Alianza Social de Trabajadores de la Industria Mexicana

miércoles, 4 de mayo de 2011

FMI A MEXICO: NO MAS DEUDA CRECIO 114%- EU RESIDENCIA DE NARCOS

México SA
FMI a México: no más deuda
Con Felipe Calderón, 114% más
Cordero: otra vez los 16 mil pesos
Carlos Fernández-Vega
Entre las sonrisas y los autoelogios que, con renovado entusiasmo, lanza por estos días el titular de la Secretaría de Hacienda, Ernesto Cordero, una voz ácida podría apestarle sus idílicas ambiciones para el año que viene, toda vez que le advierte no endeudar más al país, porque México sobrepasó su límite en este renglón. Podría pensarse que tal advertencia proviene de los energúmenos que tradicionalmente critican la exitosísima cuan cada día más ahorrativa administración calderonista, pero no es así.
En efecto. La tenebrosa voz de advertencia a Cordero y su pastor no proviene de los siempre bien documentados centros de análisis (públicos y privados), sino del mismísimo Fondo Monetario Internacional (santo patrono de la tecnocracia), que de plano exteriorizó su nerviosismo por el constante cuan veloz incremento en el saldo de la deuda (interna y externa) del sector público mexicano, a cargo, según dicen algunos, del inquilino de Los Pinos.
De acuerdo con el director del Departamento del Hemisferio Occidental del FMI, Nicolás Eyzaguirre, México debe contener su acelerado proceso de endeudamiento, en especial de cara al proceso presidencial; no endeudarse con el exterior y mantener un balance fiscal equilibrado; hay que mantener el rumbo en la política macroeconómica (El Universal). El organismo financiero recomienda a los países que en él confluyen (no a todos, desde luego, porque Estados Unidos rebasó cualquier cota imaginable en materia de endeudamiento) que mantengan el débito en un rango de 25 a 30 por ciento del producto interno bruto, y México ya lo pasó.
La preocupación del FMI no es para menos, especialmente cuando sus propias proyecciones apuntan a que México tiene un escenario de bajo crecimiento potencial de 3 por ciento. ¿Con qué pagará la deuda y reducirá el déficit? ¿Con más deuda y mayor déficit? ¿Con un “crecimiento de 2 por ciento como promedio anual? El pasado domingo, La Jornada (Israel Rodríguez) reseñó el problema: “a un ritmo de unos 150 millones de dólares diarios, incluidos fines de semana y días festivos, el sector público contrató deuda neta interna y externa por el equivalente a 55 mil 100 millones de dólares en el último año. Con esa dinámica, la actual administración llevó el monto de los pasivos del sector público a la cifra sin precedente de 355 mil 391.2 millones de dólares, revelan informes de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público.
Entre marzo de 2010, cuando sumaba 300 mil 367.1 millones de dólares, y el mismo mes de este año, el endeudamiento neto del sector público federal creció en 18.3 por ciento y se ubica en un monto ligeramente menor a una tercera parte del valor total de los bienes y servicios producidos por la economía mexicana en un año, de acuerdo con información remitida por la dependencia al Congreso. Los 355 mil 391.2 millones de dólares a que llegó el endeudamiento neto externo e interno en marzo de este año equivalen a 4 billones 253 mil 250 millones de pesos (contra un billón 985 mil 812 millones de diciembre de 2006), cantidad que representa 31.4 por ciento del producto interno bruto (PIB), indicador que mide el valor de los bienes y servicios producidos por la economía.
Lo anterior, sin incluir la deuda pública que el gobierno no considera como tal, pero que puntualmente paga con recursos de los mexicanos: los cerca de 750 mil millones del Fobaproa/IPAB; los 160 mil millones del rescate carretero; los 350 mil millones de los Pidiregas de la Comisión Federal de Electricidad. Además, el débito de los estados, que supera los 300 mil millones y otro tipo de adeudos. Por ello, a la cuenta hay que sumar no menos de un billón 600 mil millones de pesos, para llevar el pasivo total a cerca de 6 billones, algo así como el 50 por ciento del producto interno bruto.
A principios de abril pasado comentamos en este espacio: con una velocidad verdaderamente preocupante crece el endeudamiento interno y externo del sector público federal, con lo que en sus 51 meses de estancia en Los Pinos (hasta febrero pasado) el gobierno calderonista ha tenido la cortesía de duplicar la deuda per cápita de los mexicanos –incluidos los recién nacidos–, al pasar de 18 mil 912 pesos en diciembre de 2006, a 37 mil 876 pesos al cierre del segundo mes de 2011, sin considerar otros pasivos contingentes (como le llaman al débito gubernamental no reconocido como tal, pero igualmente pagado por quienes habitan este país –como los Pidiregas de la Comisión Federal de Electricidad, el Fobaproa y el rescate carretero, entre otros–, más la deuda de los estados, con lo que al saldo por cabeza hay que aumentarle alrededor de 10 mil pesos adicionales, cuando menos).
Ese tenebroso balance no es producto de una percepción equivocada (Los Pinos dixit) o de un criticón que habla mal de México, sino de la estadística más reciente (miércoles pasado) de la propia Secretaría de Hacienda (la que promueve un país igual de maravilloso que de inexistente), la que permite precisar que en el periodo referido el saldo de la deuda del sector público federal (gobierno, organismos y empresas estatales, y banca de desarrollo) registra un pavoroso incremento de 114 por ciento si se mide en pesos, y de 91 por ciento si se hace en dólares, con lo que a lo largo del calderonato tal débito ha crecido a un ritmo promedio diario de casi mil 475 millones de pesos (poco más de un millón de pesos por minuto).
En términos líquidos, el incremento de la deuda pública (la reconocida como tal y en el periodo señalado) ha sido de 2 billones 256 mil millones de pesos, o si se prefiere, de 166 mil millones de dólares, algo verdaderamente impúdico en especial si se recuerda que en tiempos de su campaña electoral el actual inquilino de Los Pinos con ferocidad acusó a sus contrincantes de que el único plan de gobierno que tenían era, precisamente, endeudar al país y a los mexicanos.
Ése es el motivo de preocupación del FMI, y de pánico para los mexicanos. Pero el pastor y su Cordero siguen en las sonrisas y el autoelogio.
Las rebanadas del pastel
Los 6 mil pesos al mes atacan de nuevo: la clase media en México transita por una etapa de expansión y consolidación, lo que significa que las familias empiecen a acceder al crédito, empiecen a adquirir una casa, empiecen a adquirir un coche, empiecen a usar la tarjeta de crédito de nuevo (¿adivinen quién lo dijo?)… Qué bueno: la justicia saldó cuentas con un terrorista (Osama), pero ¿cuándo lo hará con el otro terrorista (George W. Bush)?
EU, residencia de narcos
De acuerdo con la declaración formulada ayer en una audiencia legislativa en Washington por el comandante Gomecindo López, integrante de la Unidad de Operaciones Especiales de la policía de El Paso, diversos integrantes de cárteles de la droga tienen su residencia habitual en territorio estadunidense, realizan sus negocios en México y luego vuelven a cruzar. La información es consistente con un reciente informe del Departamento de Justicia del país vecino que advertía del riesgo de que narcos mexicanos establecieran su residencia en Estados Unidos para vivir en paz.
El dato es exasperante porque indica, más allá de toda duda razonable, que algunas autoridades policiales de la nación vecina cuentan con información sobre la delincuencia organizada, pero ello no necesariamente se traduce en capturas, lo que es indicativo de la doble cara estadunidense en la guerra contra las drogas impuesta por Washington en diversos países al sur de su frontera, como Colombia y México. Esa información fue la que permitió a las corporaciones policiales detener de manera fulminante, tras el asesinato de un oficial de aduanas de Estados Unidos en San Luis Potosí, el mes antepasado, a varias centenas de presuntos narcos que operaban en territorio de la superpotencia.
Esa tolerancia a la delincuencia organizada mexicana es una pieza más de una serie de indicadores que obligan a sospechar de la honestidad de las autoridades estadunidenses en su participación en el combate a los grupos dedicados al trasiego de drogas ilegales.
Otro elemento en este sentido es la indulgencia de que se benefició el Banco Wachovia una vez que se descubrió que esa empresa realizó, en cosa de dos años, operaciones irregulares por 374 mil millones de dólares que posiblemente constituyeron una colosal operación de lavado de dinero para los cárteles de la droga: a la postre, la institución bancaria hubo de pagar una multa por 160 millones de dólares, equivalente a sólo 2 por ciento de las utilidades que obtuvo con sus transferencias ilícitas.
A ello debe agregarse la participación de varias dependencias del gobierno de la nación vecina en el contrabando de armas de fuego de alto poder hacia territorio mexicano, en una operación denominada Rápido y furioso, que supuestamente tenía como objetivo rastrear ese trasiego letal.
Mientras los distintos niveles de gobierno de Estados Unidos colaboran con el narcotráfico o se hacen de la vista gorda ante sus actividades, y mantienen, así, la paz y la seguridad pública de aquel lado de la frontera, en nuestro país el combate a esa actividad delictiva se ha traducido en decenas de miles de muertes, en una descomposición sin precedentes de las instituciones, en la pérdida de control territorial de diversas regiones por parte del Estado, en la desintegración del tejido social en extensas zonas y en una desesperanza ciudadana cada vez más desoladora.
En esta circunstancia, hay sobrados elementos de juicio para replantear el sentido, el rumbo y los instrumentos de una estrategia de seguridad pública y nacional que ha apostado a la sumisión a Washington y a una colaboración más que dudosa: hasta ahora, el gobierno y la economía del país vecino no han recibido más que beneficios de esa estrategia –utilidades financieras astronómicas derivadas del lavado de dinero, un mercado floreciente para la industria armamentista y, por si fuera poco, una colaboración del gobierno mexicano que se parece mucho a la rendición de la soberanía nacional–. Nuestro país, en cambio, se ha visto sumido en una pesadilla de violencia, escenarios de guerra, degradación, destrucción y sufrimiento humano. Es tiempo de un viraje de fondo en la política contra las drogas, en la concepción de seguridad pública y de seguridad interior, y en los términos de la relación bilateral enttre México y Estados Unidos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario