Alianza Social de Trabajadores de la Industria Mexicana

lunes, 2 de abril de 2012

De la Madrid y el inicio del desmantelamiento nacional - Un gobierno gris, acusado de fraude electoral- El mundo maravilloso del capitalismo

Sexenio de claroscuros
Un gobierno gris, acusado de fraude electoral
Rosa Elvira Vargas
Periódico La Jornada
Lunes 2 de abril de 2012, p. 3
    La huella que dejó el sexenio de Miguel de la Madrid es calificada por analistas e historiadores de gris. Fue cuando se inició en el país la aplicación de políticas económicas neoliberales.
Sucedió a José López Portillo y gobernó el país de 1982 a 1988.
Su gestión también se caracterizó por la parálisis gubernamental que siguió al terremoto del 19 de septiembre de 1985 –nunca asumió el liderazgo durante la tragedia– y porque al final del mandato se cometió uno de los fraudes electorales más escandalosos en la historia moderna de México.
Nació el 12 de diciembre de 1934 en la ciudad de Colima. Estudió derecho en la UNAM y un posgrado en administración pública en Harvard. López Portillo lo invitó a formar parte de su equipo en 1977, como subsecretario de Hacienda. En mayo de 1979 sustituyó a Ricardo García Sainz como secretario de Programación y Presupuesto, dependencia donde trabajaba el orgullo del nepotismo: su hijo José Ramón.
Cuentan que De la Madrid convenció a López Portillo de que otorgara a José Ramón el cargo de subsecretario.
Antes había sido subdirector general de Crédito de Hacienda, durante el gobierno de Gustavo Díaz Ordaz. Con Luis Echeverría Álvarez se desempeñó, de 1970 a 1972, como subdirector de Finanzas de Pemex y después regresó a Hacienda como director general de Crédito. Ostentaba credencial del PRI desde 1963, y asesoró al Instituto de Estudios Políticos, Económicos y Sociales de ese partido en las campañas presidenciales de Echeverría y López Portillo.
A este último le tocó el boom petrolero. Pidió a los mexicanos que se prepararan para administrar la abundancia. Sin embargo, las pillerías de sus colaboradores, la baja de los precios del crudo y la creciente deuda externa tronaron la economía. De ahí que en sus memorias López Portillo escribiera que optó por De la Madrid como sucesor –en el apogeo de los tiempos del dedazo– porque se necesitaba a alguien que supiera manejar la crisis. “Si hubiéramos necesitado política –reflexionó entonces López Portillo–, Javier García Paniagua hubiera sido la opción.”
Así fue como en septiembre de 1981 De la Madrid fue destapado por los tres sectores del PRI para ser candidato a la Presidencia.
El área de Palacio Nacional que ocupaba la Secretaría de Programación y Presupuesto se convirtió en romería. Pronto, De la Madrid anunció como lema de campaña la renovación moral de la sociedad. Ello debido a los escándalos de corrupción que protagonizaron quienes rodeaban a su antecesor, con quien rompió al afirmar que recibía un país en emergencia, debido a una galopante inflación.
Parálisis en el temblor
El 19 de septiembre de 1985, a las 7:19 horas, un terremoto sacudió y destruyó amplias zonas de la ciudad de México. Miles de personas murieron. Oficialmente se dijo que fueron entre 5 y 10 mil víctimas, pero la gente no lo creyó. La sociedad tuvo que organizarse para sacar a la gente de entre los escombros. El gobierno actuó con lentitud, miedo e ineficacia. Eso marcó el resto de su periodo.
La situación económica que le heredó López Portillo complicó todo. Tres meses antes de tomar posesión se nacionalizó la banca, se declaró moratoria y el entonces secretario de Hacienda, Jesús Silva Herzog, tuvo que ir a Wa-shington a negociar financiamiento.
El país estaba en bancarrota. Problema de caja, lo llamó Silva Herzog.
Por ello, a partir de diciembre de 1982, luego de asumir el cargo, introdujo políticas económicas neoliberales, pero la situación se fue complicando hasta que fue necesario diseñar y aplicar un plan de choque ultraortodoxo, como se llamó eufemísticamente al Pacto de Solidaridad Económica, que contemplaba incrementos a los precios de todos los bienes y servicios públicos.
El presidente se curaba en salud: Son medidas amargas, fuertes y dolorosas, pero evitarán la hiperinflación. No lo hicieron.
Chicago boys
Desde el principio, a los integrantes de su gabinete los comentaristas los bautizó como Chicago boys. Sin embargo, no pudieron evitar el naufragio económico y dejaron al país con una paridad de 2 mil 250 viejos pesos por dólar, con una devaluación de mil 437 por ciento. El PIB creció, en promedio, sólo 0.18 por ciento en su sexenio, y la inflación superó 4 mil por ciento, mientras la deuda externa del sector público se ubicó en 81 mil millones de dólares. También se presentó el famoso crack de la bolsa en 1987.

De la Madrid y el inicio del desmantelamiento nacional

      El fallecimiento de Miguel de la Madrid Hurtado, presidente de México entre 1982 y 1988, remite a un periodo decisivo de la historia reciente del país: el del asalto al poder por los tecnócratas formados en universidades estadunidenses, el principio del fin del modelo de economía mixta y los inicios de la instauración del neoliberalismo económico, aplicado ya de manera abierta y con las consecuencias por todos conocidas por las administraciones de Carlos Salinas, Ernesto Zedillo, Vicente Fox y Felipe Calderón.
Como ha de recordarse, De la Madrid, nacido en Colima en 1935, llegó a la jefatura de Estado en una situación caracterizada por la crisis económica que estalló a fines del sexenio de su antecesor, José López Portillo, por el desgaste político que éste causó a la Presidencia y por el agotamiento de lo que se llamó el desarrollo estabilizador. Para mayor infortunio, a la mitad del sexenio delamadridista (19 de septiembre de 1985) ocurrió el terremoto que devastó buena parte de la ciudad de México y muchas otras localidades del centro del país, el cual exhibió a una autoridad paralizada, incapaz de responder en forma eficiente ante la emergencia y lastrada por la corrupción, la torpeza y el burocratismo.
El entorno internacional tampoco fue propicio para México en esos años, ni en lo económico ni en lo político: a la administración de De la Madrid le tocó una de las mayores caídas en las cotizaciones internacionales del petróleo; para colmo, el sexenio 1982-1988 empezó y terminó con el telón de fondo de la presencia siniestra y agresiva de Ronald Reagan en la Casa Blanca (1980-1988), quien llevó la guerra fría hasta grados de paroxismo y paranoia nuclear, emprendió en Centroamérica una política de respaldo activo y beligerante a las dictaduras genocidas de Guatemala y El Salvador y mantuvo un acoso bélico constante contra el régimen sandinista en Nicaragua. En ese difícil entorno regional, el gobierno mexicano hubo de echar mano de todos sus recursos para constituirse en factor de paz y distensión en la zona, por medio de la integración del Grupo Contadora, el cual hizo un efectivo contrapeso al belicismo estadunidense.
La presidencia de Reagan cometió también atropellos directos contra la soberanía mexicana, como fue el caso del secuestro y traslado clandestino a territorio estadunidense de ciudadanos mexicanos a los que el país vecino consideraba sospechosos de participar en el asesinato del agente de la DEA Enrique Camarena (febrero de 1985).
En el contexto de esas adversidades internas y externas, y con una hiperinflación que persistió durante todo su sexenio, De la Madrid inició el desmantelamiento del sector público, emprendió una política antinflacionaria basada primordialmente en la congelación de los salarios, adhirió al país al Acuerdo general sobre Aranceles y Comercio (predecesor de la Organización Mundial de Comercio), con lo que se inició la apertura de los mercados nacionales; privatizó parcialmente la banca, nacionalizada a fines del sexenio anterior, y priorizó los pagos puntuales de la agobiante deuda externa sobre cualquier otra consideración económica, política o social. La orientación de la política económica provino de la Secretaría de Programación y Presupuesto, que durante casi todo el sexenio ocupó Salinas de Gortari.
En contraste con la aplicación de los llamados ajustes estructurales que distorsionaron en forma irreparable el régimen de economía mixta, en lo político la administración delamadridista mantuvo intacto el carácter autoritario y antidemocrático del régimen. En 1987, tras la imposición de Carlos Salinas de Gortari como candidato presidencial, el PRI sufrió la escisión de la llamada Corriente Democrática, que derivaría al año siguiente en la integración de un frente común con las izquierdas tradicionales para la postulación de Cuauhtémoc Cárdenas, que culminó con lo que para muchos fue la primera derrota del PRI en una elección presidencial, el 6 de julio de 1988.
Aquellos comicios estuvieron marcados por la grosera intromisión del gobierno federal en favor de su candidato y por innumerables irregularidades cometidas desde el poder público el día de la elección. Por ello, sobre la presidencia de Salinas recae la sospecha histórica del fraude y de la ilegitimidad. Años después De la Madrid reconocería, a cámara, que el PRI perdió la elección, y en 2009 intentó tomar distancia de su delfín y sucesor, a quien acusó de robarse la partida secreta presidencial, y a su hermano Raúl, de tener vínculos con el narcotráfico. Fueron, en ambos casos, gestos tardíos e inútiles, seguidos por humillantes retractaciones, las cuales no lograron desmarcar a De la Madrid del inicio de uno de los periodos más oscuros y trágicos de la historia de México: el ciclo neoliberal.


El mundo maravilloso del capitalismo
Fidel Castro Ruz
     La búsqueda de la verdad política siempre será una tarea dura, aun en nuestros tiempos cuando la ciencia ha puesto en nuestras manos un gran número de conocimientos. Uno de los más importantes fue conocer y estudiar el fabuloso poder de la energía contenida en la materia.
El descubridor de esa energía y su posible empleo era un hombre pacífico y bonachón que, a pesar de su repudio a la violencia y a la guerra, solicitó su desarrollo a Estados Unidos, presidido entonces por Franklin D. Roosevelt, de conocida posición antifascista, líder de un país capitalista en profunda crisis, que había contribuido a salvar con fuertes medidas que le ganaron el odio de la extrema derecha de su propia clase. Hoy ese Estado impone al mundo la más brutal y peligrosa tiranía que ha conocido nuestra frágil especie.
Los despachos procedentes de Estados Unidos y sus aliados de la OTAN se refieren a las fechorías cometidas por ellos y sus cómplices. Las ciudades más importantes de Estados Unidos y de Europa reflejan constantes batallas campales entre los manifestantes y la policía bien entrenada y alimentada, con carros blindados y escafandras, repartiendo golpes, patadas y gases contra mujeres y hombres, torciendo manos y cuellos de jóvenes y viejos, mostrando al mundo las cobardes acciones que se cometen contra los derechos y la vida de los ciudadanos de sus propios países.
¿Hasta cuándo pueden durar semejantes barbaries?
Para no ser extenso, ya que estas tragedias se irán presentando cada vez más por la televisión y la prensa en general, y serán como el pan que cada día se niega a los que menos tienen, citaré el despacho cablegráfico, recibido hoy, de una importante agencia de noticias occidental:
“Buena parte de las costas japonesas del Pacífico podrían quedar inundadas por una ola gigantesca superior a los 34 metros (112 pies) si se produjera un sismo poderoso, según los cálculos revisados de un panel del gobierno.
“Cualquier tsunami desencadenado por un terremoto de magnitud 9 en la depresión de Nankai, que va desde la principal isla nipona de Honshu hasta la isla sureña de Kyushu, podría alcanzar los 34 metros de altura, señaló el comité.
Un cálculo anterior en el 2003 estimaba que la altura máxima de dicha ola sería inferior a los 20 metros (66 pies).
La planta de Fukushima había sido diseñada para resistir un tsunami de 6 metros (20 pies), menos de la mitad de altura de la ola que la impactó el 11 de marzo del 2011.
Pero no hay razones para preocuparse. Otro despacho fechado hace dos días, el 30 de marzo, nos puede tranquilizar. Procede de un medio realmente bien informado. En breves palabras sintetizaré: “Si usted fuera futbolista, jeque árabe o directivo de una gran multinacional ¿Qué tipo de tecnología le haría suspirar?
“Recientemente, unos conocidos almacenes de lujo en Londres inauguraron una sección entera dedicada a amantes de la tecnología con abultadas billeteras.
Televisores de un millón de dólares, cámaras de video Ferrari y submarinos individuales son algunos de los fetiches para hacer las delicias del millonario.
El televisor del millón de dólares es la joya de la corona.
En el caso de Apple, la empresa se compromete a entregar sus nuevos productos el mismo día de lanzamiento en el mercado.
Pongamos que hemos salido de nuestra mansión y ya estamos cansados de rondar por ahí con nuestro yate, limousine, helicóptero o jet. Todavía nos queda la opción de comprar un submarino individual o para dos personas.
La oferta prosigue con celulares con carcasa de acero inoxidable, procesador de 1,2 GHz y 8 G de memoria, y tecnología NFC para realizar pagos a través del celular. Videocámara con sello Ferrari.
¡Verdad compatriotas que el capitalismo es cosa maravillosa! Quizás nosotros seamos culpables de que cada ciudadano no tenga un submarino particular en la playa.
Son ellos y no yo quien mezcló en este mismo saco a los jeques árabes y los directivos de las grandes transnacionales con los futbolistas. Al menos estos últimos entretienen a millones de personas y no son enemigos de Cuba. Debo aclararlo.
Abril 1 de 2012
8 y 35 p.m.

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