Vivir sin
gobierno
Marco Appel
Marco Appel
BRUSELAS.- El exprimer ministro de
Bélgica Jean-Luc Dehaene considera que las negociaciones para formar gobierno
en su país pueden prolongarse hasta finales de año sin que ello le represente
problemas económicos o de administración.
“Desde 2007, cuando hubo una crisis
similar de gobierno pero no tan prolongada como la actual, tenemos problemas a
escala federal. La mayoría de los partidos flamencos quiere una confederación;
la parte francófona está en contra y pugna por mantener el status quo. Pero eso
no impide que los ciudadanos puedan hacer su vida normal”, explica a Proceso el
profesor Herman Matthijs, experto en gestión pública de la Universidad Flamenca
de Bruselas.
Este pequeño país de 11 millones de
habitantes cuenta con una compleja estructura administrativa. Se encuentra
dividido en tres regiones: Flandes, en el norte, con 6 millones de habitantes;
Valonia, en el sur, con 4 millones, y Bruselas, la capital, localizada en
territorio flamenco, con un millón. Cada una de estas regiones gestiona las
cuestiones relativas al funcionamiento de sus territorios, como la distribución
de agua, de electricidad, infraestructura carretera, etcétera.
En otro nivel administrativo hay tres
comunidades lingüísticas: flamenca, francesa y la alemana que es minoritaria.
Cada una dispone de sus propios presupuestos que aplican en materias
relacionadas con la promoción de su idioma y cultura.
Existe un grado más de complejidad en
este rompecabezas: las comunidades flamenca y francófona administran los
asuntos lingüísticos en la región de Bruselas –donde se habla oficialmente
flamenco y francés–, y el gobierno de la región valona, cuyo idioma es el francés,
administra territorialmente a la comunidad de habla alemana.
El profesor Matthijs explica: “Muchas
competencias ya recaen en las administraciones de las comunidades: la
educación, el deporte, la cultura, los medios de comunicación… Otros rubros,
como las carreteras y los trabajos públicos, son competencia de las regiones.
Esos presupuestos los aprueban los parlamentos de cada región y no tienen nada
que ver con el dinero federal; están totalmente separados”.
El presupuesto de Flandes es de 25 mil
millones de euros, mientras que el de Valonia es de 15 mil millones; el de
Bruselas de 3 mil millones, y el de la comunidad germanófona (que no cuenta con
administración regional) de 150 millones.
“En Bélgica –expone el entrevistado– el
financiamiento de las comunidades y de las regiones se rige por una ley
especial que aplica automáticamente, con o sin gobierno federal fijo, desde
1989. Dicha ley señala, por ejemplo, ‘equis parte de los impuestos personales y
del impuesto al valor agregado se entregan, cada mes, directamente a tal
comunidad o a tal región’.
“El encargado de la recaudación fiscal
y de aplicar la ley es el Ministerio Federal de Economía. En 2003 hubo una
modificación a tal ley, y ahora los flamencos exigen otra que otorgue mayor
autonomía a las regiones, como la que rige en Suiza o Alemania.”
En ese sentido, de las negociaciones
del gobierno emanó una propuesta para transferir competencias federales en
cuatro campos más: el mercado de trabajo, los cuidados de salud, las ayudas
familiares y la justicia, que representan una concesión económica de 10 mil
millones de euros. Además, regiones y comunidades aumentarían el porcentaje que
actualmente conservan de los impuestos que recaudan: de 20% a 45% del
presupuesto flamenco; de 14.9% a 34.4% de la región Valona-comunidad
francófona, y de 52% a 83.4% de Bruselas-Capital.
Autonomías
El especialista explica que a comienzos
de 2010 se votó la llamada ley del “segundo provisional” para evitar una
parálisis por falta de presupuesto. Gracias a ésta, añade, “el gobierno federal
provisional trabaja con los mismos gastos del presupuesto anterior en lo que
respecta a los ‘asuntos corrientes’ (cotidianos). El problema es que en este
país no hay una ley que estipule exactamente cuáles son estos asuntos. Llevamos
ya más de 11 meses que el gobierno federal toma decisiones que la oposición no
acepta porque dice que no corresponden a ese rubro”.
Uno de esos desacuerdos ocurrió con la
decisión del gobierno provisional de participar en las operaciones militares
contra Libia, al enviar aviones de combate F-16 para cumplir misiones de
bombardeo al mando de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).
–La pertenencia de Bélgica a la UE y
otras organizaciones internacionales también ha restado competencias a la
autoridad nacional–, se le plantea.
–¿Qué papel puede desempeñar nuestro
gobierno federal? En el plan monetario, ninguno porque la política en este
renglón la gestiona el Banco Central Europeo desde Frankfurt. En lo referente
al mercado interior, tampoco porque lo regula la UE. En lo que toca al aspecto
militar no tenemos conflictos desde hace mucho tiempo y la OTAN dirige nuestro
ejército. En otros rubros la mayor parte de las competencias recae sobre las
comunidades y regiones de Bélgica.
Además, el gobierno provisional puso en
marcha ahorros en el erario, prepara un nuevo presupuesto de “asuntos
corrientes” y presentó a la UE un presupuesto plurianual. Todo lo anterior ha
contribuido a que la abultada deuda pública belga se estabilice a 102% de su
PIB en 2012, según las previsiones del Banco Central Europeo.
Ello ha dado un argumento suplementario
a los independentistas flamencos para subrayar la inutilidad de un gobierno
federal, e incluso la existencia misma del país.
A pesar de ese sistema de repartición,
en diciembre pasado la agencia calificadora de riesgo crediticio Standard &
Poor’s anunció que rebajaría la calificación de la deuda belga si, a más tardar
en junio, no hay acuerdo de gobierno. Por su parte, el 23 de mayo último otro
organismo de evaluación, Fitch Ratings, dio a conocer que rebajaría la
calificación crediticia del país, de “estable” a “negativa” en los próximos 12
a 18 meses, en caso de que no se logre un consenso político que impulse
reformas económicas.
El especialista explica que la falta de
un gobierno estable frenó los debates en torno a las reformas sociales y
económicas de fondo, como la de pensiones, que otros países europeos están
realizando. Advierte que “desde hace algunos meses Bélgica tiene un problema de
inflación, que eleva el monto de los intereses de su deuda”. Sin embargo,
aclara que ello no tiene nada que ver con las sucesivas crisis en Irlanda,
España, Grecia y Portugal.
“En 2010 el déficit presupuestal de
Bélgica –comenta– fue equivalente a 4.1% de su producto nacional bruto, en
Grecia 10.5% y en Irlanda 32.4%. Además, Bélgica no sufre la problemática
causada por la burbuja del sector inmobiliario, que afectó mucho a países como
España.
Y remata: “Calculo que dos terceras
partes de las competencias económicas de Bélgica están en manos de las
regiones, que sólo cargan con 10% de la deuda del país, la cual puede
solucionarse a corto plazo. Las competencias económicas que le quedan al
gobierno federal no sirven para nada.
“Si no tuviéramos la moneda única, el
euro, eso sí nos hubiera causado problemas. La crisis política nos habría
llevado a una crisis monetaria. Pero tampoco hay que olvidar que los actuales
gobiernos de Portugal, Irlanda, Italia y Grecia atraviesan conflictos
políticos; Bélgica no es el único país que los padece”. l
FUENTE PROCESO
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