Juicio político ya
Plan B Lydia Cacho
Pedir
juicio político de los gobernantes corruptos les parece a muchos un sinsentido.
Pero nada tiene más sentido en este momento que alentar la rendición de cuentas
total, absoluta, no negociable. Todo parece indicar que algunos grupos de
hombres y mujeres jóvenes lo entienden. La gente joven que se ha sentado estos
últimos días frente al Senado para exigir la inclusión de la agenda ciudadana
en la Reforma Política son una brisa de aire fresco ante los diálogos
políticamente correctos. Lo suyo es una exigencia y no la súplica.
Sabemos que son las y los gobernadores y alcaldes de este país los responsables de que nos encontremos en un estado fallido. Son ellos quienes han ejercido el poder desde la trinchera del latrocinio y la comodidad, son ellos quienes creen que anunciando obra pública, controlando a sus procuradores y hostigando (o comprando) a los medios podían cambiar la realidad. Pero solamente lograron cambiar la percepción de la realidad; los hechos han quedado intocados. Es así como Natividad González Parás y su hermano lograron ocultar los brutales avances de la trata de jovencitas mexicanas en Nuevo León, y es por ellos que cada mes entre 300 y 400 jóvenes llegan a ese estado para ser explotadas. Por esa misma razón, el brutal crecimiento y el obvio asentamiento de redes de criminales y tratantes de mujeres sentaron sus reales frente al débil liderazgo de Amalia García en Zacatecas. Así Félix González en Quintana Roo avaló la repartición del estado en manos de dos cárteles y dejó al estado quebrado con un endeudamiento de 110 millones de pesos, dejando a su suplente en estado de inanición para levantar la pauperizada economía del turismo, sin dinero para alentar el desarrollo social y la seguridad.
Uno a uno podríamos enlistar el daño brutal que han causado a la sociedad estos políticos, de todos los partidos, cuya responsabilidad debe ser resaltada, no solamente en los medios, sino utilizando los instrumentos que la ley y la democracia nos dan. Ellos han construido un sistema impune. Y sí, millones de personas cada día incurren en pequeños actos de corrupción, y sí, miles de empresarios logran sus negocios gracias a las prebendas, pero los primeros responsables de regular al sistema, ciertamente putrefacto, son los líderes que tienen como primera y última responsabilidad asegurar que el Estado de Derecho prevalezca.
¿Por qué en los últimos dos años miles de personas han sido amenazadas para dejar sus casas y ranchos en manos del narco? ¿Por qué incrementaron los cárteles? ¿Por qué aumenta de manera vertiginosa la trata de mujeres y niñas que son arrancadas de sus hogares y escuelas frente a testigos? ¿Por qué tantos jueces y Ministerios Públicos quedan impunes cuando su mal trabajo le cuesta la vida y la libertad a miles de personas cada año?
La última, pero tal vez la primera pregunta sería por qué tanta gente cree que sólo tenemos dos opciones: o declarar la guerra a los políticos insultándolos o sentarse a jugar a un diálogo hipócrita e inútil en que ellos siempre tienen la sartén por el mango y nosotros el derecho de indignarnos ante su predecible comportamiento.
El problema de fomentar y fortalecer un discurso políticamente correcto para abatir la violencia y construir la paz, radica en que cuando el diálogo se queda en la superficie no se dan los cambios de paradigma. El modelo de poder mexicano es el de la ausencia de rendición de cuentas, un patriarcado de alianzas que se autoprotegen. La guerra ha causado una tragedia nacional. La confusión reina y sólo las acciones concretas mandarán un mensaje a los operadores de México. Si en un avión que ha perdido el rumbo se crea el caos y nadie exige cambio de piloto, los tripulantes sabrán que no hay ley que les rija y cada quién expresará su angustia como mejor pueda.
Llevamos cinco años discutiendo la guerra, mientras miles de personas han encontrado que es mejor imitar a los poderosos impunes que pertenecer a las huestes de víctimas.
Sabemos que son las y los gobernadores y alcaldes de este país los responsables de que nos encontremos en un estado fallido. Son ellos quienes han ejercido el poder desde la trinchera del latrocinio y la comodidad, son ellos quienes creen que anunciando obra pública, controlando a sus procuradores y hostigando (o comprando) a los medios podían cambiar la realidad. Pero solamente lograron cambiar la percepción de la realidad; los hechos han quedado intocados. Es así como Natividad González Parás y su hermano lograron ocultar los brutales avances de la trata de jovencitas mexicanas en Nuevo León, y es por ellos que cada mes entre 300 y 400 jóvenes llegan a ese estado para ser explotadas. Por esa misma razón, el brutal crecimiento y el obvio asentamiento de redes de criminales y tratantes de mujeres sentaron sus reales frente al débil liderazgo de Amalia García en Zacatecas. Así Félix González en Quintana Roo avaló la repartición del estado en manos de dos cárteles y dejó al estado quebrado con un endeudamiento de 110 millones de pesos, dejando a su suplente en estado de inanición para levantar la pauperizada economía del turismo, sin dinero para alentar el desarrollo social y la seguridad.
Uno a uno podríamos enlistar el daño brutal que han causado a la sociedad estos políticos, de todos los partidos, cuya responsabilidad debe ser resaltada, no solamente en los medios, sino utilizando los instrumentos que la ley y la democracia nos dan. Ellos han construido un sistema impune. Y sí, millones de personas cada día incurren en pequeños actos de corrupción, y sí, miles de empresarios logran sus negocios gracias a las prebendas, pero los primeros responsables de regular al sistema, ciertamente putrefacto, son los líderes que tienen como primera y última responsabilidad asegurar que el Estado de Derecho prevalezca.
¿Por qué en los últimos dos años miles de personas han sido amenazadas para dejar sus casas y ranchos en manos del narco? ¿Por qué incrementaron los cárteles? ¿Por qué aumenta de manera vertiginosa la trata de mujeres y niñas que son arrancadas de sus hogares y escuelas frente a testigos? ¿Por qué tantos jueces y Ministerios Públicos quedan impunes cuando su mal trabajo le cuesta la vida y la libertad a miles de personas cada año?
La última, pero tal vez la primera pregunta sería por qué tanta gente cree que sólo tenemos dos opciones: o declarar la guerra a los políticos insultándolos o sentarse a jugar a un diálogo hipócrita e inútil en que ellos siempre tienen la sartén por el mango y nosotros el derecho de indignarnos ante su predecible comportamiento.
El problema de fomentar y fortalecer un discurso políticamente correcto para abatir la violencia y construir la paz, radica en que cuando el diálogo se queda en la superficie no se dan los cambios de paradigma. El modelo de poder mexicano es el de la ausencia de rendición de cuentas, un patriarcado de alianzas que se autoprotegen. La guerra ha causado una tragedia nacional. La confusión reina y sólo las acciones concretas mandarán un mensaje a los operadores de México. Si en un avión que ha perdido el rumbo se crea el caos y nadie exige cambio de piloto, los tripulantes sabrán que no hay ley que les rija y cada quién expresará su angustia como mejor pueda.
Llevamos cinco años discutiendo la guerra, mientras miles de personas han encontrado que es mejor imitar a los poderosos impunes que pertenecer a las huestes de víctimas.
Drama que permanece
Crónicas de la Otra Esquina
Rafael Loret de Mola
Las remesas que envían los mexicanos emigrantes a nuestro país y que
consolidan la “estabilidad” económica de millones de hogares depauperados y sin
esperanzas de obtener ingresos justos por las labores internas de cuantos los
conforman, continúan siendo la segunda fuente de ingresos para el país y una de
las más importantes para el flamante Banco Azteca, de Ricardo Salinas Pliego,
especialista en el renglón a partir de que convirtió sus almacenes ELEKTRA en
modernas tiendas de raya con la complacencia y complicidad de los gobiernos
neoliberales -especialmente los de Salinas y Zedillo- y la consolidación y
tutela de la derecha en el poder a partir de las complacencias de los Fox, ella
y él naturalmente.
Fue en 2007 cuando las remesas, como las reservas, alcanzaron niveles récord, superiores a 26 mil millones de dólares. Luego vinieron los “años malos”, en los que sufrimos los efectos de la recesión universal pese al fallido blindaje del señor Agustín Carstens -quien hubiera hecho un mejor papel como defensor de algunos de los equipos de futbol americano dado su excepcional volumen- y la escasa previsión de una administración bastante despistada: por ello, claro, México fue la última nación latinoamericana en salir de las ataduras financieras en todo el territorio continental. En 2009, por ejemplo, las remesas fueron por 21 mil millones de dólares, cinco mil millones menos.
Pues bien, en 2010, la tendencia volvió a revertirse aun cuando disminuyó, de acuerdo a las estadísticas del INEGI, el número de hogares que reciben los envíos de dólares desde el exterior y que en 2010 representaron el 4.7 por ciento del total de veintinueve millones de casas censadas en nuestro país. Parecería entonces que la miseria está disminuyendo o que son bastantes más quienes reclaman trabajo en nuestro territorio sin éxito, puesto que la demanda de más de dos millones de empleos al año no se cumple siquiera al cuarenta por ciento pese a la sostenida y fluida demagogia oficial. Estamos, por tanto, en manos de los manipuladores de estadísticas aun cuando de ellas podemos extraer algunos sustentos que no nos dicen los intérpretes al servicio del Gobierno.
Por ejemplo, uno de los motivos por los que podría haberse reducido la cifra de familias beneficiarias de las tales remesas no es, precisamente, como pretenden los tuertos, una abrupta subida en los ingresos internos traducida como el pretendido fin de México en la condición de nación pobre de acuerdo a las fatuas estimaciones del presidenciable Ernesto Cordero Arroyo a quien quisiera ver, en cualquiera de esos pueblos paupérrimos del país, repetir la monserga para solicitar los votos de los depauperados. La razón es otra, desde luego: Cada vez son más quienes son cooptados por las mafias para integrarlos a los grandes cárteles como sicarios y una expectativa de vida corta a cambio de una perentoria riqueza. La mayor parte de los muertos en los enfrentamientos entre las mafias y las Fuerzas Armadas son jóvenes de menos de veinticinco años.
Esto es: el dinero sucio va ganando territorio al de los sacrificados agricultores que pasan por las ventanillas de Salinas Pliego, el mayor especulador de la pobreza de nuestro país al amparo de concesiones y privilegios sin cuento. Por algo, claro, los Fox lo privilegiaron tanto -casi igual que Carlos Salinas quien le brindó, a través de su hermano Raúl, el capital necesario para que ganase el concurso y adquiera la segunda red privada en cobertura de televisión a cambio, claro, de una identidad soterrada. ¿Vamos entendiendo cómo funcionan los grandes corporativos en el país “del cambio” invisible?
De simulaciones están repletos los presidenciables y quienes los financian.
Debate
El cinismo cuenta una barbaridad a la hora de hacer recuentos sobre la realidad nacional. Por ejemplo, ahora resulta analista e la corrupción un personaje siniestro, de costumbres cada vez más de moda, Luis Carlos Ugalde, rector que fue de los comicios federales de 2006 comenzando el desaseo de las mismas al detener las cifras con las que contaba y no favorecían a la causa del continuismo hasta soltar que había triunfado Felipe Calderón bajo la presión de su “madrina” -lo fue de su perentoria boda orquestada para obtener la respectiva pensión oficial por ella-, Elba Esther Gordillo, quien le urgió a definirse levantándole el brazo al supuesto “triunfador” cuando aún nadie se había atrevido a revelar los números cerrados de la amañada elección.
En reciente edición de NEXOS –número 403, correspondiente a julio de 2011-, Ugalde se recrea analizando los niveles de la corrupción en Latinoamérica para llegar a la conclusión de que, a partir de la primera alternancia -de la que él fue beneficiario directo al surgir como “imparcial” presidente consejero del IFE y su desprestigio evidente tras el descalabro de hace apenas un lustro-, y todavía se pregunta:
--“¿Qué ocurrió? ¿Por qué al parecer somos más corruptos que antes? ¿Falló la democracia? ¿Fallaron las personas? ¿Falló el sentido común?”
Y luego apuntala su tesis:
“Sin excepción, todos los indicadores disponibles señalan que México padece un problema grave de corrupción y que sus altos niveles no mejoraron con la alternancia política de 2000. Más aún, se observa una tendencia de deterioro, que aunque moderada, sugiere que el problema ha empeorado lejos de mejorar como era la expectativa cuando Vicente Fox llegó a la Presidencia de la República”.
Y lo hizo con Ugalde en condición de cómplice principalísimo, y no autónomo como también se pretendió, en medio del revoltijo comicial que dio lugar a una de las peores administraciones federales de que se tenga memoria y lista a intentar revertir los niveles de las encuestas que colocan al PAN en un rezagado tercer lugar, y ya ni siquiera el segundo porque la causa de López Obrador, para sorpresa de muchos, parece haberse revitalizado.
¿No será acaso, como indagatoria a las interrogantes planteadas, que nunca antes hubo tal avidez por los retiros tempranos para deshacerse o separarse de testigos incómodos, como Ugalde, brindándoles privilegios y hasta espacios suficientes para externar tesis como la expresada? Tales personajes o se van cubiertos o sencillamente caen en manos de las mafias, literalmente, para amedrentarlos y silenciarlos definitivamente. Buen provecho.
La Anécdota
Insisto en que los partidos no producen líderes sino lo hacen los dramas que devienen de la violencia sorda. Por ejemplo, la señora Wallace, el empresario Martí, la periodista Cacho y el poeta Sicilia quien ya se arroga, tras la brutalidad de la muerte de su hijo en Morelos, el derecho de representarnos a todos y convertir a su movimiento en par, nada menos, del Congreso de la Unión, algo que ni siquiera logró “Marcos” y su “Campaña por la Tierra” en 2001 cuando llegó a la ciudad de México custodiado por efectos militares a quienes les había declarado la guerra en enero de 1994. Sólo en México pasan estas cosas.
Lo anterior da cuenta del miedo terrible de los legisladores inútiles, torpes y perezosos, porque el gran gigante nacional despierte. Abundaremos.
Fue en 2007 cuando las remesas, como las reservas, alcanzaron niveles récord, superiores a 26 mil millones de dólares. Luego vinieron los “años malos”, en los que sufrimos los efectos de la recesión universal pese al fallido blindaje del señor Agustín Carstens -quien hubiera hecho un mejor papel como defensor de algunos de los equipos de futbol americano dado su excepcional volumen- y la escasa previsión de una administración bastante despistada: por ello, claro, México fue la última nación latinoamericana en salir de las ataduras financieras en todo el territorio continental. En 2009, por ejemplo, las remesas fueron por 21 mil millones de dólares, cinco mil millones menos.
Pues bien, en 2010, la tendencia volvió a revertirse aun cuando disminuyó, de acuerdo a las estadísticas del INEGI, el número de hogares que reciben los envíos de dólares desde el exterior y que en 2010 representaron el 4.7 por ciento del total de veintinueve millones de casas censadas en nuestro país. Parecería entonces que la miseria está disminuyendo o que son bastantes más quienes reclaman trabajo en nuestro territorio sin éxito, puesto que la demanda de más de dos millones de empleos al año no se cumple siquiera al cuarenta por ciento pese a la sostenida y fluida demagogia oficial. Estamos, por tanto, en manos de los manipuladores de estadísticas aun cuando de ellas podemos extraer algunos sustentos que no nos dicen los intérpretes al servicio del Gobierno.
Por ejemplo, uno de los motivos por los que podría haberse reducido la cifra de familias beneficiarias de las tales remesas no es, precisamente, como pretenden los tuertos, una abrupta subida en los ingresos internos traducida como el pretendido fin de México en la condición de nación pobre de acuerdo a las fatuas estimaciones del presidenciable Ernesto Cordero Arroyo a quien quisiera ver, en cualquiera de esos pueblos paupérrimos del país, repetir la monserga para solicitar los votos de los depauperados. La razón es otra, desde luego: Cada vez son más quienes son cooptados por las mafias para integrarlos a los grandes cárteles como sicarios y una expectativa de vida corta a cambio de una perentoria riqueza. La mayor parte de los muertos en los enfrentamientos entre las mafias y las Fuerzas Armadas son jóvenes de menos de veinticinco años.
Esto es: el dinero sucio va ganando territorio al de los sacrificados agricultores que pasan por las ventanillas de Salinas Pliego, el mayor especulador de la pobreza de nuestro país al amparo de concesiones y privilegios sin cuento. Por algo, claro, los Fox lo privilegiaron tanto -casi igual que Carlos Salinas quien le brindó, a través de su hermano Raúl, el capital necesario para que ganase el concurso y adquiera la segunda red privada en cobertura de televisión a cambio, claro, de una identidad soterrada. ¿Vamos entendiendo cómo funcionan los grandes corporativos en el país “del cambio” invisible?
De simulaciones están repletos los presidenciables y quienes los financian.
Debate
El cinismo cuenta una barbaridad a la hora de hacer recuentos sobre la realidad nacional. Por ejemplo, ahora resulta analista e la corrupción un personaje siniestro, de costumbres cada vez más de moda, Luis Carlos Ugalde, rector que fue de los comicios federales de 2006 comenzando el desaseo de las mismas al detener las cifras con las que contaba y no favorecían a la causa del continuismo hasta soltar que había triunfado Felipe Calderón bajo la presión de su “madrina” -lo fue de su perentoria boda orquestada para obtener la respectiva pensión oficial por ella-, Elba Esther Gordillo, quien le urgió a definirse levantándole el brazo al supuesto “triunfador” cuando aún nadie se había atrevido a revelar los números cerrados de la amañada elección.
En reciente edición de NEXOS –número 403, correspondiente a julio de 2011-, Ugalde se recrea analizando los niveles de la corrupción en Latinoamérica para llegar a la conclusión de que, a partir de la primera alternancia -de la que él fue beneficiario directo al surgir como “imparcial” presidente consejero del IFE y su desprestigio evidente tras el descalabro de hace apenas un lustro-, y todavía se pregunta:
--“¿Qué ocurrió? ¿Por qué al parecer somos más corruptos que antes? ¿Falló la democracia? ¿Fallaron las personas? ¿Falló el sentido común?”
Y luego apuntala su tesis:
“Sin excepción, todos los indicadores disponibles señalan que México padece un problema grave de corrupción y que sus altos niveles no mejoraron con la alternancia política de 2000. Más aún, se observa una tendencia de deterioro, que aunque moderada, sugiere que el problema ha empeorado lejos de mejorar como era la expectativa cuando Vicente Fox llegó a la Presidencia de la República”.
Y lo hizo con Ugalde en condición de cómplice principalísimo, y no autónomo como también se pretendió, en medio del revoltijo comicial que dio lugar a una de las peores administraciones federales de que se tenga memoria y lista a intentar revertir los niveles de las encuestas que colocan al PAN en un rezagado tercer lugar, y ya ni siquiera el segundo porque la causa de López Obrador, para sorpresa de muchos, parece haberse revitalizado.
¿No será acaso, como indagatoria a las interrogantes planteadas, que nunca antes hubo tal avidez por los retiros tempranos para deshacerse o separarse de testigos incómodos, como Ugalde, brindándoles privilegios y hasta espacios suficientes para externar tesis como la expresada? Tales personajes o se van cubiertos o sencillamente caen en manos de las mafias, literalmente, para amedrentarlos y silenciarlos definitivamente. Buen provecho.
La Anécdota
Insisto en que los partidos no producen líderes sino lo hacen los dramas que devienen de la violencia sorda. Por ejemplo, la señora Wallace, el empresario Martí, la periodista Cacho y el poeta Sicilia quien ya se arroga, tras la brutalidad de la muerte de su hijo en Morelos, el derecho de representarnos a todos y convertir a su movimiento en par, nada menos, del Congreso de la Unión, algo que ni siquiera logró “Marcos” y su “Campaña por la Tierra” en 2001 cuando llegó a la ciudad de México custodiado por efectos militares a quienes les había declarado la guerra en enero de 1994. Sólo en México pasan estas cosas.
Lo anterior da cuenta del miedo terrible de los legisladores inútiles, torpes y perezosos, porque el gran gigante nacional despierte. Abundaremos.
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