Alianza Social de Trabajadores de la Industria Mexicana

jueves, 7 de marzo de 2013

Maduro al “volante” (*)

Maduro al “volante” (*)

Maduro asumirá la presidencia provisional. Foto: Xinhua / Presidencia
Maduro asumirá la presidencia provisional.
Foto: Xinhua / Presidencia
CARACAS.- En sus alocuciones de los últimos años el presidente Hugo Chávez reiteradamente puso como ejemplo de los cambios en Venezuela a Nicolás Maduro, quien pasó de chofer a canciller.
Maduro encarna la transformación de la dirigencia política en la última década y media en este país. Canciller (cargo que aún tiene) desde 2006, fue nombrado vicepresidente ejecutivo tres días después de que Chávez se reeligiera en los comicios del pasado 7 de octubre.
Ahora el exchofer del Metrobús de Caracas (empresa manejada por el Metro de esta capital) está a un paso de ser presidente de Venezuela, en caso de que Chávez no pueda reasumir el cargo el próximo 10 de enero y deban celebrarse comicios extraordinarios.
La prensa venezolana rápidamente lo bautizó como “sucesor” de Chávez, aunque obviamente se deben esperar los acontecimientos de las próximas semanas, que serán cruciales.
Con 50 años cumplidos y sin trayectoria diplomática previa, Maduro es el canciller que en épocas recientes ha permanecido más tiempo en el cargo. De hecho es uno de los dos ministros de Chávez que han conservado el mismo cargo durante el mandato (2006-2012) del jefe de Estado. El otro es Jorge Giordani, encargado de planificación y finanzas públicas.
En un acto público el lunes 10 Maduro bromeó por su nada usual perfil de canciller al recordar que no habla ningún idioma aparte del materno y “a veces hasta me cuesta expresarme en español”. Sin embargo, diplomáticos de Colombia y Estados Unidos consultados por Proceso aseguran que ha logrado labrarse una figura reconocida en el ámbito interamericano, especialmente en el último año y medio.
Debe recordarse que Chávez admitió públicamente que padecía cáncer por primera vez en junio de 2011 y desde entonces ha sido sometido a cuatro intervenciones quirúrgicas y prácticamente no ha tenido apariciones en foros regionales.
Pero la confianza depositada en él por Chávez no parece estar ligada sólo a su desempeño diplomático. La base parece ser la familiaridad, que además terminó de consolidarse debido a la enfermedad del presidente.
Luego de su primera operación, éste hizo comentarios que evidenciaron la compañía constante de Maduro durante varias semanas en Cuba, donde Chávez se atiende. Las fotos oficiales difundidas a mediados del año pasado muestran al presidente venezolano acompañado por sus hijas y Maduro, mientras estaba en el tratamiento posoperatorio.
Maduro y conciliador
Maduro milita en el ala civil moderada del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV).
Si bien mantiene un discurso público en el mismo tono que Chávez, su trabajo muestra que es capaz de negociar con sus opuestos ideológicos. Uno de estos ejemplos es cómo recompuso la relación con Colombia tras la llegada al poder de Juan Manuel Santos, en una demostración bilateral de pragmatismo. Su contraparte en las negociaciones fue su amiga, la canciller colombiana María Ángela Holguín.
Otro ejemplo: El reconocimiento de la existencia de presos o exiliados por razones políticas, un asunto que Chávez se había negado a admitir públicamente.
Tras su nombramiento como vicepresidente y en una jugada sorpresiva, Maduro se reunió varias horas –en un ambiente cordial y de respeto, según los participantes en el encuentro– con el diputado opositor Edgard Zambrano para discutir caso por caso la situación de los exiliados y de los presos políticos. Fue un hito en Venezuela, donde prácticamente no hay espacios de diálogo entre las fuerzas chavistas y la oposición.
“El partido se ha unificado alrededor de Maduro, quien es un hombre con habilidad política y flexibilidad, capaz de conciliar con las facciones internas del PSUV así como con sectores ajenos al chavismo”, dice a estos reporteros Luis Figuera, de la dirección nacional del Partido Comunista de Venezuela, quien no ocultó su satisfacción al saber que el vicepresidente quedaría al frente del “proceso”, como se suele llamar a la administración de Chávez.
Para los comunistas venezolanos Maduro garantiza la defensa de las conquistas sociales y laborales, dada su condición de sindicalista antes de ingresar al gobierno.
Maduro compartió varios años su militancia política en el Movimiento V República (MVR), la primera organización fundada por Chávez después de su fallido golpe de Estado de 1992, con la lucha sindical en la compañía estatal Metro de Caracas.
El hoy canciller y vicepresidente ejecutivo fue uno de los primeros civiles en unirse al MVR, que inicialmente operó como un grupo exclusivamente militar. Un dirigente sindical –quien pidió el anonimato– recuerda a este semanario que si bien Maduro creó un gremio paralelo durante sus años como trabajador en el Metro de Caracas, desde que tuvo posiciones de poder ha sido “un aliado de los trabajadores”.
Esto parece confirmarlo una anécdota: Hace dos años, en una visita a Buenos Aires Maduro compartió informalmente un asado con un grupo reducido de periodistas y activistas de organizaciones no gubernamentales de Argentina.
Una persona presente en ese encuentro narra a Proceso que durante más de una hora Maduro estuvo al teléfono actuando como mediador en un conflicto sindical de una empresa estatal. Aunque formalmente este papel le corresponde a la ministra del Trabajo, María Cristina Iglesias, lo que suele ocurrir es ver al canciller y vicepresidente como mediador en algunos de estos conflictos, incluso por instrucciones de Chávez.
El sábado 8 Hugo Chávez interrumpió toda la programación local de radio y televisión e hizo dos anuncios que tal vez marquen un antes y un después en la historia de Venezuela:
Admitió por primera vez que posiblemente no pueda gobernar el país en el periodo 2013-2019 debido al cáncer y sus secuelas y luego colocó a Nicolás Maduro al volante de la nación. Chávez lo apoyó de manera “firme, plena, irrevocable, absoluta y total”. No dejó lugar a dudas.
(*) Este texto se publicó el 15 de diciembre de 2012 en la edición 1885 de la revista Proceso.

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