Alianza Social de Trabajadores de la Industria Mexicana

viernes, 22 de julio de 2011

Sandoval Íñiguez: intromisión e impunidad--El prelado nunca demandó obstruir a AMLO: arquidiócesis de Guadalajara

Wikileaks
El prelado nunca demandó obstruir a AMLO: arquidiócesis de Guadalajara
Foto
Diego Fernández de Cevallos, Fernando Guzmán Pérez (secretario de Gobierno de Jalisco), Emilio González Márquez y el cardenal, en imagen de 2007Foto archivo
Juan Carlos G. Partida
Corresponsal
Periódico La Jornada
Viernes 22 de julio de 2011, p. 3
Guadalajara, Jal., 21 de julio. La arquidiócesis de Guadalajara aceptó que el cardenal Juan Sandoval Iñiguez se reunió el 28 de marzo de 2006 con el embajador de Estados Unidos en el Vaticano, Francis Rooney, con el fin de solicitarle apoyo para la construcción del santuario cristero que se erige en Tlaquepaque, pero negó que le haya pedido intervenir para detener el avance de Andrés Manuel López Obrador en las preferencias electorales, como apuntó un cable difundido por Wikileaks.
El cardenal de Guadalajara no tiene por qué interferir en asuntos políticos del país ni quiso interferir; el único tema que se trató (en la reunión con el embajador Rooney) fue el del santuario de los mártires, aseveró Antonio Gutiérrez Montaño, vocero de la arquidiócesis.
Informó que Sandoval Íñiguez se encuentra en Brasil, en una encomienda de una fundación del Vaticano de ayuda a los pobres, pero aseguró que habló con el purpurado, quien expresó su rechazo a lo señalado en el cable de Wikileaks.
–Entonces, ¿se niega la información del cable en cuanto a que se hubiera hablado de López Obrador?
–El cardenal de Guadalajara sí se entrevistó con el embajador, pero el único tema que se trató ahí fue el del santuario de los mártires, para pedirle su apoyo en la construcción del santuario, pero de ninguna forma para hablar sobre López Obrador, y menos para hablar sobre los gobiernos de izquierda en el subcontinente.
–¿Por qué se pidió apoyo a un embajador estadunidense para construir un templo católico en México?
–Por cierto, nunca llegó ese apoyo. La entrevista fue con él porque el embajador es católico. No sé si todavía esté él como embajador, pero Rooney es católico, y ante la posibilidad de que pudiera apoyar desde su perspectiva de católico, pero de ninguna forma se habló del otro tema.
Gutiérrez Montaño recordó en entrevista que el 28 de febrero de 2006, un mes antes de la reunión con Rooney en Roma, el cardenal recibió en su casa, en la calle Morelos 244 de Tlaquepaque, a López Obrador, quien ya era aspirante presidencial de la coalición Por el Bien de Todos, formada por PT, PRD y Convergencia.
López Obrador puede constatar lo inverosímil del asunto porque las veces que pidió entrevistarse con el cardenal Sandoval, cuando estuvo en la campaña para presidente en 2006 (el prelado) lo recibió, dijo.
La relación entre ellos es buena. Hablándose de ideologías habrá puntos en que no podamos coincidir la izquierda mexicana y la Iglesia, pero no significa que entre el cardenal Sandoval y López Obrador haya un conflicto.
–¿Ha sido la única reunión?
–Ya habían tenido otro encuentro, como lo han buscado (al cardenal) otros candidatos, otros partidos, no para pedirle su bendición, como se ventila en los medios, sino para intercambiar opiniones. El mismo López Obrador puede constatar el trato que ha recibido del cardenal, lo que demuestra lo inverosímil del cable.
Sitio especial de La Jornada sobre WikiLeaks


Sandoval Íñiguez: intromisión e impunidad


A lo que puede verse, la candidatura presidencial encabezada en 2006 por Andrés Manuel López Obrador obtuvo muchas más reacciones que la puesta en marcha de una virulenta campaña propagandística que intoxicó el ambiente político de hace un lustro y que se basó en la caracterización del tabasqueño como un peligro para México. El cable difundido recientemente por Wikileaks, según el cual el obispo de Guadalajara, Juan Sandoval Íñiguez, pidió al gobierno estadunidense frenar el avance del entonces candidato de la Coalición por el Bien de Todos, permite ponderar el rechazo que provocó en la jerarquía católica la perspectiva del arribo al poder de un proyecto político de izquierda y con contenido social; su temor a un cambio, así fuera mínimo, en el actual modelo económico, y su disposición a jugar un papel más importante en las elecciones de hace un lustro.
Por añadidura, en el citado documento se pone en relieve el peligroso alcance de las ligas políticas que ha logrado tejer la Iglesia católica con autoridades seculares dentro y fuera del país; su determinación para operar políticamente a niveles que trascienden las fronteras nacionales y la falta de escrúpulos de algunos de sus integrantes a la hora de fijar y defender sus posturas e intereses relacionados con los asuntos terrenales.
Es inevitable percibir, en la referida petición (¿o exigencia?) del prelado jalisciense, algo más que el proverbial celo apostólico y el paternalismo con que los altos jerarcas eclesiásticos han pretendido orientar a su feligresía en asuntos electorales: desde las prohibiciones explícitas para sufragar por el Partido Comunista tras su legalización, a finales de la década de los 70, hasta los recientes pronunciamientos por respaldar opciones partidistas que defiendan la vida y los valores familiares, pasando por la recurrente proclama, surgida en tiempos del salinismo, de que no votar es pecado. La solicitud del religioso para que el gobierno de George W. Bush intercediera en el proceso electoral de hace un lustro en contra del político tabasqueño constituye, además, un intento inadmisible por involucrar a un gobierno extranjero en asuntos que corresponden exclusivamente a la voluntad de los mexicanos, y una invitación ominosa a subvertir la soberanía nacional que remite inevitablemente a lo ocurrido tras la guerra de Reforma, cuando el derrotado bando conservador y la jerarquía católica, inconformes con el gobierno juarista y con la Constitución liberal de 1857, ofertaron el inexistente trono de México a un príncipe europeo: Maximiliano de Habsburgo.

En un pleno estado de derecho, la conducta de Sandoval Íñiguez ameritaría ser esclarecida, investigada y, en su caso, sancionada conforme a la ley. Pero el cardenal jalisciense es respaldado por un historial de impunidad que lo mismo lo ha librado de acusaciones por proselitismo político y vulneraciones a los principios legales que consagran el carácter laico del Estado, que de acusaciones por lavado de dinero, malversación de limosnas y protección de curas pederastas. Desde esa posición, Sandoval ha ejercido una amplia influencia política en su estado natal, ha acusado sin pruebas al Estado mexicano por el asesinato de su predecesor, Juan Jesús Posadas Ocampo, y ha propalado en falso la versión de que los ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación se dejaron maicear por el Gobierno del Distrito Federal durante la reciente discusión sobre la constitucionalidad de los matrimonios del mismo sexo, todo ello sin ser llamado a cuentas por las autoridades correspondientes.
Semejante historial resulta desesperanzador, pues abre la posibilidad de que la conducta relatada en los cables de Wikileaks permanezca impune, para infortunio de la vida política y democrática del país y para mayor descrédito y desgaste de una administración calderonista que, paradójicamente, ha sido, junto con la foxista, la más afín y cercana a la Iglesia católica en el último siglo y medio.

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