Alianza Social de Trabajadores de la Industria Mexicana

sábado, 7 de abril de 2012

Elecciones en Francia y Estados Unidos: iguales y tan diferentes- Los de Abajo- Ignacio Ramonet y la explosión del periodismo

Elecciones en Francia y Estados Unidos: iguales y tan diferentes
Immanuel Wallerstein
     En 2012 habrá dos muy importantes y competidas elecciones presidenciales. En Francia, el 22 de abril, y en Estados Unidos, el 6 de noviembre. Virtualmente los mismos puntos están siendo debatidos en cada uno de estos países, y casi de la misma manera. En ambos los presidentes son las figuras políticas más poderosas. Pero hay una gran diferencia entre esas elecciones: no es una de ideología, sino de las reglas de la elección en sí. Diferentes reglas producen tácticas electorales sorprendentemente diferentes.
En ambos países existen dos partidos importantes que históricamente se presentan a sí mismos como una centroderecha que se opone a una centroizquierda. Los observadores de casi todas las convicciones políticas concuerdan en que las políticas reales de cada uno de estos partidos, una vez en el poder, no son muy diferentes. No obstante, existen algunas diferencias que cada uno considera cruciales, y éstas motivan que cada grupo puje ferozmente por las elecciones presidenciales.
En ambos países existe lo que podría llamarse una extrema derecha y una izquierda radical. La extrema derecha y la izquierda radical denuncian a los dos partidos centristas como compadres gemelos y llaman a formar plataformas políticas que sean realmente de izquierda o de derecha. Esto juega en cada país de modo bastante diferente, debido a los muy distintos sistemas electorales.
En Estados Unidos la elección ocurre en 50 unidades separadas –los estados– sobre la base de que el ganador en cada estado se lleva todo el estado, que cuenta para un número de votos específicos en lo que se conoce como colegio electoral. Este sistema hace muy difícil que un tercer partido tenga un impacto real en la decisión de quién resulta electo. Sin embargo, hay quienes no se inmutan con esto y lanzan candidatos de todas maneras. Algunas veces hacer esto afecta los resultados en unos cuantos estados, y como tal los resultados finales. Por ejemplo, en 2000 algunos analistas arguyeron que la candidatura de Ralph Nader robó los votos suficientes al candidato demócrata Al Gore, lo cual lo privó de la victoria en dos entidades. Por tanto, se ha dicho algunas veces, la candidatura de Nader tuvo como efecto que Bush saliera electo.
En el pasado la extrema derecha en Estados Unidos tendía a abstenerse de participar a nivel electoral alegando que el Partido Republicano era demasiado liberal para su gusto. Pero hace unos 20 años este grupo decidió que el modo de afectar el resultado era entrar en el Partido Republicano y forzarlo, confrontando a los republicanos que eran demasiado centristas en las elecciones primarias al interior del partido, para que eligieran candidatos más conservadores. En los tiempos que corren este grupo es ampliamente conocido con el nombre del Partido del Té. Esta táctica de entrar ha sido bastante exitosa y el Partido Republicano se ha movido, de hecho, significativamente a la derecha en los últimos 12 años, más o menos.
En Francia las elecciones funcionan de modo muy diferente. Por una razón: son nacionales, no hay subunidades electorales. Una segunda razón es que a menos que un candidato reciba más de 50 por ciento de votos siempre hay una segunda ronda electoral, en la que los dos partidos con los porcentajes más grandes en la primera votación son la única opción a elegir.
El sistema permite y de hecho alienta que grupos de todas las variedades políticas presenten un candidato presidencial en la primera ronda, dado que los votantes saben que pueden otorgar su voto a alguno de los dos partidos principales. La primera ronda sirve como demostración de fuerza popular y afecta primordialmente, eso esperan, las políticas del partido ganador después de la segunda ronda.
El sistema francés tiene una falla. Ambos partidos importantes tienen que contar con los suficientes votos para entrar a la segunda ronda. En 2002, lo que fue algo excepcional, el partido de centroizquierda, los socialistas, quedaron apenas atrás del partido de extrema derecha, el Frente Nacional, y fueron eliminados. Por tanto, este año los socialistas están enfatizando la importancia del vote utile (voto útil) para que no les vuelva a pasar. El trauma de 2000 para los demócratas en Estados Unidos es semejante al de 2002 para los socialistas en Francia.
¿Dónde nos deja esto? En Estados Unidos el eventual candidato republicano se presentará como muy conservador gracias a las presiones del Partido del Té, y por tanto corre el riesgo de perder los votos de los llamados moderados, quienes son más centristas. El candidato demócrata, que será el presidente Obama, ha desilusionado a muchos de sus más ardientes simpatizantes al moverse contundente a la derecha durante su primer periodo. Ahora intenta ganarlos de nuevo con una plataforma más populista, pero preocupa que, en el proceso, pueda perder a alguno de los moderados republicanos desilusionados. En 2012 no se avizoran candidatos significativos de partidos menores.
En Francia la situación es más complicada. Las encuestas actuales muestran que los dos candidatos de los partidos importantes –Nicolas Sarkozy, del partido de centroderecha, el UMP, y François Hollande, del partido de centroizquierda, los socialistas– van bastante parejos en la primera ronda. Sin embargo, cada uno tiene poco menos de 30 por ciento de votos. El restante 40-50 por ciento se repartirá entre otros tres candidatos primordialmente: Marie LePen, del Frente Nacional, de extrema derecha; François Bayrou, del partido de centro-centro (que condena al UMP y a los socialistas de no ser lo suficientemente centrista), y Jean-Paul Melenchon, del Frente de Izquierda, quien se las ha arreglado para convocar a la mayor parte de los votos de la izquierda radical, pese a la participación de un número de otros partidos de extrema izquierda en la elección.
LePen, Baryou y Melenchon, hasta el momento, tienen en las encuestas entre 14 y 18 por ciento de votos cada uno. Entonces, ninguno parece probable para la segunda ronda. El desempeño de Melenchon ha sido la gran sorpresa en las elecciones. Pero también hay la predicción de que si las encuestas muestran que Hollande baja demasiado, tal vez la mitad de sus actuales simpatizantes voten por Hollande en vez de por él para no arriesgar a que LePen o Bayrou saquen de la jugada a Hollande.
Sin embargo, si Melenchon consigue una gran votación y Hollande queda de todos modos en la segunda ronda, dos cosas serán ciertas. Una, esto será un claro mensaje a los socialistas de que se tienen que mover a la izquierda. Segundo, casi todos los que votaron por Melenchon sufragarán por Hollande en la segunda ronda. En la derecha, sin embargo, la mayoría de los votantes de LePen serán renuentes a votar por Sarkozy, y el Frente Nacional no lo recomendará. Si lo hicieran, minaría la base misma de su existencia.
El sistema francés parece funcionar mejor para la izquierda radical. El estadunidense, para la extrema derecha. Pero esto es, sobre todo, por las diferentes reglas electorales que poseen.
Traducción: Ramón Vera Herrera
© Immanuel Wallerstein

Los de Abajo
Suicidio e indignación en Grecia
Gloria Muñoz Ramírez
       En los últimos días Grecia ha sido nuevamente escenario de fuertes movilizaciones contra la precariedad, los recortes, la falta de seguridad social, el desempleo… en resumen, contra la falta de esperanza para los de abajo, quienes desbordan nuevamente las calles y plazas, se enfrentan sin miedo a la policía, gritan su indignación e intentan organizar los pasos siguientes.
El suicido del trabajador griego Dimitris Christoulas, de 77 años, conmocionó a una Grecia lastimada desde que en 2009 les anunciaron que a pesar (o por eso mismo) del glamur que exhibieron en las Olimpiadas, el país no contaba con capital y tendrían que pedir prestado al Fondo Monetario Internacional (FMI) y a la Unión Europea. Era el principio del fin.
Durante estos casi tres años el pueblo griego no ha soltado las calles. Mientras, la vida cotidiana se precariza a pasos agigantados. Las medidas que se aprobaron el 29 de junio de 2010 se sienten en las casas, los centros de trabajo, las escuelas y en toda la vida diaria. Son esas medidas: aumento de impuestos para la mayoría de la población, privatizaciones de empresas estatales y recortes severos a la seguridad social, las que llevaron a la muerte a Dimitris, razón por la que la gente grita que no se trató de un suicidio, sino de un homicidio perpetrado por el Estado.
Desde 2010 se empezaron a reportar en Grecia desmayos de niños en las escuelas por problemas de desnutrición. Y también desde ese año se hablaba ya del incremento en la tasa de suicidios. Datos del ministro griego de Protección Civil advierten que desde 2009 los suicidios consumados y en tentativa aumentaron 22.5 por ciento, con un total de mil 727 registros en este trienio.
Otros datos representativos: la tasa de desempleo en tierras helénicas es de 20.9 por ciento en general, pero casi la mitad de los jóvenes (48 por ciento) permanecen parados, sin futuro. Y el número de personas sin casa subió 25 por ciento en los últimos tres años, al tiempo que 27 por ciento de la población enfrenta riesgo de pobreza o exclusión social.
Hoy de nuevo Grecia está en llamas. La plaza Syntagma está colmada de gente indignada y desde el miércoles 4 de abril no han cesado las movilizaciones: No ha sido un suicidio. Ha sido un asesinato. Que no nos acostumbremos a la muerte, se advierte en una pancarta.
“…No puedo encontrar otra solución, salvo un fin decente, antes de empezar a buscar comida en la basura para alimentarme”, escribió Dimitris antes de darse un tiro afuera del Parlamento de Atenas.
Ignacio Ramonet y la explosión del periodismo
Luis Hernández Navarro
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El autor de La explosión del periodismo se refiere a narraciones de fraude periodístico, como los reportajes del júbilo popular en el momento que derriban la estatua de Saddam Hussein, que en el libro forman parte del capítulo Mentirosos compulsivosFoto Ap
      El 10 de marzo de 2000, Jack Kelly publicó en el USA Today la historia de Jacqueline, una empleada de hotel cubana que huyó de su país en una patera. Según el periodista, en su odisea la migrante se ahogó trágicamente en el estrecho de Miami. La nota era falsa. La mujer, cuyo verdadero nombre era Yamilet Fernández, estaba viva.
La narración de este fraude periodístico y de otros más, como los reportajes del júbilo popular en el momento de la demolición de la estatua de Saddam Hussein en Bagdad, el 9 de abril de 2003, forma parte del capítulo Mentirosos compulsivos, del libro La explosión del periodismo, de Ignacio Ramonet. Según el analista, la existencia de este tipo de prácticas es una de las razones por las que la prensa diaria de pago se ha desacreditado ante sus lectores y se encuentra al borde del precipicio.
El descrédito de los periodistas, de acuerdo con Ramonet, está relacionado también con la confusión creciente entre comunicación (entendida como la difusión de mensajes complacientes y aduladores en favor de las empresas que las encargan) e información; la concentración monopólica de los medios y el concubinato entre políticos y periodistas.
Antes, asegura el periodista, los periódicos vendían información a los lectores; ahora lo que hacen es vender consumidores a los anunciantes.
El descrédito, sin embargo, no es el único problema que enfrenta la prensa. La época en la que los medios y los periodistas detentaban el monopolio de la información en la sociedad está llegando a su fin, afirma Ignacio Ramonet. El impacto del meteorito Internet ha provocado un cambio sustantivo del ecosistema mediático y la extinción masiva de los diarios de la prensa escrita. Sin embargo, los periódicos no van a desaparecer. Por el contrario, asegura el semiólogo nacido en España y radicado en Francia, probablemente nunca ha existido un momento más favorable para ser periodista.
La explosión del periodismo es el último libro de uno de los principales promotores del Foro Social Mundial y entrevistador del subcomandante Marcos y de Fidel Castro, publicado en España el año pasado por Clave Internacional y reditado por el Instituto Cubano del Libro.
En apenas 130 páginas, el autor de 20 libros más, director de 1990 hasta 2008 de la edición francesa de Le Monde diplomatique, y desde ese año de la edición española de la publicación, dibuja una detallada y vívida radiografía de los problemas que padece el periodismo contemporáneo. Con la precisión del cirujano disecciona a una prensa desubicada tras los impactos de la revolución digital, el surgimiento y expansión de las redes sociales, la fragmentación de los lectores, el colapso de la credibilidad de los medios y el impacto de la crisis económica.
La radiografía que hace muestra un paciente con graves problemas. Tan sólo entre 2003 y 2008, la difusión mundial de los diarios de pago cayó 7.9 por ciento en Europa y 10.6 por ciento en América del Norte. Solamente en Estados Unidos desaparecieron 120 periódicos, con la pérdida de unos 25 mil empleos. La difusión de la prensa escrita cae 10 por ciento al año. Numerosas publicaciones han sacrificado sus ediciones impresas. El Financial Times paga a sus redactores solamente tres días por semana.
La explosión del periodismo es, simultáneamente, un ensayo sobre la prensa escrita y un diagnóstico de sus principales retos, una crónica de sus aventuras y desdichas a lo largo de los últimos 10 años, y un pequeño catálogo de algunas de sus experiencias exitosas. Es así como pasa revista y analiza a profundidad casos como Wikileaks y lo que llama la excepción tunecina.
La clave de los proyectos exitosos, recuerda Ramonet, se encuentra, según el escritor argentino Tomás Eloy Martínez, en que la gente ya no compra los diarios para informarse, los compra para entender, comparar, analizar, confrontar, revisar el revés y el derecho de la realidad.
Entre los factores que explican el agravamiento de la decadencia de la prensa escrita de pago se encuentran, según el autor de La tiranía de la comunicación, la especulación financiera (con la salida en Bolsa de medios de comunicación y fusiones y concentraciones de los grandes grupos mediáticos), la excesiva dependencia de la publicidad, la competencia de los periódicos gratuitos, el envejecimiento del lector de prensa y la pérdida de fidelidad a los medios escritos.
El libro concluye explicando el éxito de Die Zeit (El Tiempo), el seminario alemán cuyas ventas se han disparado y que tira medio millón de ejemplares. La clave de su fortuna consiste, de acuerdo con Giovanni di Lorenzo, su director, en ignorar los consejos de los expertos, estudiar las necesidades de sus lectores, renunciar a las modas y publicar artículos largos, documentados y serios.
La explosión del periodismo es un libro esclarecedor y actual; un trabajo indispensable para comprender la problemática y los desafíos de la prensa hoy en día. Una obra que debería llegar al lector mexicano a la brevedad.

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