Alianza Social de Trabajadores de la Industria Mexicana

miércoles, 31 de agosto de 2011

FOTO DEL $$$$ CINISMO DE SIEMPRE, FALTA DESCHAMPS,PASCOE Y MAS

Astillero
No se aflijan
Pedagogía sangrienta
Civismo distorsionado
Televisa-Gobierno
Julio Hernández López
Si los niños y jóvenes de la patria necesitaran más razones para reconsiderar su futuro podrían bastarles las dos estampas tristes que ayer en un acto de filantropía les regalaron dos personajes de gran poder. El principal de ellos, un hombre ensombrecido, de mirada y talante acerados bajo fallidas pretensiones de buen humor y amabilidad escenográfica, que ensimismado en el diario discurso de la muerte, relator incansable de detenciones, apodos y combates, se concedió licencia para hablar de la guerra en curso ante quienes recibían becas escolares. No se aflijan, pidió para afligirlos. No se preocupen, dijo al preocuparlos.
Ganaremos, aseguró ante ese público controlado, de aplauso previsible, aunque la victoria se llevará tiempo y no será tan fácil. Ustedes, a lo suyo, a estudiar, que nosotros, los adultos, los gobernantes, habremos de cuidar que no les alcance la desgracia, sería la traducción rápida del discurso del panista trágico en cuyo saldo histórico quedarán, entre otras cosas, la pedagogía sangrienta, el canto de la profesora regiomontana evocando gotas de lluvia que podrían ser de chocolate, los ejercicios de protección civil con los pequeños aprendiendo el pecho a tierra y el atrincheramiento entre butacas, la muerte como daño colateral para ellos y sus padres, el narcotraficante como modelo de ascenso social y poder, la falta de oportunidades reales, y los políticos y las autoridades como malos cuentos de final infeliz.
Pero no fue todo. Los receptores de las becas Generación Bicentenario Nacional Monte de Piedad escucharon a Felipe Calderón utilizar la tribuna institucional para felicitar al secretario de Educación Pública por una decisión partidista, educando en la distorsión con el ejemplo. En un acto oficial, Calderón, el panista, elogió a Lujambio, el panista, por haber declinado horas antes a la lucha interna en el PAN por conseguir la candidatura presidencial, declinación que provino de una jugada palaciega que en lugar de dar lustre al civismo lo empaña pues, a pesar de tener mejores condiciones para pelear tal postulación que, por ejemplo, el pequeño Cordero, Lujambio cedió el paso a la consigna de organigrama solamente para satisfacer el interés del mismo jefe partidista que ayer, como en episodio de novela mafiosa, felicitaba al engominado panista por haberse dejado encajar sin protesta el cuchillo predeterminado a cambio de posteriores pagos políticos menores.
En tales clases de civismo práctico, los educandos también tuvieron oportunidad de escuchar extrañas declaraciones de autosatisfacción de la jefa de jefas de la mafia sindical mexicana, mejor conocida como La profesora. Tropezando prosódica y conceptualmente, como ya es costumbre en sus alocuciones públicas, la presidenta del sindicato nacional de maestros comenzó por escribir en el pizarrón imaginario la frase que quisiera que los mexicanos escribieran muchas veces: El país, lo que necesita son buenas noticias. Luego compartió un presunto diagnóstico personal: Ha habido muy pocos momentos en mi vida en los que me haya sentido mejor de lo que me siento hoy.
Foto
El presidente Felipe Calderón Hinojosa, ayer, durante la entrega de las becas Generación Bicentenario en el patio del Museo Nacional de Antropología. Lo acompañan el presidente del Patronato del Nacional Monte de Piedad, Arturo Limón; la lideresa del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, Elba Esther Gordillo y el secretario de Educacion Pública, Alonso LujambioFoto Francisco Olvera
Ante los alumnos que recibirán apoyo económico de Televisión Azteca, el Nacional Monte de Piedad, Inmobiliaria Homex y el SNTE para que terminen sus carreras profesionales si no bajan de nueve en sus calificaciones, Elba Esther Gordillo se puso poética: Sean ustedes quienes devuelvan con esfuerzo la luz, frente a las nubes; el blanco sobre el negro, sean el sol frente a la oscuridad, y se incluyó en la historia: somos millones quienes apuntamos a la luz con el resultado de nuestro trabajo. Hubo otro párrafo enigmático: Pero por sobre todas las cosas, vean que forma de niños y de niñas, en forma de inteligencia y de esfuerzo, el Ángel de nuestra Independencia, de nuestra libertad, vuela más alto de lo que voló durante el primer centenario, y nuestro Palacio de Bellas Artes tiene ahora la mejor obra jamás hecha (transcripciones tomadas de la página oficial de Los Pinos, http://j.mp/pVBhUM).
Mientras tales rituales de la nueva pedagogía maca-bra se realizaban en foros oficiales, en otros, televisivos, se consumaba la demostración pública del sometimiento de la elite política a los designios del verdadero poder nacional rector, el de la televisión, específicamente Televisa. Día a día va quedando demostrado que el móvil del ataque a un casino de Monterrey no puede ser encajado en el casillero del terrorismo más que pretendiendo utilizar el incidente para propósitos gubernamentales específicos (más miedo colectivo como forma de control social y, sobre todo, el impulso a las reformas a la Ley de Seguridad Nacional), pero Televisa y sus principales conductores de programas noticiosos realizaron una inequívoca campaña de apoyo a las propuestas calderonistas de unidad nacional y de facultades legales para decretar estado de sitio mediante la argucia que ahora le llama afectación a la seguridad interior.
Televisa confirmó su condición de centro de manejo de la percepción nacional y de instrumento de presión insalvable para políticos y autoridades que concurrieron a los micrófonos de la empresa gobernante para alinearse con el discurso propuesto y allanar el paso a las pretensiones autoritarias del calderonismo en su fase final, en busca de impedir cualquier asomo de insurrección cívica o protesta organizada que pueda alterar el curso normalizado de la transferencia de poder entre elites que en la programación televisiva se contempla transmitir sin incidentes el año venidero.
Con esa cargada electrónica a favor de FC, se confirma la utilización tramposa de lo sucedido en el casino Royale para dar una vuelta más a las tuercas sociales. El felipismo, con irresponsabilidad propia del terrorismo oficial, habló instantáneamente no de actos de terror sino de terrorismo, tratando de escalar los planos de la violencia pública a partir de un acto más, aunque numéricamente excepcional, de los que cotidianamente suceden en un país de diario luto.
¡Hasta mañana, con Beltrones tratando de contrastarse por Internet con el copete congelado!
México: luto perenne
Arnoldo Kraus
Mañana, por la mañana, se confirmará: ayer nunca termina. Los muertos del día se sumarán a los de ayer, a los de antier, a los de julio de 2010 y a todos los incontables mexicanos asesinados desde hace muchos años. No hay fin. Decapitados. Desaparecidos. Niños huérfanos. Feminicidios. Migrantes centroamericanos expoliados y torturados. Mujeres violadas. Levantados. Indocumentados mexicanos que fallecen asfixiados en los tráiler de los polleros o por sed en los desiertos estadunidenses. No hay fin. Las desgracias se acumulan. Cada mañana el sepulcro es más profundo.
Todo se remite al amanecer y al sumario del día previo. Narcofosas con muchos muertos, algunos enteros, otros sin cabeza, cuerpos pendiendo de puentes peatonales, ejecutados, asaltos a casinos, asesinato de jóvenes en centros de rehabilitación, narcomantas y otro sin fin de desgracias aupadas por palabras nuevas, por la lógica presidencial y la de sus colaboradores, cuyos discursos y anuncios por la radio buscan explicar las razones y las justificaciones de tantos asesinatos. Razones imposibles, justificaciones injustificables: ¿cuántos decapitados fueron decapitados por razones justificables?
Temprano por la mañana la radio. Poco después los periódicos. Nada bueno. A la cuenta de los muertos deben agregarse los 35 asesinatos de ayer. El total aterra. Se habla de más de 40 mil muertos en lo que va del sexenio (sexenio es una enfermedad mexicana: seis años nos azoga un Presidente antes de irse). Todos los muertos han muerto por la guerra liderada por nuestro gobierno contra el narco. Una guerra de ellos contra ellos. La guerra mexicana del siglo XXI. Muchos, la inmensa mayoría de los 40 mil muertos, no aprobaron la lid ni hubiesen deseado ser parte de ella. La guerra mexicana del siglo XXI es la de ellos contra ellos. Los primeros ellos son el gobierno; los segundos ellos son los narcotraficantes. Ellos han acabado con el país.
Nuestro gobierno tiene razón. Estamos en guerra. Cuarenta mil mexicanos han perecido desde que se rompió el equilibro y el maridaje entre gobierno y narcotraficantes. Ese divorcio mal avenido nos jodió. Jodió a los muertos y a los vivos enlutados: su vida se interrumpió para siempre cuando uno de los suyos fue asesinado. ¿Cuántos de los muertos son familiares cercanos de nuestros dirigentes?
Los muertos en una sola acción, como la del Casino Royale son poco menos de 60. Ni en Tripolí ni en los pueblos sirios muere tanta gente en un solo día. Nuestra guerra es más cruenta que la que se lleva a cabo en esos y en otros países donde los rebeldes luchan contra ejércitos bien pertrechados. La guerra mexicana no sólo difiere por haber sepultado a más personas que las de Túnez, Egipto o Libia. Difiere por otras razones. Destaco dos. La nuestra la decidió el gobierno sin consultar al pueblo; la de la primavera árabe, la llevaron y la llevan a cabo los ciudadanos hartos de sus políticos. La nuestra es yerma. Se apilan y se apilan cadáveres inútilmente. Cada nuevo muerto aumenta el desasosiego y confirma mi hipótesis: es absurdo, lamento escribirlo, tener esperanza. Quizás las rebeliones de los ciudadanos de los países árabes y otras naciones africanas vean coronados sus esfuerzos con la instauración de la democracia.
El gobierno de Felipe Calderón decretó tres días de luto nacional tras la matanza del Casino Royale. Es correcto decretar luto durante tres días por los pobres comensales de ese lugar. Ahora son necesarios dos nuevos duelos: 362 días por el resto de los muertos y 365 días por los gobiernos que han destruido muchas vidas y ahorcado a la nación. ¿Cuánto horror más podemos soportar? ¿Cuántos muertos más requiere el gobierno para aceptar que su forma de guerrear ha sido un error fatal?
Mientras escribo, nuevos cuerpos se amontonan sobre los 40 mil cuerpos. Mientras cavilo, nuevos desaparecidos enlutan la vida de la nación. Decapitados y desaparecidos son parte de la guerra de ellos contra ellos. Gesta inútil la guerra mexicana del siglo XXI. Su saldo es demoledor: de-sasosiego, dolor y desesperanza. Poco importa si Estados Unidos nos considera o no un Estado fallido. Poco importa si Felipe Calderón se enoja ante tal diagnóstico. De nada importa si Alejandro Poiré, secretario técnico del Consejo de Seguridad Nacional, se ufana en explicar que México es menos violento que Brasil o Colombia y que sólo en el norte del país se reproducen los virus mortales. El resto de la nación, asegura el gobierno, es seguro. La primera víctima en cualquier batalla es la verdad. En la guerra mexicana del siglo XXI la verdad feneció a partir del primer cadáver.
Cuando se publique este texto, la lista de muertos y las imágenes de horror habrán crecido. La violencia no tiene fin. Las muertes tampoco. El enojo, la ira, las palabras, los movimientos de la sociedad y la joven iniciativa de la UNAM de nada han servido. ¿Cuándo y quién jodió a México?, ¿cuántos muertos más requiere Calderón y su gobierno para aceptar su fracaso?
El miedo y la desconfianza crecen ad nauseam. La prensa extranjera nos retrata. El turismo se extingue y el desempleo aumenta. Los negocios cierran y las personas migran. Sólo los políticos y algunos narcotraficantes están a salvo. Nadie más.
Ni los dueños del dinero ni los intelectuales quieren comprometerse. Ambos detentan poder. Deberían sentarse con Calderón y decir ¡ya basta! No lo hacen, no lo harán. Hoy se enterrarán los muertos de ayer. Mañana se sepultarán los de la víspera.

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