Alianza Social de Trabajadores de la Industria Mexicana

martes, 2 de julio de 2013

Remesas, petróleo, turismo

Remesas, petróleo, turismo

Pemex, por ejemplo, es el mayor contribuyente fiscal de México y sus aportaciones representan aproximadamente un tercio del presupuesto federal. De acuerdo con datos de La Jornada, desde el 2007, primer año de la presidencia de Felipe Calderón, Pemex había aportado al erario federal, a través de impuestos, derechos y aprovechamientos, unos 277 mil millones de dólares.
En los números optimistas o positivos los envíos de dinero hechos por mexicanos en el exterior sumaron 2 mil 33.85 millones de dólares en este reciente mes de mayo. Ahora bien, en este sector se nota baja en las remesas, frente a los 2 mil 342.50 millones de dólares que registraron en el mismo mes de 2012.
Igualmente, de los reportes de los administradores públicos se escucha que, por ejemplo, el turismo es la tercera fuente de divisas para el país, ya que genera casi nueve por ciento del Producto Interno Bruto y más de 2.5 millones de empleos directos.
Siendo así las cosas, los números son fríos y en lo general parecieran sólo eso, cifras que informan y dan una perspectiva de la realidad. Lo que no se dice en prácticamente ninguna de las notas es cómo toda esta numeralia ha ido cambiando con tendencias a la baja y lo que esto representa. Es decir, la producción petrolera ha bajado, las divisas son menos y el turismo enfrenta, entre otras cuestiones, alertas por parte de países europeos y de Estados Unidos para no visitar, al menos, 17 estados de la República.
Los discursos y tendencias siguen siendo las de alentar el turismo interno y externo, a la vez que se habla con orgullo de Pemex y se buscan y buscan propuestas para una reforma energética que considere a la petrolera sin tomar aún decisiones drásticas, a la vez que a los paisanos que están de tránsito en Estados Unidos para ganar unos dólares para mantener a sus familias pocas referencias o políticas de consumo y administración pública se les ofrecen.
México sigue entrampado ya prácticamente un año con la nueva administración sobe la reforma energética. Esto, por supuesto, para no hablar de los debates iniciados en su momento por Vicente Fox y su sucesor, Felipe Calderón.
Ha pasado ya más de una década y las decisiones, por las razones que esas sean, de corte político, administrativo, estratégico, se han ido aplazando sin que aumente la producción petrolera de manera constante y significativa.
Al contrario, cada año que pasa y cada declaración que se da sobre la industria, es más que pesimista y se traduce en una palabrería de un bando al otro sin que se tomen las decisiones más importantes para que tanto la paraestatal como sus trabajadores, aporten las condiciones de una mayor generación de divisas que permitan que se hagan las inversiones adecuadas en recursos mínimos e indispensable para las familias como caminos, infraestructura, agua potable, escuelas, clínicas de salud para los mexicanos.
Hoy, cada discurso habla de cómo hemos perdido calidad en el producto, que se requiere inversión para mantener los niveles mínimos de producción, que si el sindicato y su corrupción han frenado el desarrollo de una de las empresas que mejor dividendos da a nivel de América Latina. Incluso hoy en día la polémica sobre la reforma de Petróleos Mexicanos adquiere otra dimensión en el marco de la alianza firmada el 2 de diciembre del 2012 y conocido como el Pacto por México.
La nueva iniciativa impulsada por el actual Presidente Enrique Peña Nieto, será examinada en el próximo periodo legislativo que inicia el 1 de septiembre. En el documento constitutivo del Pacto por México se señala que: “los hidrocarburos seguirán siendo propiedad de la Nación”, y añade que “se realizarán reformas para crear un entorno de competencia sin privatizar las instalaciones”. Y apenas hace unos días (19 de junio del 2013), Peña Nieto dijo que busca una ampliación de la capacidad de Pemex reiterando que “no tratará de privatizar”. Sin embargo, el debate nacional ya comenzó ante la posibilidad de que la apertura signifique justamente soltar a la inversión de particulares, especialmente extranjeros, sobre los hidrocarburos que desde el 18 de marzo de 1938 los mexicanos vemos como símbolo de la identidad nacional. Ni las noticias negativas sobre el líder sindical, Carlos Romero Deschamps o las ordeñas que se hacen constantemente por grupos organizados y otros no tanto a las tuberías de la paraestatal han logrado un cambio verdadero en al menos 12 años.
Ahora bien, mientras ese debate se da, existe también el de la industria turística. Sin duda alguna, México cuenta con un sinnúmero de lugares para ser visitados. Se tienen espacios para actividades para adultos, jóvenes, familias, el mercado gay. Se ha invertido en infraestructura carretera, se han cambiado los días feriados a fines de semana para incentivar el turismo doméstico, se han construido carreteras y nuevos centros de atracción para extranjeros y nacionales, pero con 17 alertas emitidas por el Departamento de Estado sobre México y la persistente y creciente inseguridad en las carreteras del país, parece que tampoco pinta bien el futuro de la industria turística.
Las remesas a México, por su parte, han sumado ya 11 meses consecutivos a la baja en mayo del 2013 al caer 13.17% anual, de acuerdo con cifras publicadas esta semana por el Banco de México (Banxico). Analistas esperaban que en el quinto mes del año los envíos de remesas aumentaran cerca del 10%. Durante el periodo, el envío promedio fue de 286.81 dólares, mientras que el número de remesas totales fue de 7 millones 91 mil 230.
Y mientras nuestras principales fuentes de divisas se constriñen, el cuarto poder establecido en México es el que adquiere nuevas reconsideraciones. El narco ha ido ganando terreno y representa prácticamente la cuarta fuente de ingresos para México. De acuerdo con datos de la PGR se han contabilizado hasta 10 mil millones de dólares como flujo al país.
Los recursos provenientes del tráfico de drogas a Estados Unidos representan la cuarta fuente de divisas que tiene México. Ya en el 2008, datos de la Casa Blanca exponían cómo los cárteles de la droga generaban en México hasta unos 13 mil millones de dólares.
Sin embargo, al igual que los otros dos sectores, es preocupante que sean industrias que dependen de factores ajenos que parecieran no estar controlados por la administración pública. Y en este caso, no me refiero exclusivamente a la necesidad de hacer reformas políticas, sino incluso a los vaivenes de la economía internacional que son los que han ido afectando que las remesas no lleguen con la misma proporción que ocurría en años pasados. Nada más el año pasado las remesas a México sumaron 22 mil 443 millones de dólares.
No es nuevo que se llame la atención sobre los tres sectores o industrias que generan un mayor número de divisas al país, pero pareciera que las apuestas siguen sobre empresas que dan servicios de telecomunicaciones, restaurantes, pero que no necesariamente están en el marco productivo del país. A la vez, que lo que algunos han llamado el cuarto poder, pare referirse al narcotráfico, ha ganado terreno en nuestro país.
Con un panorama como el que se vive ahora en México, se debería poner particular atención a la generación de inversiones para el desarrollo económico del país, pues al final son las que producen los empleos que originan las divisas.
Recordemos que en estos mismos días se dio a conocer un estudio hecho por la OCDE, que señala que en México el 24.7% de los jóvenes de 15 a 29 años no estudian ni trabajan, cifra que coloca a nuestro país en el tercer lugar con el mayor número de “ni-nis”, lo que los convierte en una generación sin futuro, pero a la vez que no ofrece un futuro a México.
Hemos perdido mucho tiempo en no afrontar debates, en no tomar decisiones y, sobre todo, en no planificar. Los planes o políticas sexenales se arrasan unas por encima de otras, la corrupción se apodera de sectores o industrias que deberían poder distribuir la riqueza nacional entre conciudadanos, y la violencia, a la vez, nos llevan a una espiral que urge a tomar decisiones si queremos un futuro positivo como nación, no me resigno a pensar que no hay nada que hacer o que ya todo se hizo y se hizo mal.
Pensemos en esos jóvenes, pero también en cada uno de nosotros que quiere un futuro en y de México. Hoy más que nunca se debe presionar a que haya debates y políticas públicas que pongan la eficiencia productiva al servicio de los mexicanos, no de unos cuantos y mucho menos que se ponga la eficiencia productiva en manos de los vaivenes económicos de los tiempos modernos.
México tiene muchos recursos económicos, históricos y humanos no sólo para afrontarlos, sino incluso para sobrepasarlos. No dejemos que se vayan otros seis años y perdamos una generación más.
FUENTE: sin embargo.mx

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