Alianza Social de Trabajadores de la Industria Mexicana

miércoles, 12 de diciembre de 2012

ASTILLERO- Educación: nuevas reglas para viejos problemas- EROSIONES-Estabilidad macroeconómica: ¿déficit cero?

Astillero
Magistral lucha libre
Elba, arreglada
Contra disidentes
Camacho: PRI-gobierno
Julio Hernández López
Foto
EVALÚAN EL PRESUPUESTO 2013. Los legisladores perredistas Armando Ríos Piter y Miguel Barbosa se reunieron ayer por la noche con el secretario de Hacienda, Luis Videgaray, para hablar sobre el presupuesto 2013
Foto Notimex
 
Los primeros indicios apuntan a un pleito arreglado. Enrique Peña Nieto lo que busca no es que el Estado recupere el control educativo, sino su gobierno, su grupo. Por ello es que la presunta autonomía del Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (el supuesto brazo ejecutor contra el gordillismo) quedará en el regazo de Los Pinos, desde donde se propondrá a los cinco miembros de la junta de gobierno para que el Senado los apruebe por mayoría calificada (los partidos que garantizan esa proporcionalidad ya están en la jugada, pactados) y de entre ellos el propio EPN designe a quien presida tal órgano autónomo, con una calendarización de designaciones con sentido de transexenalidad.
 
 
La profesora en jefe, mientras tanto, se mantiene agazapada, enviando a algunos de sus casi anónimos personeros a hacer declaraciones de apoyo genérico: sí se apoyarán los postulados de la reforma educativa peñista en todo lo que coincida con los planteamientos hechos durante largos años por el propio SNTE, dijo ayer Juan Díaz, quien según eso es secretario general de ese sindicato y un día antes había estado perdido entre los asientos del Museo de Antropología a la hora de los discursos guerreros de Peña Nieto y del teatral Emilio Chuayffet.
 
Pero el supuesto gran reformador y la supuesta gran damnificada han hablado largamente. Todo apalabrado. De entrada, el simulacro de combate permitirá a Peña Nieto una legitimación de saliva, con un procesamiento a mediano y largo plazos a cuyo final las cosas podrían quedar a satisfacción de las partes concurrentes en este episodio de lucha libre en el que no caerán máscaras ni se cortarán cabelleras. Y la profesora podrá presumir también de legitimidad a prueba, cuando ya se haya cumplido el ritual de la evaluación autónoma, el levantamiento de un censo educativo y la instauración del servicio profesional de carrera.
 
En todo caso, las baterías reales están enderezadas hacia otros ámbitos: el del sindicalismo contrario a los controles gordillistas y a Peña Nieto. Ya el indicador Jesús Zambrano había apuntado hacia esos espacios de disidencia en su sentido discurso reciente junto a Peña Nieto. En el proyecto peñista-salinista de rediseño político nacional esos enclaves magisteriales discordantes están en la mira y hacia ellos se dirigirá la fuerza del Estado, tanto física como mediática, a fin de modernizarlos. Esa guerra del gobierno federal contra el profesorado disidente en nada debilita a la cacica tolerada, sino todo lo contrario.
 
 
El nuevo reparto de cartas requiere, sin embargo, que la profesora hegemónica ceda también parte de su excesiva acumulación de poder y riqueza. Para eso están apuntados los tutores del nuevo poder federal, los aliados de Televisa que mediante fundaciones a modo han combatido al SNTE y a su jefa máxima, con declaraciones y con documentales De panzazo. La República de Televisa requiere una porción del pastel educativo, con Claudio X. González como líder moral del cambio (de manos) que permitiría a la élite de la iniciativa privada entrarle de lleno al negocio de la educación y privilegiar sus criterios.
 
Así que: ojo, mucho ojo. Es un espectáculo triple A: lucha libre con estridencia y gran simulación. El que supuestamente va como gladiador técnico es Emilio Chuayfett, conocido como El Fantasma de Acteal, contra la muy ruda Elba Esther Gordillo, en una pelea arreglada a seis años, con reglas ya establecidas y rutinas de combate aparatoso pensadas especialmente para el respetable público que ya estalla en exclamaciones de júbilo ante el quinazo de a mentiras que será transmitido por Televisa a fin de llevarse una tajada convenencieramente moralista de la taquilla política, luego de su inversión previa a través de un documental de ablandamiento al gordillismo que ahora serviría para cerrar tratos finales entre las tres partes involucradas. Todo esto, amiguitos, corran y cuéntenlo a quien más confianza le tengan.
 
En otro cuento de temporada, ayer se dio profesional seguimiento al guión general de restauración de los clásicos montajes priístas de sesudas deliberaciones plenarias para ver si terminan eligiendo como dirigentes a quienes ya habían sido designados por el Primer Dedo del País y todo mundo lo sabía. Otro miembro del clan mexiquense ha sido instalado como presidente del comité nacional priísta, luego de pasar el duro trance de ser candidato único y de que los miembros del consejo nacional del partido de tres colores tardaran algunos instantes de indefinición en el sentido de su voto antes de darle el insospechado sí. De esa manera ha quedado el ex gobernador César Camacho como restaurador de la afamada etapa del PRI-gobierno, con la intrépida yucateca Ivonne Ortega Pacheco como secretaria general. Uno es representante del más depurado estilo Atlacomulco y la otra, a su vez, de la versión peninsular que tuvo como emblema a su tío, Víctor Cervera Pacheco.
 
No está de más recordar que, en diciembre de un año atrás, Humberto Moreira tuvo que renunciar a la presidencia del comité nacional priísta para no contaminar la campaña peñista con los señalamientos de la enorme deuda pública que en Coahuila había contratado para hacer obra pública (y electoral de corte nacional, según sus opositores) y con acusaciones de triangulada corrupción. Aun cuando quedó como interina la regiomontana Cristina Díaz Salazar, el antes mencionado Primer Dedo se posó en el dúctil senador Pedro Joaquín Coldwell para encargarse del PRI. Ahora que el ex gobernador de Quintana Roo ha ocupado la Secretaría de Energía (sin tener ni una pizca de experiencia sobre el tema), la misma Cristina ha servido unos días nuevamente como interina (en ese carácter tuvo minutos de acotada gloria al aparecer entre los firmantes del Pacto por México, pero desplazada por Gustavo Madero y Jesús Zambrano a los que Peña Nieto colocó siempre en lugares preferentes, con la priísta en segundo plano), para hacerse finalmente a un lado ante la llegada de la dupla sustituta con la que el gobierno federal desea transitar estos primeros años. ¡Hasta mañana!
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Erosiones
Luis Linares Zapata
Las expectativas de mejores tiempos para los mexicanos inducidas por el priísmo triunfante se erosionan, al parecer, con el simple paso de los días. El empeño de crearlas a través de la difusión orquestada conduce a la nueva administración de Enrique Peña Nieto hacia un torbellino de realidades que las golpean sin clemencia. El cuidado que pretendieron instrumentar para el día inaugural del sexenio entró, a golpes de toletes, patadas, gases, cercos con vallas y pedradas, a una peligrosa zona de violencia que ya lo contaminó. Las alarmas, de inmediato, sonaron desde distintos ámbitos de la sociedad. Imágenes y temores de un pasado autoritario, de mano dura ante aquellos que no se someten a los acuerdos y mandatos desde arriba, retrae el feo rostro provocador y represivo harto conocido.
 
La envoltura modernizante, tan cuidadosamente amparada en la combinación de montajes escénicos, ha sufrido cuarteaduras de sumo cuidado. Ni los soportes ensayados por la cotidiana vocería, bien capturada por los distintos oficialismos antecesores de similar catadura ideológica, ha podido ocultar las raspaduras. Pero lo más preocupante del desgaste mencionado sea el que acarrea la continuidad del modelo de gobierno hasta ahora vigente. Una a una las zonas programáticas, puestas en suerte en este rejuego inicial, encajan y se amoldan a los estrechos límites del conocido y frustrante cauce neoliberal. No hay pragmatismo que valga ante la rigidez que se refleja entre los rostros ya vistos y las historias personales de los actores que van apareciendo en los entretelones del poder.

Puede tratarse del paquete presupuestal (con su ley de ingresos) para 2013 ya presentado ante la Cámara de Diputados o los enunciados de la reforma educativa, la ruta que llevan apunta hacia similar destino. Uno, el presupuesto, porque es inercial en sus ingresos y en sus gastos. Los inmensos recursos disponibles serán empleados con apego a lo ya marcado de antemano y encallarán, qué duda, en un crecimiento por demás mediocre. Ese que ronda 2 o 3 por ciento del PIB como promedio anual. No se intenta, siquiera, alguna modificación que apunte hacia horizontes diferentes. Seguirá el estancamiento estabilizador que tanto auxilia al injusto reparto establecido de la riqueza y las oportunidades.

Enrique Peña Nieto se ha constreñido a emplear, cuando mucho, los restantes cinco años para emprender el vuelo prometido de alcanzar crecimientos mayores a 6 por ciento del PIB. Por lo pronto, se echará mano del fondo de estabilización para apuntalar la caída en ingresos. Recursos provenientes de fuentes no renovables para usarlos, una vez más, en gasto corriente.

La educación no pinta, por su parte, un panorama de mejor tesitura. Encajonado en la propalada lucha de trincheras con la cúpula del SNTE y su decadente lideresa, el secretario y adláteres no se atisban con arrojos, ni ambiciones, para emprender la ansiada cita con un cambio sustantivo de calidades y coberturas. Para movilizar las energías, el entusiasmo y la creatividad que tal aventura requiere tal vez fueran convenientes otras biografías. Las que se han mostrado al país como encargados no aportan las seguridades deseadas para, en verdad, trabajar hacia un futuro promisorio. Para encender ánimos y movilizar las inventivas exigidas por la globalidad es preciso refinar mucho más los talantes y las propuestas adelantadas.
México, su niñez y juventud, exigen que las motiven y encaucen dentro de una cruzada de gran envergadura y no las sometan a ensayos burocráticos o, peor aún, los dejen a descampado de pleitos y maniobras entre encumbrados. Por ahora es fácil vislumbrar la posibilidad de que, los protagonismos, celos, enojos e inconformidades desemboquen en escaramuzas, marchas, sentones y plantones callejeros, peores a los acostumbrados por la actual disidencia magisterial.
 
La educación de un pueblo, bien se sabe, es el vehículo ideal para avanzar en la igualdad social, económica, política y cultural. Nada hay en el planteamiento de la reforma recién signada por los pactistas que incluya los urgentes remedios en esa dirección. Las 40 mil escuelas de tiempo completo, por ejemplo, debían ser instaladas en las zonas de mayor rezago y no, como seguramente se piensa hacer, en zonas urbanas. Ahí donde no se cuenta con agua corriente, baños, más de un profesor, techos de concreto, ventilación, pupitres, paredes y, no se diga, corriente eléctrica y, menos aún, facilidades de interconexión.
 
 
 
No se puede permitir la dicotomía actual de dos mundos educacionales: uno para la marginación, otro para la clase media. Esta lacerante realidad es el eslabón que perpetua el ciclo perverso de la pobreza. Las becas no pueden terminar financiando, como se ha propuesto con anterioridad, a las escuelas particulares. Existen, ahora mismo, miles de bocetos irregulares, primitivos salones de clase, de escuelas enteras, carentes de casi todo. Ahí asisten niños de comunidades que más tarde quedarán incapacitados para incorporarse al desarrollo.
 
La desigualdad en el trato a de-siguales es lacerantemente injusta y choca con el ideal igualitario. Nada de esto se colige del pacto firmado por actores que no tienen, a pesar de lo que se afirma, la representatividad de, al menos, un enorme sector de la comunidad mexicana. Esa parte de ella que también ve hacia abajo, la que se interesa en los desiguales. Los alardes de los personeros reunidos en el ceremonial oficialista del pesaje, los aplausos mutuos, los micrófonos y las firmas, así como los encargados de la tarea presumidamente reformadora, se irán diluyendo con los enfrentamientos por venir. Las correas de transmisión con la sociedad, largamente entregadas al corporativismo corruptor, se han erosionado hasta hacerse inoperantes. Rescatarlas de esas manos es sólo un inicio. Para el resto hay que poner el talento y el espíritu reivindicativo que no se atisba por lado alguno.
 
 
 Pacto por el neoliberalismo-Helguera
Educación: nuevas reglas para viejos problemas
Javier Aranda Luna
¿E
l sistema educativo cumple con las necesidades que tenemos? ¿Qué profesionales y ciudadanos estamos formando en las escuelas? ¿Quiénes definen en realidad los contenidos de los planes de estudio? ¿Quiénes los autorizan? ¿Los exámenes de opción múltiple son los ideales para medir nuestro desempeño educativo? ¿Se vale negar la educación pública por motivos religiosos? ¿Se requieren más horas de estudio en la educación básica? ¿Se debe reincorporar la educación artística más allá de los bailables y coros para fiestas y ceremonias? ¿Se debe priorizar el pensamiento crítico o la memorización?
Más aún: ¿Cuáles son los perfiles profesionales o de ciudadanos que estamos formando? ¿Los maestros deben ser evaluados como otros profesionales? ¿Se les deben aplicar exámenes en fechas establecidas por la autoridad como a cualquiera de sus alumnos o éstas podrán someterse a negociaciones de sector? ¿Tenemos la educación que merecemos?
Si nos atenemos a los resultados parecería que México carece de un proyecto educativo consistente o peor aún: que ha retrocedido en los pasados 10 años, pues de cada 100 niños que ingresan a la educación básica sólo 64 la concluyen y apenas 14 terminan una licenciatura.
Eso no es todo: gracias a los datos de la prueba Pisa sabemos que al menos la mitad de los alumnos que concluyen la secundaria son incapaces de comprender lo que leen y no pueden aplicar operaciones elementales de matemáticas.
Decía José Ortega y Gasset que somos nuestra creación. Y es cierto, pero ¿todos somos responsables de la discrecionalidad con la que se ha llevado a cabo el proceso educativo en los pasados 10 años?
Según un reciente informe de la ONU, la Secretaría de Educación Pública se encontraba subordinada al SNTE y el secretario de Educación en turno al negar la veracidad del reporte dijo que ese sindicato era en realidad un aliado estratégico. Un aliado, y eso no lo dijo el funcionario, que ha decidido la contratación de casi la mitad de los maestros desde 1946, desde hace más de medio siglo sin reglas claras.
Otro dato que se omitió entonces fue que existían 22 mil maestros con licencia desempeñando actividades no precisamente académicas, que cuestan al erario más de mil 700 millones de pesos al año.
Por eso da gusto saber que el nuevo gobierno se propone llevar a cabo una profunda reforma educativa que sirva para elevar la calidad de la educación básica, elaborar un registro nominal de escuelas, profesores y estudiantes, aumentar la matrícula en educación media superior y superior y recuperar la rectoría del Estado del sistema educativo nacional, manteniendo el principio de laicidad.
Y si en política la forma es fondo, se dan buenas señales para que esa urgente reforma educativa se pueda concretar: el nombramiento como secretario de Educación de Emilio Chuayffet, adversario político de la lideresa del SNTE y el que ésta no cuente con alguno de sus incondicionales en el sector de educación básica ni en el sector cultural donde se nombró como responsable a Rafael Tovar y de Teresa.
El rector de la UNAM, José Narro, ha dicho de manera reiterada que la solución al problema del empleo en el país es la educación, a la violación de los derechos humanos es la educación, a los problemas de la salud es la educación, a la desigualdad que se acrecienta es la educación, a la violencia es la educación.
Me parece que así es: la educación es el único antídoto contra la cultura del dinero fácil y contra la barbarie; contra la obesidad fomentada en las propias escuelas al permitir que se vendan en sus instalaciones comida chatarra.
Es la única herramienta para generar riqueza de manera lícita. La única que nos ha ayudado a construir un futuro más equitativo, plural, democrático; la única que evitará que construyamos librerías donde existen librerías y no donde hacen falta o a publicar libros para embodegarlos y a no invertir en costosísimas megabibliotecas que terminen convertidas en un cibercafé.
Los estados se construyen en la educación de sus jóvenes. La educación es un bien público, el único patrimonio que tenemos para evitar que se nos vaya el futuro… y el presente.
 
 
 Volviendo al trabajo-Hernández
Estabilidad macroeconómica: ¿déficit cero?
Alejandro Nadal
El paquete de política económica enviado por el nuevo gobierno al Congreso pretende estar organizado alrededor de un objetivo central: la estabilidad macroeconómica. Así, el programa económico para 2013 confirma las prioridades neoliberales que en materia de política fiscal y monetaria han regido en nuestro país por lo menos desde 1989.
 
Para el nuevo gobierno la estabilidad macroeconómica sigue siendo el factor clave de todo: crecimiento, empleo, reducción de pobreza, etcétera. Por supuesto es absurdo sostener que el desarrollo económico fluye automáticamente de la estabilidad macro, pero cabe otra pregunta: ¿acaso es cierto que se ha consolidado en México la mencionada estabilidad macroeconómica?

 
En materia fiscal esta estabilidad macro es ilusoria. La distorsión en los ingresos fiscales se ha mantenido ya muchos años y el ‘nuevo’ paquete económico no altera las cosas: 34 por ciento de los ingresos fiscales totales provienen del petróleo. Esa característica del presupuesto federal de egresos no es algo que se parezca a un esquema de armonía y equilibrio que entrañaría una verdadera estabilidad macroeconómica.

 
Al nuevo secretario de Hacienda le gusta decir que su presupuesto es de déficit cero. ¿Es cierto?
 
La Ley federal de presupuesto y responsabilidad hacendaria (LFPRH) señala que el gasto neto total en el proyecto de presupuesto de egresos deberá contribuir al equilibrio presupuestal (artículo 17). Es decir, el componente del presupuesto que se refiere al gasto programable (neto de cargas financieras) deberá constituir una aportación al equilibrio fiscal. Y ese es el caso del nuevo presupuesto: el balance primario generará un pequeño superávit de 24 mil 562 millones de pesos. Pero una vez que se toma en cuenta el gasto programable, que incluye el costo financiero del sector público (superior a los 350 mil millones de pesos) se obtiene un déficit en lo que se denomina el balance económico de 326 mil millones de pesos (equivalente a 2 por ciento del PIB).

A los funcionarios neoliberales les encanta el mito de que el gobierno es como cualquier otro agente y, por lo tanto, debe cerrar sus cuentas de la misma manera que lo hace, digamos, una familia. Hay muchas razones por las cuales esa mentira no se sostiene, comenzando por el hecho de que las familias no pueden cobrar impuestos para allegarse recursos. Pero recurriendo a esta analogía que tanto gusta a los neoliberales, no conozco ninguna familia que se ufane de haber generado un superávit reduciendo su ingesta de alimentos, recortando su gasto en salud y restringiendo el acceso a la escuela de los chicos para después dedicar ese superávit primario al pago de los cargos en sus tarjetas de crédito derivados de francachelas en el pasado no tan remoto.
 
 
Sería mejor dejar de hablar de déficit cero y reconocer que existe una brutal distorsión en las finanzas públicas: tenemos ya dos décadas de estar generando un superávit primario para cubrir cargas financieras en detrimento del gasto en educación, salud, vivienda, infraestructura, agricultura, transporte, medio ambiente, ciencia y tecnología, etcétera. El desvío de recursos se acompaña de un rezago acumulado en todos estos rubros que corresponde al sacrificio de una generación. Estas aberraciones no tienen nada que ver con una verdadera estabilidad macroeconómica.
 
En materia monetaria el tema de la famosa estabilidad macro se expresa sobre todo en el control de la inflación. Y es cierto que la presión inflacionaria ha sido más o menos dominada, pero eso se ha logrado a costa de deformar la estructura de la economía mexicana. En el modelo neoliberal de economía abierta el manejo de las presiones inflacionarias se consigue a través de la contención salarial, la sobrevaluación cambiaria y de posturas restrictivas en materia fiscal y monetaria. Esa combinación ha sido letal, pero se sigue alabando la supuesta estabilidad macroeconómica. Lo peor es el estancamiento y la pobreza generalizada. La corona del pastel son las reservas en el Banco de México asociadas a los flujos de capital, así como el crédito contingente otorgado por el Fondo Monetario Internacional para dar seguridad a los dueños de esos capitales.
 
En ese estado de tranquilidad relativa que los gobiernos neoliberales llaman estabilidad macroeconómica no se sientan las bases del desarrollo. Sólo se dan las condiciones para generar una nueva crisis, tal y como pasó entre 1990 y 1994, cuando el laboratorio neoliberal le explotó en la cara a los funcionarios salinistas. En su soberbia esos personajes subestimaron el proceso de reversión en el flujo de capitales que había mantenido artificialmente la estabilidad. El sexenio que comienza podría ser parecido ya que, entre otras cosas, los criterios generales de política económica han subestimado la profundidad y gravedad de la crisis mundial. Claro, con su cárcel mental los macroeconomistas neoliberales no creen en la crisis, aunque se estén ahogando. Pero eso no quiere decir que les perdonemos cuando hablan de déficit cero o de estabilidad macroeconómica.
Virgen del consenso-Magú

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