Inminente, el diálogo público con Calderón
Ya en puerta la reunión pública de Javier Sicilia con el presidente Felipe Calderón y familiares de víctimas de la violencia, algunas organizaciones civiles que integran el Movimiento por la Paz sostienen demandas que romperían el diálogo, como someter a juicio político al presidente y desmilitarizar de inmediato las calles. Tanto el poeta como Emilio Álvarez Icaza, exombudsman del Distrito Federal, explican que no se deben anteponer las agendas de cada grupo a los posibles acuerdos para esclarecer miles de homicidios y desapariciones, ya que esta búsqueda de justicia es la base de su lucha. Más de un mes después de que el presidente Felipe Calderón propuso un diálogo con el Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad que encabeza Javier Sicilia, es inminente que la reunión se realice esta semana en un espacio público y con la participación de las familias de asesinados y desaparecidos, condiciones que el poeta puso desde el 9 de mayo.
Las exigencias centrales de los activistas serían los seis puntos del Pacto para la Paz que se dio a conocer el 8 de mayo en el Zócalo de la Ciudad de México, principalmente los referentes a la justicia para las víctimas, el rediseño de la estrategia contra el narcotráfico y la reforma política.
“Urge el diálogo con el presidente Calderón, pero también con los gobernadores, con los legisladores de todos los partidos y sobre todo con el Poder Judicial, porque los jueces tienen una responsabilidad con las víctimas y una deuda para combatir la impunidad”, apremia Sicilia.
El encuentro con el presidente ocurre cuando el movimiento está en plena discusión interna: mientras que un grupo importante de organizaciones sociales y de víctimas de Ciudad Juárez mantuvieron su rechazo al diálogo con Calderón y exigen la desmilitarización inmediata del combate al crimen organizado, Sicilia manifiesta que lo más importante de esta movilización es que se haga justicia para las familias de los muertos y desaparecidos, exigencia que no puede supeditarse a la agenda política de ningún grupo: “El dolor no tiene ideología, no tiene agenda; pide justicia, nadie puede condicionarlo”.
Luego de que culminó la Caravana del Consuelo por la Paz y la Justicia que salió el sábado 4 de Cuernavaca, Morelos, y concluyó seis días después en Ciudad Juárez, Chihuahua, el movimiento ciudadano y el gobierno federal reanudaron los contactos. Tras una serie de conversaciones con el secretario de Gobernación, Francisco Blake Mora, sólo faltaba fijar la fecha y una sede, que podría ser el Museo de Antropología, el Palacio de Bellas Artes, el Palacio de Minería o el Castillo de Chapultepec.
Se descartaron Los Pinos, la propuesta inicial del gobierno, y el Palacio Nacional, como pretendía Sicilia.
Según activistas, el formato sí sería el que Sicilia planteó desde el principio: en un lugar público y ante la prensa, él presentará a por lo menos 15 familiares de muertos y desaparecidos en la guerra, después de cuyas intervenciones el poeta fijará la posición del movimiento. El cierre estaría a cargo de Felipe Calderón.
En vísperas de la reunión, Sicilia dice en entrevista que espera del presidente un compromiso para que los ciudadanos participen en el replanteamiento de la estrategia contra el crimen organizado, y así avanzar en la pacificación del país.
Pero antes de eso, agrega, es necesario que el gobierno federal responda al reclamo de justicia para las miles de familias afectadas por la guerra contra el narcotráfico, que ha generado 40 mil muertos, 10 mil desaparecidos y 120 mil desplazados, en cifras extraoficiales.
Para Sicilia, un aspecto fundamental del diálogo con el presidente es que el gobierno escuche a las familias de las víctimas, a los sectores sociales, a los especialistas, y tome en cuenta las experiencias de los pueblos donde se han organizado grupos de autodefensa ciudadana, como la policía comunitaria de la Montaña de Guerrero, los indígenas purépechas de Cherán, Michoacán, los colonos de Tetela del Volcán, Morelos, y los grupos de Villas de Salvárcar, en Ciudad Juárez, Chihuahua.
“Hay que hacer un marco distinto donde participen los ciudadanos y los expertos, como los que estuvieron en el foro sobre la violencia en la UNAM. El trabajo se tiene que hacer con la ciudadanía y tenemos que exigirle al presidente Calderón que vaya por ahí también”, dice.
Pero no sólo Calderón tiene una responsabilidad, aclara: “Es un asunto de justicia en cual también tienen que ver los gobiernos de los estados, los municipios y la Suprema Corte de Justicia. Es una demanda también para ellos, porque creen que todavía vivimos la época de Díaz Ordaz y quieren cargar toda la responsabilidad al presidente”.
Los ciudadanos no estamos exentos, explica: “Los seis puntos del pacto se dirigen a los gobernadores, al Poder Judicial, a los partidos y al Poder Legislativo. Todos tienen responsabilidades grandes y tienen que cumplir su trabajo. Nosotros los ciudadanos tenemos también responsabilidades graves: hemos sido omisos, sumisos; hemos aceptado todo, dándoles una carta en blanco a los políticos para que hagan lo que se les pegue la gana para su beneficio. Tenemos que empezar a cuidarnos y a presionar como ciudadanos, tener una participación más fuerte en los procesos políticos. Ahí también hago un llamado fuerte para la unidad”.
La gestación del encuentro
La ruta de este encuentro con el presidente Calderón empezó cuando el movimiento ciudadano encabezado por Sicilia realizó su primera marcha, el 6 de abril, en Cuernavaca, y posteriormente otra que salió de la capital morelense el 5 de mayo y culminó tres días después en el Zócalo de la Ciudad de México.
En esta ocasión se dieron a conocer los seis puntos del Pacto para la Paz: el esclarecimiento y la aplicación de la justicia en los más de 40 mil asesinatos ligados al combate contra el crimen organizado; el fin de la actual estrategia de guerra y la sustitución de la misma por un enfoque de seguridad ciudadana; el ataque a la corrupción y la impunidad, así como a la raíz económica y a las ganancias de la delincuencia; la atención de emergencia a la juventud y acciones efectivas de recuperación del tejido social; y abrir paso a la democracia representativa y a la democratización en los medios de comunicación.
En los dos meses recientes, Sicilia tuvo dos reuniones privadas con Calderón en Los Pinos, en las cuales lo instó a salir de la residencia oficial y constatar las condiciones de emergencia en que vive el país, así como el desamparo en que dejó a miles de familias la violencia generalizada producto de la guerra que declaró al narcotráfico.
El 9 de mayo, frente a empresarios y en Los Pinos, el presidente invitó públicamente a Sicilia y a otros promotores de la marcha a un diálogo “franco y abierto” sobre la inseguridad en el país. El poeta manifestó su interés por tal encuentro, pero planteó que se realizara en el Palacio Nacional, públicamente y con la presencia de una comisión de familiares de víctimas de la violencia.
Desde entonces advirtió que en esta reunión se plantearían los seis puntos del Pacto por la Paz y que se exigiría a los tres poderes establecer la forma en que los resolverían. Hoy, ante la inminencia del diálogo con Calderón, Sicilia puntualiza:
“Creo que la caravana, además de visibilizar la inhumanidad en la que estamos viviendo, que no se les ha hecho justicia (a las víctimas de la violencia), de poner en claro que hay una gran inseguridad en el país, también hizo posible ver que necesitamos de la fraternidad. (El próximo) sería un encuentro público, con todos los poderes; es una exigencia que no vamos a negociar. Además las víctimas tienen que estar allí porque son los testigos dolorosos del horror que estamos viviendo y exigen una justicia.”
La declaración de Juárez
Una semana después de su encuentro en Ciudad Juárez con diversas organizaciones sociales y de víctimas inocentes de la guerra contra el narcotráfico, Sicilia aclara que a la reunión con Calderón no llevará el documento de 70 puntos que se firmó en esa ciudad, y en el cual se exige un juicio político a Calderón y la inmediata desmilitarización de la estrategia antinarco.
Un día después, en una conferencia de prensa que dieron en El Paso, Texas, Sicilia y el exombudsman del Distrito Federal Emilio Álvarez Icaza aclararon que ese documento no es el Pacto para la Paz, sino las relatorías de las mesas de trabajo que todavía se discutirán en otros foros. Frente a las críticas que les hicieron varias organizaciones civiles de Ciudad Juárez, el poeta insiste en que el pacto de seis puntos es el que le presentará a Calderón porque la Declaración de Juárez es más de consignas que de propuestas para que obtengan justicia las familias de las víctimas.
Álvarez Icaza manifiesta que también está de acuerdo con la desmilitarización, pero no en que ésta sea una condición para que se atiendan los reclamos de justicia: “Yo no rechazo lo que la gente de Juárez pide, pero esta demanda de que salga el Ejército debe entenderse en su dimensión, no en su literalidad. Hay gente en Tamaulipas que dice que sólo con el Ejército sale a comprar sus víveres. Hay movimientos que tienen como bandera la desmilitarización o exigir la renuncia del presidente y de su gabinete; me parece que esa no es la agenda de este movimiento”.
Para él, lo más importante de la caravana fue que se trató de una acción histórica e inédita porque más de 600 personas cruzaron algunos de los estados más peligrosos con el fin de hacer visibles a las víctimas de la violencia. “Me parece que el sentido de lo de Juárez es que muchos actores se comprometieron a firmar un pacto por la paz con justicia y dignidad. Me parece que eso es lo importante”, señala.
–¿Esto va a afectar de alguna manera el movimiento ciudadano? –se le plantea.
–No lo creo. Me parece que el sentido del movimiento, su lógica de basarse en que salieran a hablar las víctimas, es su gran aporte.
–¿Existe un riesgo de división interna?
–Sí, pero en su caso, si alguien dice que no puede continuar con el movimiento porque mantiene como condición el juicio político a Calderón, pues no será la prioridad para el movimiento pero habrá algunos otros puntos en los que pueda coincidir, y otros en que no. Por ejemplo, si alguien propone que regresen de inmediato los soldados a sus cuarteles, me parece que tendrá que ser un proceso de considerar los términos y los lugares, e incluso el contenido de la Ley de Seguridad Nacional.
Al respecto, Sicilia confía en que se pueden salvar las diferencias expresadas por algunas organizaciones en Ciudad Juárez. Argumenta que “el dolor no tiene ideología, no tiene agenda, pide justicia, nadie puede condicionarlo. El dolor está por encima de cualquier cosa. Los pendientes con ese dolor, a nivel de la justicia, nadie los puede discutir: esa es la razón y la fuerza moral del movimiento”.
–¿Cuál sería el mensaje para los grupos más radicales?
–Que no se muevan con consignas, que se muevan con un aparato crítico para entender que realmente las condiciones son muy complejas, que tenemos que dar pasos adecuados. Les diría que recuerden a Lenin, que al hablar de los procesos revolucionarios decía que hay que dar dos pasos adelante y uno para atrás. Que aprendan a dar un paso para atrás si no quieren que se revienten las cosas.
“El país está tan deshecho, la llaga del país es tan grande que si no construimos ese mínimo suelo de entendimiento no va a haber ni siquiera la posibilidad de una vida democrática real, donde estas agendas y estos dolores no podrán decirse, porque la situación del país puede reventar de una manera muy fea o caminar hacia un Estado militarizado.”
Las exigencias centrales de los activistas serían los seis puntos del Pacto para la Paz que se dio a conocer el 8 de mayo en el Zócalo de la Ciudad de México, principalmente los referentes a la justicia para las víctimas, el rediseño de la estrategia contra el narcotráfico y la reforma política.
“Urge el diálogo con el presidente Calderón, pero también con los gobernadores, con los legisladores de todos los partidos y sobre todo con el Poder Judicial, porque los jueces tienen una responsabilidad con las víctimas y una deuda para combatir la impunidad”, apremia Sicilia.
El encuentro con el presidente ocurre cuando el movimiento está en plena discusión interna: mientras que un grupo importante de organizaciones sociales y de víctimas de Ciudad Juárez mantuvieron su rechazo al diálogo con Calderón y exigen la desmilitarización inmediata del combate al crimen organizado, Sicilia manifiesta que lo más importante de esta movilización es que se haga justicia para las familias de los muertos y desaparecidos, exigencia que no puede supeditarse a la agenda política de ningún grupo: “El dolor no tiene ideología, no tiene agenda; pide justicia, nadie puede condicionarlo”.
Luego de que culminó la Caravana del Consuelo por la Paz y la Justicia que salió el sábado 4 de Cuernavaca, Morelos, y concluyó seis días después en Ciudad Juárez, Chihuahua, el movimiento ciudadano y el gobierno federal reanudaron los contactos. Tras una serie de conversaciones con el secretario de Gobernación, Francisco Blake Mora, sólo faltaba fijar la fecha y una sede, que podría ser el Museo de Antropología, el Palacio de Bellas Artes, el Palacio de Minería o el Castillo de Chapultepec.
Se descartaron Los Pinos, la propuesta inicial del gobierno, y el Palacio Nacional, como pretendía Sicilia.
Según activistas, el formato sí sería el que Sicilia planteó desde el principio: en un lugar público y ante la prensa, él presentará a por lo menos 15 familiares de muertos y desaparecidos en la guerra, después de cuyas intervenciones el poeta fijará la posición del movimiento. El cierre estaría a cargo de Felipe Calderón.
En vísperas de la reunión, Sicilia dice en entrevista que espera del presidente un compromiso para que los ciudadanos participen en el replanteamiento de la estrategia contra el crimen organizado, y así avanzar en la pacificación del país.
Pero antes de eso, agrega, es necesario que el gobierno federal responda al reclamo de justicia para las miles de familias afectadas por la guerra contra el narcotráfico, que ha generado 40 mil muertos, 10 mil desaparecidos y 120 mil desplazados, en cifras extraoficiales.
Para Sicilia, un aspecto fundamental del diálogo con el presidente es que el gobierno escuche a las familias de las víctimas, a los sectores sociales, a los especialistas, y tome en cuenta las experiencias de los pueblos donde se han organizado grupos de autodefensa ciudadana, como la policía comunitaria de la Montaña de Guerrero, los indígenas purépechas de Cherán, Michoacán, los colonos de Tetela del Volcán, Morelos, y los grupos de Villas de Salvárcar, en Ciudad Juárez, Chihuahua.
“Hay que hacer un marco distinto donde participen los ciudadanos y los expertos, como los que estuvieron en el foro sobre la violencia en la UNAM. El trabajo se tiene que hacer con la ciudadanía y tenemos que exigirle al presidente Calderón que vaya por ahí también”, dice.
Pero no sólo Calderón tiene una responsabilidad, aclara: “Es un asunto de justicia en cual también tienen que ver los gobiernos de los estados, los municipios y la Suprema Corte de Justicia. Es una demanda también para ellos, porque creen que todavía vivimos la época de Díaz Ordaz y quieren cargar toda la responsabilidad al presidente”.
Los ciudadanos no estamos exentos, explica: “Los seis puntos del pacto se dirigen a los gobernadores, al Poder Judicial, a los partidos y al Poder Legislativo. Todos tienen responsabilidades grandes y tienen que cumplir su trabajo. Nosotros los ciudadanos tenemos también responsabilidades graves: hemos sido omisos, sumisos; hemos aceptado todo, dándoles una carta en blanco a los políticos para que hagan lo que se les pegue la gana para su beneficio. Tenemos que empezar a cuidarnos y a presionar como ciudadanos, tener una participación más fuerte en los procesos políticos. Ahí también hago un llamado fuerte para la unidad”.
La gestación del encuentro
La ruta de este encuentro con el presidente Calderón empezó cuando el movimiento ciudadano encabezado por Sicilia realizó su primera marcha, el 6 de abril, en Cuernavaca, y posteriormente otra que salió de la capital morelense el 5 de mayo y culminó tres días después en el Zócalo de la Ciudad de México.
En esta ocasión se dieron a conocer los seis puntos del Pacto para la Paz: el esclarecimiento y la aplicación de la justicia en los más de 40 mil asesinatos ligados al combate contra el crimen organizado; el fin de la actual estrategia de guerra y la sustitución de la misma por un enfoque de seguridad ciudadana; el ataque a la corrupción y la impunidad, así como a la raíz económica y a las ganancias de la delincuencia; la atención de emergencia a la juventud y acciones efectivas de recuperación del tejido social; y abrir paso a la democracia representativa y a la democratización en los medios de comunicación.
En los dos meses recientes, Sicilia tuvo dos reuniones privadas con Calderón en Los Pinos, en las cuales lo instó a salir de la residencia oficial y constatar las condiciones de emergencia en que vive el país, así como el desamparo en que dejó a miles de familias la violencia generalizada producto de la guerra que declaró al narcotráfico.
El 9 de mayo, frente a empresarios y en Los Pinos, el presidente invitó públicamente a Sicilia y a otros promotores de la marcha a un diálogo “franco y abierto” sobre la inseguridad en el país. El poeta manifestó su interés por tal encuentro, pero planteó que se realizara en el Palacio Nacional, públicamente y con la presencia de una comisión de familiares de víctimas de la violencia.
Desde entonces advirtió que en esta reunión se plantearían los seis puntos del Pacto por la Paz y que se exigiría a los tres poderes establecer la forma en que los resolverían. Hoy, ante la inminencia del diálogo con Calderón, Sicilia puntualiza:
“Creo que la caravana, además de visibilizar la inhumanidad en la que estamos viviendo, que no se les ha hecho justicia (a las víctimas de la violencia), de poner en claro que hay una gran inseguridad en el país, también hizo posible ver que necesitamos de la fraternidad. (El próximo) sería un encuentro público, con todos los poderes; es una exigencia que no vamos a negociar. Además las víctimas tienen que estar allí porque son los testigos dolorosos del horror que estamos viviendo y exigen una justicia.”
La declaración de Juárez
Una semana después de su encuentro en Ciudad Juárez con diversas organizaciones sociales y de víctimas inocentes de la guerra contra el narcotráfico, Sicilia aclara que a la reunión con Calderón no llevará el documento de 70 puntos que se firmó en esa ciudad, y en el cual se exige un juicio político a Calderón y la inmediata desmilitarización de la estrategia antinarco.
Un día después, en una conferencia de prensa que dieron en El Paso, Texas, Sicilia y el exombudsman del Distrito Federal Emilio Álvarez Icaza aclararon que ese documento no es el Pacto para la Paz, sino las relatorías de las mesas de trabajo que todavía se discutirán en otros foros. Frente a las críticas que les hicieron varias organizaciones civiles de Ciudad Juárez, el poeta insiste en que el pacto de seis puntos es el que le presentará a Calderón porque la Declaración de Juárez es más de consignas que de propuestas para que obtengan justicia las familias de las víctimas.
Álvarez Icaza manifiesta que también está de acuerdo con la desmilitarización, pero no en que ésta sea una condición para que se atiendan los reclamos de justicia: “Yo no rechazo lo que la gente de Juárez pide, pero esta demanda de que salga el Ejército debe entenderse en su dimensión, no en su literalidad. Hay gente en Tamaulipas que dice que sólo con el Ejército sale a comprar sus víveres. Hay movimientos que tienen como bandera la desmilitarización o exigir la renuncia del presidente y de su gabinete; me parece que esa no es la agenda de este movimiento”.
Para él, lo más importante de la caravana fue que se trató de una acción histórica e inédita porque más de 600 personas cruzaron algunos de los estados más peligrosos con el fin de hacer visibles a las víctimas de la violencia. “Me parece que el sentido de lo de Juárez es que muchos actores se comprometieron a firmar un pacto por la paz con justicia y dignidad. Me parece que eso es lo importante”, señala.
–¿Esto va a afectar de alguna manera el movimiento ciudadano? –se le plantea.
–No lo creo. Me parece que el sentido del movimiento, su lógica de basarse en que salieran a hablar las víctimas, es su gran aporte.
–¿Existe un riesgo de división interna?
–Sí, pero en su caso, si alguien dice que no puede continuar con el movimiento porque mantiene como condición el juicio político a Calderón, pues no será la prioridad para el movimiento pero habrá algunos otros puntos en los que pueda coincidir, y otros en que no. Por ejemplo, si alguien propone que regresen de inmediato los soldados a sus cuarteles, me parece que tendrá que ser un proceso de considerar los términos y los lugares, e incluso el contenido de la Ley de Seguridad Nacional.
Al respecto, Sicilia confía en que se pueden salvar las diferencias expresadas por algunas organizaciones en Ciudad Juárez. Argumenta que “el dolor no tiene ideología, no tiene agenda, pide justicia, nadie puede condicionarlo. El dolor está por encima de cualquier cosa. Los pendientes con ese dolor, a nivel de la justicia, nadie los puede discutir: esa es la razón y la fuerza moral del movimiento”.
–¿Cuál sería el mensaje para los grupos más radicales?
–Que no se muevan con consignas, que se muevan con un aparato crítico para entender que realmente las condiciones son muy complejas, que tenemos que dar pasos adecuados. Les diría que recuerden a Lenin, que al hablar de los procesos revolucionarios decía que hay que dar dos pasos adelante y uno para atrás. Que aprendan a dar un paso para atrás si no quieren que se revienten las cosas.
“El país está tan deshecho, la llaga del país es tan grande que si no construimos ese mínimo suelo de entendimiento no va a haber ni siquiera la posibilidad de una vida democrática real, donde estas agendas y estos dolores no podrán decirse, porque la situación del país puede reventar de una manera muy fea o caminar hacia un Estado militarizado.”
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