El de Cabral, un asesinato con olor a narco mexicano
El sepelio de Facundo Cabral.
Foto: AP
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La violencia exportada por los cárteles mexicanos ya tiene plenos derechos en Guatemala, al grado de que ese país deberá incorporar a su lenguaje el concepto de “daño colateral”, pues en eso quedó el asesinato del cantante argentino Facundo Cabral. El objetivo de la emboscada –similar a las que ocurren en el norte de México– era el dueño de varios centros nocturnos y de él se sospecha que está metido en actividades ilícitas. La atención del mundo se centró ahora en la nación centroamericana, donde desde hace años los empresarios de giros negros –muchos de ellos ligados al crimen organizado– han sido sistemáticamente eliminados.
CIUDAD DE GUATEMALA (Proceso).- “Ya les di las gracias a ustedes. Las daré en Quetzaltenango y después que sea lo que Dios quiera, porque Él sabe lo que hace”. Con esas palabras el cantante argentino Facundo Cabral se despidió de su público al finalizar el penúltimo de sus conciertos en Guatemala, cuatro días antes de ser asesinado.
Cabral, de 74 años, llegó a esta capital el lunes 4, un día después de haberse presentado en Nicaragua. El martes cantó ante unas 5 mil personas en el hotel Tikal Futura y pronunció aquella frase. En ese hotel fue donde se reunió con el empresario nicaragüense Henry Aquiles Fariñas Fonseca, dedicado a negocios de la vida nocturna en Centroamérica, encuentro que lo conduciría a la muerte.
El jueves 7, Cabral cantó en Quetzaltenango, la segunda ciudad más importante de Guatemala. Para los dos conciertos que ofreció aquí no fue contratado por Fariñas, como sugirieron algunos reportes iniciales, sino por la empresa EC Music.
Al día siguiente regresó a la capital y se hospedó nuevamente en el Tikal Futura. A las cinco de la mañana del sábado 9 bajó al lobby con su representante, Percy David Llanos, para esperar el microbús que hace el recorrido entre el hotel y el aeropuerto. Cabral iba a Nicaragua, donde terminaría su gira. Ahí se produjo el encuentro con Fariñas, dueño de la cadena de clubes nocturnos Elite y quien también iba al aeropuerto para abordar el mismo vuelo a Nicaragua.
Fariñas, viejo amigo del cantante, se ofreció a llevarlo y Cabral aceptó. En un sofá a la entrada del hotel estaban dos hombres que vigilaban al empresario nicaragüense. Uno de ellos, Wilfred Allan Stokes Arnold, fue aprehendido el martes 12 por la policía guatemalteca; el otro aún no ha sido identificado.
El cantante y su amigo bajaron al estacionamiento y abordaron una camioneta Range Rover que el mismo Fariñas manejó. Cabral viajaba en el asiento del copiloto y Llanos iba en el asiento trasero. Detrás de ellos salió otra camioneta donde iban los guardaespaldas del nicaragüense.
Estos son los hechos que el equipo que investiga el caso –integrado por agentes de la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala (CICIG), el Ministerio Público (MP), la Policía Nacional Civil (PNC) y el Ministerio de Gobernación– pudo reconstruir gracias a los videos de las cámaras de seguridad del hotel.
Esta es la segunda vez que el complejo Tikal Futura, que alberga un hotel de cinco estrellas y un centro comercial, es escenario de hechos violentos vinculados con el crimen organizado: El 15 de septiembre de 2010 hubo un tiroteo de 45 minutos en el estacionamiento del centro comercial cuando la PNC pretendía capturar a Mauro Salomón Ramírez Barrios, buscado por las autoridades estadunidenses por tráfico de cocaína.
La emboscada
Tras salir del hotel y cuando ya se dirigía al aeropuerto, el vehículo de Fariñas fue alcanzado por una camioneta Hyundai en la que viajaba Stokes Arnold, una camioneta BMW en la que iba Elgin Enrique Vargas Hernández –a quien los investigadores señalan como encargado de coordinar el ataque– y un tercer automóvil aún no identificado.
La Hyundai y la BMW se colocaron una a cada lado de la camioneta de Fariñas y el tercer vehículo se le puso enfrente. A las cinco y cuarto de la mañana empezó el ataque, que ocurrió en un tramo de 500 metros, los que el auto de la víctima pudo avanzar. La mayoría de las 18 balas que impactaron el vehículo de Fariñas fueron disparadas por la camioneta que lo flanqueaba por la izquierda. Tres de esos disparos le dieron a Cabral: uno en el torso, otro en el hombro y uno más, el fatal, en la cabeza.
La posición de los atacantes y la trayectoria de los disparos –dirigidos al conductor– dejan en claro que el cantante argentino fue un daño colateral. El atentado era contra Fariñas. En tanto, la camioneta que se colocó a su derecha abrió fuego contra el auto de los guardaespaldas.
El ataque tenía la firma del narcotráfico, como horas después afirmó el presidente guatemalteco Álvaro Colom en conferencia de prensa: “No fueron ‘sicaritos’ de la calle, sino crimen organizado”.
Cuando la Hyundai escapó, perseguida por los guardaespaldas de Fariñas, el empresario intentó refugiarse en la estación de bomberos, donde se estrelló contra una ambulancia. Herido, fue trasladado al Centro Médico, un hospital privado. Llanos salió ileso.
Al mediodía del domingo 10, la Policía Municipal de Tránsito de Santa Catarina Pinula informó que a 14.5 kilómetros de la capital, en la carretera que va a El Salvador, fue hallada la Hyundai en la que se transportaban los atacantes de Fariñas. El vehículo tenía reporte de robo.
El martes 12, aún dentro de los tres días de luto nacional decretados por Colom, el ministro de Gobernación, Carlos Menocal, y la fiscal general, Claudia Paz y Paz anunciaron las capturas de Vargas Hernández y Stokes Arnold.
Vargas Hernández, de 35 años y originario de Chiquimulilla, departamento de Santa Rosa, fue señalado como responsable de contratar a Stokes Arnold y otros dos sicarios. La policía lo detuvo en un inmueble en los Altos de Bárcenas, la misma colonia donde había sido detenido en 2006 acusado de pertenecer a una banda de robacoches. Stokes Arnold, de 29 años, tiene antecedentes por estafa con cheque.
Sin embargo, la policía aún no ha dicho quién fue el autor intelectual del ataque. Paz y Paz se limitó a declarar que “un centroamericano” contrató a Vargas para que montara el operativo, pero no reveló el nombre, la nacionalidad ni el posible móvil.
El ministro de Gobernación agregó que dicho centroamericano es, como Fariñas, propietario de centros nocturnos “de alto nivel, donde la actividad se paga en dólares”. “El cruce de información lo estamos haciendo con Nicaragua para establecer la participación de ese personaje en el hecho”, agregó.
El diario guatemalteco Prensa Libre cita una fuente cercana a la investigación que corroboró que Fariñas ya estaba en el radar de las autoridades “desde hace un buen tiempo por su supuesta vinculación con grupos de narcotraficantes”.
Esa fuente asevera que el presidente Colom recibió del gobierno de Nicaragua un informe sobre Fariñas en el cual se señala que el empresario estaba siendo investigado por lavar dinero del narcotráfico, sin detallar a qué organizaciones podría estar vinculado.
Las autoridades guatemaltecas han evitado manifestarse sobre la probable participación de las organizaciones delictivas mexicanas presentes en este país: Los Zetas y el cártel de Sinaloa (Proceso 1805).
Fariñas y el narco
El empresario nicaragüense sigue internado en el Centro Médico y aún no puede ser interrogado por lo delicado de su salud. Tres patrullas de la PNC resguardan el hospital. Fariñas, de 40 años, vive en Guatemala desde la infancia. Organiza conciertos y es propietario de la cadena de clubes nocturnos Elite, con sucursales en Guatemala, Nicaragua, Panamá y Costa Rica.
Una investigación publicada por el diario digital guatemalteco El Periódico informa que entre los antecedentes penales de Fariñas sólo aparece una denuncia interpuesta en septiembre de 2008 por Marlly Viviana Serna Campillo, colombiana que tuvo una relación sentimental con el nicaragüense y lo acusó de amenazarla y agredirla luego de que ella acabara la relación.
También se revela que Fariñas tiene dos cédulas de vecindad (el documento de identidad guatemalteco): una emitida en Pueblo Nuevo, Suchitepéquez, y otra en la ciudad de Guatemala. Una de las direcciones que reporta como domicilio es la misma donde se encuentra el club Elite.
La investigación también busca establecer el papel que jugaron los dos guardaespaldas de Fariñas, quienes no pudieron repeler el ataque. Menocal y Paz y Paz los consideran piezas clave porque presenciaron el ataque pero por ahora se reservan su identidad. Tras el atentado fueron interrogados y posteriormente dejados en libertad.
La principal línea de investigación sigue la pista de los negocios ilícitos que se manejan en la franquicia Elite para establecer si estos antros eran parte de una red regional de lavado de dinero y cuál era la procedencia de esos fondos.
La tarde del domingo 10, el centro Elite fue allanado en un operativo de más de tres horas, durante el cual la PNC incautó documentos de los cuales espera extraer más pistas. El club permanece cerrado por órdenes del MP.
Los investigadores aseguran que los dueños de este tipo de antros, localizados en su mayoría en las zonas acomodadas de la capital de Guatemala, tienen estrecha relación con las bandas que trafican mujeres de otros países del istmo, de América del Sur y de Europa del Este. También se vinculan con cárteles locales que les distribuyen cocaína y con los contrabandistas de alcohol y cigarros.
Finalmente, las ganancias de todos esos negocios ilícitos se lavan por medio de negocios lícitos –desde refaccionarias hasta tiendas de ropa en grandes centros comerciales– e ingresan al sistema financiero.
Las autoridades tienen conocimiento de esos hechos desde hace varios años pero ahora vuelven la mirada hacia el entramado de redes criminales que se mueven en torno a los centros nocturnos, después de una secuencia de ataques armados contra sus dueños y gerentes, casos que en su mayoría no han sido resueltos.
En agosto de 2006, el nombre de Alexis Antonio Juárez Delgado, propietario del club nocturno Zeus, llegó a los titulares de la prensa cuando intentaron secuestrar a su esposa. Juárez fue investigado por la Fiscalía de Lavado de Dinero y la Fiscalía de Narcoactividad y durante el allanamiento de una de sus propiedades la PNC halló 50 mil dólares y a dos colombianas supuestamente vinculadas con el negocio de la trata de blancas.
En mayo de 2008 fue asesinado Herman Armin Smith Escobedo, propietario de los centros nocturnos Caprichos, PK2, Mediterrane, Macaos, Scape, Bar Tender’s y una importadora de licor, antes de que enfrentara su primera audiencia por la trata de dos hondureñas de 11 y 15 años.
Cuatro meses después fue asesinado el nicaragüense Roberto Martín Montiel, gerente del bar Copacabana, aparentemente cuando trató de mediar en una riña entre clientes.
En junio pasado, la muerte alcanzó a Juárez Delgado. Fue abatido a tiros cuando viajaba en una camioneta en la cual la PNC halló 5 mil dólares. Tenía un juicio pendiente por lavado de dinero y un proceso abierto por trata de personas.
De no ser por el escándalo internacional que generó la muerte de Cabral y el despliegue de recursos por parte del CICIG y las autoridades guatemaltecas para esclarecer el crimen, es posible que el atentado contra Fariñas hubiera sido otro caso olvidado entre las más de 5 mil muertes violentas que se producen anualmente en Guatemala, y que nunca hubiera sido vinculado con una posible pugna entre mafias regionales implicadas en los negocios de la trata de personas, el narcotráfico y el contrabando.
CIUDAD DE GUATEMALA (Proceso).- “Ya les di las gracias a ustedes. Las daré en Quetzaltenango y después que sea lo que Dios quiera, porque Él sabe lo que hace”. Con esas palabras el cantante argentino Facundo Cabral se despidió de su público al finalizar el penúltimo de sus conciertos en Guatemala, cuatro días antes de ser asesinado.
Cabral, de 74 años, llegó a esta capital el lunes 4, un día después de haberse presentado en Nicaragua. El martes cantó ante unas 5 mil personas en el hotel Tikal Futura y pronunció aquella frase. En ese hotel fue donde se reunió con el empresario nicaragüense Henry Aquiles Fariñas Fonseca, dedicado a negocios de la vida nocturna en Centroamérica, encuentro que lo conduciría a la muerte.
El jueves 7, Cabral cantó en Quetzaltenango, la segunda ciudad más importante de Guatemala. Para los dos conciertos que ofreció aquí no fue contratado por Fariñas, como sugirieron algunos reportes iniciales, sino por la empresa EC Music.
Al día siguiente regresó a la capital y se hospedó nuevamente en el Tikal Futura. A las cinco de la mañana del sábado 9 bajó al lobby con su representante, Percy David Llanos, para esperar el microbús que hace el recorrido entre el hotel y el aeropuerto. Cabral iba a Nicaragua, donde terminaría su gira. Ahí se produjo el encuentro con Fariñas, dueño de la cadena de clubes nocturnos Elite y quien también iba al aeropuerto para abordar el mismo vuelo a Nicaragua.
Fariñas, viejo amigo del cantante, se ofreció a llevarlo y Cabral aceptó. En un sofá a la entrada del hotel estaban dos hombres que vigilaban al empresario nicaragüense. Uno de ellos, Wilfred Allan Stokes Arnold, fue aprehendido el martes 12 por la policía guatemalteca; el otro aún no ha sido identificado.
El cantante y su amigo bajaron al estacionamiento y abordaron una camioneta Range Rover que el mismo Fariñas manejó. Cabral viajaba en el asiento del copiloto y Llanos iba en el asiento trasero. Detrás de ellos salió otra camioneta donde iban los guardaespaldas del nicaragüense.
Estos son los hechos que el equipo que investiga el caso –integrado por agentes de la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala (CICIG), el Ministerio Público (MP), la Policía Nacional Civil (PNC) y el Ministerio de Gobernación– pudo reconstruir gracias a los videos de las cámaras de seguridad del hotel.
Esta es la segunda vez que el complejo Tikal Futura, que alberga un hotel de cinco estrellas y un centro comercial, es escenario de hechos violentos vinculados con el crimen organizado: El 15 de septiembre de 2010 hubo un tiroteo de 45 minutos en el estacionamiento del centro comercial cuando la PNC pretendía capturar a Mauro Salomón Ramírez Barrios, buscado por las autoridades estadunidenses por tráfico de cocaína.
La emboscada
Tras salir del hotel y cuando ya se dirigía al aeropuerto, el vehículo de Fariñas fue alcanzado por una camioneta Hyundai en la que viajaba Stokes Arnold, una camioneta BMW en la que iba Elgin Enrique Vargas Hernández –a quien los investigadores señalan como encargado de coordinar el ataque– y un tercer automóvil aún no identificado.
La Hyundai y la BMW se colocaron una a cada lado de la camioneta de Fariñas y el tercer vehículo se le puso enfrente. A las cinco y cuarto de la mañana empezó el ataque, que ocurrió en un tramo de 500 metros, los que el auto de la víctima pudo avanzar. La mayoría de las 18 balas que impactaron el vehículo de Fariñas fueron disparadas por la camioneta que lo flanqueaba por la izquierda. Tres de esos disparos le dieron a Cabral: uno en el torso, otro en el hombro y uno más, el fatal, en la cabeza.
La posición de los atacantes y la trayectoria de los disparos –dirigidos al conductor– dejan en claro que el cantante argentino fue un daño colateral. El atentado era contra Fariñas. En tanto, la camioneta que se colocó a su derecha abrió fuego contra el auto de los guardaespaldas.
El ataque tenía la firma del narcotráfico, como horas después afirmó el presidente guatemalteco Álvaro Colom en conferencia de prensa: “No fueron ‘sicaritos’ de la calle, sino crimen organizado”.
Cuando la Hyundai escapó, perseguida por los guardaespaldas de Fariñas, el empresario intentó refugiarse en la estación de bomberos, donde se estrelló contra una ambulancia. Herido, fue trasladado al Centro Médico, un hospital privado. Llanos salió ileso.
Al mediodía del domingo 10, la Policía Municipal de Tránsito de Santa Catarina Pinula informó que a 14.5 kilómetros de la capital, en la carretera que va a El Salvador, fue hallada la Hyundai en la que se transportaban los atacantes de Fariñas. El vehículo tenía reporte de robo.
El martes 12, aún dentro de los tres días de luto nacional decretados por Colom, el ministro de Gobernación, Carlos Menocal, y la fiscal general, Claudia Paz y Paz anunciaron las capturas de Vargas Hernández y Stokes Arnold.
Vargas Hernández, de 35 años y originario de Chiquimulilla, departamento de Santa Rosa, fue señalado como responsable de contratar a Stokes Arnold y otros dos sicarios. La policía lo detuvo en un inmueble en los Altos de Bárcenas, la misma colonia donde había sido detenido en 2006 acusado de pertenecer a una banda de robacoches. Stokes Arnold, de 29 años, tiene antecedentes por estafa con cheque.
Sin embargo, la policía aún no ha dicho quién fue el autor intelectual del ataque. Paz y Paz se limitó a declarar que “un centroamericano” contrató a Vargas para que montara el operativo, pero no reveló el nombre, la nacionalidad ni el posible móvil.
El ministro de Gobernación agregó que dicho centroamericano es, como Fariñas, propietario de centros nocturnos “de alto nivel, donde la actividad se paga en dólares”. “El cruce de información lo estamos haciendo con Nicaragua para establecer la participación de ese personaje en el hecho”, agregó.
El diario guatemalteco Prensa Libre cita una fuente cercana a la investigación que corroboró que Fariñas ya estaba en el radar de las autoridades “desde hace un buen tiempo por su supuesta vinculación con grupos de narcotraficantes”.
Esa fuente asevera que el presidente Colom recibió del gobierno de Nicaragua un informe sobre Fariñas en el cual se señala que el empresario estaba siendo investigado por lavar dinero del narcotráfico, sin detallar a qué organizaciones podría estar vinculado.
Las autoridades guatemaltecas han evitado manifestarse sobre la probable participación de las organizaciones delictivas mexicanas presentes en este país: Los Zetas y el cártel de Sinaloa (Proceso 1805).
Fariñas y el narco
El empresario nicaragüense sigue internado en el Centro Médico y aún no puede ser interrogado por lo delicado de su salud. Tres patrullas de la PNC resguardan el hospital. Fariñas, de 40 años, vive en Guatemala desde la infancia. Organiza conciertos y es propietario de la cadena de clubes nocturnos Elite, con sucursales en Guatemala, Nicaragua, Panamá y Costa Rica.
Una investigación publicada por el diario digital guatemalteco El Periódico informa que entre los antecedentes penales de Fariñas sólo aparece una denuncia interpuesta en septiembre de 2008 por Marlly Viviana Serna Campillo, colombiana que tuvo una relación sentimental con el nicaragüense y lo acusó de amenazarla y agredirla luego de que ella acabara la relación.
También se revela que Fariñas tiene dos cédulas de vecindad (el documento de identidad guatemalteco): una emitida en Pueblo Nuevo, Suchitepéquez, y otra en la ciudad de Guatemala. Una de las direcciones que reporta como domicilio es la misma donde se encuentra el club Elite.
La investigación también busca establecer el papel que jugaron los dos guardaespaldas de Fariñas, quienes no pudieron repeler el ataque. Menocal y Paz y Paz los consideran piezas clave porque presenciaron el ataque pero por ahora se reservan su identidad. Tras el atentado fueron interrogados y posteriormente dejados en libertad.
La principal línea de investigación sigue la pista de los negocios ilícitos que se manejan en la franquicia Elite para establecer si estos antros eran parte de una red regional de lavado de dinero y cuál era la procedencia de esos fondos.
La tarde del domingo 10, el centro Elite fue allanado en un operativo de más de tres horas, durante el cual la PNC incautó documentos de los cuales espera extraer más pistas. El club permanece cerrado por órdenes del MP.
Los investigadores aseguran que los dueños de este tipo de antros, localizados en su mayoría en las zonas acomodadas de la capital de Guatemala, tienen estrecha relación con las bandas que trafican mujeres de otros países del istmo, de América del Sur y de Europa del Este. También se vinculan con cárteles locales que les distribuyen cocaína y con los contrabandistas de alcohol y cigarros.
Finalmente, las ganancias de todos esos negocios ilícitos se lavan por medio de negocios lícitos –desde refaccionarias hasta tiendas de ropa en grandes centros comerciales– e ingresan al sistema financiero.
Las autoridades tienen conocimiento de esos hechos desde hace varios años pero ahora vuelven la mirada hacia el entramado de redes criminales que se mueven en torno a los centros nocturnos, después de una secuencia de ataques armados contra sus dueños y gerentes, casos que en su mayoría no han sido resueltos.
En agosto de 2006, el nombre de Alexis Antonio Juárez Delgado, propietario del club nocturno Zeus, llegó a los titulares de la prensa cuando intentaron secuestrar a su esposa. Juárez fue investigado por la Fiscalía de Lavado de Dinero y la Fiscalía de Narcoactividad y durante el allanamiento de una de sus propiedades la PNC halló 50 mil dólares y a dos colombianas supuestamente vinculadas con el negocio de la trata de blancas.
En mayo de 2008 fue asesinado Herman Armin Smith Escobedo, propietario de los centros nocturnos Caprichos, PK2, Mediterrane, Macaos, Scape, Bar Tender’s y una importadora de licor, antes de que enfrentara su primera audiencia por la trata de dos hondureñas de 11 y 15 años.
Cuatro meses después fue asesinado el nicaragüense Roberto Martín Montiel, gerente del bar Copacabana, aparentemente cuando trató de mediar en una riña entre clientes.
En junio pasado, la muerte alcanzó a Juárez Delgado. Fue abatido a tiros cuando viajaba en una camioneta en la cual la PNC halló 5 mil dólares. Tenía un juicio pendiente por lavado de dinero y un proceso abierto por trata de personas.
De no ser por el escándalo internacional que generó la muerte de Cabral y el despliegue de recursos por parte del CICIG y las autoridades guatemaltecas para esclarecer el crimen, es posible que el atentado contra Fariñas hubiera sido otro caso olvidado entre las más de 5 mil muertes violentas que se producen anualmente en Guatemala, y que nunca hubiera sido vinculado con una posible pugna entre mafias regionales implicadas en los negocios de la trata de personas, el narcotráfico y el contrabando.
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