Apuntes postsoviéticos
A la tercera
Juan Pablo Duch
Seis meses después de la primera cita en las urnas, la república caucásica de Osetia del Sur –que se proclamó independiente y que Georgia reclama como parte de su territorio– tiene por fin nuevo presidente, Leonid Tibilov, quien era jefe de las fuerzas de seguridad surosetias.
Desde que las autoridades anularon el triunfo en noviembre anterior de la candidata opositora, Ala Dzhioyeva, Osetia del Sur entró en una grave crisis de poder.En medio de una creciente confrontación, Dzhioyeva aceptó participar en nuevas elecciones a cambio de la renuncia inmediata del presidente Eduard Kokoity y la destitución de altos funcionarios que no reconocieron su victoria.
Kokoity dimitió, pero el Parlamento republicano se negó a cesar a los funcionarios, mientras la comisión electoral comenzó a maniobrar para impedir la postulación de Dzhioyeva.
En esas circunstancias, la lideresa opositora se desligó del pacto y convocó a sus seguidores a salir a la calle para atestiguar su toma de posesión como presidenta legítima.
La víspera, una veintena de hombres armados irrumpió en las oficinas de Dzhioyeva y ésta, tras recibir un golpe en la espalda con la culata de un fusil automático, terminó hospitalizada tras sufrir un conato de embolia.
Sacada por la fuerza de la contienda electoral, Dzhioyeva empezó otra fase del enfrentamiento, ya con otros cuatro aspirantes, ninguno del equipo de la opositora, descalificados bajo diversos pretextos.
Se perfilaron como favoritos Tibilov y David Sanakoyev, comisionado para los derechos humanos republicano, y después de realizar dos votaciones Osetia del Sur obtuvo nuevo presidente, a la tercera.
En lo que no deja de ser paradójico, por segunda ocasión, tampoco se impuso el candidato promovido por el Kremlin –en noviembre anterior Anatoli Bibilov y ahora Dimitri Medoyev–, a pesar de que Rusia reconoció la independencia de Osetia del Sur y, de hecho, la sostiene en términos militares y financieros.
Tibilov se plantea mejorar las relaciones con Rusia, investigar las denuncias de corrupción del anterior gobernante y exigir a Georgia que firme un tratado de no empleo de la fuerza.
Comienza ahora una nueva etapa de confrontación en Osetia del Sur entre el presidente electo y el Legislativo, que se considera leal a Kokoity. Y hasta que el jefe del Ejecutivo no disuelva el Parlamento y convoque a elecciones anticipadas para diputados estará atado de manos
Y después de la huelga en España... más recortes
Marcos Roitman Rosenmann
Fueron cientos de miles las personas que acudieron al llamado de la octava huelga general convocada por las organizaciones sindicales en la España posfranquista. El motivo central, vox populi, era rechazar la reforma laboral aprobada por el gobierno del partido popular. Sindicatos mayoritarios y minoritarios, profesionales y nacionalistas, firmaron el llamamiento y participaron activamente.
El éxito alcanzado intentó ser escamoteado mediante una guerra de cifras. Para el portavoz gubernamental tuvo escasa incidencia. Mediante datos manipulados, que hicieron referencia al sector servicios y a la administración pública, se le calificó de fracaso, al subrayar que no superó 30 por ciento de la población trabajadora. Pero la realidad decía otra cosa. Además de las manifestaciones que colapsaron las grandes capitales en un número superior a 3 millones, la comprobación del éxito o fracaso de una huelga general se mide por el descenso industrial en el consumo eléctrico. En esta ocasión la reducción respecto de un día normal se situó en 87.7 por ciento, superando con creces el 71.4 por ciento de 2010, obtenido contra la primera reforma de Zapatero y el histórico 82.6 por ciento de 2002 con José María Aznar.Ha sido un momento de gloria y reafirmación momentánea de las organizaciones sindicales, desacreditadas a la hora de reivindicar su papel protagónico en el mundo del trabajo. Pero los objetivos no eran mostrar el descontento ni llenar plazas, sino revertir el real decreto ley y forzar al gobierno a una negociación, buscando crear un nuevo marco de relaciones sociolaborales que pusiese sobre la mesa el mantenimiento de los derechos derogados con la reforma. Un acuerdo de mínimos, como el conseguido en la antesala de la huelga general entre la patronal y los sindicatos, donde no se contemplaban los recortes previstos en el nuevo real decreto ley. Pero las organizaciones empresariales prefirieron sumarse al articulado de la reforma, mucho más acorde con sus pretensiones, dejando en papel mojado lo firmado un mes antes.
La huelga general, en estas condiciones, era inevitable. No fue plato de buen gusto. Se trataba de echar pulso al gobierno y patronal juntos, y hacer sentir la voz de millones de parados y trabajadores, cuyo futuro no sólo es incierto, sino poco alentador. Lamentablemente, gobierno y empresarios han sido refractarios. Concluida la jornada, el día después no representó un cambio en sus postulados. Haciendo oídos sordos a la voz de los trabajadores, se mantiene arrogante y no está dispuesto a dar marcha atrás. Sin rubor, los ministros más afectados, de Hacienda, Trabajo y Economía e Interior, desplazaron 40 mil policías, tratando a los manifestantes como si fueran el enemigo público a combatir. Confluían, luían en sus declaraciones. Para ellos, millones de españoles en las calles protestando y paralizando el país no es argumento democrático, en tanto no coincidente con la voluntad popular expresada el 20 de noviembre de 2011 en las urnas, que le otorgaba al Partido Popular la mayoría absoluta para hacer y deshacer reformas. Por consiguiente, no había motivo para alterar el rumbo. El resultado electoral es para Rajoy, su gobierno y partido, y representa una carta blanca, al considerar el Parlamento el lugar sagrado donde reside la democracia. Si la democracia se ubica en el hemiciclo parlamentario, la reforma había sido aprobada por una mayoría de diputados, votando en favor 197 de los 350, cantidad superior a los 141 sufragios que rechazaban su entrada en vigor.
Por razones de calendario político, elecciones en las comunidades autónomas de Asturias y Andalucía, los presupuestos generales del Estado no se dieron a conocer por temor a perder votos. Pero no habían pasado 24 horas de la huelga general, el viernes 30 de marzo, una vez concluidas las elecciones en que el Partido Popular quedó lejos de conseguir sus objetivos, controlar Andalucía y Asturias, completando el mapa de poder autonómico, hizo públicos los llamados presupuestos de guerra. Para salir adelante y responder los designios de la Unión Europea, meten tijera y recortan 27 mil millones de euros. El objetivo, no superar 5.3 por ciento de déficit público. Para recaudar, la idea luminosa ya aprobada es conceder amnistía fiscal a los defraudadores y a las grandes fortunas, que han decidido evadir capitales. Medida acompañada por la subida de 3 por ciento en la retención del impuesto a las personas físicas, IRPF y la congelación de sueldos y salarios a los funcionarios de la administración pública, junto con la cantinela de privatizar lo poco y nada que queda, externalizando servicios y ahorrando en inversión social.
Y tras Semana Santa, una vez hecha la penitencia, el gobierno anuncia otro zarpazo al acordar un recorte suplementario de 10 mil millones de euros en sanidad y educación. Como señala Armando Tejeda, corresponsal de La Jornada en España en su crónica del 10 de marzo, estas medidas forman parte de un plan oculto, un programa no revelado a la sociedad, por parte de Mariano Rajoy, consistente en seguir desmantelando el ya deteriorado Estado de bienestar en España. Hoy, los niveles de pobreza superan 25 por ciento de la población. Los albergues y comedores populares, que años atrás atendían principalmente a la población migrante, hoy se ven desbordados por familias españolas, cuyos miembros han perdido el trabajo, no pueden pagar su hipoteca, son desahuciados y deben recurrir a la beneficencia para comer y obtener un techo donde cobijar a sus hijos. Son más de 10 millones, según Cáritas, las personas que están bajo el umbral de la pobreza, según su informe de 2010. Y la cifra sigue creciendo.
Los servicios públicos se desmantelan aceleradamente. Con la excusa de ahorrar y la coletilla de menos dinero invertido no supone deterioro de la prestación, se cierran centros de salud primaria, urgencias médicas en pueblos y se deja sin atención a 300 mil personas de manera directa, al negar financiamiento para hacer funcionar la ley de dependencia. Ya está en boca de todos el copago sanitario. Se trata de penalizar al usuario y disuadirlo de ir a las consulta médica cobrándole por cada cita. De esta forma los problemas se harán crónicos y el resultado será, como en otros países donde ya se implantó, catastrófico.
Enfermedades curables con diagnósticos precoces dan paso a cánceres terminales y un simple constipado acaba en pulmonía y bronquitis asmática. Suma y sigue. En educación, el deterioro de la calidad de la enseñanza no viene por la mala formación de los profesores, sino por la falta de medios para realizar sus tareas. La situación en comunidades como Madrid o Valencia, gobernada por el Partido Popular, donde han embargado material didáctico por falta de pago, cortándoles la electricidad, el teléfono y el gas, supone quedarse sin Internet, calefacción o luz.
España continúa su marcha hacia el siglo XIX. La huelga general, debemos decirlo, no logró torcer la mano de la derecha gobernante ni de los empresarios. Los recortes se imponen y será necesario repensar las formas de resistencia. La pregunta está en el aire: ¿y ahora, qué?
Madrid vs Barcelona, un nuevo reto
Gustavo Duch
¿Saben aquí, en su América Indígena y Latina, que en España asistimos a una nueva competencia Madrid vs Barcelona? No es la liga de futbol ni la del baloncesto, ni la distinción por ser Capital Verde Europea. Las dos ciudades compiten estos días por recibir entusiasmadísimas e impacientes la edificación de un complejo turístico y de juego que quiere ser réplica de Las Vegas. A falta de ubicación el bautizo ya se ha oficiado: Eurovegas.
Un nuevo duelo de nuestra clase política que, envidiosa de ronaldos y messis, se imagina en las telenoticias con tijeras doradas cortando cintas inaugurales (costumbre también de viejos dictadores que nunca pasan de moda), pronunciando discursos grandilocuentes con fuegos artificiales de fondo mientras el público aplaudimos sus genialidades. Igual en Madrid que en Barcelona, pues de partidos políticos diferentes, sueñan sueños iguales¿Los motivos de tal proyecto? En un admirable ejercicio de imaginación el Mausoleo Las Vegas vendrá a rescatarnos de la crisis, a inyectar fondos a las arcas públicas y generar empleo directo para 200 mil personas y 100 mil más en indirectos. Una lluvia de dólares, que llegaría como regalo envuelto en progreso que sólo los falsos progresistas –dicen– se atreven a cuestionar.
Pues sí, cuestionemos: ¿falsos progresistas o falso progreso? Porque más y más rascacielos para jugar a tocar el cielo es progresar a peor. Lo sabemos, científicamente; está probado que el crecimiento perpetuo sólo lleva al abismo. Cuando las visiones más visionarias (y el sentido común con más sentido) nos presenta alternativas al crecimiento sin ton ni son, Madrid y Barcelona se ciegan por una inversión al estilo del viejo oeste. Cuando el ciclo capitalista está acabando, Madrid y Barcelona quieren ser su capital, sin entender que la agraciada será un simple cementerio.
También la Historia con su particular mano dura desmonta estos mitos y ensoñaciones. Setenta años después de la construcción de Las Vegas, el estado que la resguarda, Nevada, ocupa las últimas posiciones en calidad escolar, en salud de su ciudadanía y en proporción de jóvenes con título universitario de la Unión. En cambio, es abochornada medalla de oro en desocupación y paro, medalla de plata en ejecuciones hipotecarias y medalla de bronce en crímenes.
El capital inversor ya ha exigido modificaciones en las leyes laborales y de fiscalidad. Como buenos tahúres, en la primera mano han empezado muy fuerte, con un gran farol: ¡centenares de miles de puestos de trabajo!, cuando en realidad serán pocos, precarios y sin futuro. Y como los libros de cuentas los llevará el contable de Al Capone, tienen que hacerse algunos retoques jurídicos para facilitar su trabajo. Efectivamente, como en el viejo y lejano Oeste, la ciudad elegida deberá de ser ciudad sin ley.
¿Y por qué España? Dicen que por el buen clima y el buen trato, y es cierto. Aquí y ahora, con las arcas del Estado en subasta especulativa, el clima para estos negocios de casino es el mejorcito. Y el buen trato deparado a timadores y tramposos se cuenta en las guías turísticas como algo digno de conocer.
La candidatura de Barcelona, además, loquita por agradar, ha ofrecido en la permuta 250 hectáreas de sus mejores terrenos agrícolas periurbanos en el Delta del Llobregat. Lo vocean nuestros representantes políticos (
se cambia paraíso agrario con sus payeses y payesas, por un paraíso fiscal de evasores de impuestos y las cartas marcadas).
Una mala jugada, porque sustituir alcachofas, zanahorias o puerros por campos de golf, ruletas y macrosalas de eventos puede parecer adelanto, pero es sólo un cómic de ciencia ficción.
Pero, señor Sheldon Adelson, propietario de estos negocios (inversiones, dice la clase política española que le está cortejando), sepa que le esconden una información clave a la hora de tomar su decisión. La población de Madrid y Barcelona no son títeres de sus administraciones y su iniciativa desafía a un invencible ejército de cucarachas que de un proyecto de precariedad laboral, injusticia fiscal, destrucción ambiental y desigualdad social, hará un sueño imposible.
Los diccionarios de una nueva humanidad ya tienen las primeras galeradas.
Casino: dícese del hábitat natural del capitalismo, donde anidaban especuladores, derrochadores, estafadores y otros pájaros extintos.
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