Alianza Social de Trabajadores de la Industria Mexicana

miércoles, 31 de julio de 2013

El costo del modelo- Focos rojos en Chenalhó- La CNTE y la larga lucha por la educación alternativa

El costo del modelo
Luis Linares Zapata
La crisis global de 2008 tuvo una consecuencia tan inevitable como visible: llevó las contradicciones inherentes al modelo en boga a sus extremos más ríspidos y dañinos para las mayorías. Las desigualdades, consecuencia implícita y consciente de su accionar, además de crecer en desmesura, se han tornado dramáticas a simple vista. Grandes segmentos de la población mundial han sido afectados en su bienestar y sobre todo en sus expectativas de futuro. La narrativa que envolvía los propósitos modélicos va quedando expuesta y ya muestra, sin tapujos, las falsedades que la sostienen. Las versiones emanadas desde las cúspides decisorias ya no son creíbles ni siquiera en sus partes más incipientes. La precariedad es masiva, está ahí, llena de andrajos (ver el último reporte de Coneval). Además, sigue una trayectoria al deterioro indetenible. La legislación laboral (reforma) recién estrenada en varias partes del mundo está diseñada para profundizar sus rasgos más hirientes, más rasposos para la sobrevivencia y la dignidad.
 
Una interrelación perversa entre varios organismos nacionales (con otros multilaterales de similar especie) se asienta y solidifica. Éstos actúan de manera coordinada en su accionar. Los bancos centrales se ocupan de conservar, bajo observación y oneroso cuidado, eso que llaman inflación. Lo hacen con esmero, pues aseguran que es por el bien de los más débiles, esos a quienes daña con más saña. Nada agregan, en cambio, que es la inflación una pesadilla mayor para las instituciones financieras que, de debocarse, sus activos (créditos) perderían valor. Al ejercer ese control se olvidan del crecimiento y, en especial, de las afectaciones concomitantes entre distintas clases y factores de la producción. Están también las secretarías o ministerios de hacienda que diseñan y vigilan la aplicación del resto de la política económica del país (política fiscal principalmente). Juntos, ambos organismos, hacen una dupla terrible y operan con frialdad insuperable. Ambas instituciones se erigen como solícitos representantes de los grupos de poder ante el gobierno. Son, al mismo tiempo, sus más eficaces y fieles servidores. El sistema de pagos (bancario) completo, por lo regular en manos privadas, es atendido con prontitud y lealtad en todos y cada uno de sus requerimientos. Ante la acumulación privilegiada todo queda sometido, sin importar vidas, costos y futuros. En esas altas esferas, bien desinfectadas y aromatizadas, nada hay que recuerde ni huela a pueblo. En sus recintos, bien resguardados, no penetra el clamor de las calles (Madero dixit), el quejido de los necesitados. Ahí se atienden estadísticas y balances financieros. El resguardo de los masivos intereses, de aquellos que se han convertido en sus exigentes patrones, es prioridad indiscutible.

Alrededor del tándem descrito funcionan, aglutinados por sutiles y hasta groseras dependencias orgánicas, un conjunto de obsequiosos adláteres. Son los que forman el llamado aparato de convencimiento: agencias calificadoras, bolsas de valores, centros de estudios (públicos y privados), selectas reuniones grupales (G-8) publicaciones informadas, centros patronales y toda una pléyade de comentaristas y académicos que se encargan de agrandar las resonancias por aquí y por allá. Los medios de comunicación, como epicentro de la narrativa, filtran, cotidianamente, la información para apaciguar ánimos o para verter, como hecho veraz y consumado, la versión oficial. Ante este mundo bien aceitado, la escapatoria es una aventura cuesta arriba, heroica. Es por eso que los llamados de la crítica opositora, esa que insiste en el cambio de rumbo, en la modulación de las desigualdades, caen en un enorme hueco de silencios y apagones.
 
Por muchos lados se oyen las alarmas de individuos conscientes de la situación opresiva que mina la convivencia sin que puedan incidir, con la fuerza indispensable, en el curso de la actualidad. El peso de la inercia y lo establecido imponen su masa crítica. Poco importa el enorme desempleo que se presenta como cruel afrenta a los que lo padecen, en especial las juventudes. La constante pérdida de poder de compra de los tenues ingresos es una constante mundial que tira hacia la precariedad continuada. Las riquezas se han vuelto ostensibles, cruentas, obscenas, hasta en el mismo seno de naciones con robustos soportes sociales. La participación del factor trabajo en el ingreso general ha perdido peso, de manera violenta, ante las apropiaciones del capital. En México este indicador ya es intolerable, pues reparte el PIB entre un precario 20 por ciento al trabajo contra 80 por ciento al capital. Tal proporción llegó, al principio de los ochenta y después de una lentísima mejoría, a representar algo así como 36 o 38 por ciento al trabajo y el resto al capital (64 o 62 por ciento). A partir de ahí se vienen registrando desproporciones continuas. Si cada punto del PIB equivale a 150 mil millones de pesos, la transferencia de los trabajadores al capital sumará, para 2012, una cantidad estratosférica que fluctúa entre 2.3 a 2.5 billones de pesos sólo en ese año. Esta es la razón de fondo que produce los millones de pobres adicionales por año transcurrido y que ningún programa asistencial puede detener. Similares consecuencias se advierten en economías otrora desarrolladas, igualitarias: España es ejemplo señero, pero la misma Alemania padece similar fenómeno. Nada se diga de Portugal, Brasil o Estados Unidos.
 
El secretario Luis Videgaray sostiene que será el crecimiento del PIB el que se encargará de reducir la rampante pobreza mexicana. Falta a la verdad con gran cinismo o padece de cruel ignorancia. Son las leyes y las políticas públicas, derivadas y congruentes con el modelo de acumulación, las causantes. Y las famosas reformas estructurales se han diseñado para empujar tal cometido. La energética, por ejemplo, de ser aprobada como se pretende, sumará al capital una parte sustantiva de la futura renta petrolera en detrimento del ingreso al trabajo. Del IVA a los alimentos y medicinas, y a su incremento general planeado, ni que hablar: será agresivamente regresivo.
FUENTE: LA JORNADA OPINION
Pregúntale a la Kessel-Fisgón
Focos rojos en Chenalhó
Rafael Landerreche
Parece broma de mal gusto hablar de focos rojos en cierto lugar cuando el conjunto del territorio nacional parece arbolito de Navidad con focos encendiéndose por todos lados. Pero además de que ningún sufrimiento humano deja de tener importancia por razones numéricas, la situación en Chenalhó reviste particular importancia por lo que significa este municipio chiapaneco. Ahí se ubica la comunidad de Acteal que, según expresión ya consagrada, es la herida abierta donde se pone al descubierto toda la brutalidad de la política gubernamental contra las comunidades indígenas; brutalidad derivada directamente de una estrategia de contrainsurgencia avalada por el entonces presidente Ernesto Zedillo, hoy incorporado a un consejo mundial de ancianos abocado –¡oh, globalización de Kafka!– a promover la paz y el respeto a los derechos humanos.
 
En Chenalhó en las últimas semanas los hechos se han ido desenvolviendo en forma al parecer inexorable, según un guión de sobra conocido y además denunciado paso a paso sin que las autoridades hagan nada para evitar su trágica culminación (esa pasividad cómplice es parte del guión).

Un pretexto absurdo a finales de abril, coincidente con el momento en que era excarcelado el líder paramilitar Jacinto Arias, originario del ejido Puebla, sirvió para que sus compañeros paramilitares desataran un ataque contra los católicos en dicha comunidad (y aunque suene surrealista, es vital aclarar: esto no es un conflicto religioso). El pretexto era una acción casi de rutina: los católicos decidieron reconstruir su templo, que se estaba cayendo. La reacción del líder paramilitar Agustín Cruz Gómez (que además es pas­tor presbiteriano y comisariado ejidal) fue convocar a su gente para que fueran a apropiarse del terreno donde había sido construida la iglesia católica. La justificación aducida para este descarado despojo era por demás ridícula: que había personas –antes católicas y ahora presbiterianas– que habían sudado mucho (hace 38 años) para construir el templo original. A pesar de las denuncias firmes y repetidas de los católicos, Agustín Cruz Gómez y su grupo, ante los oídos sordos y la mirada impasible de las autoridades, allanaron el predio de los católicos, lo cer­caron con alambre de púas; robaron tranquilamente material de construcción y metieron máquinas del ayuntamiento para aparejar el terreno. Esto sucedía y las autoridades no movían un dedo para impedirlo. Pero apenas los católicos empezaron a construir su templo en su terreno, inmediatamente se presentaron a pedirles que detuvieran su trabajo.

Los sobrevivientes de los ataques paramilitares y del desplazamiento masivo que precedió y acompañó la masacre de Acteal veían como en una pesadilla cómo iba repitiéndose la historia de 97: recordaban cómo en aquel entonces denunciaban el tráfico de armas, las extorsiones, la quema de casas, el despojo de pertenencias, ante la mirada pasiva de las autoridades que simplemente dejaban hacer y dejaban pasar. La secuencia de acontecimientos, las respuestas entre disimuladas y cínicas de las autoridades, las pretendidas mesas de diálogo que no llevaban a ningún lado, todo esto que los sobrevivientes de Acteal habían recordado incontables veces en sus declaraciones públicas y judiciales para tratar en vano de obtener justicia, de pronto ya no eran simples recuerdos, sino dolientes y literales actualizaciones de lo que habían vivido.
 
En los primeros días todavía pudo haber parecido una exageración comparar el pequeño incidente del templo con la gran tragedia de Acteal. Pero de pronto, el 18 de julio, la violencia dio un salto cualitativo. Ese día Agustín Cruz Gómez, el pastor-comisariado-paramilitar, lanzó a sus huestes a invadir nuevamente el predio de los católicos y a destruir a golpe de marro la construcción, ya para entonces avanzada, del templo católico. Bien asesorado de que la mejor defensa es el ataque, antes de permitir que los católicos denunciaran judicialmente su delito, él acusó públicamente a los católicos de haber envenenado el agua de la comunidad. Con esto creó una histeria que casi culmina en el linchamiento de tres personas. La fiscalía del estado, que había estado contemplando los abusos sin mover un dedo, finalmente actuó para rescatar a los casi linchados a cambio de llevárselos en calidad de detenidos (ahora liberados). Luego, con el pretexto del veneno, el comisariado vació el tanque de la comunidad, con lo que dejó sin agua a los católicos (mientras a ellos los surte el ayuntamiento). De modo que la situación ya no está tan lejos de la de 97: familias secuestradas en sus propias casas, sin acceso al agua ni a los alimentos, guardias armadas que no dejan entrar ni salir más que a los que ellos quieren, al menos seis personas que no pueden regresar a su comunidad por las amenazas de muerte y varias familias en la tesitura de tenerse que desplazar para salvar sus vidas. Los más amenazados son Francisco López Santiz y Macario Arias Gómez y las autoridades no podrán escapar su responsabilidad de cualquier cosa que les pase, pues su complacencia ha sido evidente.
 
Al escribir estas líneas me llega la noticia de que el pastor-comisariado se ha trasladado a la ciudad de México con sus partidarios y que, arropado por varias organizaciones evangélicas (que lo menos que se puede decir es que pecan de ingenuas) se ha puesto en plantón para protestar por las agresiones de que son objeto por los católicos, con lo cual la historia toma de nuevo tintes surrealistas. Pero lo que parece una farsa, en realidad es la continuación de un guión más siniestro. El templo católico de Puebla no es ahora más que lo que el banco de arena de Majomut fue en 1997: una coartada para confundir.
 
No hay que dejarse engañar. Agustín Cruz y sus evangélicos van a presentarse como víctimas, no por lo sucedido en Puebla, que cae por su propio peso, sino por lo sucedido, según ellos, en Acteal. Ellos serían las víctimas de Acteal, pobres perseguidos por motivos religiosos a los que se les acusó injustamente de la masacre. Esto es la continuación del intento perverso de rescribir la historia de Acteal de modo que se salve la responsabilidad del gobierno, se haga aparecer todo como un problema religioso y se inviertan los papeles de víctima-agresor. La estrategia de contrainsurgencia es integral: mientras en el terreno ideológico trata de imponer su interpretación de los hechos, en el de la vida cotidiana de las comunidades da otra vuelta de tuerca a la represión y a la intimidación de quienes se resisten al proyecto hegemónico.
FUENTE: LA JORNADA OPINION
Economía en guerra-Rocha
La CNTE y la larga lucha por la educación alternativa
Jesús Martín del Campo
El reciente Foro Nacional como etapa final de varios foros regionales convocados por la CNTE por un acuerdo con la Secretaría de Gobernación y la nutrida y variada participación en los mismos, revela que el tema es un asunto que interesa a la mayoría de los maestros del país. En los contingentes de la CNTE el tema de la educación alternativa se discute y ha sido prioritario prácticamente desde su fundación.
 
Quiero recordar ahora uno de sus capítulos iniciales. Durante los primeros años de existencia, la CNTE convocó a tres foros sobre educación alternativa con la orientación de apropiarse de la materia de trabajo. Como resultado de los mismos se efectuaron varias iniciativas. Una fue la realización de cursos-taller y encuentros pedagógicos en zonas escolares de varios estados. Destacaron los emprendidos en Tepoztlán, Morelos; en Tlacolula, Oaxaca, y en la zona escolar 476 de Iztapalapa, en el DF. En los tres casos el trabajo se desarrolló con profesores de primaria en ejercicio y participaron todos los que pertenecían a una zona escolar.

En Tepoztlán existía un grupo promotor, impulsado por Ariel Bárcenas, destacadísimo dirigente democrático, denominado Comisión Pedagógica e integrado por un representante de cada escuela de la zona. Dicha comisión solicitó la colaboración de varios profesores ligados a la investigación educativa para promover un curso relacionado con los problemas del trabajo docente. El grupo invitado estuvo compuesto por cinco personas del DIE, entre ellas Elsie Rockwell y Etelvina Sandoval; dos de la UPN y una de la ENAH. La propuesta conjunta se concretó en un taller pedagógico efectuado en agosto de 1984. Un elemento importante que sirvió de acicate para que los maestros de Tepoztlán decidieran promover cursos o encuentros organizados por ellos mismos, estaba que la zona fue considerada por las autoridades educativas del estado como la de más bajo rendimiento escolar. La connotación política era clara, puesto que en la región había surgido el movimiento magisterial democrático en 1980, donde prácticamente la totalidad de los maestros participó en la huelga constitucional de aquel año.

Más adelante, parte del equipo que trabajó en Tepoztlán con otros más, llevaron a cabo un taller semejante en la zona escolar de Tlacolula, Oaxaca. Ahí trabajaba entonces Aristarco Aquino y el comité delegacional impulsó el evento. Los maestros de base participaron en su totalidad en las actividades de reflexión y análisis sobre su materia de trabajo. La lucha por la democracia sindical no estaba separada de la lucha por una mejor educación. Es pertinente recordar que Aristarco Aquino llegó a ser secretario general de la sección 22 en 1989 y que con su comité ejecutivo promovieron un Congreso Estatal de Educación Alternativa en 1990 y también la publicación de una revista de análisis educativo.
Meses después, agosto de 1985, el mismo equipo participó en un taller pedagógico organizado por el comité delegacional de la zona 476 de Iztapalapa en el DF. Trabajaba en esa zona Noe García, quien después sería del primer comité ejecutivo democrático de la sección 9 a partir de 1989.
 
Cabe señalar que iniciativas como las reseñadas se encuentran enmarcadas en la búsqueda de alternativas dentro de la lucha magisterial democrática, ampliando la perspectiva política más allá de las reivindicaciones inmediatas, aspirando a una mejor educación con el fortalecimiento de la práctica docente a partir de la experiencia de los profesores en activo.
 
En un balance sobre la experiencia de los talleres se afirma que “la práctica docente tiene que ser ubicada como parte de un proceso más complejo en el que se imbrican muchos más elementos que la técnica, a saber: la relación maestro-alumno-metodología, los contenidos, la relación educación-cultura-sociedad y la experiencia del que aprende y del que enseña…El análisis de los mismos puede servir de punto de partida para desarrollar una reflexión y recuperación crítica de la experiencia de los docentes”. La idea que guiaba los talleres es que la apropiación de la materia de trabajo entre los profesores sólo puede partir de un trabajo organizado por ellos mismos.
Al realizar las actividades como un colectivo organizado los maestros hablaban con confianza de las estrategias que seguían frente a las limitaciones de todo tipo que afrontan en su trabajo cotidiano. Para la continuidad de aquellos esfuerzos siempre se ha presentado el obstáculo de que las autoridades se niegan a reconocer en la experiencia de los maestros una fuente indispensable para promover cambios.
 
Para colmo, las actuales autoridades responsabilizan al magisterio del deterioro del sistema educativo y han decidido llevar a cabo una evaluación punitiva como la gran solución. Creen que estigmatizando al magisterio se resolverán las enormes desigualdades sociales generadas por las políticas neoliberales impuestas desde hace tres décadas.
 
Mientras, la CNTE, como ha hecho desde su origen, seguirá luchando por una mejor educación, considerándola como el medio idóneo para que las personas aprendan a vivir en paz, a ser solidarias, a cuidar el ambiente y a formarse con una ética que tenga en el centro la dignidad humana. La actual reforma no sirve para eso.
FUENTE: LA JORNADA OPINION

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