Alianza Social de Trabajadores de la Industria Mexicana

miércoles, 25 de mayo de 2011

UNA SEMANA EN CIUDAD SOL ¿QUE BUSCA ESTE MOVIMIENTO?




·         Tokio Blues (Norwegian Wood)

Posted: 24 May 2011 02:32 AM PDT

Ha pasado ya una semana desde que comenzó la primer acampada en Sol, un movimiento para muchos inesperado y que ha supuesto una revolución en los procesos de participación ciudadana de España.

A este movimiento se le ha querido vincular con la plataforma Democracia Real Ya, quien convocara a la marcha del 15 de Mayo, el día en que empezó todo. También se le ha querido responsabilizar de incidir en los resultados electorales y se le ha acusado de la debacle del PSOE.

Cientos de especulaciones e interpretaciones en la que los medios de comunicación tradicionales no se han parado a preguntarle a los integrantes de este movimiento quiénes son, qué quieren y qué buscan. En este video entrevistamos a Javier, vocero de la Acampada que nos hace un resumen de cómo se ha formado este ya autodenominado “Movimiento 15M” y nos habla de sus propuestas y de lo que realmente busca.

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Posted: 24 May 2011 02:30 AM PDT
La Acampada Sol ha lanzado el sitio madrid.tomalosbarrios.net desde donde buscan coordinar las asambleas en barrios y plazas de Madrid que se realizarán el próximo aábado 28 de Mayo a las 12:00 en las plazas de los pueblos y barrios de la capital española.
Estarán convocando a la primer asamblea de organización con los representantes de los barrios de Madrid en la Plaza del Carmen el próximo martes 24, en la que supondría una nueva etapa en la actuación de este movimiento que conforme a los acuerdos de su asamblea general del 22M, han decidido extender su trabajo en las comunidades.
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Participación democrática y estado de rebelión
Enrique Dussel
La Plaza del Sol de Madrid se llena de jóvenes y ciudadanos indignados; así como llenaban por mayores motivos la Plaza Tahrir (de la Liberación) en El Cairo, y el 21 de diciembre de 2001 la Plaza de Mayo en Buenos para derrotar al gobierno de F. de la Rúa y su estado de excepción. Hemos ya indicado en otra colaboración de La Jornada que estos movimientos nos recuerdan un hecho fundamental en la vida política de los pueblos: el estado de rebelión: la Comuna de participación directa en primera persona plural: nosotros. Recuerda al Estado que no es principalmente un gobierno representativo, sino una comunidad participativa. Marx propuso esa experiencia límite de la Comuna como un postulado político (aquello que es pensable lógicamente o por un cierto tiempo, pero imposible en el largo plazo). Hoy, sin embargo, es políticamente posible.
Los jóvenes de la Plaza del Sol discuten si permanecerán más tiempo en ella. Ellos querrían permanecer para siempre ahí (como enuncia el postulado), pero realistamente deberán volver a sus tareas cotidianas, y no podrán evitar a la representación frecuentemente corrupta y sin posible control por parte de la organización de la participación. ¡Volverá a gobernar representativamente! Aquel: ¡Que se vayan todos!, enuncia el postulado, la idea regulativa, pero no es factible. Factibilidad y gobernabilidad no están contra los ideales, los postulados, pero le marcan sus límites.
Es decir, es imposible permanecer siempre en la plaza. ¿Hace esto imposible una participación diaria, cotidiana, organizada, eficaz del pueblo? ¿Cómo puede alcanzarse la práctica permanente de una participación auténtica? ¿Es para ello necesario negar la representación (que se va corrompiendo en todos los países actualmente) e intentar una participación directa imposible? El aparente dilema se disuelve comprendiendo que es necesario organizar la participación desde la base (como en los ejemplares caracoles zapatistas o en la legislación venezolana promulgada el 21 de diciembre de 2010 sobre Leyes del Poder Popular) en las asambleas de la comunidad o las Comunas, con la representación respectiva (el concejo comunal, por ejemplo en Venezuela). Pero después, hay que ascender a un segundo nivel organizativo de la participación en la Comuna, representada en el consejo ejecutivo; para sólo en un tercer nivel llegar participativamente a la Asamblea conjunta de las Comunas (en el nivel municipal), con la representación en el parlamento comunal o municipal. Es decir, desde abajo hacia arriba, desde la base hasta el municipio, estado provincial o Estado federal, se van organizando, de manera muy diversa, las dos instancias de la democracia: la participación y la representación. El liberalismo burgués sólo institucionalizó la unilateral democracia representativa, hoy en crisis. No hay sin embargo que eliminar la representación. Hay que darle contenido y controlarla con la organización de la participación en todos los niveles. Esto último nunca se ha practicado (ni siquiera ideado, en cuanto articulado con la representación). Es la revolución política del siglo XXI.
Es decir, las masas que pueblan las plazas inconformes y rebeldes no han imaginado todavía cómo permanecer en la participación factible, organizada, institucionalizada, cotidiana, eficaz. No es ciertamente gracias a una asamblea directa permanente.
No serán ya los partidos políticos, necesarios en la representación, los que organicen la participación. Ahora son los movimientos antisistémicos, las instituciones de la sociedad civil (como sindicatos, grupos de vecinos, tercera edad, niños de la calle, pueblos originarios, feministas, etcétera), que con las redes electrónicas (los nuevos medios de producción de las decisiones políticas se transforman en instrumentos revolucionarios en manos del pueblo mismo), los que convocan multitudes a las plazas del mundo. Pero esta revolución de participación no sólo necesita organización, institucionalización (constitucional y legal, como en Venezuela2), además de estratégica y táctica cotidiana, sino también necesita una teoría para dar contenido político al movimiento, y la aparición de cierto liderazgo orgánico (como enseñaba A. Gramsci), sin las cuales condiciones se cae inevitablemente en un espontaneísmo ahora sí populista (y es el peligro inminente de todas esas muchedumbres indignadas justamente).
Queremos indicar entonces que la humanidad, las grandes masas de los países periféricos y centrales, comienzan a tomar conciencia de que la democracia representativa (no la democracia sin más) y los organismos internacionales (en especial del capital financiero) no son dignos de confianza por el alto grado de corrupción de sus burocracias (como lo manifiesta el FMI) y por su opción capitalista. Ante ellos, se levanta un pueblo en estado de rebelión (que deja al estado de derecho y al estado de excepción en el aire, al menos en Egipto o en el ejemplo argentino), y que convoca a la imaginación para organizar una nueva estructura participativa del Estado que exija, con planificación mínima pero estratégica, el cumplimiento de las necesidades del pueblo a las instituciones representativas, y que las controle eficazmente. Es la organización participativa del pueblo la que debe vigilar y castigar (no disolver) a la representación. A la representación le corresponde aquello de “mandar obedeciendo”; no a la participación, que “manda mandando”.

1 Filósofo.
2 Expresar esto en los medios intelectuales y filosóficos de los socialdemócratas europeos o estadunidenses, y sus comentaristas latinoamericanos, crea fuertes reacciones, donde se confunden los lentos progresos de la participación (en el cuerpo legal y en la práctica) en Venezuela con un populismo vulgar, cuando no fascista.
Modelo y descontento
Luis Linares Zapata
A la mitad de este templado mayo, temporada de prometedores cambios, estalló la furia de los millones de desplazados en España. El núcleo de sus pancartas entrelaza a los políticos con banqueros y especuladores para recalar en el mero sistema de explotación que se les impone y perjudica. La revuelta se extendió, con rapidez inaudita, por toda España. Los gritos lanzados son, en verdad, expresiones encapsuladas de su desesperada conciencia de parias. Van al mero fondo de sus tribulaciones, las individuales y las colectivas. Han tomado por sorpresa a sus elites que no atinan a dar, siquiera, medianas respuestas. Atrincheradas en sus compulsiones electorales, no se atreven a entrar, aunque fuera de manera lateral, en el meollo de injusticias que han procreado. Las decisiones de gobierno, atiborradas de ambiciones desviadas, han oscurecido el panorama futuro de millones de españoles: 20 por ciento de ellos han quedado sin oportunidades presentes o venideras.
Antes que ellos, jóvenes y viejos franceses protestaron masivamente, durante semanas enteras, contra los atracos pensionarios que se les plantearon como única salida de la crisis financiera que otros generaron. Sólo un gobierno atrincherado en la más reaccionaria de las derechas neoliberales (Sarkozy) impuso tales recortes. Poco le importó el rechazo, inteligente y razonado, que se escenificó en calles y plazas públicas. En Inglaterra el tradicional y gratuito sistema educativo se violentó con alzas en las cuotas al estudiantado. Los miles de jóvenes, ofendidos por el cobro forzado, se lanzaron, armados de cólera, contra establecimientos y partidos. Las masas griegas llevan meses mostrando sus corajes al plan de austeridad que se les ha impuesto desde las sedes europeas y el Fondo Monetario Internacional. Pero, en todos estos casos, los protestantes no van al meollo del asunto: el modelo económico seguido, a pie juntillas, por sus líderes, y el manoseo de una democracia que no convive con los ciudadanos.
La rebelión árabe se cuece aparte por su intensidad y penetración en un pueblo enjaulado por los intereses de las grandes potencias. Su rebelión ha terminado, a pesar de escollos, con toda una época de indignidades. No sólo derriban a varios de los sátrapas que los han sometido, sino que han desestabilizado la estructura imperial que los manipula. La tarea, sin embargo, no ha sido concluida. Poderosos se conjuran contra un movimiento que pide derechos básicos: libertad, igualdad y democracia. Pero que, también, como lo hacen los españoles, quieren finiquitar el sistema de opresión que les sobrepone un régimen de desigualdades y les priva de toda oportunidad futura de vida digna. El despertar árabe ha roto ya algunas de sus cadenas al costo de muchas vidas. Y, al parecer, los cientos de miles de yemeníes, sirios, libios, marroquíes, bahreiníes, tunecinos y hasta sauditas, están dispuestos a pagar, con generosa sangre, precios todavía más dolorosos.
En México los estallidos no han cesado desde hace ya varios años. Y el proceso continúa y asciende en capacidad de organización. Se ha ido refinando la conciencia sobre lo que aqueja y oprime. En ocasiones la protesta tomó la ruta de los derechos conculcados a los indígenas chiapanecos. En otras, se encierra en los añejos conflictos por tierras o derechos específicos en la Oaxaca depauperada y sometida al caciquismo más atrabiliario. A últimas fechas el descontento se ha filtrado a través de la inseguridad que provoca el crimen organizado. Con la impunidad y el miedo, la aparente comodidad de las mismas clases medias se tambalea y, en regiones enteras, ocasiona éxodos colectivos. A pesar de los reclamos que surgen, hasta hoy en día el sistema ha podido continuar imponiendo sus visiones parciales. Las promesas de atención y desplantes de duras acciones represivas no encuentran otro cauce que el de una guerra sin cuartel que se agota en sí misma. Guerrerismo que tiene raíces inducidas desde el extranjero, ya sea por los temores tan ancestrales cuan cotidianos de los estadunidenses, como por sus permanentes afanes de conquista.
La emergencia de un fustigado enojo, que lleva significados y cualidades de distinto género, se destapó desde la vapuleada región morelense. Distinta de la gama previa que lanzó proclamas de atención al gobierno por la inseguridad, este llamado articula una visión penetrante en algunas causales reales de la criminalidad. Desoídos o simplemente manoseados desde las cúspides y los medios de comunicación electrónica, las anteriores manifestaciones de esta especie han tenido débiles continuidades y poco o nulo enraizamiento en la base social. Esta nueva algarada por la paz con dignidad y justicia está llamada a crecer en profundidad y abarcamiento. El secreto estribará en su capacidad para catalizar, aunque sea una porción, del enorme descontento nacional.
Ajeno por completo a las atenciones de los medios de comunicación de masas que lo destierran, con ciega táctica, de pantallas y micrófonos, el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) ha ido engrosando sus filas. Ha recogido ese larvado descontento que se nutre de manera cotidiana por el modelo expoliador vigente. No sólo ausculta esas pulsiones de revuelta, sino que ayuda a transformarlas en un organismo que pugne por una república donde quepan todos, para que se construya una nación de iguales, donde nadie sea más que nadie como claman los jóvenes españoles. Plaza tras plaza, ciudad por ciudad, en municipios, regiones, en barrios o colonias y caseríos desparramados por todo el país se ha ido auxiliando, con paciencia y duro trabajo proselitista, al crecimiento de la conciencia individual de la ciudadanía. Sin tapujos, hombres y mujeres quedan situados delante de la opresión que padecen e identifica, con prístina claridad, a sus causantes y beneficiarios. Ya suman millones los voluntarios adherentes y, por lo que se ve, serán bastantes más. Con ellos y para ellos se trabaja sin descanso a pesar del ninguneo de los poderosos, el de sus socios menores y la torpe mirada de sus muchos lacayos.

 

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