25 de julio de 2011
Los Documentales de hoy…
Oil Spill: El Desastre del Derrame Petrolero del Exxon Valdéz
Un documental sobre el desastre causado en el Golfo de Alaska, en 1989, por el derrame petrolero de una de los mayores buques del mundo, el Exxon Valdéz, por un accidente causado por el Capitán del barco que trabajaba bebiendo alcohol. Las consecuencias duran hasta hoy. La destrucción de vida marina en aquel momento fue enorme, la pesca se vinieron abajo y con ello las familias de pescadores, proliferaron enfermedades por la contaminación, y pese a años de limpieza, aún hoy se encuentra petróleo en el Lago Prince William. TeleSUR
Tortura en Chiapas
Este es un breve y sencillo documental, hecho con la solidaridad y el corazón de varios compañer@s, sobre el caso del señor Ananías Laparra Martínez de 62 años de edad, preso injustamente en CERSS 3 de Tapachula, Chiapas desde hace más de 11 años por un delito que no cometió y obligado a declarar en su contra bajo tortura física y psicológica.
El caso ha sido presentado ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos el 19 de septiembre de 2009, por lo que se encuentra en fase de admisibilidad en estos momentos.
Videos del Mundo
Simón Bolívar sigue vivo entre los venezolanos
Venezuela conmemora el 228 aniversario del natalicio de El Libertador Simón Bolívar, aseguran que su legado y memoria viven en el pueblo venezolano y una Latinoamérica que cada día camina más hacia la integración. TeleSUR
Recordando a Amy Winehouse
Videos de México
Vacaciones en la PGR
Dice PRI que dejó atrás deuda
En el Consejo Político Nacional del PRI, se presumió de finanzas sanas. Después de que hace seis años tenían números rojos debido a diversas multas y a la baja en los votos a favor del partido, este año, aseguran, gozan de una bonanza financiera.
Se reúnen trabajadoras sexuales para informar y exigir derechos
Prostitutas, transexuales y travestis de entre 35 y 50 años participan en talleres y alertan sobre el riesgo de que la ley de trata provoque más redadas en toda la República, como ha ocurrido.
Sandoval Iñiguez pidió a Bush frenar a AMLO
El dilema calderonista
Cordero o Lujambio
Salvador García Soto . Serpientes y Escaleras
Una fuente directa de Los Pinos desliza el comentario: “Adentro no se ha definido nada todavía. No hay una línea formal del Presidente. Todos dicen que (Ernesto) Cordero será el candidato pero ahí adentro no hay nada; no se pierdan de vista a (Alonso) Lujambio”. Con ese comentario coinciden una serie de señales de los últimos días, ocurridas a partir de la reunión de los precandidatos panistas con el presidente Calderón hace una semana, que confirman que en la sucesión presidencial del PAN no hay nada definido y podría haber movimientos sorpresivos.
La primer señal de que Calderón empezó a operar en el proceso panista fue la decisión tomada por los propios aspirantes con su dirigente Gustavo Madero. Reducir el número de pre candidatos fue un primer paso para aclarar el todavía difuso perfil de la candidatura presidencial del PAN y acelerar las cosas en el aletargado partido gobernante.
La declinación pública de Javier Lozano mostró que la depuración va en serio y que se busca despejarle el camino a un solo precandidato de Los Pinos que se enfrente a uno o dos contrincantes internos, representantes de los otros grupos del panismo. Pero Lozano, que fue el primero en acatar la disposición de su partido, envió un interesante mensaje: no todo está definido sobre quién será el candidato de los calderonistas y quienes veían a un Ernesto Cordero ya seguro como favorito del grupo gobernante pueden equivocarse.
Hasta antes de su declinación, cuando ya esbozaba que podía hacerse a un lado, Lozano siempre declaró que si se bajaba de la contienda sería para apoyar el proyecto de su amigo Ernesto Cordero, pero cuando finalmente se bajó, le preguntaron en varias entrevistas si declinaba para jugársela con el secretario de Hacienda.
La respuesta de Lozano fue dudosa y reveladora: “No sé, falta ver si él decide finalmente inscribirse al proceso; yo por lo pronto apoyaré a quien resulte el candidato de mi partido”.
¿Ya no está tan claro entonces si Cordero irá hasta el final del proceso interno? Los corderistas afirman que sí y que están seguros que se convertirá en el candidato. Sin embargo, a las dubitaciones de Lozano se sumó otro hecho que fortalece la posibilidad de un cambio de señales en Los Pinos. El jueves por la noche un grupo de panistas, encabezados por Mariana Gómez del Campo, le organizó un acto de apoyo abierto a Alonso Lujambio en el que éste lanzó un vehemente discurso que remató envalentonado: “Yo no vengo a ver si puedo”, dijo.
Al lado del secretario de Educación estaba el cuñado del Presidente, Juan Ignacio Zavala, y otros calderonistas que apoyan a Lujambio. Es decir, que la división del calderonismo es real y del lado de Lujambio juega la esposa del Presidente, Margarita Zavala, mientras que del otro lado, del de Cordero, están figuras como Max Cortázar, César Nava y Germán Martínez. Es casi una reedición del enfrentamiento entre Madero y Roberto Gil en la contienda por la dirigencia del PAN, donde el Presidente apostó por Gil y Margarita por Madero.
Otro cosa que puede complicar la candidatura a Cordero y favorecer a Lujambio es el panorama económico que se cierne sobre el país por la amenaza de crisis económica del exterior. La decisión que tome el Senado de los Estados Unidos, de autorizar o no la ampliación del techo de deuda a Barack Obama, junto a las presiones económicas que llegan de la crisis europea, hacen que las alertas rojas estén encendidas en la Secretaría de Hacienda, que encima tiene en puerta la entrega y negociación del presupuesto federal 2012.
¿Se arriesgaría Calderón a enfrentar esos escenarios con un secretario de Hacienda recién llegado al cargo? Encima, el calderonismo tiene enfrente a Santiago Creel y Josefina Vázquez Mota como candidatos de otras fuerzas del panismo. Creel apareció esta semana delante de todos los demás aspirantes en la encuesta de Parametría y las diferencias que les saca a Cordero o Lujambio entre militantes blanquiazules parecen abismales. De hecho, la licencia que pidió el senador también presionó los tiempos e hizo que los calderonistas entendieran que o se definen pronto o les comerán el mandado otros grupos del Partido Acción Nacional.
Anoche, Heriberto Félix Guerra, al que algunos vieron como “caballo negro”, hizo oficial su retiro de la contienda. Y la pregunta en el PAN es quién de los cinco que quedan es el siguiente en declinar. Emilio González dice que esperará que pasen los Juegos Panamericanos de Guadalajara, en octubre, para saber si el evento deportivo le ayuda a crecer o, en su defecto, declina; Josefina Vázquez Mota no cede y Santiago Creel se asume como el puntero en las encuestas. De entre Alonso Lujambio y Ernesto Cordero, uno de los dos tendrá que irse.
Así que, cual dilema de Hamlet, en Los Pinos tendrán que definirse: “Ser o no ser… Cordero o Lujambio?”
La primer señal de que Calderón empezó a operar en el proceso panista fue la decisión tomada por los propios aspirantes con su dirigente Gustavo Madero. Reducir el número de pre candidatos fue un primer paso para aclarar el todavía difuso perfil de la candidatura presidencial del PAN y acelerar las cosas en el aletargado partido gobernante.
La declinación pública de Javier Lozano mostró que la depuración va en serio y que se busca despejarle el camino a un solo precandidato de Los Pinos que se enfrente a uno o dos contrincantes internos, representantes de los otros grupos del panismo. Pero Lozano, que fue el primero en acatar la disposición de su partido, envió un interesante mensaje: no todo está definido sobre quién será el candidato de los calderonistas y quienes veían a un Ernesto Cordero ya seguro como favorito del grupo gobernante pueden equivocarse.
Hasta antes de su declinación, cuando ya esbozaba que podía hacerse a un lado, Lozano siempre declaró que si se bajaba de la contienda sería para apoyar el proyecto de su amigo Ernesto Cordero, pero cuando finalmente se bajó, le preguntaron en varias entrevistas si declinaba para jugársela con el secretario de Hacienda.
La respuesta de Lozano fue dudosa y reveladora: “No sé, falta ver si él decide finalmente inscribirse al proceso; yo por lo pronto apoyaré a quien resulte el candidato de mi partido”.
¿Ya no está tan claro entonces si Cordero irá hasta el final del proceso interno? Los corderistas afirman que sí y que están seguros que se convertirá en el candidato. Sin embargo, a las dubitaciones de Lozano se sumó otro hecho que fortalece la posibilidad de un cambio de señales en Los Pinos. El jueves por la noche un grupo de panistas, encabezados por Mariana Gómez del Campo, le organizó un acto de apoyo abierto a Alonso Lujambio en el que éste lanzó un vehemente discurso que remató envalentonado: “Yo no vengo a ver si puedo”, dijo.
Al lado del secretario de Educación estaba el cuñado del Presidente, Juan Ignacio Zavala, y otros calderonistas que apoyan a Lujambio. Es decir, que la división del calderonismo es real y del lado de Lujambio juega la esposa del Presidente, Margarita Zavala, mientras que del otro lado, del de Cordero, están figuras como Max Cortázar, César Nava y Germán Martínez. Es casi una reedición del enfrentamiento entre Madero y Roberto Gil en la contienda por la dirigencia del PAN, donde el Presidente apostó por Gil y Margarita por Madero.
Otro cosa que puede complicar la candidatura a Cordero y favorecer a Lujambio es el panorama económico que se cierne sobre el país por la amenaza de crisis económica del exterior. La decisión que tome el Senado de los Estados Unidos, de autorizar o no la ampliación del techo de deuda a Barack Obama, junto a las presiones económicas que llegan de la crisis europea, hacen que las alertas rojas estén encendidas en la Secretaría de Hacienda, que encima tiene en puerta la entrega y negociación del presupuesto federal 2012.
¿Se arriesgaría Calderón a enfrentar esos escenarios con un secretario de Hacienda recién llegado al cargo? Encima, el calderonismo tiene enfrente a Santiago Creel y Josefina Vázquez Mota como candidatos de otras fuerzas del panismo. Creel apareció esta semana delante de todos los demás aspirantes en la encuesta de Parametría y las diferencias que les saca a Cordero o Lujambio entre militantes blanquiazules parecen abismales. De hecho, la licencia que pidió el senador también presionó los tiempos e hizo que los calderonistas entendieran que o se definen pronto o les comerán el mandado otros grupos del Partido Acción Nacional.
Anoche, Heriberto Félix Guerra, al que algunos vieron como “caballo negro”, hizo oficial su retiro de la contienda. Y la pregunta en el PAN es quién de los cinco que quedan es el siguiente en declinar. Emilio González dice que esperará que pasen los Juegos Panamericanos de Guadalajara, en octubre, para saber si el evento deportivo le ayuda a crecer o, en su defecto, declina; Josefina Vázquez Mota no cede y Santiago Creel se asume como el puntero en las encuestas. De entre Alonso Lujambio y Ernesto Cordero, uno de los dos tendrá que irse.
Así que, cual dilema de Hamlet, en Los Pinos tendrán que definirse: “Ser o no ser… Cordero o Lujambio?”
El beso del diablo
Itinerario Político
Ricardo Alemán
Al jefe de gobierno capitalino, Marcelo Ebrard, literalmente lo besó el diablo. Y es que una de las mujeres más odiadas de México –con o sin razón– la señora Elba Esther Gordillo, dijo al periódico “El País”, que “el candidato que más me gusta es Marcelo Ebrard”.
En la entrevista, la lideresa del magisterio mexicano también reconoció que sabe “de mi mala fama” y que, por ello, “tal vez pueda estar perjudicando al señor Ebrard”. Aun así, ratificó que el que más le gusta se llama Marcelo Ebrard. Y en efecto, la señora Gordillo sabe que al expresar de manera pública su preferencia por tal o cual aspirante presidencial, en realidad esa preferencia se convierte “en el beso del diablo”, ¿Por qué?
Porque la profesora Gordillo no sólo es la mujer más poderosa de México –poderosa por su dinero, por el manejo discrecional de la fortuna del magisterio; poderosa porque tiene un sindicato propio, un partido político propio; porque gracias a sus alianzas con el PRI, PAN y PRD, los tres partidos le han escriturado porciones completas del Estado mexicano, y porque se trata de una lideresa intocable– sino la más desprestigiada lideresa sindical y, por si no fuera suficiente, la señora Gordillo es el símbolo de la corrupción y la depredación política a costa del Estado mexicano.
La declaración de Gordillo se produjo a pocos días de que la líder magisterial asegurara –en una inusual conferencia de prensa– que no era tiempo para tener un candidato presidencial. Más aún, en un intento de ironía –que nomás no se le da– dijo que para seleccionar a un aspirante presidencial requería de una licuadora –para conseguir una suerte de licuado de varios de ellos– ya que todos tienen cosas buenas, y cosas malas.
Sin embargo, la revelación a “El País” está lejos de ser una primicia, ya que la señora Gordillo ha dicho, durante años, a todo el que quiere escucharla, –en tono recio y quedito– que su candidato presidencial se llama Marcelo Ebrard. Por eso, porque muchos habían escuchado esa versión, pocos se tomaron en serio la declaración de la profesora Gordillo en aquella conferencia de prensa en donde –además de negar que tuviera un favorito para 2012– se lanzó contra su otrora aliado, Miguel Ángel Yunes, ex director del ISSSTE, ex candidato a gobernador de Veracruz y ex priísta, al que no descansará la señora Gordillo hasta destruirlo.
Ya en su momento –el 13 y el 17 de julio pasados– Marcelo Ebrard “pintó su raya” respecto a la profesora Gordillo, al señalar que no tenía pensado un acercamiento a la líder magisterial y menos a su partido, Nueva Alianza. La respuesta de Ebrard parece una reacción de sentido común, ya que en el momento de mayor desprestigio de la señora Gordillo, a nadie y menos a Marcelo le conviene ser besado por la mujer con mayor carga de imagen negativa. Sin embargo, que nadie haga cuentas alegres, ya que en política nada está escrito, y menos el rechazo prematuro a un apoyo fundamental como el que le propone la señora Gordillo al jefe de gobierno del Distrito Federal.
Y es que a pesar del “beso del diablo” –de la señora Gordillo a Marcelo Ebrard– lo cierto es que la lideresa del magisterio le hace un gran favor al jefe de gobierno del DF, al considerarlo como “su gallo” para la carrera presidencial. ¿Por qué? Porque ahora resulta que todos o casi todos quieren con Marcelo Ebrard, que todos o casi todos lo consideran el hombre fuerte, el más viable, el mejor de los candidatos presidenciales.
Y dígalo si no el hecho de que AMLO se puso celoso cuando en la plaza pública dijo que “la mafia del poder” no veía con malos ojos a Marcelo para convertirlo en su candidato. Luego fueron evidentes –y reales– los coqueteos del PAN y hasta del presidente Calderón con el jefe de gobierno, hasta que una vez que no prosperaron las pláticas exploratorias, el propio Felipe Calderón salió a decir que no, que no le gustaría una alianza PAN-PRD, que llevara como candidato presidencial a Marcelo Ebrard.
Y ahora la señora Gordillo hace público lo que dijo durante años en privado; que su gallo es Marcelo Ebrard. Es decir, que se confirma que Marcelo es el único con posibilidades de derrotar a Enrique Peña Nieto. ¿Por qué? Lo hemos dicho muchas veces. Porque es el único capaz de jalar el voto de los que no pueden ver al PRI ni el pintura, de los renegados del PRI, de los decepcionados del PAN, de los fanáticos de AMLO junto con los que no pueden ver a AMLO, y el único capaz de crear una corriente de voto útil contra el PRI. Y si existen dudas, al tiempo.
En la entrevista, la lideresa del magisterio mexicano también reconoció que sabe “de mi mala fama” y que, por ello, “tal vez pueda estar perjudicando al señor Ebrard”. Aun así, ratificó que el que más le gusta se llama Marcelo Ebrard. Y en efecto, la señora Gordillo sabe que al expresar de manera pública su preferencia por tal o cual aspirante presidencial, en realidad esa preferencia se convierte “en el beso del diablo”, ¿Por qué?
Porque la profesora Gordillo no sólo es la mujer más poderosa de México –poderosa por su dinero, por el manejo discrecional de la fortuna del magisterio; poderosa porque tiene un sindicato propio, un partido político propio; porque gracias a sus alianzas con el PRI, PAN y PRD, los tres partidos le han escriturado porciones completas del Estado mexicano, y porque se trata de una lideresa intocable– sino la más desprestigiada lideresa sindical y, por si no fuera suficiente, la señora Gordillo es el símbolo de la corrupción y la depredación política a costa del Estado mexicano.
La declaración de Gordillo se produjo a pocos días de que la líder magisterial asegurara –en una inusual conferencia de prensa– que no era tiempo para tener un candidato presidencial. Más aún, en un intento de ironía –que nomás no se le da– dijo que para seleccionar a un aspirante presidencial requería de una licuadora –para conseguir una suerte de licuado de varios de ellos– ya que todos tienen cosas buenas, y cosas malas.
Sin embargo, la revelación a “El País” está lejos de ser una primicia, ya que la señora Gordillo ha dicho, durante años, a todo el que quiere escucharla, –en tono recio y quedito– que su candidato presidencial se llama Marcelo Ebrard. Por eso, porque muchos habían escuchado esa versión, pocos se tomaron en serio la declaración de la profesora Gordillo en aquella conferencia de prensa en donde –además de negar que tuviera un favorito para 2012– se lanzó contra su otrora aliado, Miguel Ángel Yunes, ex director del ISSSTE, ex candidato a gobernador de Veracruz y ex priísta, al que no descansará la señora Gordillo hasta destruirlo.
Ya en su momento –el 13 y el 17 de julio pasados– Marcelo Ebrard “pintó su raya” respecto a la profesora Gordillo, al señalar que no tenía pensado un acercamiento a la líder magisterial y menos a su partido, Nueva Alianza. La respuesta de Ebrard parece una reacción de sentido común, ya que en el momento de mayor desprestigio de la señora Gordillo, a nadie y menos a Marcelo le conviene ser besado por la mujer con mayor carga de imagen negativa. Sin embargo, que nadie haga cuentas alegres, ya que en política nada está escrito, y menos el rechazo prematuro a un apoyo fundamental como el que le propone la señora Gordillo al jefe de gobierno del Distrito Federal.
Y es que a pesar del “beso del diablo” –de la señora Gordillo a Marcelo Ebrard– lo cierto es que la lideresa del magisterio le hace un gran favor al jefe de gobierno del DF, al considerarlo como “su gallo” para la carrera presidencial. ¿Por qué? Porque ahora resulta que todos o casi todos quieren con Marcelo Ebrard, que todos o casi todos lo consideran el hombre fuerte, el más viable, el mejor de los candidatos presidenciales.
Y dígalo si no el hecho de que AMLO se puso celoso cuando en la plaza pública dijo que “la mafia del poder” no veía con malos ojos a Marcelo para convertirlo en su candidato. Luego fueron evidentes –y reales– los coqueteos del PAN y hasta del presidente Calderón con el jefe de gobierno, hasta que una vez que no prosperaron las pláticas exploratorias, el propio Felipe Calderón salió a decir que no, que no le gustaría una alianza PAN-PRD, que llevara como candidato presidencial a Marcelo Ebrard.
Y ahora la señora Gordillo hace público lo que dijo durante años en privado; que su gallo es Marcelo Ebrard. Es decir, que se confirma que Marcelo es el único con posibilidades de derrotar a Enrique Peña Nieto. ¿Por qué? Lo hemos dicho muchas veces. Porque es el único capaz de jalar el voto de los que no pueden ver al PRI ni el pintura, de los renegados del PRI, de los decepcionados del PAN, de los fanáticos de AMLO junto con los que no pueden ver a AMLO, y el único capaz de crear una corriente de voto útil contra el PRI. Y si existen dudas, al tiempo.
Lujambio Ebrard y Beltrones
Juego de espejos Federico Berrueto
El PAN no está en su mejor momento y lo peor no sólo es la adversidad electoral, sino la pérdida de proyecto político. Quizá requiera de una desastrosa derrota para reencontrar el camino. Calderón debe llevar a la declinación a Cordero, es claro que el señor no quiere ni puede. Y allí está Alonso, a quien le ha costado reinventarse como panista, pero que ha avanzado más que ningún otro.
Semana clave para la definición del candidato del PAN: el Presidente aclara: no sería Ebrard por las enormes diferencias ideológicas y políticas que con él se tienen; podría haber un candidato presidencial externo, “ciudadano”. Otro evento significativo: declinación de dos integrantes del gabinete. Por su parte, Ebrard insiste en el PRD, mientras que el senador Beltrones, con sus siete puntos, reclama la postulación del PRI.
Se usa con descuido la palabra “ciudadano” para designar a personajes que no militan en un partido. Ciudadanos son todos los mexicanos mayores de edad, como también “políticos” son casi todas las personalidades públicas, estén o no dentro de un partido, trabajen o no en la alta jerarquía política o gubernamental. Existen políticos no alineados a los partidos, es el caso del ex rector Juan Ramón de la Fuente o del polémico Jorge Castañeda. Incluso varios sentidos personajes como José Woldenberg, Alejandro Martí y Javier Sicilia, por su quehacer o posicionamiento, son parte del inventario de los políticos.
Lo peor que pudiera suceder es llevar a la Presidencia a un improvisado o quien se asumiera libre de todo límite en razón de su condición “ciudadana”; sería un desastre para la democracia mexicana la reedición del caudillismo populista. Quiérase o no, la democracia requiere de partidos fuertes y que quienes tengan las responsabilidades públicas estén formados y entrenados en el quehacer cotidiano y en los dilemas propios de la política. Que algunos o muchos no guste lo que hay no debe llevar al vacío. Lo que debe hacerse es construir bases para tener mejores partidos y políticos, que las reformas de trascendencia no se hagan a la medida de quienes las aprueban, como ha sido la constante del cambio político en México.
El PAN debe verse en su origen e historia para reencontrar su fortaleza. No tienen que ver con el poder, sino con la sociedad; no es el centro, sino la periferia; no es la verticalidad, sino la igualdad; no es la cúpula, sino la base. La mística de lucha cívica se les olvidó en el gobierno. En su lugar se adoptó mucho de las debilidades imaginarias o reales de la cultura autoritaria que asumieron desplazar. Después de más de una década en el poder nacional, el PAN no puede sentirse orgulloso a partir del sueño de sus fundadores. Que Calderón o Lujambio sean retoños de esos hombres, no cambia la historia. El PAN no está en su mejor momento y lo peor no sólo es la adversidad electoral, sino la pérdida de proyecto político. Quizá requiera de una desastrosa derrota para reencontrar el camino.
Calderón debe llevar a la declinación a Ernesto Cordero. Es claro que el señor no quiere, no tiene con qué, ni puede. Se equivoca siempre porque habla para el Presidente, no para la gente. Allí está Lujambio, con mejor ánimo, posición, formación y credenciales. Le ha costado reinventarse como panista, pero ha avanzado más que ningún otro de los colaboradores de Calderón. Ha tenido que soportar la embestida pública por el cochinero de la conmemoración bicentenaria. Si el Presidente quiere un favorito en los suyos, él es el indicado, aunque muy distante de Creel y Josefina Vázquez Mota.
La novedad es que Josefina ha superado a Creel en las preferencias hacia la candidatura presidencial. No es una diferencia concluyente, sí una tendencia de ascenso que indica que es la más competitiva de sus correligionarios. Con ella, al menos el PAN asegura no quedar en tercer lugar. Pero es un error hacer que las encuestas decidan por los procedimientos y razones propios de la política. Por esta consideración y no por la que aduce, Javier Lozano declinó; los estudios de opinión son coartada. La razón profunda es y debe ser la política, de otra forma Cordero también debió desistir.
Por razones políticas y no por encuesta, el candidato de la izquierda será y debe ser López Obrador. Ebrard ha sido un aventurero partidista, un polizonte en el tren del poder. Lo mismo ha militado —siempre en la cúpula— en el PRI, el PVEM y ahora el PRD. Buscó al PAN y a Calderón para ser candidato de la alianza izquierda con la derecha; le han cerrado la puerta. Es políticamente inteligente y electoralmente competitivo, pero la izquierda requiere quien lo represente, no quien se sirva de ésta.
Al senador Labastida se le ha mejorado la vista y ahora sí incluye a Beatriz Paredes como opción, quien supera a su favorito Beltrones. El dilema del PRI es continuar en el relevo generacional a través de la representación territorial o continuar con lo mismo de siempre. Esa es la razón política de la ventaja de Peña sobre Beltrones, más que las encuestas que a éste lo ubican, siempre, en último lugar.
El rentable negocio de la salud pública
Autor Miguel Badillo
La salud en México es un negocio muy rentable, sobre todo, para las empresas intermediarias responsables de abastecer medicamentos al sector público –Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE), las secretarías de Salud, Defensa Nacional, Marina, Petróleos Mexicanos y gobiernos estatales–. Sólo en compra de medicinas, el gasto público se acerca a los 100 mil millones de pesos y si a esa cifra sumamos la compra de equipo, material médico e instalaciones, el monto se dispara a 200 mil millones. A esto hay que agregar las ventas de medicamentos controlados a través de cadenas de farmacias particulares.
Si el destino final de dicha inversión fuera en beneficio de millones de familias pobres, el gasto estaría más que justificado, pero cuando parte importante de esos recursos públicos van a parar a las cuentas bancarias de funcionarios corruptos, empresarios deshonestos, intermediarios voraces y distribuidores abusivos, se confirma el fracaso del gobierno de Felipe Calderón en el sector salud, en donde el secretario José Córdova Villalobos y los titulares de los órganos de control y vigilancia han fallado en su responsabilidad y son incapaces de poner orden y eliminar la corrupción que se expande como plaga en las instituciones de salud.
El mismo secretario de la Función Pública, Salvador Vega Casillas, ha dicho que hay una intensa investigación en contra de empresas intermediarias que han corrompido el sistema de distribución de medicamentos a instituciones de salud pública y que en breve habrá inhabilitaciones para que no vuelvan a participar en concursos y licitaciones públicas relacionadas con el sector salud. Sin embargo hasta ahora esa promesa sigue pendiente y el sexenio avanza hacia su conclusión.
Las empresas intermediarias más representativas del sector y que controlan prácticamente el 90 por ciento de los mercados público y privado son Casa Saba, de la familia Saba; Maipo, de los hermanos Jesús y Carlos Arenas; Nadro, de la familia Escandón; El Fénix, de la familia González Torres; Fármacos Especializados y Selecciones Médicas, de la familia Pérez Fayad; Ralca, de los hermanos Alberto y Sergio Ramírez; Disur, de los hermanos Víctor, Jesús y Armando Sánchez Ayala, y Lomedic, de Carlos Lomelí Bolaños. ¿Cuál de estas empresas será sancionada?
Un alto funcionario de la Secretaría de Salud comentó a esta columna que al interior de esta dependencia se busca frenar los abusos de dichas intermediarias. Sobre todo, les preocupa el desabasto ficticio creado por las empresas para obligar a los derechohabientes a comprar medicinas en sus farmacias privadas a precios superiores entre un 70 y ciento por ciento.
“Con la incorporación de 40 millones de mexicanos al Seguro Popular, a las empresas privadas de las medicinas se les cayó el negocio en un 30 por ciento. Por eso, ahora provocan desabasto para compensar esas caídas en sus ventas, pero ya se tiene identificado el problema y en breve habrá acciones en contra de los responsables”, dice el informante.
Durante años, los ciudadanos se han quejado de los exorbitantes precios de medicamentos, del desabasto de medicinas en las instituciones de salud pública y de que los laboratorios médicos trasnacionales se han enriquecido. Si esto lo sumamos a los escándalos de corrupción en compras multimillonarias, el escenario se pinta de negro, y más cuando hay familias que se han convertido en verdaderas mafias de salud.
Por los diversos esquemas de compra y los complicados procesos de adquisición que hay en el país, sumado a la carencia de sistemas de distribución, prácticamente ningún laboratorio vende directamente al gobierno, salvo contados esfuerzos e incipientes procesos de licitaciones internacionales conjuntas.
La totalidad de las adquisiciones son llevadas a cabo de tal manera que prácticamente sólo los distribuidores pueden participar, y aquí es donde se confabulan familias que se han adueñado del mercado de los medicamentos, lo que hace imposible la participación de nuevos competidores. Para controlar el mercado, las ambiciosas familias corrompen funcionarios de las áreas de compra de insumos y medicamentos. Ello, sin descontar la complacencia de la autoridad, la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris), y la anuencia de los laboratorios, que califican a los distribuidores como “un mal necesario”.
La operación
Las instituciones de salud realizan la mayoría de las adquisiciones a través de claves de medicamentos, lo que se ha convertido en un primer filtro y forma de corrupción. Las autoridades de salud permiten el control de los cuadros básicos de medicamentos y material de curación. Para conseguir una clave, los laboratorios deben pasar a las ventanillas de la Cofepris para obtener un registro, pero el trámite es prácticamente imposible si no se cuenta con gestores y apoyos institucionales.
Una vez que se obtiene el registro, viene la segunda etapa, que es participar en las licitaciones públicas que convocan las dependencias, y en donde se supone que cada participante presenta sus ofertas de forma tal que sus competidores no puedan conocer los precios a ofertar. Supuestamente es el IMSS la institución que compra a mejores precios debido al mayor volumen de medicamentos y material de curación.
Pero la realidad es otra, porque aquí participa una de las mafias mejor organizadas y estructuradas en nuestro país y que por más de dos décadas ha operado en perjuicio de los derechohabientes de las instituciones de salud pública y del erario federal.
Los laboratorios –esas grandes trasnacionales que se mueven con rigurosos códigos de conducta– carecen de sistemas de logística para el reparto de productos, tampoco cuentan con esquemas y recursos “especiales” para el pago de compensaciones a funcionarios (sobornos); por ello, tienen que recurrir a los distribuidores de medicamentos y esto encarece el producto.
Con apoyo de los laboratorios, los distribuidores se encargan de participar en las licitaciones para ofertar precios preferenciales por volumen, pero que incluyen el costo de descuento por el factor de distribución y almacenaje de los productos y el cálculo de los puntos porcentuales que hayan arreglado con las autoridades adquirientes.
Sumado a las utilidades que esto representa para los distribuidores, éstos controlan las entregas de medicamentos y, como la ley en la materia sólo permite multas simbólicas por incumplimiento en la entrega del producto, algunos distribuidores esconden y desvían las medicinas a sus cadenas de farmacias particulares para ofertarlas al público con diferenciales que van del 40 al 70 por ciento por arriba del precio al que le venden a las entidades públicas.
Esto ha llegado a convertirse en negocios internacionales, pues cada lote de medicinas tiene un número de control y se han descubierto lotes de medicamentos fabricados para el sector salud de México que se comercializan en Centro y Sudamérica.
Lo que sucede en los estados de la República es todavía peor, pues recurren a los esquemas de compra conocidos como servicio integral o consolidación de proveedor, en donde bajo el pretexto de tratar con un sólo proveedor, se licita todas y cada una de las claves de medicamentos y material de curación, así como el manejo y administración de las farmacias de los hospitales y clínicas en las instalaciones de las secretarías de cada estado.
Esto trae como consecuencia que un sólo proveedor es el que surte desde una aspirina hasta una pastilla de zomig. Lo cual ocasiona precios superiores entre un 25 y 35 por ciento por arriba de lo que les cuesta a las instituciones nacionales de salud. A esto se agrega el control de farmacias privadas en donde se surte el desabasto provocado por ellos mismos y convierte el negocio en ganancias multimillonarias.
En este rentable negocio participan funcionarios corruptos e intermediarios privados identificados por los dueños de laboratorios y hasta por los mismos distribuidores; sin embargo, ningún titular del IMSS, ISSSTE o el mismo secretario de Salud se atreven a tocar esa mafia que sangra el presupuesto público, provoca desabasto y afecta la salud de millones de mexicanos. ¡Hasta cuándo, Calderón!
El mejor presidente de México
Jorge Zepeda Patterson
¿Cuál de todos los precandidatos sería el mejor presidente de México? Es una pregunta que con mucha frecuencia me formulan amigos y lectores estos días, luego de coordinar el libro Los Suspirantes 2012. Suponen que por haberme familiarizado con las biografías de todos ellos, estoy en mejor posición para determinar cuál es el más capacitado para dirigir el país. La verdad, el examen de vidas y obras de estos políticos deja más preocupaciones que certezas sobre el futuro del país.
No sé quién será mejor presidente, pero no tengo dudas de quienes serían los mejores candidatos. Enrique Peña Nieto, Marcelo Ebrard y Josefina Vázquez Mota. Me explico.
Por el lado del PRI Peña Nieto es tan inevitable como las lluvias de verano o la ley de la gravedad. A estas alturas resulta ocioso preguntarse si el gobernador del Estado de México es el mejor o el peor candidato de su partido. Ya es el verdadero jefe del PRI, punto. Más aún, la pregunta de fondo es qué hacer para que todo el proceso electoral del 2012 tenga sentido como un evento democrático electoral y no se convierta en un mero trámite de consumación. La debilidad por el caudillismo que padece el mexicano y el chip fatalista que llevamos instalado confabulan para que muchos consideren que la elección del próximo año ya concluyó.
Justamente por eso creo que es tan importante la definición de los candidatos rivales. Si el PAN va elegir a otro “Bravo Mena” para que sea su abanderado, y la izquierda se enajena a sí misma con Andrés Manuel López Obrador, creo que bien podríamos ahorrarnos la mortificación de una competencia electoral que lo será sólo de nombre. En este espacio he criticado una y otra vez a Ernesto Cordero, a veces con más fundamento que otras, pero siempre con una intención: Cuestionar su candidatura. Estoy convencido de que para efectos de la contienda Cordero sería el candidato más apaleado. Ni siquiera creo que el secretario de Hacienda fuese peor presidente que otros panistas. Pero no tengo dudas de que es peor candidato que Josefina Vázquez Mota o Santiago Creel. Y en este momento la prioridad en el PAN no consiste en elegir la mejor carta para Los Pinos, si no en optar por el candidato más competitivo para la campaña electoral. No es una conclusión amable, pero es la única realista.
En otras palabras, no hay ninguna garantía de que Josefina Vázquez Mota tenga más madera presidencial que Creel o Lujambio, pero en campaña es menos vulnerable que sus colegas.
Santiago Creel tiene una imagen de chico palacio que lo hace blanco fácil de la propaganda hostil. Josefina tiene a su favor el potencial voto femenino. Y por lo que respecta a la izquierda, preferiría abordarlo con más espacio la próxima semana.
La frágil y efímera primavera democrática mexicana no ha alcanzado a sembrar y consolidar el entramado institucional capaz de acotar los excesos de un presidencialismo renovado. Hay claras evidencias de que incluso la Suprema Corte o el Banco de México siguen vulnerables frente a los manotazos del ejecutivo, ya no digamos el IFE, el TRIFE o el INEGI. Y eso en el contexto de una presidencia débil como la calderonista.
De allí la importancia de que la sucesión en 2012 sea razonablemente competida. No le conviene a la incipiente democracia mexicana que se repita a nivel federal lo que acaba de suceder en el estado de México en donde el PRI ganó con carro completo. Igual si triunfa Peña Nieto, no es útil que lo haga por barrido (y lo mismo habría dicho en 2006 con López Obrador, si hubiese sido el caso). Treinta puntos de diferencia son demasiados para una sociedad que apenas balbucea la democracia, una tentación irresistible para el caudillismo que acecha. Tal margen de diferencia no sólo tiene efectos simbólicos. Entre otras cosas aseguraría un control total del Congreso por parte del Ejecutivo. Eso, y la coartada perfecta que ofrece el temor ante la inseguridad, podrían derivar fácilmente en la instalación de un régimen autoritario.
Por eso creo que los suspirantes que más convienen son aquellos que pueden ofrecer una competencia digna. Lo que nos estamos jugando en la selección de los candidatos no es quien va a ganar el 2012, sino la manera en que suceda. La forma en que resuelvan el PAN y el PRD sus candidaturas definirá en buena medida el tipo de sociedad política en el que van a desenvolverse como oposición a partir del 2013.
Necesitamos una campaña disputada, y no un desfile triunfante que sea una mera ceremonia de ungimiento presidencialista. En suma, no se si Peña Nieto sería un buen o un mal mandatario, pero no le demos los argumentos para jugar a ser un Iturbide o un Maximiliano.
No sé quién será mejor presidente, pero no tengo dudas de quienes serían los mejores candidatos. Enrique Peña Nieto, Marcelo Ebrard y Josefina Vázquez Mota. Me explico.
Por el lado del PRI Peña Nieto es tan inevitable como las lluvias de verano o la ley de la gravedad. A estas alturas resulta ocioso preguntarse si el gobernador del Estado de México es el mejor o el peor candidato de su partido. Ya es el verdadero jefe del PRI, punto. Más aún, la pregunta de fondo es qué hacer para que todo el proceso electoral del 2012 tenga sentido como un evento democrático electoral y no se convierta en un mero trámite de consumación. La debilidad por el caudillismo que padece el mexicano y el chip fatalista que llevamos instalado confabulan para que muchos consideren que la elección del próximo año ya concluyó.
Justamente por eso creo que es tan importante la definición de los candidatos rivales. Si el PAN va elegir a otro “Bravo Mena” para que sea su abanderado, y la izquierda se enajena a sí misma con Andrés Manuel López Obrador, creo que bien podríamos ahorrarnos la mortificación de una competencia electoral que lo será sólo de nombre. En este espacio he criticado una y otra vez a Ernesto Cordero, a veces con más fundamento que otras, pero siempre con una intención: Cuestionar su candidatura. Estoy convencido de que para efectos de la contienda Cordero sería el candidato más apaleado. Ni siquiera creo que el secretario de Hacienda fuese peor presidente que otros panistas. Pero no tengo dudas de que es peor candidato que Josefina Vázquez Mota o Santiago Creel. Y en este momento la prioridad en el PAN no consiste en elegir la mejor carta para Los Pinos, si no en optar por el candidato más competitivo para la campaña electoral. No es una conclusión amable, pero es la única realista.
En otras palabras, no hay ninguna garantía de que Josefina Vázquez Mota tenga más madera presidencial que Creel o Lujambio, pero en campaña es menos vulnerable que sus colegas.
Santiago Creel tiene una imagen de chico palacio que lo hace blanco fácil de la propaganda hostil. Josefina tiene a su favor el potencial voto femenino. Y por lo que respecta a la izquierda, preferiría abordarlo con más espacio la próxima semana.
La frágil y efímera primavera democrática mexicana no ha alcanzado a sembrar y consolidar el entramado institucional capaz de acotar los excesos de un presidencialismo renovado. Hay claras evidencias de que incluso la Suprema Corte o el Banco de México siguen vulnerables frente a los manotazos del ejecutivo, ya no digamos el IFE, el TRIFE o el INEGI. Y eso en el contexto de una presidencia débil como la calderonista.
De allí la importancia de que la sucesión en 2012 sea razonablemente competida. No le conviene a la incipiente democracia mexicana que se repita a nivel federal lo que acaba de suceder en el estado de México en donde el PRI ganó con carro completo. Igual si triunfa Peña Nieto, no es útil que lo haga por barrido (y lo mismo habría dicho en 2006 con López Obrador, si hubiese sido el caso). Treinta puntos de diferencia son demasiados para una sociedad que apenas balbucea la democracia, una tentación irresistible para el caudillismo que acecha. Tal margen de diferencia no sólo tiene efectos simbólicos. Entre otras cosas aseguraría un control total del Congreso por parte del Ejecutivo. Eso, y la coartada perfecta que ofrece el temor ante la inseguridad, podrían derivar fácilmente en la instalación de un régimen autoritario.
Por eso creo que los suspirantes que más convienen son aquellos que pueden ofrecer una competencia digna. Lo que nos estamos jugando en la selección de los candidatos no es quien va a ganar el 2012, sino la manera en que suceda. La forma en que resuelvan el PAN y el PRD sus candidaturas definirá en buena medida el tipo de sociedad política en el que van a desenvolverse como oposición a partir del 2013.
Necesitamos una campaña disputada, y no un desfile triunfante que sea una mera ceremonia de ungimiento presidencialista. En suma, no se si Peña Nieto sería un buen o un mal mandatario, pero no le demos los argumentos para jugar a ser un Iturbide o un Maximiliano.
Astillero
Abrazos del diablo
Ebrard, tocado por la fama
Moreira, mantra unitario
Michoacán, no incondicional
Julio Hernández López
La Profesora le dio medio abrazo del diablo a una de sus debilidades políticas, el jefe del gobierno de la capital del país. En una entrevista de pocas frases que le fue hecha por Pablo Ordaz para el diario español El País, Elba Esther Gordillo tejió una rápida disertación sobre la fama, aceptando que la propia es mala, y que ello le obliga a tener cuidado al apoyar a tal o cual candidato, pues bien sabe que si digo que este país necesita ahora un gran pacto, y que el candidato que más me gusta es Marcelo Ebrard, tal vez pueda estar perjudicando al señor.
Gerente general y accionista mayoritaria del negocio de la operación electoral sindicada, Gordillo diversifica su portafolio de inversiones: en Michoacán satisface el mayor interés felipista de lo que resta del año electoral, es decir, la posible asunción de la hermana Cocoa I, mientras demuestra que sabe mover el abanico partidista cual excepcional marquesa: en el PAN deja correr la versión de que apoya la engominada candidatura de Alonso Lujambio, el compañero de banca laboral del yerno subsecretario en jefe, aunque todo apunta a que el arreglo verdadero está en vías de cerrarse con otra cabellera con gel, la del estado de México, donde la hija, Mónica Arriola, ya hizo presentaciones electorales de prueba en los pasados comicios, en los que lo más destacado fueron las chapas de Eruviel. Y, por si fuera necesario, sostiene por allí la posibilidad de acabar dando ayuda a Ebrard, la pieza de presunta izquierda que podría ser habilitada sin problema en diversos casilleros ideológicos de última hora si las circunstancias así lo requirieran. PAN, PRI o PRD: todo cabe en un Panal, sabiéndolo acomodar.
En el breve diván periodístico, la Profesora soltó algunas perlas: No soy Dios. He cometido errores, y su enamoramiento de sí misma, sin ninguna duda. Yo amo a Elba. La amo, y su patriotismo que no fácilmente es percibido, pues lo crean o no lo crean, mi causa es México. E incluso, en momentos de arrebato que los especialistas en esos temas sabrán descifrar, el enojo frente a las acusaciones amlistas de que participó en el fraude electoral de 2006 para imponer a Calderón: Miente. El señor miente. El señor perdió. No hay más. Miente. Lo único que puedo decir es que miente. Perdió. Perdió. No quedó en la entrevista ningún registro de magistrales agujas encajadas a un muñeco de vudú con alguna etiqueta de Morena.
Humberto Moreira emergió de la sesión sabatina del Consejo Político Nacional del PRI con un mantra que no sólo devela aspiraciones sino, sobre todo, preocupaciones. Unidad, unidad, unidad. No habrá ruptura, no habrá ruptura. Cantaleta con frases distintas y un solo copete verdadero: la mejor manera de frenar al PRI en su camino de retorno a Los Pinos podría provenir solamente de una fractura por las malas formas de imposición del candidato ya tan cantado pero aún entrampado por los acuerdos Peña Nieto-Beltrones que implican desahogar una agenda de discusiones internas sobre procedimientos de selección de ese aspirante, y de compromisos y objetivos de la campaña de 2012. No debería haber demasiado margen para equívocos, pues el todavía gobernador del estado de México pareciera estar sobre rieles, pero pudiera ser que lo glamoroso fuese perdiendo fuerza cuando quedara en terreno abierto, luego de entregar el mando, o cuando entrara a ese terreno difícil para él que es el del debate o la propuesta razonada, sin teleprompter. En una de ésas, el nerviosismo autoritario aflora, o se cometen errores que parecerían infantiles. Por eso es que Moreira prefiere refugiarse en el sánscrito, e invocar lo unitario como esperanza de gaviotismo deseoso de aterrizar.
En la tierra de la Cocoa Presidencial (su hermano es presidente virtual del comité nacional panista), Andrés Manuel López Obrador también convocó a la unidad, al darle un apoyo no incondicional al senador con licencia Silvano Aureoles, identificado con la corriente y las prácticas de las García que en Zacatecas ya demostraron cuán honesto y exitoso puede ser un gobierno de izquierda. Aureoles es rechazado en voz baja y en maniobras discretas por diversos grupos del propio PRD en Michoacán, al grado de que corre la versión de que el gobernador Leonel Godoy preferiría la victoria del priísta Fausto Vallejo. Así, sobre aviso no debería haber engaño, pero AMLO ha dado ese peculiar apoyo a Aureoles, advirtiendo que si no le cumple al pueblo (...) lo vamos a señalar, a cuestionar y se impulsará la posibilidad de la revocación de mandato.
Las rebanadas del pastel
Carlos Fernández-Vega
Blanca Nieves tenía siete enanitos, pero ahora sólo le quedan cinco. Ya se retiró el desplumado gallito Loinsano; lo propio hizo Heriberto Félix Guerra, el sutil funcionario que califica de esquesofrénicos a los ninis por echarles la culpa a los demás. ¿Quién será el siguiente? Resultados en mano, ¿con qué cara se quedan los demás? Lo inteligente sería que lo cinco enanitos restantes, más Blanca Nieves, se fueran a contar fábulas entre ellos y dejaran de joder a los mexicanos. Pero como no hay inteligencia, se mantiene la carnicería.
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