Anomalías
que ensucian
Josefina Licitra
Josefina Licitra
La Asociación Madres de Plaza de Mayo
(AMPM) –referente en la lucha a favor de los derechos humanos en Argentina y en
la resistencia contra la represión durante la dictadura en ese país– se
encuentra involucrada en presuntos hechos de corrupción. La justicia argentina
inició una investigación en contra de Sergio Schoklender –apoderado de la Fundación
de la AMPM hasta el pasado 25 de mayo–, quien supuestamente desvió recursos del
erario destinados a la construcción de viviendas de interés social y se
enriqueció de manera inexplicable: posee 16 terrenos, una mansión, autos de
lujo, un yate, dos aviones...
BUENOS AIRES.- Por primera vez desde su
nacimiento en 1977, la Asociación Madres de Plaza de Mayo (AMPM) se ve
involucrada en un presunto hecho de corrupción.
El centro de las acusaciones es Sergio
Schoklender, mano derecha de la dirigente de la AMPM, Hebe de Bonafini, y hasta
el pasado 25 de mayo apoderado de la Fundación Madres de Plaza de Mayo.
Esta organización, subsidiaria de la
AMPM, fue creada para realizar tareas de acción social y durante los últimos
cinco años recibió del Estado unos 75 millones de dólares destinados a la
construcción de viviendas populares.
Ese capital transformó a la fundación
en una de las mayores constructoras de Argentina, y quizá en una fuente de
tentación para Schoklender. Esto se deduce por el incremento de su patrimonio
mediante la constructora Meldorek. Esta empresa, fundada en junio de 2003 para
edificar las casas de la fundación, tiene entre sus accionistas a Schoklender
–quien posee 90% del paquete accionario– y cuenta entre sus activos bienes cuya
adquisición es difícil de justificar.
Una escritura de febrero de 2010, a la
que accedió el diario Clarín y que fue publicada en su edición del lunes 6,
advierte que Meldorek posee un Ferrari valuado en 250 mil dólares, un yate
“Sirius” de medio millón de dólares, un Porsche 911, dos aviones y 16 terrenos
en la provincia de Buenos Aires. Asimismo, tiene una mansión con 19
habitaciones, 14 baños, canchas de tenis y futbol, vestuarios, un cobertizo y
una alberca.
Lo paradójico del caso es que mientras
la empresa Meldorek presuntamente se enriquecía con recursos del erario, la
fundación –que contrató a esta empresa sin licitación previa– emitió cheques
sin fondos por 400 mil dólares. Es inexplicable que no se detectara esa
irregularidad financiera si se tiene en cuenta que cualquier empresa que gire
un cheque sin fondos debería quedar automáticamente impedida para emitir nuevos
documentos cobrables.
Todas estas anomalías empezaron a ser
denunciadas en 2010 por Elsa Quiroz, diputada por la Coalición Cívica, una
alianza opositora al gobierno. Sin embargo, los señalamientos tuvieron eco
hasta el pasado 30 de mayo, cuando la Unidad de Información Financiera (UIF)
–un organismo gubernamental– hizo una presentación judicial que derivó en la
apertura de una causa contra Schoklender por presunto lavado de dinero,
asociación ilícita y defraudación a la administración pública.
“En mayo de 2010 recibimos datos que
daban cuenta de operaciones claramente irregulares” explica Quiroz a Proceso. Y
agrega: “Lo primero que hicimos fue una presentación ante la UIF, organismo
encargado de investigar las operaciones sospechosas de lavado de dinero. En esa
primera instancia, la respuesta de la unidad fue que eran necesarias más
pruebas. Pero después de este escándalo tuvo que dar curso a la denuncia por
lavado”.
El escándalo al que se refiere Quiroz
empezó el pasado 25 de mayo, cuando los Schoklender se pelearon por el manejo
financiero de la fundación. Sergio terminó por abandonarla y Pablo permaneció
en ella. Una vez que Sergio se desvinculó de la organización, la legisladora
volvió a pedir a la UIF que los investigara. Y esta vez, aunque con un año de
atraso, logró su objetivo.
La UIF no fue el único organismo que
pasó por alto las denuncias que se vienen realizando desde mediados de 2010. El
silencio también llegó a las empresas periodísticas que no realizaron ninguna
investigación en torno a las irregularidades de la Fundación, por temor a que
las acusaciones mancharan la honorabilidad de las Madres de Plaza de Mayo.
En una nota acerca de Schoklender
publicada el domingo 5 en el diario Perfil, el periodista Jorge Lanata externó
un mea culpa al respecto: “Quien firma estas líneas no fue la excepción. Parte
de los datos de esta nota duermen en el disco rígido de mi computadora desde
2009 y evité despertarlos, siempre, con la misma excusa: ‘Son las Madres’”,
escribió.
El hijo
Los Schoklender entraron en la escena
argentina el 30 de mayo de 1981, cuando las portadas de los diarios dieron
cuenta de un episodio escabroso: dos hermanos, Sergio y Pablo Schoklender,
habían matado brutalmente a sus padres, quienes a su vez habían sometido a sus
hijos a una vida sórdida que incluía situaciones de incesto.
Por este crimen fueron a la cárcel.
Allí, en 1983, conocieron a Hebe de Bonafini, quien realizó una visita a presos
políticos y terminó estableciendo una relación filial con los hermanos. ¿Por
qué se dio esa simpatía? Porque la justicia había encontrado vínculos entre los
padres de Schoklender y el dictador Jorge Rafael Videla, y De Bonafini entendió
que los hermanos también eran víctimas indirectas de la represión desatada
durante la dictadura.
En 1995, cuando Sergio salió en
libertad condicional –Pablo permaneció más tiempo en la cárcel– se convirtió en
el principal colaborador de la luchadora por los derechos humanos, y empezó a
crecer dentro de la Asociación Madres de Plaza de Mayo. El punto culminante de
este ascenso ocurrió en junio de 2003 cuando se constituyó Meldorek, operación
que contó con el aval de la escribana (notaria) Marta Cascales, esposa del entonces
secretario de Comercio, Guillermo Moreno.
En 2006 nació el proyecto Sueños
Compartidos, un plan de construcción de viviendas de interés social financiado
con 75 millones de dólares provenientes de fondos públicos. Esta entidad
subcontrató a Meldorek.
Al tiempo que se edificaban las
viviendas –hasta ahora se han entregado 4 mil 800 casas– aumentaban las cuentas
en rojo, los cheques en blanco y las obras con sobreprecio, así como las
subejecutadas que fueron cobradas pero permanecían inconclusas.
A pesar de todo, el Estado siempre
intervino con tibieza en la fundación. Hasta el 30 de mayo último, lo único que
hizo fue enviar a la exfuncionaria kirchnerista Felisa Miceli para que revisara
los libros contables. Esta mujer abandonó el Ministerio de Economía luego de
que no pudo explicar la aparición de una bolsa con 100 mil pesos y 31 mil
dólares en el baño de su despacho ministerial.
Luego de revisar las cuentas, Miceli
presentó un informe en el que consignaba que en 2007 y 2008 la fundación tuvo
un déficit financiero superior a los 7.5 millones de dólares; compró una
camioneta blindada por 26 mil dólares; pagó 176 mil dólares por la compra de
terrenos que en realidad eran públicos, y desde 2004 y hasta 2008 llevaba
emitidos mil 347 cheques sin fondos por un valor de 400 mil dólares. El informe
lleva un título eufemístico: Desfasaje financiero. Años 2007 y 2008.
Cuando la UIF llamó a cuentas a
Schoklender por las irregularidades de la empresa, éste se atuvo a sus
declaraciones ante la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP). En
éstas manifestó que su único patrimonio era una motocicleta Kawasaki y una casa
en un club de campo. Además, el pasado 28 de mayo declaró al diario Clarín que
la denuncia formaba parte de una maniobra para perjudicar al gobierno y
“pegarles a Hebe y Cristina (Fernández) lo cual es bajo y sucio”, apuntó.
La madre
“No creo que las Madres estén
vinculadas a la corrupción, pero sí creo que hicieron caso omiso o miraron para
otro lado –dice Lanata–. Porque no podés tener un colaborador directo que de
golpe toma aviones privados, alquila una quinta, compra un barco, y vos no
enterarte. Es imposible. Hebe es responsable de no haber hecho nada cuando se
enteró y habría que averiguar cuándo se enteró”, apunta el periodista.
En cuanto se desató el escándalo, a
finales de mayo, De Bonafini se negó a hacer declaraciones que arrojaran luz
sobre las sospechas que caían sobre la fundación.
El jueves 3 –durante su habitual ronda
de Madres en la Plaza de Mayo– se quejó de la presencia de los medios. Dijo que
no iba a “perder tiempo en pelotudeces” y aprovechó para defender las obras que
“les dieron techo a muchos chicos, gracias a Néstor y Cristina”.
Pero 10 días después de que estallara
todo, De Bonafini empezó a dar entrevistas a los medios oficialistas. La
primera fue al diario Tiempo Argentino, donde por primera vez admitió la
posibilidad del error. Y la última fue el martes 7 a Página 12, un diario que
llevó la entrevista a su portada:
–¿Tenía Schoklender una vida
dispendiosa? –preguntó a De Bonafini la periodista Nora Veiras.
–Lo que hacía era que cuando iban a
algún lado, él no iba a San Clemente (una playa modesta de la costa bonaerense)
a una piecita como voy yo con mi hija; él iba a un hotel más caro. Siempre le
protestaba por eso, le decía: “¿Por qué? Nosotros tenemos que ser muy discretos
en lo que hacemos, estamos en la cresta de la ola, tenemos que cuidarnos”. Él
decía “pero yo trabajo para esto y mi mujer trabaja”.
En esa misma entrevista, la dirigente
de AMPM admitió que las diferencias con Schoklender habían empezado dos años
atrás, cuando éste dejó en claro que “quería convertir la fundación en una
empresa de construcción y venta de casas”.
“Hoy tengo bronca. Pero cuando uno está
al frente de una cosa tan importante como ésta, de una organización que creció
con el trabajo y el esfuerzo de las Madres, eso es lo que tengo que defender a
capa y espada. Vamos a vender lo que tengamos que vender –menos la Universidad
(Popular MPM), la Casa (de las Madres) y la radio (La Voz de las Madres)– para
pagar lo que haya que pagar y quedarnos tranquilas, sobre todo porque la están
golpeando mucho a Cristina. Yo tengo el cuero duro, pero no quiero que justo en
este año, que lo hacen a propósito, golpeen a la presidenta”, declaró De
Bonafini.
Hoy, los hermanos Schoklender y 16
personas allegadas a ellos fueron separados de la fundación y deberán rendir
cuentas ante el juez Norberto Oyarbide, un magistrado famoso por salir sorteado
en las causas que involucran los intereses directos del gobierno, y por
favorecer al gobierno y sus amigos en las causas que los comprometen.
Este juez llevó el juicio por
enriquecimiento ilícito en contra del matrimonio Kirchner. Desde su llegada al
poder, en 2003, los Kirchner aumentaron su patrimonio en 527%; sin embargo,
Oyarbide consideró que todo eso era normal y sobreseyó el caso en contra de la
pareja presidencial.
El martes 7, De Bonafini rompió
relaciones con los hermanos Schoklender. Acusó a Sergio y a Pablo de ser
“estafadores, ladrones y traidores”
FUENTE: PROCESO.
FUENTE: PROCESO.
Y añadió: “La Justicia está
investigando y van a ir presos todos los que sean necesarios. No puedo decir
todo lo que sé y no quiero tampoco”, indicó la dirigente de Madres, según una
nota publicada el martes 7 por el portal del diario La Nación
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