Alianza Social de Trabajadores de la Industria Mexicana

lunes, 18 de abril de 2011

ANTE LA CEGUERA PRESIDENCIAL, LA MOVILIZACION NACIONAL...-LA DESCOMPOSICION NACIONAL

Ante la ceguera presidencial, la movilización nacional...
José Gil Olmos
Satanizado entre líneas por el presidente Felipe Calderón, quien intenta apropiarse del ¡Ya basta! ciudadano y reciclarlo políticamente para justificar la ineptitud de su gobierno ante el crimen organizado, el poeta Javier Sicilia critica “la terquedad, la ceguera política y la ambición desmedida” del mandatario. Hasta el plantón que mantiene en Cuernavaca el colaborador de Proceso han llegado, armadas de valor, cientos de personas que por primera vez denuncian desapariciones, ejecuciones, extorsiones y secuestros, y no precisamente a manos de la delincuencia organizada. La marcha nacional a la que convoca Sicilia para el próximo 8 de mayo ya toma forma como sed de justicia y seguridad para todos los mexicanos…

CUERNAVACA, MOR.- En sólo ocho días una simple mesa frente al Palacio de Gobierno recibió cientos de denuncias de desapariciones, asesinatos, extorsiones y secuestros en Morelos que, por desconfianza, no se presentaron ante las autoridades. Muchas familias vencieron el miedo y le pusieron cifras a la guerra contra el narcotráfico en la entidad: mil 200 desaparecidos y 3 mil 500 muertos en el último lustro. 
En esta cascada de denuncias Javier Sicilia reconoce el inicio de un movimiento nacional ciudadano por la paz y la reconstitución del país que se gesta en esta entidad, donde las organizaciones de derechos humanos aún muestran huellas de la Teología de la Liberación impulsada aquí por el obispo Sergio Méndez Arceo en los setenta.
Pero el poeta advierte: 
“Ahora el país levantó antorchas y están sirviendo para alumbrar el camino, pero también pueden servir para incendiarlo. La respuesta la tienen ellos, los actores políticos, los empresarios, las iglesias, los gobiernos, no yo.
“Yo, junto con todos, encendí las antorchas y estamos iluminando el camino. Ellos serán los responsables. Si se incendia el país, que no me vayan a cargar el muerto. Estas antorchas han estado bastante bien iluminadas y han trazado un camino. Lo demás ya no depende de mí y no quiero que dependa de mí: depende de los actores políticos.”
Proceso entrevistó a Sicilia el martes 12 y mientras el escritor hablaba de ponerle un alto a esta guerra, cerca del centro de esta ciudad, a las dos de la tarde era ejecutado Enai Luciano Sánchez en su camioneta. En el vehículo viajaban también su mujer embarazada y sus dos hijos, de dos y cuatro años, quienes quedaron salpicados de sangre y cubiertos de vidrios. Horas antes, en el municipio de Emiliano Zapata eran ejecutados tres hombres, cuyos cuerpos fueron arrojados a la banqueta.
“Por desgracia, lo que estamos viendo es el fracaso de la transición a la democracia que se está tiñendo de la sangre de los 40 mil muertos de esta guerra”, expresa con preocupación el poeta y colaborador de este semanario.
–¿Todos estos muertos y el crecimiento del crimen organizado son el saldo del fracaso?
–Es el horror del fracaso. Por eso hay que rehacer la nación, quizás a partir de ese pacto pensar en un nuevo constituyente, una nueva Constitución, porque la que tenemos la han violado, reformado, omitido, y ya está rebasada; fue hecha para un país que nació a principios del siglo XX y que ahora es diferente. 
“Por eso hay que sentarnos con todos los actores. Hay que mantener la esperanza, que es diferente a la expectativa porque se va construyendo día a día y no es un asunto de cifras ni de posibilidades. La sociedad lo que quiere es esa esperanza que se construye todos los días; por eso hablo de la necesidad de pactar, para crear ese suelo donde todo pueda volver a fructificar. El país está agarrado con alfileres y se nos está yendo de las manos.”
–Es muy fuerte pensar que si no se atiende la demanda ciudadana se pueda incendiar el país.
–Eso puede pasar por la cabeza de algunas personas. El subcomandante Marcos es muy claro cuando habla de los buitres; es otra metáfora para decir lo mismo que yo digo: hay buitres que pueden usar la misma antorcha, y a veces hasta la misma prensa que está buscando la nota sensacionalista porque está pagada. Pero no es nuestra idea, nuestro objetivo. 
“La convocatoria es hacia esta luz, hacia este pacto para resolver la emergencia nacional. Se necesita realmente un pacto de todos, pero si alguien quiere incendiar el país, es su responsabilidad, no mía ni de la gente que está conmigo y que no tiene otro interés que ordenarlo, llamar a la unidad, a la hermandad, al amor, a la justicia. Nadie nos podrá acusar de querer incendiarlo.”
Antecedentes de lucha

En 1977 Méndez Arceo creó en Morelos el Frente por los Derechos Humanos, Garantías Constitucionales y Libertad Democrática, que integraba a sindicatos y partidos de izquierda que impulsaban la transformación del país y en todas sus instituciones. 
Vendría en esa época la integración de las Comunidades Eclesiales de Base (las llamadas CEB), que se diseminaron por todo el país y se constituyeron en el soporte de diversos movimientos sociales.
En 1992, al morir Méndez Arceo, muchas de las CEB fueron cimiento de una gran parte de las organizaciones de derechos humanos que hasta ahora siguen trabajando en todo el país, en tanto que su pensamiento pervivió en sus seguidores, entre ellos Javier Sicilia y los sacerdotes Miguel Concha, Julián Cruz, Eloy Ocampo y Ángel Sánchez, quienes oficiaron una misa el miércoles 13, antes del anuncio de la movilización nacional por la paz y la justicia que se programó para el 8 de mayo.
Para el representante de la Comisión Independiente de Derechos Humanos de Morelos, José Martínez, no hay duda de que la movilización emplazada por Sicilia y el pacto al que convocó para reconstituir al país tienen esta vinculación con la Teología de la Liberación y las organizaciones cristianas socialistas comprometidas con los movimientos populares de América Latina.
“Se nota esta relación con los llamados a la reflexión y en la crítica que Sicilia hace a la jerarquía católica. También se nota la identificación con el pensamiento abierto y liberal de Méndez Arceo cuando hace mención a la autogestión y a la participación de la sociedad en el proceso de transformación y cuando cita al movimiento zapatista de Chiapas. 
“Lo que quizá falta es la convocatoria a los sindicatos independientes, porque el obispo siempre los incluyó en sus propuestas”, señala José Martínez.
Desde su perspectiva, puede haber una reactivación de esta corriente socialcristiana porque, al menos en las 70 organizaciones que forman la Red Nacional de Organismos Civiles de Derechos Humanos Todos los Derechos para Todas y Todos, hay una convergencia histórica con las CEB, lo mismo que con muchos de los militantes del PRD en todo el país.
“Seguramente se sumarán a la propuesta los padres Raúl Vera, Alejandro Solalinde, Miguel Concha, así como el equipo que trabajó con Samuel Ruiz. 
“Hay mucha gente que está con el movimiento, como el mismo Sicilia lo dijo en la Plaza de Armas cuando mencionó a Julián Le Barón y Olga Reyes, quienes han perdido a sus familiares en Chihuahua; a los padres de la guardería ABC, las madres de los asesinados en Salvárcar, los deudos de Pasta de Conchos, a Emilio Álvarez Icaza y Alberto Athié”, afirma.
Esperanzado confía: “Ojalá se reactiven todas estas organizaciones en el país”.
Por lo pronto, la movilización convocada por Sicilia ya llamó la atención del área de derechos humanos de la ONU. Una representación acudió a visitar al poeta en Cuernavaca el martes 12 para ver los alcances de la convocatoria y la situación en la entidad.
Memorial del holocausto

Como se ha hecho en Italia y Colombia en décadas pasadas, donde la lucha contra las mafias y los cárteles de la droga ha generado miles de muertos y las organizaciones sociales han creado “memoriales” o centros de documentación para tener el registro de las víctimas, en Cuernavaca se dio el primer paso en esa dirección.
La tarde del martes 12, en las columnas de entrada del Palacio de Gobierno de Morelos fueron colocadas las primeras placas con los nombres de las víctimas inocentes de la guerra contra el narcotráfico. “Se trata de hacer el memorial del holocausto en el que nos han metido. No olvidar que cada uno de ellos tiene nombre y apellido, que no son daños colaterales como dice Felipe Calderón”, dijo el poeta al colocar la placa con el nombre de su hijo Juan Francisco junto con las de Luis Antonio Romero Jaime, Julio Romero Jaime, Gabriel Alejo Escalera, María del Socorro Estrada Hernández, Álvaro Jaime Avelar y Jesús Chávez Vázquez, asesinados el 27 de marzo pasado. Horas después se fijaron otras 96 placas con los nombres de quienes han muerto en los últimos tres meses en el estado. 
En Morelos la violencia ligada al crimen organizado ha quintuplicado en el primer trimestre del año el número de muertos, una situación a tal punto grave y peligrosa que incluso la Cruz Roja Mexicana ya estableció un protocolo que apercibe a sus socorristas para que eviten llegar antes que la policía para recoger a un herido, pues podrían encontrarse con los sicarios y ser agredidos. 
Además, dice a este semanario el delegado de la institución en la entidad, José Esparza Saucedo, no pueden trasladar a ningún herido de bala a las instalaciones de la Cruz Roja ni a ningún otro hospital si la ambulancia no es escoltada por la policía.
La situación de riesgo para los socorristas es tal que la policía del estado les recomendó usar chalecos antibalas, lo cual mereció una negativa dentro de la Cruz Roja, afirma Esparza Saucedo.
El miércoles 13, desde la Plaza de Armas de Cuernavaca, Sicilia convocó a un pacto “por un México justo y en paz” enfocado a detener la espiral de violencia en el país. La idea es que este pacto, dijo, lo suscribieran en Ciudad Juárez el gobierno federal, los partidos políticos, los sindicatos, las iglesias y todos los actores políticos a fin de poner un alto a la guerra contra el narcotráfico y replantear el rumbo del país.
–Esta convocatoria de movilización nacional se lanza luego de la respuesta de Calderón de que no cambiará su estrategia.
–Sí. Vamos a tener que exigirle a Calderón, casi obligarlo, a que firme un pacto donde se vuelva a replantear la seguridad. Creo que en este momento no se puede echar para atrás con su estrategia militar, pero sí podemos hacer un alto y pensar entre todos cómo le vamos a hacer para restablecer la seguridad, cómo resolver el problema de las drogas, dejar de mirarlas como un asunto de criminalidad y verlas como un asunto de salud pública y de mercado. 
Señala que es evidente que el crimen organizado está dentro del sistema y que por ello la ciudadanía tiene que pensar en organizarse desde sus comunidades, colonias y barrios, “porque es necesario que se rehaga el tejido social y se refunde el país más allá de las instituciones que están podridas, sobre todo en la frontera norte”.
Sicilia se reunió el lunes 11 con Alejandro Martí e Isabel Miranda de Wallace, pero ellos decidieron no participar en la movilización nacional, sino seguir su propio camino en pos de reformar las leyes penales. 
–¿No es momento de superar estos liderazgos que se han ido formando para formar un movimiento nacional?
–Absolutamente. Si no hacemos un movimiento nacional, esto se nos va a ir de las manos. Tenemos que quitarnos esa idea de que hay mujeres y hombres providenciales, que hay símbolos. Ya basta de símbolos, debemos tener acciones bien concretas y efectivas, ir paso a paso, porque recomponer el tejido podrido de esta nación nos va a costar mucho trabajo. Necesitamos mucha humildad, mucho sentido de la justicia, mucho sentido del trabajo.
El escritor advierte que es fundamental la participación social y que ante la emergencia nacional es momento de tener más capacidad de movilización, de organización social para hacer reaccionar a quienes tienen el poder en este país.
“Es un llamado a que escuchen todos, Calderón, los partidos políticos, los empresarios, Carlos Slim, Emilio Azcárraga, Ricardo Salinas Pliego, porque mientras no se democraticen los medios tampoco va a haber democracia.”
–¿Y Calderón?
–Es un hombre obstinado. Le queda año y medio de gobierno y, si no reacciona, va a pasar a la historia como el peor presidente que ha tenido este país. ¡El peor presidente! El más obstinado, ciego, terco, incapaz de oír el latido del corazón del país. 
–¿Puede Calderón ser sujeto de un juicio internacional?
–Sí, por la gravedad de la situación en que ha metido al país (aunque no hay que echarle toda la culpa). Pero su equívoco, su falta de visión política, permitió que el subsuelo que ya estaba minado de mierda emergiera por todos lados. 
“Su gran irresponsabilidad es que debió haber medido más la temperatura de lo que estaba pasando. Me extraña que un hombre tan católico como él tenga tantas ansias de poder, cuando justamente la enseñanza cristiana con la encarnación es la renuncia al poder. No entiendo lo que le pasó. Leyó el Evangelio desde el punto de vista imperial, romano.”
Sicilia advierte que el país se seguirá hundiendo si no se vislumbra la posibilidad de un pacto.
“Sólo con un pacto podemos llegar a propuestas muy concretas, pero si no lo quieren hacer los partidos, los gobiernos municipales, estatales y federal, los empresarios, los poderes fácticos, los sindicatos, pues entonces no hay nada que hacer. Se seguirá administrando el dolor, el sufrimiento del país.”
–¿El daño para el país sería peor?
–Sí. Además sería irreversible. Si seguimos así, el país será tierra de nadie, de la delincuencia, tierra de los cadáveres, del sufrimiento.
–¿Qué pasa con una sociedad, con un país que llega a una situación así?
–Ya no es país. Se convierte en la selva, en el darwinismo social, en la sobrevivencia del más fuerte. Si eso quieren los que representan los poderes fácticos, pues yo no lo deseo ni en mis pesadillas.
Luego de lanzar la convocatoria para la segunda marcha nacional, esta vez a la Ciudad de México el 8 de mayo, y para la firma de un pacto a favor de la paz y la justicia, se le plantea a Sicilia la idea de que al fracaso de la transición a la democracia en México le ha seguido el crecimiento del crimen organizado, como sucedió en algunos países de Europa del Este. 
–Eso pasa porque las estructuras estaban podridas, desde la forma en que Plutarco Elías construyó el país: con mafias que controlaba un gran capo y que en este caso se llama presidente de la República.
Explica que cuando se fractura esta forma de gobernar y llega Vicente Fox en 2000 con el consenso nacional para desmontar estas mafias, no lo hace, sino que trata de administrarlas y las deja funcionar. Cuando Calderón llega al poder lo hace mal posicionado y, dice Sicilia, comete el error de querer legitimarse con el uso de la fuerza, sacando sin ningún reglamento el Ejército a las calles para combatir al narcotráfico, produciendo una ola de violencia que ha dado como resultado miles de muertos.
Por desgracia, señala Sicilia, “estamos ante el fracaso de la transición a la democracia, que se ha teñido de sangre”.

La descomposición nacional
Marcela Turati
La morgue de Matamoros es una sucursal del purgatorio. Tras hacerse público el hallazgo de fosas llenas de cadáveres en San Fernando, Tamaulipas, cientos de personas de todo el país acudieron para saber si sus desaparecidos –de los que no habían hecho la denuncia por puro temor– están ahí, entre los ejecutados. Los trámites son lentos y dolorosos... más cuando las respuestas tardan en llegar y aún más cuando se sabe que muchos cuerpos fueron enviados al Distrito Federal porque esta ciudad, “La Meca” de los desaparecidos, ya no se da abasto...

MATAMOROS, TAMPS.- El hedor traspasa las paredes de la morgue. Se cuela por escuelas, negocios y casas, impregna la ropa, atasca las gargantas, encoge la nariz, provoca náusea, obliga a apurar el paso. En el edificio blanco donde se origina la peste hay 71 cuerpos en el piso, unos sobre otros, que esperan su turno para la autopsia. 
En el estacionamiento, un tráiler de esos que podrían transportar frutas, sirve como depósito para otros 74 cadáveres envueltos en bolsas de basura y amortajados con cinta adhesiva que lleva escrito el lugar de su hallazgo. 
Las carrozas fúnebres llegan cada tanto con otros cuerpos recién desenterrados. En el último conteo eran 145.
Los cementerios clandestinos descubiertos en el municipio bisagra de San Fernando –que une a Reynosa y Matamoros con Ciudad Victoria– evidencian el nivel de descomposición de la narcoguerra. 
Cada fosa es prueba del encubrimiento oficial a la anormalidad cotidiana: las carreteras controladas por criminales, las matanzas cotidianas, el subregistro de muertos, las desapariciones masivas de personas, la primitiva barbarie de los grupos enfrentados, el reclutamiento forzado de jóvenes para la guerra, la cómplice indiferencia de la justicia y el obligatorio silencio ciudadano. 
“Hasta ahora se dieron cuenta de lo que pasa. ¿Ya cuándo?, si mi marido y su compadre iban a León a dejar unos carros y nunca llegaron a Victoria y vivo sin una noticia, ¡nada!”, reclama una rubia con lentes oscuros y palabras atascadas por las lágrimas. 
“Desde el año pasado había ya muchas denuncias pero no nos oían, era como hablar abajo del mar”, dice furiosa una tamaulipeca flaquita y ágil que de la cajuela de un auto descarga garrafones de agua potable. Los deposita bajo la lona improvisada como albergue atendido por espontáneos que alimentan y consuelan a los fuereños que llegan para cotejar si sus familiares, los que un día no llegaron, están entre los desenterrados. Matamoros, Meca nacional de las familias con desaparecidos.
“No habíamos denunciado nunca. Apenas nos animamos porque están sacando tanta gente de las tumbas y vimos en las noticias que llegaron muchas familias”, reconoce el padre de Leonte Silva Hernández –criador de pollos, padre de tres hijos y desaparecido en noviembre en San Fernando–, de quien no había denunciado la ausencia por miedo a que “lo tormenten”. 
Los sepulcros removidos atrajeron a tamaulipecos de todos los puntos del estado, que aquí son mayoría, pero también a personas de Guerrero, Oaxaca, Veracruz, Hidalgo, Distrito Federal, Zacatecas, Michoacán, Jalisco o Guanajuato que sospechan que sus familiares fueron capturados en alguna de estas carreteras de la muerte. 
La pesadilla ocurrió en San Fernando –municipio vecino controlado por Los Zetas, que desde el año pasado está en guerra contra el cártel del Golfo, su origen–, el mismo que escandalizó al mundo en agosto pasado por el hallazgo de 72 migrantes centro y sudamericanos asesinados.
El nuevo encuentro de ocho fosas clandestinas con 59 cadáveres ocurrió el 6 de abril y destapó la podredumbre: los criminales asesinaban a los pasajeros de los autobuses que transitaban por la carretera de San Fernando, como ocurrió en tres corridas a finales de marzo. 
El Ejército detuvo a varios implicados que señalaron los sitios de las excavaciones, y a 11 policías locales cómplices. Hasta el viernes 15 ya eran 145 los cadáveres exhumados de decenas de fosas.
Un ama de casa de Ciudad Altamirano, Guerrero, se mantiene inmóvil, recargada contra una pared de la oficina de servicios periciales. Es la presentida viuda de uno de los pasajeros del ómnibus que iba a Reynosa, donde su esposo y seis compañeros intentarían cruzar a Estados Unidos. 
“Como no llegó pedimos hablar con el chofer para preguntarle, pero en la terminal nos dijeron que no reportó nada. Los de los autobuses sospechaban que les faltaba gente porque “sobraban maletas”. Hasta después el chofer nos confesó que, entre las siete y las ocho de la mañana del 29 de marzo, unos hombres armados bajaron a todo el pasaje, como a 25 gentes, y nomás dejaron irse a las dos mujeres que iban, al chofer y su ayudante”, cuenta esta madre de cuatro hijos que lleva una mochila con ropa como único equipaje. 
Ninguno de los guerrerenses denunció la desaparición porque esperaban que los secuestradores pidieran rescate, como es la usanza. Entonces supo por las noticias que los cuerpos de los pasajeros eran albergados en esta morgue.
“Tengo tres días aquí, dicen que no puedo verlos, que los cuerpos están muy descompuestos… si está vivo o muerto lo quiero encontrar”, dice triste y asustada: “Borre el nombre de él, dicen que a veces los tienen vivos y si se publica, los matan”.
Otra mujer de Arcelia, Guerrero, hace fila para que le tomen la muestra de ADN para sacar a su hijo de entre los cuerpos apilados en las bolsas de basura: “Es jornalero, iba a Reynosa, salió el 28 de marzo en uno de esos camiones”.
Los forasteros que llegan a la morgue tienen que hacer al menos cuatro filas que duran horas: dos para denunciar la desaparición, dos para dejar su sangre para el cotejo genético. 
En la recepción de la oficina de servicios periciales, en el tiempo de espera se escuchan las inquietudes comunes:
–Señorita, ¿no nos podrán poner las fotos de los muertos? –pregunta un ranchero anciano.
–No. Quedaron irreconocibles por el paso del tiempo y las condiciones de su muerte –contesta la recepcionista–. Sólo describiendo las ropas, tatuajes o cadenas se puede saber. Por eso se pide que dejen esos datos porque aunque hay 100 cuerpos han venido más de 400 familias buscando.
–¿Hasta cuándo nos van a decir? –pregunta frustrada una mujer con cuatro días de espera.
–Señora, es que hay muchísima gente y tenemos que mandar los paquetes para cotejar.
La oficina parece un purgatorio lleno de personas con miradas perdidas, ojos llorosos, lágrimas escurridas. A ratos se hace el silencio de un velorio, otras veces se convierte en comunidad de autoayuda.
–A veces es mejor, de una vez, el trancazo a estar todo el día pensando si estará vivo, si lo estarán golpeando, si habrá comido –dice alguien.
–Ya ni pasa la comida, nos dan una muerte lenta –dice una joven con un bebé en brazos.
–Nosotros no queremos encontrar a mi hijo aquí. Lo queremos vivo. Ya lo hemos buscado en Reynosa, Laredo, Mier. Hasta fuimos a ver unos cuerpos quemados pero no pudimos: no quedó ni un teni, ni un pantalón y así andamos –dice la mamá del cocinero Leonel Ignacio Mancilla Silva, desaparecido en un auto particular con su jefe y dos compañeros de trabajo en la carretera a Reynosa.
Hasta 100 personas al día hacen fila para ser atendidas. Algunas se persignan al momento de tomar su turno. Una anciana nerviosa suspira y dice: “Que sea lo que Dios quiera, ¿qué más?”.
Cargando recuerdos

En el predio contiguo, los forenses enfundados en trajes quirúrgicos blancos manipulan los cadáveres. Bajan del tráiler las bolsas de basura con forma humana hasta depositarlas en el piso del Servicio Médico Forense. En sentido contrario sacan otros para subirlos al tráiler.
A quienes buscan a sus familiares se les encoge el corazón cuando miran, perplejos, la manipulación de los cadáveres dispuestos en el contenedor como si fueran cajas de fruta. 
“Dios quiera que mis familiares no estén aquí, no me da gusto ver cómo están sacando las personas del camión”, dice mientras se aleja apurada la cocinera Isidra Pérez Segundo, que en un mismo día perdió a su hijo, su nuera, su hija con ocho meses de embarazo, su yerno y un nieto de cinco años en la carretera. Ahora ella mantiene a Daira Yareli, su nieta huérfana a los cuatro años, que sonríe desde la pantalla del celular.
Los forenses apenas se dan abasto. A ratos salen a fumar para exorcizar el tufo agarrado a la garganta. Se abren el zíper de los overoles.
En voz baja, porque tienen prohibido dar información, dicen que la mayoría de los asesinados que han revisado llevan las manos amarradas a la espalda y las camisetas sobre la cabeza. No van vendados. Pocos tuvieron una muerte rápida. Tres eran mujeres.
“Están muy golpeados, con golpes en el cráneo, como con un fierro, un tubo, un mazo. Así vienen los nueve que revisamos hoy. Unos ni siquiera se pueden evaluar, casi ninguno tiene disparo en la cabeza”, dice uno de ellos a Proceso.
Otro perito investigador que participó en la localización de las fosas explica que detectaron los cementerios gracias al “dedo” (informante) que los guió, porque no están al pie de la carretera ni a simple vista. Tuvieron que excavar unos montículos hechos con maquinaria por los criminales para esconder a sus víctimas. 
Este funcionario confirma que la mayoría fueron asesinados a golpe de marro. Como todos, adjudica el crimen a Los Zetas, que dominan la zona.
Algunos de los muertos tienen ropa de invierno. Casi todos eran pobres (“no tenían para pagar casetas, para vías más rápidas, y nadie quiso enterarse porque no eran hijos de ningún famoso”, dice).
–¿Por qué los habrán matado? –se pregunta al investigador.
–A todos los hombres, jóvenes, en edad de enrolarse, los ven como potenciales enemigos. Podría ser que están tan desesperados que los matan previniendo que se hagan sicarios del Golfo. Además, así les impiden llegar a Matamoros y Reynosa, que controlan los contrarios.
Purgatorio nacional

Ninguna autoridad se puede decir sorprendida por lo que aquí ocurre. Sobre todo si se miran los papeles que tapizan las oficinas con mensajes como “ayúdanos a encontrarlo” y los rostros de jóvenes como Eli Octavio, de 17 años, extraviado en la carretera de San Fernando; la quinceañera Yukan Yanay, levantada en el centro de Valle Hermoso igual que el joven Francisco Felipe Maya. Son cientos.
Quienes están aquí ya recorrieron las rutas de las narcofosas. Como el anciano Crescencio Ortiz, tamaulipeco de San Fernando, cultivador de sorgo, quien busca a su hijo Adolfo, también agricultor (“y no era ni borracho ni fumador ni jugador ni nada”, aclara). 
“Desde que no volvió fue andar buscando muertos tirados, ir a verlos, caminar en la orilla de la carretera o en algún monte o en las funerarias. Pedir al Ejército que nos enseñe a los que han liberado para ver si lo vieron.”
O los familiares de Natanael Arturo y Josué Arcel, hermanos defeños que fueron a McAllen a comprar ropa para el bebé del primero. Antes de desaparecer, uno de ellos envió por celular un mensaje: “Nos acaban de secuestrar en San Fernando, no hahas nada si llega a pasar algo solo avisale a mis papas. me metieron en la cajuela. no me vayas a llamar ni nada”. Sus padres han peinado Tamaulipas, esquivado “halcones”, acudido a morgues, procuradurías, PGR, Marina, Sedena, Policía Federal, derechos humanos, periodistas, las señora Wallace y Moreira, para recuperarlos. 
La esperanza no muere. Se refugian en la oración, en adivinos o hasta en milagros. Como la anciana oaxaqueña que dice: “Quiero ir a la televisión con Laura (Bozzo) para ver si ella los encuentra”.
Los nervios se quiebran en la larga espera, como ocurre a la señora Guadalupe Alfaro cuando quiere anotar a su sobrino Jairo Daniel entre los desaparecidos que reclama hecha llanto: “¡Quisimos hacer la denuncia pero en la PGR de Reynosa no nos la quisieron tomar, que por seguridad de nosotros! ¡Aquí hay confabulación! Yo tuve que hacer volantes y dejarlos en todos los rincones. Anduve 15 días en las brechas de la carretera, sola, buscando y pidiendo en los retenes y la guarnición militar que me llamaran si aparecía un muerto o si rescataban a alguien”.
La gente explota cuando se entera de que el tráiler con los cadáveres fue enviado al Distrito Federal. Sienten que los separaron de los suyos una vez más.
“¡Los muertos son de Tamaulipas, los queremos aquí! Ya nos quedamos viudas con nuestros huérfanos, ¿para qué quieren exponernos yendo por las carreteras a buscarlos allá? ¿Quieren que maten a otros 500? ¿Cuánto más nos harán esperar para que no los regresen?”, grita con rabia la esposa de Agustín Jaime del Ángel, desaparecido el 1 de diciembre en el “tramo peligroso” carretero.
La familia del matamorense Gonzalo García Casanova, que fue el primero en ser identificado el lunes anterior, reclama porque se lo llevaron al DF con los demás. “Si ya saben quién es, ¿por qué se lo llevan? Nomás nos hacen sufrir más”, lamenta su hermana, quien, como la mayoría aquí, no entiende por qué los “llevaron a pasear”.
Los episodios de rabia estallan contra cualquier funcionario que aparece y la gente reclama que el gobernador Egidio Torre no ha llegado a este lugar a solidarizarse y que Felipe Calderón nunca ha tomado esas carreteras. Los fuereños también reclaman porque nadie les avisó de los peligros de las carreteras.
El chofer de uno de los autobuses que diariamente viaja hasta Victoria reconoce ante Proceso los peligros conocidos por sus colegas: “Desde hace dos años mirabas en la noche o en la madrugada en las carreteras o en las brechas puro camionetón de 300, 400 mil pesos con las puertas abiertas, y puros pelados con armas largas. Por eso dejamos de viajar en la noche. Si vas en carro ¡aguas!, que van y te cierran en las camionetas, te tumban el carro, te secuestran o te matan”. 
Sangre llama a sangre

En la fila muchas madres son las primeras voluntarias para hacerse la prueba de la sangre que les permitirá reclamar al hijo. Sus esposos las esperan en los pasillos, nerviosos. También llegan mujeres con todos sus hijos por si se requieren más genes para darle al papá una tumba.
Una niña de tres años está en la fila creyendo que la van a vacunar, porque sus tíos no le han dicho que su papá, su mamá y su hermanito están desaparecidos. Otro niño zacatecano de 12 años, hijo de Enrique Vázquez Ibarra –desaparecido en Méndez cuando regresaba con un carro usado que acababa de comprar– sostiene la foto de su papá para que lo fotografíen, mientras su tío comenta que “lo agarraron frente a la escuela, llegaron, lo cargaron, lo echaron pa’rriba”.
La mayoría de los tamaulipecos nunca había denunciado la desaparición. Por miedo. 
Con las historias que se cuentan en la espera se podría hacer una cartografía de los levantones y concluir que en estas tierras los jóvenes son reclutados a la fuerza como combatientes de reemplazo de los exterminados todos los días.
“Mi hijo iba a cumplir 22 años, trabajaba en un Oxxo, el 8 de enero se lo llevaron del trabajo. Fue en Valle Hermoso. No pudimos denunciar porque ahí no hay autoridad.”
“El mío es José Juan Zavala (obrero, padre de cuatro niños). Salió en la mañana y no volvió. En Matamoros se llevan a muchos.”
“Yo vengo por Roberto Díaz, es ayudante de albañil, lo sacaron aquí del solar de su casa.”
“Le tocó a mi hijo César Mosqueda que se lo llevaran como a muchos otros huercos. Un amiguito vino a decirme que una camioneta lo había recogido y del susto ni la camioneta quiso describir.”
“Anote al mío: Daniel Contreras Lerma, de 16 años, y a su amigo César Homero Salazar, de 18, se los llevaron del Oxxo de cuadra y media de la casa. Así pasa en Valle Hermoso: la gente va caminando y se la llevan, o te sacan de casa, y es parejo para hombres y mujeres. Y la gente que se ha escapado no quiere decir si ahí vieron a alguien.” 
“A mi hermana (Luz Elena Ramírez, madre, 30 años) le hicieron señas de un carro gris, se acercó, la tomaron del hombro y ya no supimos.”
“Yo busco a Édgar Silquero Vera, gerente de una gasolinera de San Fernando. Encontramos sólo su camioneta Expedition. Se pasean en ella los marinos pero dicen que no saben nada.” 
“Mi hijo tendría ‘orita unos 20 años. Se lo llevaron en un levantón en San Fernando porque se llevan a todos parejo a trabajar obligados. Pero mejor borre su nombre.”
Los peritos de la morgue se dan un descanso y vuelven a salir a fumar. Es el jueves 14. Han trabajado toda la semana y les acaban de informar que llegará otra camioneta con una docena de cuerpos. 
En los noticiarios del día se anuncia que el gobierno estatal impulsará el estado como destino turístico para Semana Santa. “¡Ya ni la chingan estos cabrones!”, comenta un ministerio público enojado.
Un reportero local que observa el cansancio general comenta: “Y eso que falta que excaven todos los de Camargo, Alemán, Guardado de Arriba y de Abajo, los poblados Los Guerra y Comales, Ciudad Mier, Valle Hermoso, Anáhuac, Cruillas, González Villarreal, Nuevo Padilla, Nuevo Guerrero… Todo el estado está lleno de fosas clandestinas”. 
Todo alrededor apesta.  l
Relevo en Seguridad Pública de Tamaulipas
 
Hubo 44 asesinatos en el país
De la Redacción
 
Periódico La Jornada
Lunes 18 de abril de 2011, p. 6
Ayer en Ciudad Victoria el capitán y ex comisario de la Policía Federal Rafael Lomelí Martínez tomó posesión como secretario de Seguridad Pública de Tamaulipas, en lugar del general retirado Ubaldo Ayala Tinoco, quien renunció porque su desempeño no concordaba con la política federal en la materia.
La renuncia de Ayala Tinoco ya se mencionaba días atrás, porque no aprobó en la evaluación de los recién cumplidos 100 días de gobierno del priísta Egidio Torre Cantú, quien ayer turnó al Congreso del estado una iniciativa para castigar hasta con 10 años de cárcel a los servidores públicos que sean sorprendidos en actividades de espionaje contra el Ejército y la policía.
De al menos 44 ejecuciones cometidas o descubiertas ayer, 17 correspondieron a Sinaloa, y entre las víctimas hubo cuatro policías, un agente del Ministerio Público y un comandante de la Procuraduría General de Justicia estatal.
Alrededor de las 23 horas del sábado, el agente ministerial Omar Alid Guerrero Velázquez, de 36 años, así como los policías Marcelino Guadalupe Valenzuela Sarabia, de 49, y Víctor Manuel León Bringas, de 33, fueron ultimados por un comando cerca de Villa Juárez, municipio de Navolato. Un civil que los acompañaba, José Medina Arias, resultó herido y murió después.
En Mazaltán, una de tres personas ultimadas en distintos hechos y en medio del operativo de Semana Santa, donde participan 853 policías, fue Antonio López Hernández, de 55 años y comandante adscrito a la sección de homicidios, mientras en la colonia Los Huizaches, de Culiacán, fue atacada una patrulla donde murió el agente municipal Guadalupe Sobampo Martínez y otro resultó lesionado.
En la colonia Margarita, de la propia capital sinaloense, hombres armados dispararon a los asistentes a una fiesta matando a dos, y en otra celebración de 15 años, en la comunidad de Caimaneros, municipio de Mocorito, cinco personas fueron abatidas a balazos la madrugada de ayer, entre ellas Kelly Steven Angulo García y Cristian Angulo García; un herido fue llevado al hospital.
En Guadalajara, el policía Edy Eloy Nolasco fue ejecutado la noche del sábado y en la madrugada del domingo en la misma ciudad se halló una maleta con restos óseos, mientras en Lagos de Moreno sicarios atacaron una base de la Policía Federal.
En Chihuahua, 14 personas fueron asesinadas: en el municipio de La Cruz murió el ganadero Ambrosio Lechuga y en Ciudad Juárez otras ocho personas.
De cinco muertos que correspondieron a Nuevo León, la noche del sábado fueron localizados los cadáveres de tres enterrados en una cañada en las faldas del cerro de Topo Chico, en el municipio de Escobedo. En un presunto expendio de drogas de Monterrey también fue asesinada una pareja y varios automovilistas fueron asaltados por grupos armados en la autopista a Reynosa, pese al operativo de seguridad carretera implementado por 2 mil 400 policías.
Del resto de las víctimas, el cadáver de una se halló en Morelos, en la cajuela de un auto con placas del Distrito Federal. Dos más correspondieron a Guanajuato y otras tres –Daniel Tronco, de 50 años, y sus hijos Alejandro y César de 22 y 33 años, respectivamente– fueron levantados en su vulcanizadora de Tuxtepec, Oaxaca, y sus cadáveres aparecieron ayer en Tres Valles, Veracruz.
Por último, cuatro niños que iban en el vehículo donde un sujeto intentó escapar y disparó a la policía, fueron rescatados tras acusarlo de levantarlos en la capital de San Luis Potosí. En Durango, el Ejército destruyó una pista clandestina de aterrizaje y cuatro narcocampamentos, mientras en Acaponeta, Nayarit, se decomisaron más de 340 kilos de goma de opio.
Con información de Notimex
"Primero vinieron a buscar a los comunistas, y yo no hablé porque no era comunista. Después vinieron por los socialistas y los sindicalistas, y yo no hablé porque no era lo uno ni lo otro. Después vinieron por los judíos, y yo no hablé porque no era judío. Después vinieron por mí, y para ese momento ya no quedaba nadie que pudiera hablar por mí" Nota: 1945, Martin Niemoeller (pastor protestante, 1892-1984). Erróneamente atribuida a Brecht.
 

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