País en riesgo
Marco Appel
Marco Appel
Bélgica –país sede de las
instituciones de la Unión Europea– cumple esta semana un año sin gobierno debido
a diferencias entre los partidos de las regiones de Flandes y de Valonia. En el
fondo lo que está en juego es la existencia misma de esta nación, pues el
político más influyente, Bart De Wever, líder de Nueva Alianza Flamenca y
considerado como un “nacionalista moderno”, ha dicho que su objetivo “es que
Bélgica desaparezca sin que nadie se dé cuenta”.
BRUSELAS.- A un año de las
elecciones del 13 de junio de 2010, los partidos políticos belgas no han podido
conformar un gobierno federal, lo que ha generado una de las más profundas
crisis políticas en el país que, paradójicamente, alberga a las instituciones
de la Unión Europea (UE).
El pasado 17 de febrero
este país pionero de la integración europea se convirtió en la segunda nación
del mundo que más tiempo ha durado sin un gobierno fijo, récord antes ostentado
por Irak con 249 días tras la invasión estadunidense. Este lunes 13 Bélgica
habrá alcanzado la marca de Camboya, que duró un año sin gobierno entre julio
de 2003 y julio de 2004.
El pasado 26 de abril, el
propio presidente de la UE, el exprimer ministro belga Herman Van Rompuy,
calificó la actual situación política en su país como “patética y
extremadamente lamentable”.
Desde el 16 de mayo último
el presidente del Partido Socialista francófono, Elio Di Rupo, intenta negociar
un gobierno con los partidos flamencos. Ese mismo día el periódico Le Soir
estimó que se trata de “una misión casi imposible”.
El partido nacionalista de
derecha, Nueva Alianza Flamenca (NVA, por sus siglas en neerlandés), ganó las
elecciones en la región norte de Bélgica. En Valonia, la región sur, venció el
Partido Socialista. Desde entonces Bélgica opera con un gobierno saliente que
dirige Yves Leterme.
En el centro del vendaval
político se encuentra el historiador flamenco Bart De Wever, un cuarentón de
aspecto bonachón, rostro infantil, humor cínico y espíritu provocador.
“Mi objetivo –prometió
durante su campaña electoral– es que Bélgica desaparezca sin que nadie se dé
cuenta. Flandes y Valonia son dos Estados que ya funcionan cada uno con su
Parlamento y su gobierno. En Bruselas, el primer ministro no preside más que
una vana conferencia diplomática. Solo hay que dejar evolucionar el proceso (de
escisión del país) hasta su término.”
A De Wever lo caracteriza
su tendencia a confrontarse con la población belga de habla francesa: cuando lo
entrevistan corrige la forma de hablar francés de los periodistas francófonos
belgas; acusa a sus compatriotas valones de ocultar su historia nazi, o en un
importante centro de debate en Valonia le reprocha a su población que lo
considere una especie de “Milosevic flamenco”.
De acuerdo con Dave
Sinardet, reconocido politólogo de la Universidad de Amberes, De Wever es un
“nacionalista moderno”.
“Como historiador –explicó
el académico al periódico belga Le Soir– conoce la importancia de los símbolos
patrios, como el león flamenco. Pero su discurso, con el que ganó las
elecciones, es más pragmático. Durante su campaña insistió en el hecho de que
el Estado belga ya no funciona de manera eficaz y que las reformas son
indispensables por el bien de todos.”
El 6 de marzo pasado, el
exprimer ministro belga Guy Verhofstadt mostró su inquietud por lo que calificó
como “esquizofrénica” la situación que vive Bélgica: “¿Cómo negociar un
gobierno central belga con líderes políticos que propugnan una separación del
país?”, se preguntó.
A mediados de abril, el
exprimer ministro Marc Eynskens se refirió a De Wever como un “demagogo” que
vende “baratijas nacionalistas”, y al igual que Wilfried Maertens –otro
exprimer ministro belga-flamenco– advirtió que sólo era posible destrabar las
negociaciones marginando a la NVA, lo que de inmediato rechazaron los partidos
flamencos.
Una parte de la sociedad
civil belga se ha movilizado masivamente en dos ocasiones. En la última,
alrededor de 30 mil personas se manifestaron en Bruselas el 23 de enero pasado
para exigir un rápido acuerdo de gobierno y que Bélgica permanezca unida.
Un manifiesto que circuló
ese día decía: “Van más de 200 días que no tenemos gobierno y que observamos el
ir y venir de presidentes de partido, notas a la atención del rey, renuncias de
conciliadores (negociadores) y más. Deseamos manifestar nuestra inquietud e
insatisfacción ante lo que parece un carrusel político donde la causa del más
necio, del más intransigente, será la que gane”.
Proyección
El ascenso político de De
Wever ha sido meteórico. En octubre de 2001, él y otros nacionalistas de
derecha fundaron la NVA a partir de la disolución de Unión Popular (Volksunie),
un partido creado en 1954 para alcanzar la independencia de Flandes y que formó
parte de varios gobiernos federales.
La NVA participó en las
elecciones legislativas federales del 18 de mayo de 2003. De Wever fue el
primer candidato de Amberes. Los resultados fueron desastrosos para él y su partido,
que obtuvo 200 mil votos de un total de 7 millones y sólo una de las 150
curules de la Cámara de Representantes.
La NVA corría el riesgo de
desaparecer al no alcanzar el mínimo de votos en la siguiente elección. De
Wever abogó entonces por un pacto electoral con un gran partido, el Demócrata
Cristiano Flamenco (CD&V, por sus siglas en neerlandés).
La situación del partido
dio un giro total. La coalición venció de manera sorprendente en las elecciones
del 13 de junio de 2004 al obtener 26% de los votos en Flandes, y se convirtió
en la primera fuerza política de la región. De Wever fue electo presidente de
NVA. Alcanzó una nueva victoria en las elecciones comunales y provinciales del
8 de octubre de 2006, cuando la coalición acaparó 31.7% de los sufragios.
“El establecimiento de esa
coalición fue el origen del éxito de la NVA, ya que De Wever ganó mucha
visibilidad. Fue la expresión de un vuelco sin precedentes en Flandes hacia un
conservadurismo nacionalista”, apunta Sinardet.
Tras las elecciones federales
del 10 de junio de 2007, De Wever ganó una diputación de las 30 que obtuvo la
coalición y participó en las negociaciones para formar un nuevo gobierno.
Desde entonces se reveló
como un intransigente y contribuyó a desatar una crisis política que se prolongó
192 días. Para que una reforma de Estado avance, planteó, es necesario
otorgarle más autonomía a la región flamenca; asimismo, insistió en que debe
discutirse a profundidad la devolución del distrito judicial y electoral de
Bruselas-Hal-Vilvorde a dicha región.
En septiembre de 2008 De
Wever se retiró de las negociaciones y rompió la coalición con CD&V. Meses
después su intransigencia rindió frutos: la NVA venció en las elecciones
regionales del 11 de junio de 2009 y conformó un gobierno flamenco con sus
antiguos socios democratacristianos. El siguiente paso fue su encumbramiento a
nivel federal, que no hubiera logrado sin el apoyo de los medios de
comunicación.
Telepolítica
El 6 de enero de 2005, De
Wever realizó una operación mediática que consistió en viajar desde Flandes a
la provincia valona de Hainut con 12 camiones repletos de falsos billetes de 50
euros.
Vació su “cargamento” a un
costado del ascensor de barcos de Strépy-Thieu, un complejo sistema de
interconexión de canales del que se sienten muy orgullosos los belgas valones,
pero que los flamencos ven inútil dado que el tráfico naviero se desplomó junto
con la industria metalúrgica regional.
Con esa acción se ganó fama
de extremista. Él mismo reconoció más tarde que se había comportado de manera
“muy radical y no muy fina”.
En 2009 la Televisión y
Radio Flamenca (Vlaamse Radio-en Televisieomroep o VRT) lo invitó a participar
en el programa de concursos El hombre más listo del mundo. En ese programa los
concursantes demostraban sus conocimientos de cultura general; desde 2003 que
se estrenó, hasta la última edición de este año, fue la emisión de mayor
audiencia en su tipo.
De Wever se volvió una
estrella. De lunes a jueves por la noche casi un tercio de la población
flamenca (2 millones de teles-pectadores en promedio) presenció una tras otra
las victorias del político, quien llegó a la final.
No ganó porque ignoraba que
el antiguo presidente del gobierno valón, el socialista Guy Spitaels, era
apodado “Dios”, pero su personalidad franca y estilo desenfadado cautivaron a
la audiencia flamenca.
“En Bélgica uno se vuelve
popular cuando pierde, no cuando gana”, suele ironizar De Wever sobre este
capítulo de su vida política, que lo llevó a ser designado por la VRT El hombre
de 2009, aun por encima del rey del pop Michael Jackson, quien había muerto el
25 de junio de ese mismo año.
De Wever participó en la
edición 2010 del concurso y calificó otra vez para la final, pero decidió no
presentarse para dedicarse por completo a las negociaciones del nuevo gobierno,
según explicó.
En uno de los programas,
grabado el pasado 30 de diciembre, el nacionalista flamenco se enfrentó a Eva
Brems, una diputada del Partido Verde de Flandes (Groen!), quien fuera
presidenta de la sección local de Amnistía Internacional.
Aunque ella tomó la
ventaja, De Wever remontó y cambió el juego a su favor al responder sin errores
los nombres de varias prácticas de tortura. Sorprendido, el presentador le
preguntó de dónde venía su conocimiento en la materia. Mordaz, el político contestó
que lo había entrenado Le Soir, un diario francófono que suele criticarlo. Su
respuesta causó hilaridad entre el público.
Nazismo
Bart De Wever proviene de
una familia que simpatizó con el nazismo durante la Segunda Guerra Mundial. Su
abuelo, director de una escuela primaria, fue miembro de la Unión Nacional
Flamenca (VNV, por sus siglas en neerlandés), un partido antisemita que
colaboró con el gobierno militar instaurado por Hitler tras la invasión del
país en 1940 y que abogaba por la unión de Flandes con Holanda.
Al término de la guerra el
VNV fue ilegalizado, y el abuelo de De Wever encarcelado. Después de su
liberación, jamás pudo regresar al magisterio y la familia quedó arruinada y
estigmatizada socialmente.
El político admitió que su
familiar perteneció a la VNV, pero matizó: “Él jamás realizó actos de
colaboración con los nazis”.
El padre de De Wever sólo
tenía 10 años cuando iba a visitar a su progenitor a la cárcel. Se convirtió en
un nacionalista comprometido y se involucró muy activamente con el partido
Unión Popular.
De esa agrupación se
escindió en 1977 el grupo de militantes que daría origen al actual partido de
extrema derecha Interés Flamenco (Vlaams Belang).
El propio De Wever ha
comentado que su padre le tramitó desde muy pequeño una credencial de adhesión
a la Unión Popular, y que a los tres años lo llevó a su primera manifestación
que pedía la devolución a Flandes del distrito judicial y electoral
Bruselas-Hal-Vilvorde, una reivindicación aún vigente por parte del
nacionalismo flamenco.
“Yo escucho el himno
nacional de Flandes, no el de Bélgica: así me educó mi padre”, dijo en una
ocasión De Wever, quien siempre ha negado tener vínculos ideológicos con la
extrema derecha.
Sin embargo, hay muchas
dudas al respecto. En su juventud fue integrante de la Unión de Estudiantes
Católicos Flamencos, una agrupación extremista que de vez en cuando organiza
marchas por la independencia de Flandes en las que suelen aparecen consignas
del tipo “Los francófonos son ratas” o “Muera Bélgica”.
En 2005 Interés Flamenco
comenzó a circular en internet una fotografía de 1996 en la que se ve a un De
Wever joven –de unos 26 años, delgado, corte de pelo estilo militar y portando
traje y corbata– en compañía de un sonriente Jean-Marie Le Pen, entonces
presidente del ultraderechista Frente Nacional francés y quien ha negado
públicamente el Holocausto.
La instantánea fue tomada
al final de una conferencia organizada en Amberes por el Club de Debate
Nacional Flamenco, un círculo de reflexión ideológica creado en 1980.
Según el Observatorio Belga
de la Extrema Derecha, el comité directivo de tal asociación lo integraban
miembros de Interés Flamenco y del desaparecido centro de estudios Were Di, que
instituyeron antiguos nazis y Karel Dillen, presidente fundador de Interés
Flamenco.
De Wever ha dicho que en
esa época él estaba finalizando sus estudios de historiador y pensó “que era
una ocasión única de poder escuchar a Le Pen, un personaje de peso en la
política gala. Soy un legalista, con convicciones democráticas, pero tengo una
concepción anglosajona de la libertad de expresión: en una democracia, todo
mundo debe ser libre de poder expresar su opinión, incluso si es una opinión
que yo detesto”.
Según información del
observatorio belga, De Wever volvió a encontrarse con Le Pen durante el
entierro de Dillen en Amberes, el 5 de mayo de 2007, donde se reunió la crema y
nata del ultraderechismo belga.
El pasado 12 de febrero, De
Wever asistió a los funerales –en la catedral de Amberes– de Marie-Rose Morel,
una figura emblemática de Interés Flamenco y quien fuera su compañera en la
universidad, así como en Nueva Alianza Flamenca.
Flanders Today, publicación
del Ministerio de Relaciones Exteriores de Flandes, reseña que el presidente de
la NVA ofreció un “muy emotivo elogio” de Morel, así como una “disculpa por las
cosas feas” que había dicho de ella.
Otro gesto suyo causó una
fuerte polémica. En octubre de 2007, De Wever calificó de “gratuitas” las
disculpas que acababa de presentar a la comunidad judía el alcalde socialista
de Amberes, Patrick Janssens, por la colaboración que había prestado al régimen
nazi la administración de la ciudad en la localización y deportación de judíos.
Tras la cascada de críticas
que le llovieron del mundo político e intelectual, De Wever se disculpó ante la
comunidad judía. En una carta abierta aclaró que no tomó en cuenta que “la
comunicación política no soportaba los matices de los que se nutre la
comunicación científica”, dijo, que él practica
FUENTE: PROCESO
FUENTE: PROCESO
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