Política Exterior punto No. 7
7.- "Mantendremos una relación de respeto con todos los pueblos y gobiernos del mundo. Haremos valer los principios de no intervención, la autodeterminación de los pueblos y la solución pacífica de los conflictos. Recuperaremos el prestigio que históricamente habíamos mantenido en América Latina y en el concierto de las naciones".
El sometimiento a los Estados Unidos ha generado un cambio drástico respecto a la tradicional política exterior mexicana, es cierto que los gobierno priístas jugaban con una careta pseudo izquierdista en el exterior. No obstante, aún a pesar del juego de apariencias, el proceso revolucionario de principios del siglo XX había dado a México cierto margen de maniobra que permitía una política de asilo político bastante progresista, no podemos olvidar el cobijo que Lázaro Cárdenas le dio a los perseguidos españoles y a León Trotsky, así como la recepción de cientos de seres humanos que huían de las dictaduras de Centroamérica y del cono sur.
Una nueva política exterior debería romper con el entreguismo hacia los Estados Unidos y al mismo tiempo con la simulación de los gobiernos priístas, no olvidemos que mientras Echeverría y López Portillo recibían perseguidos sudamericanos, asesinaban y desaparecían a cientos de luchadores sociales por medio de la Dirección Federal de Seguridad.
Para lograr una verdadera independencia política y económica del imperialismo, se debe nacionalizar las palancas básicas de la economía como los bancos, el sector industrial, el petróleo y la electricidad, así como reanimar el mercado interno en base al aumento de los niveles de vida de las familias obreras, y la reactivación del campo con créditos baratos a los campesinos.
Por supuesto la solidaridad con los movimientos revolucionarios como los de Venezuela, Bolivia y la lucha contra el bloqueo en Cuba deberían ser principios básicos de toda política exterior progresista.
El sometimiento a los Estados Unidos ha generado un cambio drástico respecto a la tradicional política exterior mexicana, es cierto que los gobierno priístas jugaban con una careta pseudo izquierdista en el exterior. No obstante, aún a pesar del juego de apariencias, el proceso revolucionario de principios del siglo XX había dado a México cierto margen de maniobra que permitía una política de asilo político bastante progresista, no podemos olvidar el cobijo que Lázaro Cárdenas le dio a los perseguidos españoles y a León Trotsky, así como la recepción de cientos de seres humanos que huían de las dictaduras de Centroamérica y del cono sur.
Una nueva política exterior debería romper con el entreguismo hacia los Estados Unidos y al mismo tiempo con la simulación de los gobiernos priístas, no olvidemos que mientras Echeverría y López Portillo recibían perseguidos sudamericanos, asesinaban y desaparecían a cientos de luchadores sociales por medio de la Dirección Federal de Seguridad.
Para lograr una verdadera independencia política y económica del imperialismo, se debe nacionalizar las palancas básicas de la economía como los bancos, el sector industrial, el petróleo y la electricidad, así como reanimar el mercado interno en base al aumento de los niveles de vida de las familias obreras, y la reactivación del campo con créditos baratos a los campesinos.
Por supuesto la solidaridad con los movimientos revolucionarios como los de Venezuela, Bolivia y la lucha contra el bloqueo en Cuba deberían ser principios básicos de toda política exterior progresista.
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