Elba Esther y los panistas
Luis Hernández Navarro
Para los panistas, la relación con Elba Esther Gordillo es incómoda. Cada vez que pueden hablar mal de ella en público lo hacen, pero buscan sus favores en privado. La consideran indigna y corrupta, pero no dudan en pactar con ella. Es malo que la maestra les haga caso, pero peor que los ignore.
Los cables de la embajada de Estados Unidos en México filtrados por Wikileaks y divulgados por La Jornada corroboran este patrón de conducta blanquiazul. En 2006, Germán Martínez, diputado de Acción Nacional, le informó al ex embajador Antonhy Garza que su partido no está trabajando con Elba Esther Gordillo, presidenta del SNTE, porque ella quería mucho a cambio del apoyo del sindicato.
Germán Martínez afirma eso a pesar de que el 21 de marzo de 2006 los dirigentes del sindicato se reunieron con el candidato a la presidencia Felipe Calderón. Soy de las que creen que no basta con la alternancia, hace falta la transición, esperamos ganar y esperamos así sea, dijo allí Elba Esther. El futuro mandatario respondió: Soy Felipe Calderón, próximo presidente de la República, y me apena mucho haber llegado tan tarde que hasta la sopa se enfrió. Y, para que no queden dudas, reviró: Tuve aprecio por mis maestros y estoy dispuesto. Nomás me dan la guía. No hay que enseñarle el padre nuestro al señor cura.
En otro cable facilitado por Wikileaks se da a conocer que Manuel Espino Barrientos, dirigente del Partido Acción Nacional, informó que el precio de Gordillo era demasiado alto (en términos de posiciones en el Congreso y posiciones en el gabinete) y las encuestas mostraban que el Panal atraía menos del uno por ciento del voto. Sin embargo, a la hora de la verdad –cuenta el libro Doña Perpetua– los operadores de Elba Esther acordaron con Juan Camilo Muriño que los gordillistas dividan su voto: para presidente, por Felipe Calderón; para diputados federales, por los candidatos de Nueva Alianza.
Los panistas tienen motivos para renegar de Elba Esther. Nunca les ha gustado la educación pública ni los maestros. Pero, además, en 1986, siendo ella militante distinguida del PRI, organizó el fraude patriótico que impidió la llegada de Francisco Barrio a la gubernatura de Chihuahua. Durante sus primeros años al frente del sindicato de maestros, la profesora Gordillo decía con el PAN, jamás.
Las relaciones entre ambos comenzaron a cambiar al poco tiempo de que ella fue ratificada como secretaria general del SNTE. En la mañana del 1º de marzo de 1992, el comité nacional citó a una reunión en la sala de juntas. Los dirigentes debían presentarse vestidos de traje y corbata. Elba llegó al encuentro en compañía de Diego Fernández de Cevallos. Iba acompañado de Francisco Javier Salazar Sáenz, diputado por San Luis Potosí. Diego dijo: ¡Jamás lo pensé, es como si el diablo se acabara de meter a la iglesia! La mano del presidente Carlos Salinas movió el encuentro.
La amistad entre la maestra y Diego Fernández continúa hoy día, y ha arrojado magníficos dividendos para ambos. Durante los últimos años del gobierno de Salinas de Gortari y el sexenio de Ernesto Zedillo, con la descentralización educativa aterrizando en las entidades, el SNTE se convirtió en una piedra en el zapato para los gobernadores panistas de Guanajuato, Baja California, Jalisco y Chihuahua.
Entre 1994 y 1995 Elba Esther y Francisco Barrio sostuvieron un pulso. Con el pretexto de homolgar salarios, el sindicato presionó al gobierno estatal para obtener posiciones en el sistema educativo estatal. El mandatario advirtió: Nuestra postura es firme, de no otorgar lo que el gobierno no está en condiciones de dar, y denunció que los gordillistas desataron una escalada violenta contra los inspectores escolares provisionales designados por su administración. Finalmente, gracias a la intervención de Fernández de Cevallos, el gobernador y la profesora Gordillo acordaron un armisticio.
Pese a ser distinguida militante tricolor, durante los comicios presidenciales de 2000, la estructura de observación electoral montada por Elba operó en favor de Vicente Fox, incumpliendo un acuerdo de apoyar al candidato del PRI Francisco Labastida. Según contó Noé Rivera a Carmen Aristegui en una entrevista en radio, la maestra le explicó la causa de esta maniobra: “es que, ‘hijo’, voy a ser libre, ya no voy a depender de estos canijos ni voy a sujetarme a sus disposiciones, y lo que estaba en riesgo si ganaban era mi seguridad personal, la seguridad de mis intereses y la seguridad de todos ustedes”.
Escasos días después de haberse mudado su residencia a Los Pinos, Vicente Fox asistió a Chihuahua a inaugurar el cuarto congreso nacional extraordinario del SNTE. Allí el presidente tomó la palabra entre expresiones de descontento para ratificar su compromiso de buscar mejores condiciones de trabajo y mayor remuneración como merecen cada uno de los maestros y maestras de México. De inmediato un coro de voces le recordó el lema de su campaña electoral:
¡Hoy!, ¡hoy!, ¡hoy!, gritaron los delegados institucionales.
–Hoy sí está difícil –les reviró el mandatario.
Durante el sexenio de Fox, Elba Esther y Los Pinos establecieron multitud de compromisos, en los que la maestra buscó convertirse en la vía para construir un gran acuerdo entre el PRI y la administración en turno. Esa ruta siguió tanto el camino educativo como el legislativo. Hasta antes de su expulsión de su partido, la profesora Gordillo fue la principal operadora del acercamiento del PRI al gobierno de Fox. Para justificarlo declaró sin ambages: ¡Primero es México y después el PRI!
Felipe Calderón siguió transitando este mismo camino. Durante su campaña presidencial declaró: Aunque reconozco que es difícil, no quiero descartar la posibilidad de integrar, no dentro del PAN quizá, sino dentro de esa coalición que lleve al triunfo al PAN, las preocupaciones de los maestros y de quienes los representan. Al triunfo, la coalición electoral se convirtió en un pacto de gobierno.
Cuando en 1995 el panista Alberto Cárdenas Jiménez ganó las elecciones de Jalisco, dijo que el SNTE es un monopolio que lastima y atenta contra la dignidad de las personas. Desde Los Pinos, sus correligionarios han ignorado sistemáticamente sus palabras.
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