Alianza Social de Trabajadores de la Industria Mexicana

domingo, 14 de julio de 2013

El caso Snowden: independencia o sumisión- Malos vecinos- Los mexicanos y el resto del mundo

El caso Snowden: independencia o sumisión
El episodio que protagoniza Edward Snowden, ex consultor de la inteligencia militar estadunidense (Agencia Nacional de Inteligencia, NSA, por sus siglas en inglés), no sólo ha dejado al descubierto el enorme, masivo e ilegal aparato montado por Washington en diversos países para espiar a gobiernos, funcionarios, empresas y ciudadanos particulares, sino que ha revelado también el grado de supeditación de algunos gobiernos a los designios de la Casa Blanca o, por el contrario, los avances logrados por otros en materia de soberanía. Asimismo, el caso ha permitido apreciar claramente hasta qué punto los estados involucrados en esta circunstancia se rigen por principios o por intereses.
 
Ayer, por ejemplo, tras el anuncio de Snowden de que aceptaría las condiciones que exigió el presidente Vladimir Putin para darle asilo, habida cuenta de que no tiene manera de llegar a las naciones latinoamericanas que se lo han ofrecido, el gobierno ruso reaccionó con perceptible ambigüedad, en buena medida proporcional al pragmatismo del Kremlin en el manejo de sus relaciones con la Casa Blanca.

Un día después de que el gobierno de Barack Obama acusó a Snowden de ser un fugitivo con imputaciones criminales y reprochó al Kremlin haber facilitado un encuentro entre el perseguido y dirigentes de organizaciones humanitarias –el que tuvo lugar el viernes en el aeropuerto de Sheremetyevo, y que fue su primera aparición semipública desde que llegó a Moscú, hace ya semanas– la administración rusa afirmó que esta persona tiene la condición de fugitivo indocumentado e insinuó que no va a apresurarse a conceder el asilo solicitado.

Resulta bastante claro, a estas alturas, que Moscú actúa y actuará para maximizar las ventajas políticas y diplomáticas que pueda extraer del episodio y no para garantizar la integridad del ex analista estadunidense ni para fortalecer el derecho de las sociedades –la rusa y las otras– a la información transparente.
 
En contraste, los integrantes del Mercosur –Argentina, Brasil, Uruguay y Venezuela– expresaron un firme repudio al acto infundado, discriminatorio y arbitrario cometido por los gobiernos de España, Francia, Italia y Portugal, los cuales impidieron en días pasados el sobrevuelo de sus territorios por el avión del presidente boliviano, Evo Morales, ante la sospecha de que en la nave viajaba Snowden. Asimismo, el Mercosur condenó el espionaje que Estados Unidos ha venido realizando en la porción sur del continente y rechazó las presiones de Washington en contra de los países de la región que han ofrecido asilo al ex analista de la NSA: Bolivia, Venezuela y Nicaragua.
 
Es ineludible la paradoja: en tanto que España, Francia, Italia y Portugal, naciones que se pregonan democráticas, humanitarias y respetuosas de la legalidad, la pisotean para quedar bien con Washington, y cuando Rusia, una potencia militar que sigue pretendiendo rivalizar con Washington, se atrinchera en cálculos de costo beneficio y regatea el refugio a Snowden para no molestar de más a Estados Unidos, varios gobiernos sudamericanos, entre ellos el de un país tan pobre como Bolivia, no vacilan en enfrentar las presiones y los chantajes de la superpotencia e impulsan resoluciones –como la de la Alternativa Bolivariana de las Américas (Alba), la de la Organización de Estados Americanos (OEA) y la del Mercosur– que constituyen lecciones de independencia y dignidad para los regímenes del viejo continente.
FUENTE: LA JORNADA OPINION
 
Malos vecinos
Ángeles González Gamio
Llena de pesares, agravios y abusos ha sido la relación con Estados Unidos, nuestro muy cercano y distante vecino. No deja de llegar a la mente esa conocida frase, que se le atribuye a Porfirio Díaz: Pobre México tan lejos de Dios y tan cerca de Estados Unidos. En realidad fue escrita por Nemesio García Naranjo, intelectual regiomontano.
 
Una de las imágenes del Zócalo más dolorosas, es en la que aparece la bandera estadunidense ondeando en Palacio Nacional, durante la artera invasión tras la cual perdimos la mitad del territorio.

A partir de ese momento, la relación ha sido siempre dífícil; uno de los temas más conflictivos ha sido la emigración de los mexicanos que buscan oportunidades de trabajo y mejores salarios, que tristemente aquí no les brindamos.

Lo que sí es un hecho es que esta mano de obra es necesaria para Estados Unidos; esto lo probó Manuel Gamio desde 1926 con una investigación cuyos resultados fueron publicados en dos tomos por la Universidad de Chicago.

Dice Jorge Bustamante, el especialista fundador del Colegio de la Frontera Norte: Gamio logra identificar por vez primera los lugares de origen de la migración y las vías migratorias... descubre que es el resultado de un proceso de reclutamiento que se inicia en Estados Unidos, que no se trata de un fenómeno que ocurre simplemente por condición del subdesarrollo mexicano, sino que obedecía a una función donde había un beneficio económico para Estados Unidos. Gamio lo demuestra de una manera irrefutable que no ha sido hasta la fecha superada desde el punto de vista científico.

Recibimos la buena noticia de que está por aprobarse la legalización de millones de mexicanos que llevan largo tiempo trabajando en Estados Unidos. Sin embargo, se ve ensombrecida por la decisión paralela de extender el muro o los muros que nos separan, ya que en algunas partes son dos bardas, una atrás de la otra.

No cabe duda que a todo nos acostumbramos, pues ver en Tijuana esa extensa barda doble, sembrada de cruces que recuerdan a miles de los que han muerto intentando cruzar, es una imagen más terrible y ominosa que la del antiguo Muro de Berlín. Sobre todo cuando se supone que somos países amigos.
 
Ahora resulta que Canadá, que parecía ser una nación amiga, ha establecido una visa para los mexicanos, en la que establece una exagerada y compleja cantidad de requisitos, mucho más gravosos que los de la visa estadunidense. Entre otros, se requiere mencionar los nombres de los padres y hermanos y sus direcciones. Un amigo que tiene 11 hermanos, varios de los cuales viven en el extranjero y hace años no tiene noticias de ellos, se vio imposibilitado de llenar ese requisito y como no hay contacto con un ser humano, el sistema simplemente le niega la visa por no llenar todo los campos.
 
Pero ahí no queda la cosa, si logra llenar todos los requisitos y tiene la mala idea de hacerlo en línea, tardan meses en darle la aprobación y si se le concede, tiene que mandar los pasaportes y esperar otros meses a que se los regresen con la visa estampada. Muchas personas no obstante que enviaron copia de los boletos de avión, reservaciones de hotel y en algunos casos recibos del pago de un crucero, han perdido el viaje y todo lo pagado.
 
Así es que si este verano pensaba ir a Canadá, olvídelo, va a vivir un Vía Crucis con los trámites de esa ofensiva visa y la verdad el viaje no vale la pena; lo mismo encontrará en el norte de Estados Unidos y ahora hasta más cordialidad.
 
Si quiere un paseo extraordinario, con bellos paisajes, arquitectura, rica cultura y exquisita gastronomía, viaje por México. Por lo pronto, en esta capital puede darse un agazajo de comida regional. En la calle Diez de Bonilla 20, en San Miguel Chapultepec, se encuentra La Poblanita Nueva, que ocupa una casona con pisos de madera y lambrines de azulejos. Hay que comenzar con las famosas chalupitas y, por supuesto, ¡el mole! solo, con pollo, enchiladas, con arroz, bañando unos huevos o con lo que se le antoje.
FUENTE: LA JORNADA OPINION
 
Los mexicanos y el resto del mundo
Jorge Durand
Desde hace ya un lustro, un grupo de investigadores del CIDE realizan una encuesta de opinión y percepción sobre México, las Américas y el Mundo. Y en su último reporte, disponible en formato impreso, CD o vía Internet, dan cuenta de la opinión de los mexicanos sobre sí mismos y sus vecinos; sobre sus percepciones, prácticas, conocimientos y actitudes con respecto a otros países. A lo largo de los años el reporte se ha convertido en un instrumento fundamental para definir y orientar la política exterior mexicana, pero también para conocernos más a fondo y saber qué piensa el público en general y los líderes de opinión sobre temas fundamentales.
 
México es un país de emigrantes, dado que poco más de 10 por ciento de su población vive fuera del país y casi la totalidad en Estados Unidos (98.6 por ciento). Sin embargo, la encuesta pone en evidencia que México no es un país de viajeros. Sólo 24 por ciento de la muestra ha salido alguna vez fuera del país y sólo la mitad (12 por ciento) ha vivido en el extranjero por algún periodo. La inmensa mayoría –88 por ciento– ha viajado a Estados Unidos y sólo 12 por ciento de los viajeros se ha aventurado a visitar y conocer otros países, otros continentes.

En síntesis, se podría decir que los mexicanos tienen poco interés o pocas posibilidades de viajar. Lo que es explicable tomando en cuenta el nivel de pobreza generalizado que campea en el país, pero también refleja su nivel de conocimiento y relación con el mundo exterior: sólo 43 por ciento de la muestra sabía cuál es la moneda común de la Unión Europea.

En cuanto a la identidad, el mexicano se identifica más con la nación 64 por ciento más que con las identidades regionales (estados de origen); sin embargo, se percibe un marcado regionalismo en los estados del sur, comparados con el centro y el norte. Entre el público en general el apego a la identidad mexicana es notable y si se le pregunta ¿de qué país le gustaría ser? 52 por ciento reafirma que de ninguno, o mexicano o nada. Sólo 14 por ciento se inclina por Estados Unidos, 3 por ciento por España, 18 por ciento por otros países y 13 por ciento no sabe o no contestó.

Llama la atención que entre las opciones preferidas se den aquellas donde la tradicional relación de amor-odio es muy marcada, como con Estados Unidos y España.

En cuanto a la identidad supranacional se percibe un cambio relevante en los últimos años. Ha bajado de 64 a 50 por ciento la opción de sentirse latinoamericano, mientras que la opción por identificarse como ciudadano del mundo ha subido de 22 a 27 por ciento. La opción de identificarse como norteamericano o centroamericano no ha variado y se mantiene en torno a 7 por ciento. Sin embargo, y a pesar de la vecindad con Estados Unidos o precisamente por eso mismo, los mexicanos se sienten más latinoamericanos que los colombianos (49 por ciento), ecuatorianos (41 por ciento) y peruanos (34 por ciento) (reporte de 2011).
No obstante para los países andinos la identidad suprarregional, en este caso Sudamérica, es muy importante: en Colombia, Perú y Ecuador una quinta parte la considera como la más relevante, mientras para México la identidad norte o centroamericana sólo representa 7 por ciento. En efecto, en Sudamérica ha empezado un proceso de integración regional sin precedente y la Unasur cobra cada vez más fuerza como bloque latinoamericano, con avances notables en los últimos años que se sustentan en acuerdos multilaterales del Mercosur y la Comunidad Andina.
 
Más allá del comercio y la actividad económica, los sudamericanos consideran la migración intrarregional como un factor de desarrollo. De ahí que se haya acordado la libre circulación regional entre países, sin la necesidad de visas ni pasaportes. Cualquier sudamericano puede viajar por la región con tan solo su documento nacional de identidad. Y se ha dado un paso adicional de importancia capital: los sudamericanos pueden obtener con gran facilidad la residencia y con ello permiso para trabajar.
 
En vez de discutir sobre mercados de trabajo y los contextos laborales, donde siempre se empantana la discusión y surgen los nacionalismos extremos, la solución se dio por la vía de la regulación migratoria. Al fin y al cabo los países que reciben más inmigrantes son Argentina y Chile, y hace décadas que entraron en un franco proceso de transición demográfica y envejecimiento de la población. El caso de Brasil, el gigante sudamericano con más de 200 millones de habitantes, acoge a tan sólo 940 mil extranjeros (0.4 por ciento). En ese contexto para qué preocuparse de los inmigrantes, bienvenidos todos.
 
El caso de Argentina es notable por su política de apertura hacia la inmigración regional y mundial. A pesar de sus dificultades económicas recurrentes es un país y un pueblo que no se encierra y siempre está abierto al exterior, tanto para recibir inmigrantes como para facilitar la salida de sus nacionales al extranjero.
 
Por su parte, el informe del CIDE reporta que en México el contacto con el exterior y con los extranjeros es muy reducido, sólo 19 por ciento afirma tener algún tipo de relación con extranjeros. Lo que es consistente con el muy reducido número de inmigrantes que según el censo de 2010 no llega al 1 por ciento, contando a los hijos de migrantes nacidos en Estados Unidos que se catalogaron como extranjeros. En ese sentido, la política mexicana de apertura y becas a latinoamericanos es un paso fundamental para abrirse al exterior como pueblo, no sólo como mercado y entrar de lleno en el proceso de integración regional y global.
 
Finalmente, si bien los mexicanos tienen un alto nivel de identificación con Latinoamérica, no expresan una actitud proactiva con respecto a ejercer un liderazgo ya que sólo 35 por ciento aspira a ello; por otro lado, 46 por ciento opina que se debe participar con otros países de la región sin pretender ocupar el primer lugar y 13 por ciento opina que hay que mantenerse alejado de los esfuerzos de integración latinoamericana. Paradójicamente nuestra peculiar posición geopolítica nos coloca frente a dos opciones: ser cabeza de ratón o cola de león, pero no tienen porqué ser exclusivas, podemos ser las dos cosas y colocarnos en la posición de ganar-ganar.
FUENTE: LA JORNADA OPINION

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