Violencia, casinos y estrategias
Al analizar el problema de la creciente violencia delictiva en
nuestro país, el rector de la UNAM, José Narro, señaló que es necesario
erradicar de la sociedad miedo, frustración y desaliento, y llamó a buscar una
unidad nacional basada en la confianza y la certeza en el rumbo. En el mismo
foro, organizado por la Comisión de Derechos Humanos de la Cámara de Diputados,
el juez español Baltasar Garzón se refirió a la educación como una de las formas
fundamentales de enfrentar el problema de la violencia, y agregó que las
acciones gubernamentales en el combate a la delincuencia deben llevarse a cabo
con pleno respeto al estado de derecho y a las garantías individuales.
Por su parte, el ex alcalde de Palermo Leoluca Orlando, también presente en
el encuentro, destacó que cuando las autoridades son incapaces de garantizar la
seguridad de los ciudadanos, éstos recurren a las mafias, las cuales les ofrecen
una seguridad perversa, y se refirió a la pertinencia de impulsar un cambio cultural a fin de robustecer la cultura cívica.
La reunión tiene como telón de fondo las secuelas del ataque criminal contra
el casino Royale, perpetrado el jueves, que dejó un saldo de 52 muertos: la
captura de cinco de los presuntos responsables del atentado, anunciada por las
autoridades de Nuevo León; el despliegue en Monterrey de miles de efectivos
policiales y militares con decenas de vehículos, las manifestaciones de
exasperación de la sociedad regiomontana y la confusión generalizada sobre la
identidad de los verdaderos propietarios del establecimiento incendiado, así
como sobre las irregularidades y omisiones que se tradujeron en salidas de
emergencia clausuradas.
La polémica ha alcanzado el tema de los casinos en general, así como el del
impulso a ese giro –que es señalado como instrumento común para lavar dinero de
la delincuencia organizada– que el gobierno federal le dio el sexenio
pasado.
Tanto el titular del Ejecutivo federal como Francisco Blake Mora, secretario
de Gobernación, negaron que los despliegues de fuerza pública provoquen o
agraven la violencia, y en términos muy similares aseguraron que la presencia
masiva de soldados y policías en espacios públicos es consecuencia de la
violencia que se vive en ellos.
El aserto es discutible si se toma en cuenta el elevado número de abusos
contra la población civil que han sido reportados desde que la actual
administración lanzó, a finales de 2006, una guerra supuestamente orientada a
combatir a la criminalidad organizada, aunque diversos analistas señalaron en
ese momento que se trataba más bien de una estratagema orientada a ganar
popularidad y legitimidad para un gobierno que carecía de ambas.
En los años siguientes se vinculó la inclinación del gobernante en turno por
las medidas de fuerza militar y policial con los amagos de autoritarismo
presentes en proyectos de reformas legales, así como la cerrazón política
característica del gobierno calderonista.
Es claro que numerosas personalidades –desde la solidez de lo expuesto ayer
en la Cámara de Diputados hasta las ocurrencias del ex presidente Vicente Fox,
quien llamó a gestionar una tregua con los delincuentes y a otorgarles amistía,
como forma de parar la violencia– han realizado, en estos años, propuestas
abundantes y diversas para enfrentar la inseguridad y combatir a la delincuencia
con métodos más inteligentes y fructíferos que los empleados hasta ahora por las
autoridades federales.
El gobierno falta a la verdad cuando se queja de que todos critican, pero
nadie propone alternativas. Otra cosa es que el equipo de gobierno carezca de
voluntad e interés para escuchar el gran debate nacional e internacional que se
desarrolla en el momento actual en torno a las vías para hacer frente al
consumo, trasiego y producción de sustancias sicotrópicas ilícitas, y que siga
empleando el recurso inútil de desplazar miles de efectivos militares a las
zonas en las que ocurren actos de violencia particularmente atroces.
Tales desplazamientos son seguramente espectaculares, además de caros, pero
ello no implica que sean capaces de alterar en forma significativa ni duradera
el enorme poder de que disfrutan los estamentos del crimen organizado en las
regiones en las que se asientan y a las cuales controlan. Acaban, por norma,
empeorando la situación de los ciudadanos y agregándole factores adicionales de
zozobra y atropello, como bien lo saben los habitantes de Ciudad Juárez,
Chihuahua. ¿Es necesario esperar a que lo constaten los regiomontanos?
Astillero
Minimato
patriótico
El manejable Cordero
La estela de Lujambio
Josefina, opción tolerada
Creel y los casinos
Julio Hernández López
Foro en San Lázaro. Efusivo saludo del rector de la UNAM,
José Narro, y el magistrado Baltasar Garzón, durante la inaguración del foro
Legalidad Democrática, Ética, Derechos Humanos y Seguridad, en la Cámara de
DiputadosFoto Cristina Rodríguez
F
elipe Calderón pretende instaurar un minimato con Ernesto Cordero
como pieza indudablemente manejable que permita dar continuidad al proyecto
patrióticoen curso. Por ello ha impulsado el presunto crecimiento de figuras como Javier Lozano Alarcón y Alonso Lujambio, carentes de base social y sabidamente inviables (al igual que el propio delfín-borrego de apellido Cordero), cuyas declinaciones convenidas se convierten en pasivos para el actual secretario de Hacienda, de por sí lleno de lastre.
El secretario del Trabajo, Lozano, por ejemplo, cedió su presunta
precandidatura a cambio de cuando menos una candidatura a senador por Puebla o
algún otro cargo en el hipotético gabinete de Cordero-Calderón en 2012. Y el
titular de Educación Pública, Lujambio, contempla la posibilidad de ser
candidato al gobierno de la capital del país o de ir también al Senado. Lo que
se busca, conforme al diseño felipista de cacicazgo transexenal, es que quien
sea el candidato lo sea con tales candados y compromisos que
el grupo central, el circulito íntimo, siga mandando con sentido integral más allá de las elecciones del año entrante, con Felipe como comandante en jefe.
Como parte de ese juego de presiones y condicionamientos de parte del dedo
elector (Felipe W. Calderón) hacia su apocado beneficiario (Neto Corderón),
aparece la opción tolerada de presunta competencia interna en la persona de la
jabonosa Josefina Vázquez Mota, que ha resistido desdenes, maltrato y fuego
interno de los conjurados intimistas, pero que a fin de cuentas ha logrado ser
vista con circunstancial condescendencia por el Jefe Mínimo como una especie de
Plan B, que pudiera ser utilizado en caso extremo por el michoacano y, también,
como fórmula de convalidación de la anunciada victoria del Cordero tripulable.
Así pues, el empujón de ayer a Lujambio para que saliera de escena
(irónicamente, enviado a la sombra por los excesos de una estela de luz, asunto
manejado y promovido desde las mismas alturas pinoleras para forzar el desenlace
de ayer con sabor amargo para el panista del gel) concentra reflectores
oficiales en el delfín Cordero, pero también ayudará a cerrar la batalla de
blanco y azul en dos fichas autorizadas por la casa de apuestas arregladas Los
Pinos.
Cordero y Vázquez Mota como contendientes con sello oficial, mientras se
encuentra la manera directa de vincular a Santiago Creel con los expedientes de
los casinos satanizados no solamente por lo sucedido en Monterrey en uno de
ellos, sino también porque forman parte de las culpas restregables en la cara de
quien fue secretario de Gobernación en el primer episodio de la tragicomedia
gubernamental panista, aquella que presuntamente tiraba solamente a risa, con el
siempre hilarante Vicente Fox al frente, el mismo personaje bloquiflojo que
ahora ha entrado en abierta confrontación con aquel a quien como candidato
menospreciaba y como ocupante de Los Pinos ha criticado abiertamente. Fox, el
verdadero jefe de Creel, ha confirmado su sabida ignorancia e imprudencia al
proponer amnistías y treguas (¿como los Tratados de Puente Grande, firmados con
El Chapo?) no tanto por ánimos justicieros o preocupación patria, sino
por discordancia extrema con su sucesor, que lo está dejando fuera de la jugada
de la supuesta sucesión.
Creel, habrá de recordarse, entregó permisos para el funcionamiento de
centros de juegos y apuestas cuando él era el favorito de Los Pinos, no sólo a
grupos políticos y económicos de mediano alcance, sino también a la todopoderosa
Televisa, que ahora se escandaliza de lo que acontece en el mismo ambiente
viscoso del que forma parte mediante firmas alternas que ejercen similares
formas de explotación lúdica. Ya con el caso Hank Rhon y el Grupo Caliente tuvo
el primer aviso, y con lo del casino Royale ha llegado el segundo: Creel debe
decidir si sigue adelante, como hombrecito, o se suma a la lista de las
declinaciones forzadas.
De Emilio González Márquez hay poco que decir: él solamente está jugando a
ganar algún premio de compensación y, pasados los Juegos Panamericanos en
Guadalajara, decidirá si continúa apostando en el Casino Los Pinos, tratando de
ganar más, o se conforma con lo que para entonces lleve. El gobernador de
Jalisco representa al grupo de presión conocido como El Yunque, que ha tenido
distanciamientos con Calderón. En cuanto haya acuerdos en las alturas, Emilio
saldrá de la competencia con el mismo desparpajo con el que de manera inviable
entró.
Astillas
El sicoanalista José Antonio Lara Peinado escribió: “La compulsión
macabra de la televisión quedó demostrada ayer en el programa de Loret de Mola,
donde desde temprana hora desfilaron por su micrófono políticos, intelectuales,
artistas y comediantes. La televisión que durante décadas se ha dedicado a
mostrar asesinatos, caricaturas agresivas, programas donde se mofan de las
mujeres y los ancianos, telenovelas que durante años han contribuido a la
enajenación y el atraso cultural, programas donde el morbo es el principal
invitado, niños prostituidos en programas triple A, etcétera, ahora hace un
programa donde habla de lo acontecido en Monterrey como si esa misma televisión
no fuera parte del problema; precisamente eso es lo que la hace patológica,
perversa y cínica (...) Zetas, Familia Michoacana,
Chapos, Mano sin ojos, y demás bandas criminales han
encontrado en la televisión una inmejorable escuela para nutrir su mente enferma
y delincuencial, es la televisión una de las madres que los parió, por eso es
enfermo que ahora esa misma televisión que les ha dado herramientas para ejercer
su horror se escandalice del hijo que tiene”... Y, mientras Fernando Vallejo ha
sido declarado ganador del premio FIL de Literatura 2011, ¡hasta mañana, con
Greg ya de regreso a su tierra, libre, sin cargos, pasada la elección
gubernamental de Quintana Roo (zona estratégica para asuntos de narcotráfico),
de la que lo excluyeron mediante el uso de lo judicial para vetos políticos!
Fax: 5605-2099 • juliohdz@jornada.com.mx
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