Alianza Social de Trabajadores de la Industria Mexicana

miércoles, 28 de agosto de 2013

Astillero- Perder el control del petróleo- Prohibido prohibir

Astillero
Derecho de (amplia) réplica
Unilateralidad televisiva
Van contra comunitarios
Riesgo hasta en el futbol
Julio Hernández López
Foto
PARODIA. Julian Assange, disfrazado con peluca rubia, grabó un video musical para promocionar su candidatura al Senado de Australia. El fundador de Wikileaks sincronizó su interpretación a la versión de la canción Tú eres la voz, del artista australiano John Farnham. La filmación se hizo en la embajada de Ecuador en Londres, donde el activista cumple un encierro forzoso
Foto Ap
 
No es desproporcionado que los destinatarios de una torrencial campaña de desacreditación mediática exijan que se escuchen sus puntos de vista en una proporción e intensidad adecuadas, para que el público cuente con una equilibrada disposición de información y análisis que le permita forjarse un criterio sensato sobre temas como la reforma laboral educativa y el activo rechazo de una parte de los profesores a quienes va destinada.
 
Sin embargo, la mayoría de los medios de comunicación, y en especial el duopolio electrónico aún vigente, integrado por Televisa y Televisión Azteca, actúan con base en una evidente unilateralidad ofensiva y abusiva, escamoteando o manipulando detalles de las notas netamente informativas, utilizando éstas para dar pie o justificar desde formatos noticiosos la inserción de opiniones siempre favorables al poder y descalificatorias de movimientos o protestas sociales.
 
Además de otros rubros en los que tienen una pesada responsabilidad por el atraso del país, esas dos empresas, dirigidas por Emilio Azcárraga Jean y Ricardo Salinas Pliego (cada vez con más intereses convergentes en otros ámbitos de las telecomunicaciones, de cara a la apertura de nuevas cadenas nacionales de televisión abierta) han ayudado de manera determinante al sostenimiento del modelo político y económico que ha institucionalizado la injusticia y la desigualdad en México, y se han esmerado en aportar desde sus pantallas contenidos y opiniones solamente favorables a las cúpulas, y en desacreditar, ridiculizar y satanizar la oposición a ese sistema dominante.
 
En el caso específico de los profesores que se oponen vigorosamente a la reforma administrativa que el peñismo diseñó para retomar el control del SNTE y del sindicalismo independiente, como el de la CNTE, Televisa y Televisión Azteca deberían permitir que comisiones representativas de los maestros en lucha den a conocer con amplitud sus posturas y, al mismo tiempo, deberían sujetar el género noticioso a la consignación de hechos, sin incluir en esas notas ciertas opiniones que buscan inducir en el público determinadas reacciones simplistas.
 
Ya enfrentaron las televisoras, sobre todo la que tiene como insignia al Canal de las Estrellas, una amplia repulsa de jóvenes en el contexto del #YoSoy132. Ahora el movimiento de profesores contra la reforma educativa ha hecho plantones durante horas afuera de instalaciones de las televisoras mencionadas y ha demandado que su voz sea transmitida sin manipulaciones y en proporción al tiempo que en contra les es dedicado (en una televisora pasaron al aire una pequeña entrevista como resultado de la presión magisterial, pero es obvio que tal concesión excepcional no es suficiente). Mal se seguirán viendo esas pantallas si insisten en mantener políticas informativas correspondientes al autoritarismo más primitivo, diseñadas para servir al poder, manipular a los televidentes y denostar y confundir respecto de movimientos sociales divergentes.
 
Los riesgos de desbordamiento de la violencia social no tenían ayer sus mayores índices en la ciudad de México (a pesar del aire displicente, burocratizado y cuidadamente provocador que directivos de las cámaras legislativas trataron de imponer en el encuentro vespertino y nocturno con representantes de los profesores). Como era de suponerse, ha ido subiendo de tono la confrontación entre policías comunitarias y fuerzas armadas federales. Según los reportes disponibles a la hora de teclear la presente columna, unos 600 soldados y marinos enfrentaron y desarmaron a unos mil agentes populares correspondientes a la Montaña y parte de la Costa Chica de Guerrero, los cuales protestaban por la detención de varios de sus compañeros y, en especial, de la lideresa de Olinalá, Nestora Salgado, quien ha sido enviada a una cárcel de Nayarit.
 
El despliegue del Ejército y la Marina se produjo para impedir la presunta toma del tramo carretero entre Acapulco y Pinotepa Nacional. Con armas de bajo calibre que según su versión podían portar por haber recibido anterior autorización, los comunitarios fueron despojadas de ellas entre forcejeos y golpes. No es la primera vez en que una chispa de violencia circunstancial podría incendiar una pradera que cada vez es más amplia, no sólo relacionada con Guerrero y sus policías comunitarias.
 
Sin embargo, la acción realizada ayer por las fuerzas federales muestra un viraje notable respecto de ocasiones anteriores, cuando los soldados parecían tener instrucciones tajantes de evitar choques con los pobladores. Ahora se ha entrado en una dimensión diferente, con los uniformados federales dispuestos a contener toda manifestación en la que participen policías comunitarios armados y a quitar a estos sus instrumentos de defensa. No está de más recordar que los excesos de las fuerzas armadas van creando condiciones de repetición histórica de levantamientos frente a las injusticias. En particular es preocupante el manejo jurídico del caso de la coordinadora Nestora Salgado, a quien parecieran empeñarse ciertas autoridades en exhibir como ejemplo de lo que puede suceder a quienes desde los pueblos se han armado y organizado para hacer lo que los gobiernos no se atreven a cumplir.
 
El cuadro del septiembre caliente tan anunciado se ha complementado con la solicitud del Gobierno del Distrito Federal para que se pase a otra fecha un encuentro de futbol profesional, el que celebrarían Pumas y América en el estadio universitario, el mismo domingo en que Enrique Peña Nieto entregará su informe por escrito al Congreso y dará un mensaje sobre tal informe en el Campo Marte. Tal posposición tiene como referente las protestas magisteriales que continuarán en la capital del país y argumenta la falta de suficientes policías para atender tantos puntos previsibles de conflicto (¿también se suspenderán el Cruz Azul-Querétaro y el arranque de la temporada de futbol americano en CU?).
 
Y, mientras sube a nueve el inexplicablemente reducido saldo mortal del descarrilamiento de La Bestia, ¡hasta mañana, con más presiones sobre el peso!
Twitter: @julioastillero
Facebook: Julio Astillero
Perder el control del petróleo

Alejandro Nadal
Hace unos días se llevó a cabo una importante reunión en las oficinas de La Jornada a la que asistieron los más altos funcionarios de la Secretaría de Energía (Sener) y los directivos, reporteros y colaboradores del periódico. El titular de la Sener hizo una presentación sobre la mala situación en la que se encuentra Pemex. Su mensaje central fue que la paraestatal no tiene los recursos para asegurar el abasto de energéticos y petroquímicos de la economía mexicana. Esa es la versión oficial en una cápsula publicitaria: se necesita liberar a Pemex de la situación en la que se encuentra. Es una tesis que distorsiona y evita ir al corazón de los problemas.
 
Detrás de la presentación del secretario de Energía están las contradicciones de política macroeconómica que el neoliberalismo mantiene en México. Eso es lo que hay que cambiar, no el control económico y patrimonial del petróleo mexicano. Pero como para el neoliberalismo la inversión extranjera directa es la solución a todos los problemas nacionales, lo que busca la reforma energética es abrir las puertas que la expropiación cerró en 1938 a las compañías trasnacionales. Y la herramienta para hacerlo está en el Tratado de Libre Comercio para América del Norte (TLCAN). Lo único que se requiere es borrar un par de palabras en los artículos 27 y 28 constitucionales.

El secretario de Energía considera que permitir a Petróleos Mexicanos firmar contratos de utilidad compartida no es privatizar. Piensa que el petróleo seguirá siendo de los mexicanos porque la Constitución así lo dispone en su artículo 27. Y aquí es donde hay que insistir en el punto medular: el TLCAN define (en su artículo 1139) a la inversión extranjera como aquélla en la que existe propiedad de un inversionista en territorio de una de las partes del tratado o cuando la remuneración depende sustancialmente de la producción, ingresos o ganancias de una empresa. Y eso es exactamente lo que busca el gobierno, que vengan empresas transnacionales a invertir en exploración, extracción, refinación y petroquímica. De acuerdo con el TLCAN eso equivale a abrir el sector a la inversión extranjera directa, lo que acarrea serias consecuencias, pues el capítulo XI del TLCAN otorga más protección a las empresas que a los gobiernos.

Según el titular de la Sener eso no es problema porque la Constitución está por encima de los tratados internacionales. Esgrime como argumento un fallo de la Suprema Corte (amparo en revisión 1475/98) y en el artículo 133 de la propia Constitución que establece que los tratados internacionales que estén de acuerdo con la misma son la ley suprema de toda la unión. A la letra de ese artículo, en la medida de la contradicción entre un tratado y la Constitución, prevalece la última.
 
Pero aquí viene la parte medular de la reforma energética: precisamente lo que busca el gobierno con ella es eliminar la contradicción al permitir los contratos de utilidad compartida en el sector energético. La eliminación de la restricción contenida en el artículo 27 establecerá la plena concordancia de la Constitución y el TLCAN: la inversión extranjera directa entrará por la puerta grande (que estuvo cerrada desde 1938) al sector energético mexicano. Este es el núcleo de la reforma energética al desnudo. Por supuesto que se trata de privatizar y de entregar el control del petróleo, gas y sector eléctrico a las empresas trasnacionales.
 
La entrada de la inversión extranjera directa en el sector energético será un parteaguas en la historia de México. No sólo se aplicarán las disposiciones del capítulo XI del TLCAN (que prohíben el uso de importantes instrumentos de política industrial), sino que las reservas al capítulo VI sobre energía quedarán en entredicho. Ese capítulo VI elimina las restricciones a las exportaciones de bienes energéticos, pero excepcionalmente México podrá restringir las exportaciones con el único propósito de reservarse para sí mismo el comercio exterior de esos bienes (Anexo 603.6 del TLCAN). Sólo que habrá que ver en qué situación se encuentran ahora las excepciones que México pudo introducir en el TLCAN, una vez que se permita la inversión extranjera directa en el sector energético.
 
El capítulo XI del TLCAN sobre inversiones define un régimen de solución de controversias basado en el sistema internacional de arbitraje. Los funcionarios de la Sener afirman que un contrato puede estipular que sean los tribunales mexicanos los competentes en caso de un conflicto sobre la interpretación del documento. Puede ser, pero la realidad es que el gobierno mexicano llegará de rodillas a las negociaciones con las empresas trasnacionales al momento de discutir un contrato de utilidad compartida y no estará en posición de imponer ninguna condición. Cristalizadas las inversiones en la matriz económica mexicana, será todavía más difícil romper o modificar el patrón de subordinación económica. La reforma energética corona un proceso que arranca hace ya 20 años y es en grave detrimento de México.

 
El duopolio al pizarrón-Rocha

Prohibido prohibir

Vilma Fuentes
El optimismo va a terminar por volverse un síndrome de enfermedad mental. Negación de la realidad o incapacidad de verla, da lo mismo. Sin embargo, se exige al individuo sonreír, mostrar una dentición digna de un anuncio de pasta dental. Prohibida la depresión: contra ella, ¿no hay excelentes medicinas o, en caso extremo, una temporada en una clínica níquel donde levantan la moral a cualquiera con métodos tan sofisticados y modernos?
 
Habría que aislarse en una celda hermética, sin contacto con el exterior, para escapar al bombardeo informativo de guerras, terrorismo, crimen organizado, tortura, epidemias, incendios, accidentes viales, enfermedades novedosas, hambrunas, violencia, en fin, todas esas imágenes, ¿insostenibles?, que son la vida cotidiana del hombre moderno.

Imágenes para nada insostenibles puesto que llegan a ser costumbre e, incluso, a aburrir: ¿quién no ha visto el derrumbe de la torres gemelas de Nueva York al menos una decena de veces? Han recorrido el planeta a lo largo y a lo ancho durante 12 años y es, sin duda, el documental, con diversas y nuevas versiones, con mayor difusión y número de espectadores.

Como si la realidad no bastara, para descansar de tanta agresión, el cine y la televisión ofrecen otras formas imaginarias de muerte, violencia y miedo. ¿Por qué limitarse al planeta, restringirse a lo visible, cuando el terror puede ser provocado por extraterrestres, hechiceros, muertos vivos y descarnados, máquinas que se rebelan y robots enloquecidos, marabunta de insectos y otros animales que atacan ciudades enteras?

No se vaya a creer que con dejar de ir al cine, apagar radio y televisor, desviar la mirada de los puestos de periódicos, los cuales desde luego se ignoran, podrá escapar a esta violencia cotidiana, real, virtual o imaginaria. Para mejor remplazar esos medios tradicionales y casi arqueológicos, ¿no existen Internet y todos los cada día más modernos aparatitos para comunicar en forma constante con los amigos, cuestión de no sentir la soledad entre el gentío, mismos aparatos que nos introducen a un sinnúmero de redes sociales y nos dan las últimas y más secretas informaciones incluso de países nunca antes escuchado su nombre? ¿Y quién sería el valeroso hombre o mujer de nuestros días dispuesto a hacerse pasar por un viejo carcamal, es decir, alguien a la vez anticuado, miserable y digno de lástima, sin su celular multifuncional?
 
Por fortuna, toda esa información parece no afectar mayormente al hombre moderno y libre del civilizado mundo occidental. O acaso, sin saberlo, vive ya en una celda hermética creada por él mismo. Atrincherado tras sus aparatos, la realidad se vuelve virtual. No sólo la exterior, también la suya. Se imagina libre y moderno. Condescendiente, mira desde sus alturas a los hombres del pasado, incluso el más reciente. No se diga el horror que le causan civilizaciones bárbaras donde existía la esclavitud. Le parece inimaginable una vida sin teléfono, autos, electricidad, Internet… y los drones, esos aviones tan humanitarios que evitan arriesgar la vida del piloto encargado de bombardear una población entera.
 
Sin amenazas infernales ni matanzas, el democrático ciudadano moderno acepta libremente las prohibiciones y se reprime él solo. Por miedo. Miedo del presente. Muy lejos, a una distancia que pareciera medirse en años luz, quedan los sueños del 68: prohibido prohibir. Miedo de perder las ventajas adquiridas, la tan preciada salud. Pavor ante la enfermedad –¿para qué hablar del único miedo verdadero, el de la muerte, puesto que hoy se hace todo para ocultarla o, al menos, volverla higiénica?
 
Sin siquiera ponerlas en entredicho, el hombre libre obedece a todas las prohibiciones que aparecen día tras día en nombre de la salud. Prohibido beber. Prohibido fumar. Prohibido el azúcar, la sal, la carne, el pepino, la grasa, hacer el amor, no hacerlo, vivir, el pesimismo, morir.
 
Salud enfermo, ¡oh pues!, como decía el maestro Carlos Félix.

No hay comentarios:

Publicar un comentario