Alianza Social de Trabajadores de la Industria Mexicana

sábado, 27 de julio de 2013

Israel seguirá en contacto con Hezbolá; ¿por qué nosotros no?- La CIA y el control del clima- Papa Francisco: continuidad, ruptura o reformas

Israel seguirá en contacto con Hezbolá; ¿por qué nosotros no?
Robert Fisk
Así que ahora resulta que los diplomáticos europeos no pueden reunirse con el “ala militante de Hezbolá. Bueno, eso sí que no lo esperaba. Supongo que aquellos que son del ala política son los que fueron electos para el Parlamento libanés y se encuentran en el primer piso de los cuarteles de Hezbolá en un suburbio del sur de Beirut. Nuestro hombre en Líbano no debe, bajo ninguna circunstancia, tomar el elevador al séptimo piso, donde tienen sus oficinas los muchachitos barbados que lanzan cohetes hacia Israel y quienes quizá (quizá no) asesinaron a los turistas israelíes en Bulgaria.
 
A los israelíes les agradará todo esto, pues supuestamente ellos resultarán beneficiados. Los combatientes de Hezbolá quedarán reducidos a cero a los ojos de Estados Unidos. Permítanme no olvidar ni por un momento que nunca he conocido a un pistolero de Hezbolá que haya mostrado el menor interés por encontrarse con esos superfluos y aburridos eurodiplomáticos que gustan de revolotear por Beirut. Y la Unión Euopea ya no enviará a todos esos simpatizantes barbados en Europa esos cheques a nombre de Hezbolá. Bueno, en efecto, con eso le dimos duro a los malos.

Claro, los mismos israelíes mantienen contacto con el ala militante de Hezbolá, lo que normalmente ocurre cuando hay intercambio de cadáveres a un tipo de cambio de dos cuerpos israelíes a por 300 ó 400 muertos de Hezbolá. Yo he presenciado estos actos macabros y el interlocutor y aval de los mismos es siempre quien encabeza en ese momento el servicio de inteligencia alemán. Él mantiene excelentes relaciones con los israelíes y Hezbolá, y visita Líbano con frecuencia. ¿Y se supone que debemos creer que Alemania ya no ofrecerá sus buenos oficios a los israelíes con Hezbolá si esto significa no conversar con el ala militante de Hezbolá, siendo que Alemania es miembro de la Unión Europea?

El jefe de los espías alemanes, al igual que el de los británicos, los estadunidenses y quien sea, seguirá hablándole a los malos mientras estén involucrados sus intereses nacionales y, ante todo, los intereses de Israel.
 
Sin embargo, recuerdo a cierta organización tenebrosa que usó auténticos pasaportes de ciudadanos británicos para perpetrar un asesinato político en Emiratos Árabes Unidos, no hace mucho tiempo, nación cuya ala militante sí acepta ir a reuniones con diplomáticos europeos. Sólo se requirió que la ex embajadora británica en Beirut hiciera un comentario benévolo hacia el fallecido clérigo chiíta Mohammad Faddlallah para que no se considerara al difunto como miembro del ala militante. Debo agregar que Israel rugió y vociferó criticando la actitud de la diplomática.
 
Y, como cabía esperar, la oficina británica del extranjero y el commonwealth de su majestad se arrastró con sus acostumbradas disculpas por el hecho.
 
Pero, alégrense, se trata más de un chiste que de una sanción. No puedo evitar pensar en un líder político al que le encanta aprobar ejecuciones casuales. Utiliza una maravillosa máquina llamada drone y su nombre es Obama. De seguro no vamos a dejar de hablarle al ala militante cuando nuestro cuerpo militante está luchando a su lado en Afganistán.
 
Odiamos tanto al presidente sirio Bashar Assad que abandonamos nuestra embajada en Damasco y ahora operamos desde nuestro risible equipo Damasco, afuera de Siria, con la vana esperanza de enterarnos algún día qué está pasando en ese país. Ahora vamos a cortar todos los nexos con Hezbolá.
 
Bravo. Hubo un tiempo en que no la pasábamos oliendo la halitosis de los malvados, aún cuando dejaban patente lo horrendos que eran.
 
¿Se acuerdan de ese militar que se tragó Austria, se tragó Checoslovaquia, pero nos dio nervios sólo hasta que empezó a tragarse Polonia?
 
Pero al menos entonces sabíamos qué quería ese hombre miserable. Mandó a sus amigos a Praga con más fanfarria que la que hizo Hezbolá al enviar a sus hombres a Qusayr. Nos codeamos con su ala política en Berlín hasta el 3 de septiembre de 1939. Supongo que los tiempos han cambiado.
© The Independent
Traducción: Gabriela Fonseca
FUENTE: LA JORNADA OPINION
 
La CIA y el control del clima
Silvia Ribeiro*
La CIA estadunidense está financiando un estudio sobre geoingeniería (manipulación climática) que durará 21 meses, con un costo inicial de 630 mil dólares. Lo ejecuta la Academia Nacional de Ciencias, con participación de la NASA y la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de ese país. (revista Mother Jones 17/7/2013).
El interés de la CIA por el clima no e
s nuevo, pero esta participación es significativa, debido a las implicaciones bélicas que tiene la posibilidad de manipular el clima y a la presión que están ejerciendo los proponentes de la geoingeniería en ese país para avanzar en experimentación de esas técnicas, pese a existir una moratoria en Naciones Unidas contra su aplicación.

El proyecto analizará diferentes propuestas de geoingeniería, como manejo de la radiación solar y remoción de dióxido de carbono de la atmósfera; también estudiarán los efectos de la siembra de nubes y otras formas de manipular el tiempo atmosférico para provocar lluvia, sequías o controlar huracanes. Según descripción oficial harán una evaluación técnica de los impactos de esas tecnologías, desde el punto de vista ambiental, económico y de seguridad nacional.

Estos últimos son los aspectos que preocupan a la CIA, que en documentos anteriores ha calificado el cambio climático y el control del clima como factores de importancia geopolítica estratégica y de seguridad nacional. Pese a ello, los republicanos votaron por desaparecer el departamento de cambio climático de la CIA, lo que según la agencia la motivó a financiar esta iniciativa. Las razones podrían ir mucho más allá, ya que el control del clima es un proyecto militar de larga data en ese país, que realizó experimentos ya durante la guerra de Vietnam, provocando lluvia por meses seguidos para anegar los cultivos y caminos de los vietnamitas. En el mismo sentido, la Fuerza Área estadunidense publicó en 1996 un documento titulado Weather as a Force Multiplier: Owning the Weather in 2025 (El tiempo como multiplicador de la Fuerza: poseyendo el tiempo en 2025), cuyo título refleja claramente sus intenciones.

Estos intereses convergen con los de un grupo pequeño pero influyente, de climatólogos y otros científicos de países del Norte, que alegan que la geoingeniería es necesaria porque no se puede reducir rápidamente las emisiones de gases de efecto invernadero (como si sus países no fueran quienes tienen que tomar las medidas principales para ello). O, como declaró David Keith, un conocido promotor de la geoingeniería, porque es un plan barato y fácil. (MIT Technology Review, 8/2/2013).
Sí, barato y fácil para los que han causado el cambio climático con su sobreconsumo de recursos e industrialización basada en petróleo, porque en lugar de reducir realmente sus emisiones, podrían seguir calentando el planeta y además hacer un jugoso negocio con nuevas tecnologías que manipulen el clima de todos, para bajar o subir la temperatura según convenga a los intereses económicos y bélicos de quienes las controlen.
 
Bajo el término manejo de la radiación solar, la meta es disminuir la cantidad de rayos solares que llegan a la Tierra. Por ejemplo, a través de construir enormes nubes volcánica artificiales, inyectándolas con partículas azufradas. Otras propuestas incluyen blanquear las nubes, colocar trillones de espejos en el espacio para reflejar la luz del sol o la más reciente, del mismo David Keith, dispersar ácido sulfúrico desde aviones en la línea ecuatorial para que se mezcle con las nubes. En remoción de dióxido de carbono se incluyen otras técnicas, como máquinas o árboles artificiales que absorban carbono de la atmósfera (que por cierto no saben dónde depositarán luego para que permanezca por siempre). La más conocida es la fertilización oceánica: verter nanopartículas de hierro o urea en el mar para provocar florecimientos de plancton, que absorban dióxido de carbono y lo lleven al fondo.
 
Las técnicas de geoingeniería son solamente teóricas salvo alguna, como la fertilización oceánica, de la cual se conocen experimentos legales e ilegales, que mostraron que además de no servir para su propósito –el carbono no permanece en el fondo de mar– los impactos pueden ser enormes, con disrupción de la cadena alimentaria marina, anoxia (falta de oxígeno) en capas marinas, crear algas tóxicas, etcétera.
 
La geoingeniería, para tener impacto en el clima global, tendría que aplicarse a mega escala, disrumpiendo un ecosistema global poco conocido, altamente dinámico y en interacción con toda la vida en el planeta. No existe por tanto una etapa experimental. Lo que se haga en pequeña escala no mostrará la acción sobre el clima global, aunque podría tener impactos negativos graves en la zona o en la región. Y si se hace a gran escala, no es experimental, es despliegue y es irreversible.
 
Por ejemplo, las nubes volcánicas artificiales no se pueden retirar, hasta que las partículas caigan a la tierra, lo cual es tóxico. Esta técnica empeoraría además el agujero en la capa de ozono y la acidificación de los mares, dos problemas globales muy graves. Si realmente lograran disminuir la cantidad de luz solar que llega al Norte, producirían sequía extrema en África y disrupción de los monzones en Asia, colocando en peligro las fuentes alimentarias de 2 mil millones de personas.
 
Imaginen si la CIA pudiera decidir sobre el termostato global. La geoingeniería es tan riesgosa, tanto por sus efectos climáticos como por su potencial uso hostil contra otros países, que lo único sensato es prohibir internacionalmente su uso.
*Investigadora del Grupo ETC
FUENTE: LA JORNADA OPINION
 
Papa Francisco: continuidad, ruptura o reformas
Bernardo Barranco
Las posiciones más sociales del papa Francisco en Brasil han despertado diversos comentarios entre analistas y observadores de la Iglesia sobre qué esperar del nuevo pontífice. Sobre todo, qué rumbo va a tomar la Iglesia que, como todos sabemos, vive convulsionada. Esta crisis es el telón de fondo de Francisco. Algunos proclaman ya rupturas de Bergoglio con sus predecesores inmediatos y un acercamiento a la Teología de la Liberación latinoamericana. Otros, con desconfianza, ven el evangelio social de Bergoglio como cortina de humo para evitar enfrentar temas como el castigo a la pederastia clerical y las corrientes de corrupción en el Vaticano.
 
En todo caso, el estilo del papa Francisco ha sido más pastoral y de contacto, que marca diferencias notables ante los refinados estilos de Benedicto XVI, quien sabía comunicarse con mayor agudeza mediante la palabra escrita. El pontífice jesuita argentino, en cambio, ha puesto el acento en mostrar una Iglesia humilde, de servicio, en mayor contacto con la gente en general y con los pobres en especial. Pero más allá de los estilos y las formas, lo que cuenta es preguntarse sobre los futuros ejes que asumirá Francisco para fortalecer una Iglesia dividida y debilitada. Recordemos que el principal desafío de la Iglesia no ha sido ni la renuncia de Benedicto XVI ni las guerras intestinas del lobby gay. Además de la pérdida de autoridad moral en el mundo y de los escándalos de pedofilia, la principal preocupación de la Iglesia católica es el descenso de sacerdotes, religiosos/religiosas y en particular de creyentes. En Europa las tendencias fortalecen al ateísmo y el agnosticismo, mientras en América Latina es la pérdida de creyentes que emigran a otras iglesias, en un contexto de mercados religiosos cada vez más competitivos y diversificados, en el cual los fieles católicos carecen de herramientas y no encuentran qué posturas sostener. Tampoco la jerarquía detenta ascendencia ni un liderazgo claro. Hay que resaltar la pérdida de centralidad institucional; las encuestas muestran que los católicos escuchan cada vez menos a sus obispos. Por tanto, el catolicismo latinoamericano –México quizás a la cabeza– corre el riesgo de mimetizarse con las clases dominantes para incidir e incrustar sus intereses en el espacio público. Este vínculo tiende a fortalecerse en diversos países de la región, a diferencia de Europa y Estados Unidos. Los gestos y los símbolos con que inició Francisco en Roma son importantes en las sociedades mediáticas. Pero ni han resuelto la crisis de la curia romana ni definen una política de gobierno. Son apreciados los cambios introducidos por este Papa: sencillez, humildad y austeridad, pero en un mundo globalizado donde los focos sobre la institución están puestos en los escándalos, Francisco ha representado, a lo sumo, una tregua y hasta ha conquistado simpatías. Pero no alcanza. No hay aun decisiones estratégicas. Las comisiones nombradas por el Papa tampoco representan nuevos programas de gobierno, ni nuevos revulsivos teológicos o pastorales. Por ello, la importancia de su visita a Brasil, nos permite observar un posicionamiento que va más allá del gesto. Muchos analistas, sobre todo argentinos, conocen bien a Mario Bergoglio, como el sociólogo Fortunato Mallimaci, quien señala que el programa de Francisco será conservador. Asimismo, hace más de 50 años así era catalogado Juan XXIII y resultó un gran reformador, y convocó al Concilio Vaticano II. Juan XXIII tuvo, como ahora Bergoglio, la urgencia de impulsar algo que sacudiera la armazón monárquica y pesada de la Iglesia. La tarea no es sencilla por las reticencias. Ambos enfrentaron una curia adversa, especialmente los núcleos más conservadores. Ambos son portadores de un aggiornamento que busca sacar a flote a la Iglesia.
El núcleo conservador que se impuso después del concilio asciende al poder eclesiástico porque acusaba al progresismo católico de llevar al caos la Iglesia por una apertura indiscriminada a la modernidad y por la pérdida de identidad. Sin embargo, estos mismos sectores la han sumido no sólo en una crisis de identidad, sino en estrepitosos escándalos sexuales de corrupción. Por ello creo que Francisco no va echar por la borda la insistencia de una agenda moral. No creo que Bergoglio vaya a modificar las posiciones conservadoras de la Iglesia ante temas como el celibato obligatorio o el uso de contraceptivos; la moral sexual; los católicos divorciados; el papel de la mujer en la Iglesia, su ordenación, y tantas otras. No creo que Bergoglio revolucione dicha agenda, pero tampoco creo que la absolutice. En Brasil apenas ha tocado estos temas, que eran recurrentes en Ratzinger y en la última etapa del papa Wojtyla. En cambio, Francisco ha venido introduciendo otra agenda social que enfatiza la Iglesia pobre para los pobres, los derechos humanos y la justicia social. Una experiencia más marcada por su experiencia en el tercer mundo. De hecho, antes de llegar a Brasil, el 8 de julio en Lampedusa, en su primer viaje fuera de Roma –en la isla italiana punto entre África y Europa–, el planteamiento de Francisco fue duro y directo: condenó la indiferencia frente a la muerte de cientos de inmigrantes que intentan cruzar cada año. El evangelio social de Francisco puede ser una apuesta destinada a fortalecer las pastorales de las iglesias del sur y tener como sujetos a los jóvenes, con todos los riesgos que conlleva el posicionamiento político de la Iglesia, es decir, un clericalismo progresista cuya tentación sea de politizar lo religioso y catolizar lo político.
 
La Iglesia tiene mucha experiencia y sabiduría en sus cambios y transiciones internas. Nunca corren con prisa. Ahí quedan las experiencias entre los pontificados del antimoderno Pío IX (1846-1878) y el reformador León XIII (1878-1903) que lanzan al catolicismo a conquistar la modernidad con sus propias herramientas. Aparentemente, no hay rupturas sino cambios progresivos; no hay golpes de timón, sino reformas que se inician con suavidad. Francisco no tiene muchas alternativas que no estén en el marco de las reformas; un nuevo estado de ánimo y un espíritu sólo podrá encontrarlo en el Concilio o de plano: convocar uno nuevo.
FUENTE: LA JORNADA OPINION

No hay comentarios:

Publicar un comentario