Alianza Social de Trabajadores de la Industria Mexicana

miércoles, 22 de junio de 2011

Pemex: licitaciones y privatización.- OPINION

 
 
 
 
 
 
Argentina: disparen contra Hebe
José Steinsleger
Morir por la causa de los hijos (La madre, Máximo Gorki), o tergiversarla para lavarse de culpas. Honrar su memoria con humildad, o lucrar con la guerra a costa de los propios hijos (Madre coraje, Bertolt Brecht). Luchar por los hijos de todos los desaparecidos (Hebe de Bonafini), o realizar el duelo con lacerantes expedientes de victimización individual (y dejémoslo ahí…).
Ahora sabemos que el poder masculino empezó cuando a la mujer le impuso el catecismo de Platón y Aristóteles. De allí, los celos de la terrible Medea, que el racional Eurípides analizó con sosiego 2 mil 500 años antes de Freud: en situaciones extremas de confusión y dolor, las reacciones de la mujer son totalmente impredecibles.
Las risotadas del conservador Aristófanes echaron tierra sobre el enfoque crítico de Eurípides en Medea: diga o no diga, haga o no haga, la mujer no está facultada para intervenir en el mundo de los hombres. Y así nació la madre perfecta. Que si es cristiana al hijo le dice comes o te mato, y si es judía “comes o me ‘moiro’”. Los niños, que aun cuando juegan son serios, tienen razón en quejarse.
En la fábula San Julián, el hospitalario, de Flaubert, un cazador mata a la cierva y sus críos, y clava una flecha en la frente del ciervo. Herido, el animal embiste contra el cazador y, alzándose en dos patas, brama: ¡Maldito, maldito, maldito! ¡Algún día, corazón feroz, asesinarás a tu padre y a tu madre! Un modo piadoso de negar el hambre del cazador.
Frente a la una y la otra tragedia, el poder masculino se perdona a sí mismo: No matarás. Pero induce a creer que matar a los padres es más imperdonable que matar a los hijos. Esto aconteció en Argentina cuando, en plena dictadura militar (1981), la sociedad que negaba la desaparición y muerte de sus hijos se desgarró las vestiduras por el doble parricidio cometido por Pablo y Sergio Schoklender (20 y 23 años).
Los atenuantes no contaron. En el caso de las familias y personas desaparecidas, porque las buenas conciencias demandaban mano dura contra los enemigos de la mansedumbre. Y frente a los parricidas, por haber desafiado los sagrados fundamentos de la familia.
Lo de menos fue pensar que en cualquier sociedad que se precie de tal las personas pueden desaparecer por encanto, o lo declarado por los jóvenes: que el papá era un tipo violento y traficaba con armas, y la mamá una drogadicta y alcohólica que abusaba sexualmente de ellos. Los hermanos fueron condenados a cadena perpetua por el mismo delito: homicidio doblemente calificado, por ser sus padres las víctimas.
Por la ley que computaba doble los años en prisión sin sentencia en firme, Pablo consiguió la libertad condicional en 1995. Y Sergio, quien asumió la responsabilidad de todo, obtuvo en 2001 el mismo beneficio con permisos especiales para trabajar en el estudio de su defensor y regresar a dormir a su celda.
En la cárcel, Sergio aprovechó el tiempo: se recibió de abogado y de sicólogo, organizó talleres con los presos, tomó como bandera la defensa de los derechos humanos en los penales, y un buen día lo visitó Hebe de Bonafini, presidenta de la Asociación Madres de Plaza de Mayo.
Hebe se encariñó con Sergio, permitiendo que el joven se convirtiera en apoderado y en brazo derecho de una asociación que, para entonces, había crecido: universidades, empresas de construcción de viviendas populares, medios de comunicación, centros culturales, etcétera.
Sin embargo, el nada austero estilo de vida de Sergio llamó la atención de los buitres mediáticos. Y en días pasados, estalló el escándalo. El vértice de una organización mundialmente emblemática por su ética y moral probadas había sido tomado por un canalla que defraudaba sus ideales: enriquecimiento ilícito, lavado de dinero, ilícitos varios.
Las buenas conciencias hicieron picadillo a Hebe y se pusieron a ensayar retorcidas interpretaciones acerca de:
• Ella, que en medio del terrorismo de Estado miró con altivez al mundo de asesinos diseñado por los hombres.
• Ella, que empezó a pelear desde más abajo de los que dicen pelear desde abajo.
• Ella, que diluyó el nombre de sus hijos en nombre de todos los hijos muertos y desaparecidos.
• Ella, que por no entender de política decía cualquier cosa políticamente incorrecta.
• Ella, que no aceptó un centavo de indemnización por sus hijos, hasta lograr que el Estado pidiera perdón.
• Ella, la extremista que decidió apoyar a un gobierno burgués.
• Ella, la madre combativa que rechazó el diálogo y el lanzar palomas de la paz, sin previa justicia y castigo a los culpables del genocidio.
• Ella, que nunca llamó guerra a la cacería de jóvenes del Plan Cóndor, y la política de hambre y exclusión del Consenso de Washington.
• Ella, que nunca abandonó su vida de barrio y humilde vivienda, mientras construía otras de mejor calidad porque la gente debe vivir bien.
En suma, nada menos que acerca de ella: Hebe, la Kika, la madre imperfecta que, sin pelos en la lengua y durante 35 años, lidió con el insufrible mundo de los perfectos, y supo mandarlos a la mierda.
 
Pemex: licitaciones y privatización
 
Petróleos Mexicanos (Pemex) anunció ayer que licitará el arrendamiento, por plazos de entre dos y tres años y sin opción a compra, de ocho plataformas de perforación marina en la Sonda de Campeche, así como la realización de varios trabajos en diversos campos de la región, por un monto superior a mil 200 millones de dólares. “Dichas contrataciones –dijo en un comunicado la dirección de la paraestatal– permitirán realizar las actividades de perforación, terminación, mantenimiento, reparación y toma de información de pozos marinos” en el principal complejo productor de crudo de la petrolera estatal, Ku Maloob Zaap, y en el yacimiento de Cantarell.
El anuncio hace evidente una continuidad en el designio del gobierno federal de entregar a particulares cuanto se pueda de algunas de las actividades más redituables de la industria petrolera nacional. Es significativo, al respecto, que el gobierno insista en justificar su empeño en otorgar concesiones como la comentada –que suelen ir aparejadas a jugosas ganancias para las empresas contratistas– con el argumento de que Pemex carece de los recursos humanos, tecnológicos y monetarios necesarios: si en el momento presente es necesario fortalecer al Estado mexicano a efecto de recuperar la capacidad de inversiones en materia petrolera –como indicó ayer el ex presidente de Brasil Luis Inacio Lula da Silva–, resulta difícil imaginar un rumbo de acción menos conveniente para la consecución de ese propósito que la adopción de medidas como la que se comenta, que justamente reducen la participación pública en la industria de los hidrocarburos.
Por otra parte, la afirmación de que Pemex carece de recursos suficientes para desempeñar sus tareas –al grado de que tiene que arrendar infraestructura para mantener la producción de hidrocarburos– resulta llanamente inverosímil en voz de una administración que el año pasado gastó casi 3 mil millones de pesos en organizar el festejo –tan frívolo como insustancial– del bicentenario de la Independencia, y que en los primeros cuatro meses de 2011 ejerció más de 525 millones de pesos sólo por concepto de publicidad institucional.
Adicionalmente, es preocupante que la administración calderonista presente como solución a los problemas de la paraestatal una medida que representará, en lo inmediato, un riesgo de pérdida neta para el país en términos económicos, al permitir la operación de compañías privadas en la principal región productora de hidrocarburos del territorio.
Finalmente, el hecho de que la acción referida se presente como apegada a los términos de la reforma petrolera de 2008 pese a contrariar abiertamente el espíritu y la letra constitucionales pone en evidencia una inconsistencia jurídica que debe ser corregida cuanto antes: en la medida en que esto no ocurra, quedará abierto un amplio margen de maniobra para que el grupo en el poder porfíe en el empeño de transferir a manos privadas actividades, potestades y propiedades que pertenecen, por mandato constitucional, a la nación.

Bajo la Lupa
La hipercomplejidad geopolítica de Siria: EU contra Irán
Alfredo Jalife-Rahme
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Sirios realizan una protesta contra el gobierno de su país en un campamento de refugiados abierto recientemente en la ciudad turca de Yayladagi, ayerFoto Ap
Penetramos en la máxima hipercomplejidad del mundo árabe: Siria y la región del Creciente Fértil.
Una cosa es la espontaneidad de la revolución del jazmín del paradigma tunecino que impregnó a los 22 países que integran la Liga Árabe y otra es el intento hipócrita de su secuestro obsceno por la disfuncional OTAN encabezada por Estados Unidos que, conforme a sus triviales intereses geopolíticos, pretende redireccionar las veleidades libertarias de más de 360 millones de habitantes.
Creer ingenuamente que Estados Unidos y la Unión Europea (condensada específicamente por Gran Bretaña y Francia) se encuentran a favor de la democracia y los derechos humanos en Siria, después de un estruendoso silencio de dos generaciones, constituye un agujero negro de la memoria histórica cuando Washington, Londres y París apoyaron durante un promedio de tres décadas a las autocracias de Túnez, Egipto y Yemen, dejando de lado las acrobacias metalingüísticas occidentales en Bahrein y Libia, donde la propaganda transatlántica colisiona con la triste realidad de los hechos y sus desechos bélicos.
Si se aplica rigurosamente la misma medida inalienable de la democracia y los derechos humanos a Bahrein y Siria, sus consecuencias geopolíticas son diametralmente opuestas: en el primer caso los intereses de Estados Unidos (por extensión, de la OTAN) se verían severamente afectados y beneficiarían a la teocracia chiíta de Irán; en el segundo caso sucede lo contrario.
De allí la fuerte presión de Estados Unidos (y sus aliados) contra el régimen sirio con el fin de dañar a Irán (de paso a Rusia), a diferencia de su postura concerniente a Bahrein, donde Washington ostenta una base naval, sin contar que la isla es miembro del Consejo de Cooperación de Países Árabes del Golfo de seis petromonarquías, quienes, además, buscan la membresía de Jordania y Marruecos.
Llama, entonces, poderosamente la atención que Estados Unidos (y sus aliados) apoyen a las ocho monarquías todavía intocables del mundo árabe, quienes, guste o disguste, buscan el statu quo en su esfera de influencia y adonde se han refugiado dos de los tres sátrapas defenestrados. No profiero perentorias sentencias moralizantes, sino exhibo la realidad geopolítica.
Como la herramienta de la democracia y los derechos humanos –lamentablemente degradada por la propaganda occidental– es inservible para el estricto análisis axiológico, entonces cabe mejor recurrir a los instrumentos de vuelo de la geopolítica, que aportan mayor diafanidad a los sucesos de Bahrein y Siria, dos casos extremos del mismo espectro.
No son momentos para solipsismos. Algún día expondré mi confrontación con el régimen de los Assad durante cuatro décadas (que valió mi extendido exilio político, que no suelo publicitar por no ser proclive a la victimización ni al martirio), que no viene al caso citar para no obnubilar el análisis geopolítico en el que no existen buenos ni malos, sino crudos (en el doble sentido del término) intereses de las potencias globales y regionales que se enfrentan pornográficamente en Siria (y, por extensión, en Líbano): básicamente Estados Unidos (y su pléyade de aliados regionales y locales) contra Irán.
Emerge así un exquisito axioma aplicable en cualquier punto y momento, lo que le confiere su carácter científico: dependiendo de los intereses geopolíticos, las posturas de los actores globales, regionales y locales se pronunciarán ya sea a favor de la democracia, los derechos humanos y hasta el cambio de régimen, o bien optarán por la política del avestruz del statu quo.
La lectura de los periódicos regionales basta y sobra para determinar las lealtades y anhelos en el radar geopolítico.
El portal de Al-Arabiya (21/6/11), perteneciente a Arabia Saudita, arremete sin piedad contra el tercer discurso del presidente sirio Bashar Assad, a quien acusan no solamente de represor sino, peor aún, de padecer la sicopatía de la negación.
La prensa israelí amarra navajas entre Siria y Turquía. Ehud Barak, ministro de Defensa del gobierno de la dupla Netanyahu-Lieberman, en una entrevista al periódico francés Le Figaro concede seis meses de vida política a Bashar, y el portal Debka, un monumento a la desinformación, vaticina una inminente intervención del ejército turco, con instalación de una zona de amortiguamiento en la transfrontera del lado sirio (cerca de 900 kilómetros), que cuenta con la bendición hollywoodense de Angelina Jolie (esta vez sin el actor Brad Pitt), la bella embajadora de la ONU para los cerca de 10 mil refugiados de la región de Jisr-Al-Shogour (un bastión de 50 mil habitantes de los Hermanos Musulmanes). Cuando los embajadores especiales de la ONU intervienen en los campos de refugiados suelen ocurrir balcanizaciones ulteriores.
La prensa iraní se ha confinado a señalar la infracción de un helicóptero turco en territorio sirio y repite la severa condena de Bashar en su tercer discurso contra los vándalos y los saboteadores, quienes ejecutan una conspiración geopolítica contra su régimen (léase: para expulsar a Irán y Rusia de Siria, y estrangular a Hezbolá en Líbano).
La prensa de Estados Unidos (y por extensión, de la OTAN, donde Gran Bretaña adopta una feroz posición maximalista) critica al presidente sirio por no haber aportado un cronograma ni claridad a sus elusivas promesas de reformas: desde el diálogo nacional, pasando por elecciones en agosto (por cierto, muy precipitadas y difíciles de realizar por ser este año el mes del ayuno islámico, Ramadán) hasta cambios sustanciales a la Constitución para abolir el monopartidismo del Baaz (un partido teóricamente laico y socialista) que desemboque en el pluralismo y la libertad de expresión.
Lo interesante es que nadie hasta ahora del lado occidental ha exigido el cambio de régimen y su dureza retórica se limita a invitar a Bashar a encabezar las reformas (léase: hacer las paces con Israel, expulsar a Irán y a Rusia, someter a Hezbolá y, sobre todo, a mi muy humilde entender, el golpe de gracia: privatizar la banca estatal y todo aquello que sea privatizable).
El atribulado Bashar admitió que no existe marcha atrás y que las reformas son imprescindibles. El problema radica en su profundidad, su cronograma y, sobre todo, su control.
Si tales reformas son forzadas por Estados Unidos (y sus aliados), el desenlace será la instalación de un gobierno de los Hermanos Musulmanes sunitas, quienes probablemente iniciarán la venganza colectiva contra la minoría hoy gobernante de los alawitas (secta esotérica del Islam desprendida del chiísmo), de los cristianos, probablemente de los drusos (otra secta neoplatónica y esotérica del Islam, de carácter monogámico) y seguramente de los kurdos (por motivos que iremos desglosando).
Tampoco hay que desdeñar la participación geopolítica de Rusia, que posee una base naval en el puerto sirio de Tartús.
De todo lo que he escuchado y leído durante mi estancia en Líbano, lo que más me ha intrigado ha sido la supuesta voltereta de Turquía, quien como único miembro islámico de la OTAN ejerce abiertamente las presiones exógenas para la transformación del régimen sirio, lo cual merece un seguimiento puntual en mi próximo artículo.

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