India: En riesgo la farmacia del tercer mundo
Una protesta contra las patentes en India.
Foto: MSF
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NUEVA DELHI (apro).- El futuro de la farmacia del tercer mundo se libra en una sala del Tribunal Supremo de la India. Está en juego el derecho de la propiedad intelectual y las patentes frente al derecho de los pobres a medicamentos baratos.
La farmacéutica Novartis se enfrenta al gobierno indio por la patente de su medicamento para la leucemia Glivec -Gleevec en Estados Unidos, en una batalla que comenzó en 2006.
Los activistas advierten de que una victoria de la multinacional suiza supondría un precedente judicial que pondría fin a los medicamentos baratos que produce el país asiático, segundo productor y primer exportador mundial de genéricos.
Unicef o Médicos sin fronteras dependen de las medicinas indias en los países en desarrollo. El 80% de los medicamentos para el sida en el mundo en desarrollo procede del país asiático. Un 90% de los antirretrovirales con los que se trata a los niños tienen origen en la India.
“Ofrecemos algo nuevo a los pacientes”, afirmó a mediados de septiembre en el comienzo del juicio Gopal Subramanium, abogado de Novartis, ante el Tribunal Supremo en referencia a su medicamento Glivec, patentado en 40 países, entre ellos China, Rusia, Alemania o Reino Unido.
Esa es la cuestión de fondo: si Glivec es un producto nuevo o sólo mejora uno anterior.
En 1970, el país asiático dejó de conceder patentes a medicamentos. La India alegó el derecho a la salud y a los medicamentos de su población. Los indios no podían pagar las medicinas –con un 80% de la población viviendo con menos de 2 dólares al día tampoco pueden pagarlas hoy–. La decisión impulsó a la industria farmacéutica en el país asiático. Era el comienzo de la India como farmacia de los pobres con copias de medicamentos baratos con igual eficacia que los caros medicamentos de los países desarrollados.
Un buen ejemplo son los medicamentos contra el sida. En el año 2000 el tratamiento para un paciente con esta enfermedad costaba 10 mil dólares al año. Hoy cuesta alrededor de 100 dólares y la India los exporta mayoritariamente a países en desarrollo.
“Si no existiesen las medicinas indias no se habría podido lanzar campañas de tratamiento del sida en muchos países”, afirma Leena Menghaney, coordinadora de Médicos sin Fronteras en la India.
Cuando en 2005 la India ingresó a la Organización Mundial del Comercio (OMC) volvió a establecer la normativa de la propiedad intelectual y a conceder patentes como cualquier otro país. Pero incluyó en la ley de patentes la cláusula 3d que especifica que sólo se concederán patentes a las innovaciones médicas, a las nuevas moléculas, y que las nuevas formas y usos de sustancias conocidas no pueden patentarse, a no ser que mejoren sustancialmente su eficacia.
Esta cláusula trata de evitar el evergreening, una práctica que consiste en modificar ligeramente un medicamento para alargar la patente de 20 años e impedir la producción de genéricos. La India ha negado la patente a cientos de medicamentos en los últimos años apoyándose en la cláusula 3d. En estos momentos Gilead Sciences apela la negación de la patente de Viread, un medicamento contra el sida. Roche se encuentra en una situación similar con su anticancerígeno Tarceva.
El caso de Novartis tiene un alcance mayor. La multinacional suiza impugna la interpretación y aplicación del artículo 3d, norma que considera “arbitraria y vaga”. Alega que el medicamento contra la leucemia mejora en un 30% la absorción del compuesto por el cuerpo y por ello debería obtener una patente.
“Novartis busca aclarar si podemos confiar en las patentes en la India y si una organización que basa su trabajo en la investigación puede continuar invirtiendo en el desarrollo de mejores medicinas”, explica a Apro en un correo electrónico Ranjit Shahani, director de Novartis India.
“Se trata de proteger la propiedad intelectual para proteger la innovación”, recalca Shahani.
Novartis alega que proporciona Glivec gratuitamente al 95% de las personas que lo necesitan en la India. También, que la compañía proporciona gratis los medicamentos contra la lepra en todo el mundo en un acuerdo con la Organización Mundial de la Salud. “La India con un 70% de los casos de lepra mundiales es el mayor beneficiario”, señala el ejecutivo.
Sin embargo, los activistas consideran que una victoria de Novartis limitaría la producción de genéricos y encarecería el precio de las medicinas. “La India se vería obligada a conceder más patentes, tanto a medicamentos nuevos como a antiguos”, afirma Menghaney. “En la próxima década disminuiría la producción de genéricos en la India y sus efectos llegarían a todo el mundo en desarrollo”.
Vikas Ahuja, presidente de la Red de Personas Positivas de Nueva Delhi, cree que “el precio de los medicamentos se dispararía”. Ahuja fue diagnosticado de VIH en 1993 y ha recibido tratamiento con genéricos. “Una victoria de Novartis sería una sentencia de muerte”, señala.
La India rechazó en 2006 la patente a Novartis para el mesilato de imatinib (su nombre comercial es Glivec), al considerar que se trata de una nueva forma de un medicamento ya existente. Su precio descendió de 2 mil 600 dólares por paciente al mes a 200 dólares. La compañía suiza presentó dos impugnaciones en el Tribunal Supremo de Madrás. Una contra el rechazo de la patente y otra contra el apartado 3d. Un año más tarde el Tribunal falló en contra de Novartis en su demanda de invalidar el apartado 3d. Y le instó a que presente pruebas de la mejora del medicamento.
En junio de 2009, la Junta de Apelación de la Propiedad Intelectual, organismo responsable de las apelaciones de patentes, rechazó el recurso de Novartis y afirmó que el mesilato de imatinib no merece una patente, ya que la compañía no ha sido capaz de demostrar un aumento importante de su eficacia.
En agosto de ese mismo año, la multinacional presentó un recurso ante el Tribunal Supremo de la India en el que impugna la interpretación del apartado 3d. El juicio comenzó a mediados de septiembre y finalizó a principios de diciembre tras 12 semanas. Se espera el veredicto de los jueces.
No se trata de la única amenaza a la farmacia del mundo en desarrollo ni del único contratiempo con el que se encuentran las multinacionales farmacéuticas. El pasado marzo el país asiático concedió por primera vez una licencia obligatoria para producir un genérico, una medida legal que se puede tomar cuando un medicamento no tiene un precio accesible para la población. Una compañía india ya produce una copia genérica del anticancerígeno Nexavar patentado por Bayer. Con el nombre de Sorafenat su precio ha disminuido de 5 mil 500 dólares mensuales a 150 dólares y sólo puede ser vendido en el país asiático, donde hay unos 100 mil enfermos de cáncer de riñón e hígado. Bayer recibirá un 6% de las ventas del genérico como derechos de autor.
Días después de esta medida Roche rebajaba, voluntariamente, el precio de dos medicamentos contra el cáncer.
Tailandia y Brasil tomaron medidas similares en 2006 y 2007, respectivamente. Bayer llevó al gobierno indio a los tribunales y perdió. Por si fuera poco, la India planea establecer un sistema para limitar el precio de los medicamentos patentados para hacerlos más asequibles a una población mayoritariamente pobre. Actualmente 74 medicamentos “esenciales” tienen límites de precio. El gobierno quiere extender esta medida a 348 medicinas. Un plan que no gustará a las farmacéuticas, pero ayudará a que la sanidad deje de ser un lujo en la India.
La amenaza para la farmacia de los pobres procede de Europa. La India y la Unión Europea negocian un tratado de libre comercio. Bruselas quiere que las farmacéuticas indias no puedan usar la información de los laboratorios europeos ni estadunidenses para producir sus genéricos. Así, quiere establecer un periodo de 11 años en los que las compañías indias no podrían usar los resultados de los ensayos clínicos.
“Los fabricantes de genéricos tendrán que repetir los ensayos clínicos, algo muy costoso en términos económicos y que lleva mucho tiempo, lo que hará difícil o imposible registrar la versión genérica del medicamento”, afirma James Love, director de la ONG Knowledge Ecology International, en un artículo en el British Medical Journal. La medida retrasaría el acceso a nuevas y mejores medicinas en los países pobres, especialmente antirretrovirales. La UE ha negado estas informaciones. La oficina de la UE en Nueva Delhi no respondió a la petición de una entrevista de este medio.
El caso Novartis no es tanto acerca de la patente de Glivec como del posicionamiento de la India en la cuestión de los derechos de autor. La compañía suiza obtuvo 4 mil 600 millones de dólares el pasado año con la venta del anticancerígeno. Una derrota en la India no sería importante en términos económicos. Pero sí reforzaría el papel del gobierno del país asiático en la defensa del derecho a la salud de su población – y por extensión de otros países en desarrollo- frente a los intereses comerciales.
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