Terror en Oslo
Fue atroz, pero necesario, afirma el detenido por el doble atentado en Noruega
Publicó en Internet ataques al multiculturalismo, el Islam y
Perteneció al Partido Progreso, que pugna por mayores restricciones para la inmigración
Intentó unirse a grupo racista
el marxismo culturalde la clase gobernante
Perteneció al Partido Progreso, que pugna por mayores restricciones para la inmigración
Intentó unirse a grupo racista
Cerca de una iglesia en Oslo, noruegos organizaron una
vigilia en homenaje a las víctimas del doble atentado del viernes. El presunto
responsable de por lo menos 92 muertes dijo estar a favor del cristianismo de
derechaFoto Ap
Reuters, Afp y Dpa
Periódico La Jornada
Domingo 24 de julio de 2011, p. 2
Domingo 24 de julio de 2011, p. 2
Oslo, 23 de julio. El noruego acusado del
bombazo y el tiroteo que según los reportes más recientes dejaron el pasado
viernes por lo menos 92 muertos fue miembro de un partido populista
antimigración y escribió blogs en los que atacaba el multiculturalismo, el Islam
y el
La policía dice que Anders Behring Breivik, de 32 años, detenido después de
asesinar a balazos a 85 jóvenes en un campamento y acusado también de haber
colocado un coche-bomba que causó la muerte a otras siete personas, no estaba en
sus registros y que quienes lo conocían aseguran que era marxismo culturalde la clase gobernante, informaron hoy medios de este país.
callado, quizás apasionado.
Se trata de un individuo soltero y sin hijos. Su último despacho en la red social Twitter fue escrito el pasado 17 de julio, y declara:
Una persona con una creencia tiene la fuerza de 100 mil que sólo tienen interés.
En esa red no había llamados a la violencia, y se incluía una gama de intereses de Breivik como la caza y los análisis políticos y bursátiles.
Pero un escrito de mil 500 páginas redactado aparentemente por el sospechoso revela que éste preparaba el doble atentado desde 2009, de acuerdo con un cable de Afp.
El documento, publicado en Internet a modo de diario, incluye una mitad que es un manual para elaborar una bomba, y la otra mitad es un discurso en el que se detalla la islamofobia del autor y se ataca el marxismo. También revela la iniciación del presunto multiasesino como
caballero templario.
El abogado del acusado, Geir Lippestad, afirmó que su cliente se declara responsable del tiroteo y el atentado con bomba.
Dijo que cree que sus acciones fueron atroces, pero que en su mente eran necesarias, sostuvo el defensor.
La agencia de noticias NTB afirmó que Breivik era miembro de un club de tiro y tenía permiso oficial de tenencia de armas. El acusado utilizó en el tiroteo una pistola y un arma automática, informó la policía.
Era introvertido en la escuela, a pesar de que era buen estudiante, explicó a Reuters Michael Tomola, quien fue compañero de Breivik en un colegio de un suburbio de Oslo cuando ambos tenían entre 13 y 16 años.
Estoy muy sorprendido por esto (el ataque). Yo tenía una buena impresión de él, aunque (...) se ponía muy extremista respecto a las cosas que le interesaban, agregó Tomola.
Sus gustos en música incluyen estilos clásicos y
trance. Entradas en Internet bajo el nombre de Breivik criticaban las políticas europeas que buscaban acomodar las culturas de los distintos grupos étnicos, y reprochaban que una minoría significativa de jóvenes musulmanes británicos apoyasen la militancia radical islámica.
¿En qué momento el multiculturalismo deja de ser una ideología diseñada para deconstruir la cultura, tradiciones, identidad y estados nación europeos?, escribió en una entrada, publicada el 2 de febrero de 2010 en el sitio web derechista www.document.no.
Según dos estudios, 13 por ciento de los británicos musulmanes de entre 15 y 25 años apoyan la ideología de Al Qaeda, publicó en otra entrada fechada el 16 de febrero del año pasado.
La policía allanó un departamento en Oslo el viernes, pero los vecinos dijeron que la casa era de la madre de Breivik.
Roger Andresen, subjefe de la policía, no quiso especular sobre los motivos del ataque, el cual es considerado el más mortífero cometido por una sola persona en los últimos tiempos.
La policía dijo que el sujeto se había descrito a sí mismo en su perfil de Facebook como a favor del cristianismo de derecha. Las autoridades agregaron que el sospechoso se dedicaba al comercio de productos para la agricultura, lo que explicaría cómo obtuvo material para fabricar explosivos.
Entre 2004 y 2006, Breivik fue miembro del Partido Progreso, el segundo más grande en el Parlamento, según informó el jefe de comunicaciones del partido, Fredrik Farber. Entre 1997 y 2006 o 2007 perteneció a la juventud del mismo instituto político.
El Partido Progreso busca mayores restricciones sobre la inmigración, mientras el gobierno –de centroizquierda– apoya el multiculturalismo.
La líder de Progreso, Siv Jensen, recalcó que el atacante había dejado el partido.
Ya no es miembro, dijo a Reuters.
Nunca fue muy activo y nos ha costado encontrar a alguien que supiera de él, sostuvo.
Anders Gravers, fundador del grupo Detengan la Islamización de Europa, dijo que Reivik intentó unirse a esta organización racista hace 18 meses, pero que sólo se mantuvieron conversaciones con él, de las que no hay registro, y aseveró:
nosotros no le dimos ningún consejo. La consigna del grupo, según el perfil que publica en Facebook, donde cuenta con 30 mil seguidores, es
impedir que el Islam se convierta en una fuerza política dominante en Europa.
Breivik también fue masón, dijo un portavoz de una organización de esa clase en Noruega. Los masones se reúnen en grupos de hermandades secretas en muchas partes del mundo.
En su perfil de Facebook, Breivik se declara admirador del primer ministro británico durante la Segunda Guerra Mundial, Winston Churchill, y de Max Manus, héroe de la resistencia noruega durante la ocupación nazi.
Un corto en el portal YouTube que promovía la lucha contra el Islam (que ya fue retirado de la red por las autoridades) mostraba a Breivik apuntando con un arma automática. El título del video era:
Caballeros templarios 2083.
Cómo surgen y son reconocidos los derechos humanos
Arnaldo Córdova
Los derechos humanos son creados por los hombres reunidos políticamente y expresados como derecho y como mandato. En la imagen, protesta de la Red por los Derechos Sexuales y ReproductivosFoto Carlos Cisneros
Todos los procesos nacionales modernos de desarrollo democrático y
de edificación del Estado de derecho, ha sido reconocido ampliamente, implican,
en todos los casos, una limitación constante y creciente del poder del Estado y
una extensión concomitante de la libertad y también del poder del ciudadano (que
se revela en su participación y en su facultad de decidir en la esfera política,
así como en la protección dentro del orden público de sus necesidades e
intereses). De hecho, es eso, precisamente, lo que define y da significado al
Estado democrático de derecho. El tema de los derechos humanos, en particular,
tiene sentido sólo en esa perspectiva.
Cómo surgen esos derechos y cómo y por quién son reconocidos, son cuestiones
que resultan esenciales y de gran oportunidad. Fueron preguntas que se hicieron
varios especialistas, abogados y funcionarios cuando recientemente fue aprobada
la reforma constitucional sobre la materia. La primera entraña un
cuestionamiento acerca de la creación o aparición de tales derechos. La segunda
implica el hecho de que esos derechos deben ser reconocidos y protegidos.
Inmersos, además, como estamos desde que terminó la Segunda Guerra Mundial en un
rico y amplísimo sistema internacional de derechos humanos, esas cuestiones
vienen a ser de doble naturaleza: nacional e internacional.
Los derechos, en la tradición jurídica y política moderna, sólo pueden tener
tres orígenes: uno, Dios que los introdujo en la naturaleza del hombre; dos, la
razón que, como facultad unificadora de todos los humanos en sus designios y
fines, los formula como elementos infaltables en la definición de la persona
humana y, tres, la voluntad de todos los individuos que, a su vez, se
personifica en el acuerdo de todos para crear el orden político y jurídico y el
Estado que lo debe regir. Una gran parte de los regímenes políticos modernos
(incluido el mexicano) se rige por la tercera opción. Las otras son cosa del
pasado.
Los derechos humanos, por tanto, son creados por los hombres reunidos
políticamente y expresados como derecho y como mandato. En constituciones, como
la nuestra, que se rigen por la idea fundadora de la soberanía y el consenso del
pueblo, los derechos humanos son una creación del pacto que dio nacimiento al
sistema institucional mexicano y a su Estado. ¿Qué tendría entonces que ver aquí
el que esos derechos deban ser, además, reconocidos? Es algo tan importante como
lo es el tránsito entre el mero planteamiento o formulación de los mismos y su
realización concreta en el ámbito de la vida social y política, garantizándolos
y protegiéndolos. Para eso sirve el Estado.
La reforma constitucional de la que se habló antes es, para el caso, un acto
formal de reconocimiento de los derechos que, en la nueva letra de la Carta
Magna, implica también el reconocimiento de los instrumentos jurídicos
superiores, en el orden internacional, que son los tratados y convenios en los
cuales dichos derechos constan y son reconocidos por la comunidad mundial. Lo
primero significa que la defensa y la protección de tales derechos es una
obligación ineludible del Estado Mexicano y de sus instituciones. Lo segundo,
que esos derechos ya han sido reconocidos y legitimados por el orden jurídico
internacional y que sus instituciones de impartición de justicia, como las
cortes y los tribunales internacionales, deben velar por su protección e
integridad.
Se trata, en nuestro caso, de una innovación histórica. Desde la segunda
mitad del siglo XIX arrastramos un sistema de protección de garantías que muy
pronto se volvió obsoleto y, en las condiciones de los estados autoritarios
porfirista y priísta, nulo en su aplicación, porque eran regímenes a los que lo
menos que les interesaba era proteger a sus ciudadanos. Fue entones cuando se
repetía sin cesar que la Constitución estaba de simple adorno y no era respetada
ni cumplida. Muchas veces se la dio por letra muerta.
Poner a tono nuestro régimen de protección de derechos con las normas
internacionales, en la creación de muchas de las cuales participaron y
participan nuestros representantes diplomáticos es, a no dudarlo, un logro
enorme.
Ahora bien, de lo expuesto podría ponerse en duda que, como en el tradicional
derecho natural, en un régimen político enteramente construido por los hombres,
vale decir, civil y de derecho, los derechos humanos sean inherentes a la
persona humana y que sean, por ello, la base para definirla como tal. De ninguna
manera. Sólo el iusnaturalismo clásico estimó que el hombre nace ya con esos
derechos. En la perspectiva civilista de creación del orden político, el pacto
social que da lugar al Estado, el ser humano es redefinido como portador de esos
derechos, pero éstos no son obra de ninguna potencia divina ni de ninguna otra
especie, sino creación y definición que el consenso popular lleva a efecto.
Y, ¿por qué el Estado creado por el pacto debe reconocer especialmente esos
derechos y estar comprometido con su protección y promoción? Por la sencilla
razón de que, una vez creados, tales derechos sólo pueden ser agredidos y
violados por el propio Estado y sus instituciones y autoridades. Es un concepto
que ha costado mucho elaborar y poner a punto, precisamente, por la fragilidad
de la vida humana en sociedad. Aun pensando en una sociedad perfecta, en la que
la violencia pudiera ser eliminada por completo, aun así la vida humana seguiría
siendo frágil, porque sigue existiendo el único ente capaz de ponerla en
peligro, el Estado (incluidos sus funcionarios).
Es verdad que la persona humana es más fácil y más frecuentemente agredida
por sus congéneres que por el Estado. De hecho lo es. Pero a nadie le puede
venir en mientes que un individuo cualquiera es similar al Estado en su
capacidad de agresión y, sobre todo, en la fuerza que ostenta. Desde las Cartas
constitucionales de finales del siglo XVIII (en la naciente Norteamérica y la
Francia revolucionaria) en quien se pensaba como agresor de los derechos del
hombre era, precisamente, en el Estado. Y lo mismo ocurrió con la Carta de los
Derechos Humanos de la ONU, de 1948. Es a los estados a los que se dirige y a
los que conmina a llevar a cabo una política de respeto y protección de los
derechos.
E igual sucede con todos los instrumentos internacionales que han venido
creando las sucesivas generaciones de derechos humanos. No constituyen exhortos
a los individuos a que respeten a sus semejantes. Son demandas perentorias a los
estados y, sobre todo, la fijación puntual de sus obligaciones al respecto. Los
derechos humanos (que algunos prefieren llamar derechos
fundamentales, sin que se haya explicado la preferencia por el término; acaso sea para indicar su rango superior) son derechos que se levantan como un valladar en contra del poder del Estado y de su uso arbitrario e ilegal en perjuicio de los miembros de la sociedad.
Jamás podremos hacer a menos del Estado como organizador de la vida social;
pero, si prevalece el respeto y el interés por la persona humana, deberá ser un
Estado cada vez más y más reducido en su poder, en su capacidad de agresión y
cada vez más comprometido con el bienestar y la felicidad de la persona humana.
Y la base ineludible de esa transformación lo serán siempre los derechos humanos
que deben seguir desarrollándose y creciendo en calidad y número.
18 de julio de 1936
Néstor de Buen
Es una fecha histórica para España. Ese día se inició la sublevación
que después de una guerra cruenta e injusta provocó la dictadura en el país.
Vivíamos en Madrid, donde mi padre, Demófilo de Buen, connotado jurista, se
desempeñaba como presidente de la sala de lo civil en el Tribunal Supremo. En
esos días, mi madre y mis hermanos Paz y Jorge gozaban de vacaciones en San
Rafael, un pueblecito cercano a Madrid. Odón y yo no fuimos porque los
resultados de los exámenes habían sido negativos. A mí, en el Liceo Francés, me
habían suspendido (reprobado) en matemáticas y en ciencias. Odón también tenía
problemas.
El 19 de julio mi padre nos llevó a conocer el lugar donde se encontraba el
Cuartel de la Montaña, centro de la rebelión en Madrid que había fracasado dado
el coraje de los obreros que, armados por el presidente del gobierno, José
Giral, hicieron frente con éxito al ejército. En un café, al término de nuestra
visita, un miliciano bien armado le exigió identificación a mi padre.
Papá se trasladó de inmediato a San Rafael y pudo llevar a Madrid a mi madre
y mis hermanos. No tardó esa región en ser ocupada por los fascistas.
Después pasaron muchas cosas personales. A mi padre lo nombraron delegado de
España en la Sociedad Internacional del Trabajo y decidió trasladarnos a todos a
Barcelona, para de allí viajar él a Ginebra. Le ofrecieron un alto cargo en la
OIT, pero papá no lo aceptó porque consideró que su deber era estar en
España.
La guerra y sus vaivenes provocaron varios viajes familiares. De Barcelona
nos fuimos a Valencia, a donde se había trasladado el gobierno de la República.
Permanecimos en la zona, en un hermoso pueblo que se llama Godella, y en un
nuevo viaje del gobierno volvimos a Barcelona.
Odón y yo pasamos los exámenes extraordinarios en Valencia. Al llegar a
Barcelona, mi padre nos inscribió en diversos institutos para continuar nuestros
estudios. Me tocó el Balmes, donde hice segundo de bachillerato.
En 1938, Barcelona se convirtió en objetivo de los franquistas apoyados por
los nazis. Los yunkers hitlerianos empezaron a bombardear Barcelona.
Confieso que viví una época de terror, sin faltar el hambre, porque la
República, salvo de México, no recibía mayor ayuda. Cayeron bombas por todos
lados, incluso en el edificio que estaba enfrente de nuestro
departamento.
Mi padre decidió trasladarnos a Francia, especialmente a un hermoso pueblo de
vacaciones, al otro lado de los Pirineos: Banyuls-sur-mer. Con la derrota de
Cataluña mi padre se incorporó a nuestra residencia y de allí viajamos primero a
Toulouse y después a París, a donde llegamos el 12 de julio de 1939. Dos días
después asistimos, en la Plaza de la Concordia, al desfile de las tropas
coloniales francesas, en conmemoración de los ciento cincuenta años de la
Revolución francesa.
El primero de septiembre, Francia e Inglaterra declararon la guerra a
Alemania e Italia. Ese invierno no pasó nada e hicimos una vida tranquila con
asistencia a liceos que hoy me resultan inolvidables.
El 10 de mayo, Hitler invadió Bélgica, Holanda y Luxemburgo. Un auténtico día
de las Madres. Conquistados los tres países, las tropas alemanas fueron a
Dunquerque con la intención de invadir Inglaterra, pero la aviación inglesa no
lo permitió. Los alemanes cambiaron de rumbo y se dirigieron a París. Tuvimos
que abandonar París por miedo a la segura deportación de mi padre a la España de
Franco y nos trasladamos a Burdeos para embarcarnos con destino a República
Dominicana. En el barco, el Cuba, viajaban cerca de quinientos
españoles que venían de los campos de concentración.
El generalísimo Trujillo no nos permitió desembarcar. Seguimos camino con
rumbo incierto, que culminó en Martinica, donde, gracias al general Cárdenas,
otro barco, el Saint Domingue, nos trasladó a lo que las cartas de
navegación llamaban
Puerto México, pero que en realidad tenía otro nombre imposible: Coatzacoalcos. Llegamos a México el 26 de julio de 1940, donde nos hicieron una recepción impresionante. Quince días después culminó el viaje un autobús ADO que desde Veracruz nos trasladó al Distrito Federal.
Por unos días permanecimos en el hotel Asturias, en República de El Salvador.
Después alquilamos un departamento en las calles de Dinamarca y Marsella. Lo
demás fue seguir estudiando en el Instituto Luis Vives y conocer México y muchas
cosas más. Ciertamente una historia inolvidable.
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