¿Qué hace el PRI en Los Pinos, si Calderón tenía razón?
Por: Alejandro Páez Varela - marzo 25 de 2013 - 0:01COLUMNAS, Historia de unos días - 14 comentarios
Felipe Calderón tenía toda la razón: los mexicanos sólo alcanzaremos la paz por medio de la guerra. Ese es el camino. Violencia combate violencia; no es necesario generar oportunidades para los jóvenes: si no las encuentran y se vuelven malandros, balas o cárcel. No es necesario restaurar el tejido social. Lo que se necesita es más soldados, más federales, un mando único. Los que violaron derechos humanos, los culpables de las desapariciones forzadas o los que permitieron la libertad de Florence Cassez, hacían su trabajo y por lo tanto, no deben ser investigados.
Esa es la lectura que se puede dar de la estrategia de Enrique Peña Nieto: que Calderón tenía toda la razón. Lo que el nuevo gobierno de México está haciendo, al recurrir a los mismos métodos, es validar seis años de calderonismo. Y al asumir el mismo esquema para combatir la violencia –sólo enfrentar a los criminales y no atacar las causas de la criminalidad–, hace suyas las críticas del pasado aunque deba darle la espalda a una de su propia promesa de campaña, que era traer la paz.
Pero si seis años de balazos y militarización no sirvieron de nada, y caminamos ahora hacia lo mismo, ¿qué debemos esperar? Más dolor y sufrimiento. El gobierno de Peña Nieto está dispuesto, parece, a mantener el mismo camino rumbo al fracaso.
Mientras, o como consecuencia, la inseguridad avanza. Tamaulipas está que arde, pero además el Estado de México, Morelos, Michoacán, Oaxaca, Chihuahua, Sinaloa, Coahuila. Acapulco es escenario de guerra y también Cancún, en donde violan y matan como no se vio antes. Zacatecas, Durango, Nuevo León: los cementerios clandestinos siguen apareciendo. De norte a sur, varios medios han sufrido ataques y amenazas.
Y como parte de la nueva estrategia es simplemente discursiva, es decir, de comunicación, se ha dejado de hablar de la inseguridad creando a la vez una sensación de que se abandonó la guerra. No hay partes, ni anuncios. Pero las portadas de los diarios siguen enrojecidas por los eventos cotidianos, y entonces, lejos disminuir la sensación de que algo ha cambiado, sólo se tiene la noción de que el gobierno quiere tapar el sol con un dedo.
Peña Nieto ha optado por lo peor de todos los mundos: asumió los errores de Calderón, y cuando valida su estrategia se trae consigno las críticas de todo un sexenio. Ya no informa sobre la violencia, pero la violencia no necesita al gobierno para anunciarse: sigue en los noticieros. En el Estado de México arden negocios que no pagan a los extorsionadores; en Cancún, antes un resort, ahora se pelean la plaza en la cara de las autoridades. Los grupos de autodefensa –debe recordarse–, un fenómeno de esta administración, se multiplican y dan la sensación de que el Estado, ahora mudo, es incapaz de dar seguridad.
Los ciudadanos de Ciudad Juárez dicen que la relativa paz se debe a que uno de los grupos del crimen organizado domina, mientras que en Culiacán o Mazatlán o La Laguna piden no más soldados y federales, sino que ya ganen Los Zetas y Sinaloa o quienes se estén disputando la calle para poder retomar sus vidas.
El gobierno de Peña Nieto está en un aprieto, entonces. Porque si Felipe Calderón estaba en lo cierto, si la única opción eran las balas y más violencia, el PAN perdió dos elecciones injustamente (las de 2009 y 2012).
El PRI, entonces, está en apuros. Los golpes de efecto del actual gobierno serán limitados, desde ahora. Sin la más mínima intención de arrestar a Carlos Romero Deschamps –para ganar popularidad, como sucedió con Elba Esther Gordillo–; sin posibilidades reales de asestar un golpe a las cabezas del narco (necesitarían dar con Joaquín “El Chapo” Guzmán o con Ismael “El Mayo” Zambada), le quedan las reformas de gran calado, como la de telecomunicaciones. ¿Y cuáles serían esas? Dos muy peligrosas e impopulares: la fiscal y la de Pemex.
El Presidente Peña Nieto se ha metido, solo, en una marcha rumbo al fracaso. Esa guerra no se ganará, jamás, con balas. Pero ha decidido continuarla.
Y si Calderón estaba en lo cierto, si la estrategia era la correcta, ¿qué hace el PRI en Los Pinos?
@paezvarela
La muerte del Pacto por México
Por: José Carbonell - marzo 25 de 2013 - 0:03Carbonell en Sinembargo, LOS ESPECIALISTAS - 8 comentarios
Hace escasas semanas se aprobó la reforma educativa y está a punto de seguir el mismo camino la de telecomunicaciones. En la cocina se encuentran también las que tienen que ver con el combate a la corrupción, la rendición de cuentas y la transparencia gubernamental, así como la que limita el fuero de los políticos.
Todas estas transformaciones son fruto del Pacto por México –suscrito el pasado mes de diciembre por los principales partidos políticos, con el objetivo de encarar una ambiciosa agenda de reformas–. Hasta el momento hay que reconocer que ha sido bastante exitoso en poner de acuerdo a nuestra clase política.
La percepción general es que –a diferencia de los últimos 15 años, en donde prácticamente no se aprobó ninguna reforma de importancia–, en el escaso tiempo que lleva la nueva administración priista pareciera que se está avanzando a gran velocidad en la agenda de transformaciones pendientes.
Sin embargo, el Pacto por México tiene los días contados.
Según el calendario establecido en el propio Pacto, en el segundo semestre de este año toca abordar las dos cuestiones más espinosas y de mayor importancia para el país –y que afectan los intereses de infinidad de grupos–. Me refiero a la reforma energética y a la fiscal.
El asunto del petróleo y de Pemex sigue siendo un gran tabú en la sociedad mexicana (y en sus partidos). Representa el último mito del nacionalismo revolucionario del siglo veinte. El tema fiscal –incluida la discusión sobre el IVA a alimentos y medicinas– también va a convertirse en un gran punto de discordia.
Si todo ello se mezcla con la discusión sobre el dinero para el próximo año –me refiero a la Ley de Ingresos y el Presupuesto de Egresos de la Federación para 2014– el resultado es un coctel verdaderamente explosivo.
Desde un punto de vista estratégico, creo que primero va a presentarse (y discutirse) la reforma hacendaria. En ese rubro podría mantenerse el acuerdo entre los tres grandes partidos (con el voto en contra del PRD en algún tema, como el mencionado del IVA), aunque el consenso empezaría a crujir seriamente.
La reforma energética es el asunto que acabaría de darle la puntilla al Pacto. Por ello creo que se va a presentar lo más tarde posible, y antes se le dará prioridad a algunas propuestas de perfil más bajo, como la nueva ley minera, la relativa a la gendarmería o el código penal único.
Con la reforma energética se va a producir una gran movilización de la izquierda (incluido el PRD) y va a terminar siendo aprobada únicamente con los votos del PRI y del PAN (quien va a exigir algo más a cambio, como puede ser la reelección de los legisladores y alcaldes).
A partir de ese momento, se acabó el Pacto. Cada uno a ver por sus propios intereses y va a perfilarse hacia las elecciones intermedias de 2015. De tal forma que cualquier acuerdo va a resultar realmente complicado de alcanzar.
Con la muerte del Pacto, es cuando realmente va a comenzar el gobierno de Peña Nieto. A partir de ahí es cuando vamos a poder ver de qué madera están hechos él y su equipo.
Twitter: @jose_carbonell
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