
En las cuatro entidades donde hubo procesos electorales (Coahuila, Nayarit, Estado de México e Hidalgo), faltaron a las urnas la mayoría de los votantes. A pesar de la degradación económica causante del empobrecimiento de 50 millones de mexicanos, humillaciones por la constante violación a los derechos humanos, malos gobernantes que viven en la impunidad y la corrupción y, de que más de 100 millones de connacionales sobreviven en condiciones políticas y sociales que los deberían empujar a movimientos violentos contra esas situaciones, en lugar de iniciar un estallido social, mejor optan por no ir a votar para deslegitimar las elecciones.
Este abstencionismo se presentó en las entidades mencionadas, para que los electos sepan que no cuentan con el respaldo ni a favor ni en contra, pero sí con su desacuerdo electoral. Y es que mientras la oposición vota en contra, los abstencionistas simplemente demuestran su indiferencia como una manera de reprobar actos electorales que de antemano están arreglados por la compra de votos, y sólo una minoría sufraga por convicción a favor de los partidos. No ir a votar es una propuesta singular que pone en apuros a la democracia indirecta o representativa. Y así los electos con todo y la legalidad de los resultados, saben que fueron despreciados por quienes decidieron no concurrir a las urnas.
Se ha dicho que votar es el único acto estrictamente de origen en la democracia directa y durante el período en que los electos ocupan cargos de representación, éstos rompen con los electores que como ciudadanos tienen que esperar hasta nuevas elecciones para deshacerse de los malos gobernantes y sus partidos, eligiendo a otros. Esto, empero, no satisface ya a los ciudadanos quienes prefieren no ejercer su obligación-derecho (no hay una sanción por no ir a votar), lo que genera un vacío político contra los representantes. El abstencionismo es muy peligroso a corto y mediano plazo para la democracia indirecta, pues puede dar lugar a fenómenos de violencia política o que las élites oligárquicas y la plutocracia permanezcan en los poderes del Estado haciendo y deshaciendo a su antojo, hasta que la paciencia social se transforme en violencia como está pasando en los países árabes.
*Periodista

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