Alianza Social de Trabajadores de la Industria Mexicana

lunes, 1 de agosto de 2011

Logran acuerdo para salvar a EU de otra crisis «con efecto devastador»

Alivio en Washington
No es lo deseado, pero pone fin a un largo proceso: Obama
Logran acuerdo para salvar a EU de otra crisis con efecto devastador
Para aprobar más deuda, el recorte al gasto planteado es de 2.5 billones de dólares
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Foto: Ap
David Brooks
Corresponsal
Periódico La Jornada
Lunes 1º de agosto de 2011, p. 2
Nueva York, 31 de julio. Después de una intensa negociación de última hora entre el liderazgo político supremo del país, el presidente Barack Obama anunció en la Casa Blanca, en un mensaje trasmitido en vivo al mundo: líderes de ambos partidos en ambas cámaras han logrado un acuerdo que reducirá el déficit y evitará el incumplimiento (de pagos), que hubiera tenido un efecto devastador sobre nuestra economía.
Apenas 48 horas antes de que el gobierno había advertido que dejaría de poder cumplir con sus obligaciones financieras, Obama informó que el acuerdo eleva el techo de la deuda (actualmente de 14.3 billones de dólares) y propone aproximadamente 2.5 billones en recortes del gasto público a lo largo de los próximos 10 años. Aunque, dijo, no es el acuerdo que hubiera deseado, logra poner fin a un proceso que fue demasiado largo y desordenado.
Obama instó a los legisladores a aprobar la propuesta negociada en los próximos días. El acuerdo tendrá que ser sujeto a un voto en las dos cámaras del Congreso y después promulgado por Obama, proceso que comenzará este lunes.
Qué tanto dure el proceso dependerá de las dificultades en negociar suficientes votos para la aprobación del acuerdo, sobre todo en la Cámara de Representantes. Ahí, tanto legisladores demócratas liberales como algunos republicanos ultraconservadores han expresado su renuencia a votar en favor del acuerdo.
El acuerdo incluye una primera etapa de recortes de poco menos de un billón de dólares en el gasto federal, y establece una comisión bipartidista para recomendar otros 1.5 billones de dólares más en recortes al presupuesto, que serán aplicados más tarde por acción legislativa o de manera automática (si el Congreso falla en actuar), los cuales afectarán desde el gasto militar hasta los programas sociales.
Pocas horas antes, con indicios de un acuerdo inminente, cambió el clima en Washington y Wall Street al percibirse que la cúpula política estaba finalmente a punto de resolver lo que se convirtió casi en una crisis nacional. Los mercados financieros empezaron a responder de manera positiva ante la expectativa del anuncio de un acuerdo y una votación legislativa sobre el asunto.
Pero las consecuencias políticas continuarán manifestándose de aquí en adelante. Después de semanas de intensa disputa sobre el asunto, que alarmó a los mercados financieros y fastidió a los ciudadanos, el espectáculo político en Washington podría tener severas consecuencias electorales tanto para el presidente Obama como para el liderazgo republicano.
De hecho, para algunos analistas, todo esto fue más teatro político con fines electorales que una disputa por el asunto de la deuda. Elevar ese techo es casi siempre un procedimiento automático, y se ha hecho en promedio casi dos veces al año desde 1940 sin nada parecido a lo que ocurrió en esta ocasión, señalan.
Más bien, demócratas y republicanos aceptaron vincular el tema de la deuda con el asunto siempre espinoso del presupuesto federal.
A lo largo de la disputa siempre había un consenso básico entre líderes demócratas y republicanos sobre una receta de recortes masivos al gasto público para abordar el tema del déficit presupuestario. El desacuerdo fue más bien sobre el tamaño y rubros de la reducción del gasto.
El propio presidente Obama demostró, desde hace semanas, su disposición a ceder ante demandas republicanas de reducciones incluso en programas sociales para los más necesitados, como el Medicare y el Seguro Social, y no insistir en un incremento sustancial de los impuestos de los más ricos para abordar el déficit (esto a pesar de que 72 por ciento de los estadunidenses favorece justo lo opuesto: más impuestos sobre los más ricos para abordar el déficit, según una encuesta reciente del Washington Post/ABC News).
Con ello, Obama ha provocado ira entre sus propias bases. Críticos señalan que las concesiones de Obama y el liderazgo demócrata están a la derecha hasta de algunos republicanos moderados, tanto así que uno de los encargados de política económica del presidente Ronald Reagan, Bruce Bartlett, expresó su sorpresa y concluyó que en los hechos Obama es en esencia un conservador moderado.
Pero el liderazgo republicano también enfrentó problemas con un sector de su base cada vez más poderoso, la corriente ultraconservadora identificada con el llamado Tea Party, que casi logró derrotar la iniciativa del propio líder en la Cámara, John Boehner, y puso en jaque su autoridad.
Los aproximadamente 80 legisladores ligados al Tea Party defendieron su principio ideológico de reducir al máximo el gobierno y los programas de bienestar social, a tal punto que descarrilaron las negociaciones entre las cúpulas de ambos partidos durante semanas.
Paul Krugman escribió en su columna del New York Times que lo que está ocurriendo es una crisis donde la derecha está haciendo demandas locas, mientras el presidente y los demócratas en el Congreso se doblan hacia atrás para acomodarlos, ofreciendo planes que son todo recorte de gastos y nada de impuestos, planes que están muy a la derecha de la opinión pública.

Washington: alivio y juego peligroso
El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, anunció ayer que los líderes republicanos y demócratas en el Congreso de su país alcanzaron un acuerdo para reducir el astronómico déficit fiscal y evitar, así, un incumplimiento de pagos de la deuda estadunidense. El anuncio fue formulado poco después de que el Senado rechazó una propuesta del jefe de la bancada demócrata, Harry Reid, para ampliar el límite de deuda del gobierno a fin de impedir que incurriera, a partir de mañana martes, en una suspensión de pagos que habría sido necesariamente catastrófica para las finanzas mundiales y para el conjunto de las economías del planeta.
El hecho constituye un alivio inmediato, habida cuenta del peligro inminente en que fue colocada la economía global a consecuencia de los desacuerdos y regateos de último momento entre quienes, más que representar a los votantes estadunidenses, sirven a los intereses de los grandes capitales. Los obstáculos para lograr un acuerdo no se refirieron a concepciones diferentes sobre el modelo en curso, tema en el que Obama ha ido claudicando de sus propuestas originales hasta adoptar una política económica indistinguible de la de su predecesor republicano: tenían que ver con regateos sobre recortes y presupuestos directamente relacionados con los grupos de poder trasnacional y regional.
Parece inconcebible que la clase política estadunidense haya llevado sus disputas internas hasta el punto de casi paralizar las finanzas públicas y causar un descalabro económico mundial cuyas consecuencias serían mucho más profundas y extendidas que la crisis de deuda que reventó en 2008 en Estados Unidos y cuyas implicaciones aún afectan a un gran número de países, México entre ellos. Por lo demás, si semejante escenario pudo evitarse a última hora, el juego de los legisladores y funcionarios en Washington no dejó de generar efectos indeseables.
La incertidumbre causada por una eventual suspensión de pagos provocó un disparo en el precio mundial del oro, fenómeno que constituye un serio obstáculo para la recuperación económica, en la medida en que grandes recursos monetarios fueron retirados de la inversión para buscar refugio en los metales preciosos ante las turbulencias .
Por otra parte, la clase política estadunidense jugó con fuego, toda vez que el factor sicológico desempeña un papel innegable en la estabilidad de los mercados financieros, y el nerviosismo pudo derivar en una estampida de capitales en cualquier bolsa importante del mundo e iniciar una reacción en cadena de consecuencias catastróficas.
La condición de primera potencia económica mundial conlleva responsabilidades que no siempre son asumidas por legisladores y funcionarios en Washington. Si algo ilustra en forma contundente la irracionalidad y la inmoralidad del modelo neoliberal y especulativo aún vigente en buena parte del mundo, es el hecho de que una rebatiña doméstica estadunidense haya hecho peligrar los precarios equilibrios en que se sustentan las finanzas mundiales y amenazado con una nueva ruina –desempleo, hambre, miseria y muerte– a millones de seres humanos en el planeta.
Una vez salvado ese peligro, queda pendiente la necesaria reorientación de una propuesta económica que opera por medio de burbujas financieras y que privilegia la especulación sobre la producción, tarea que debió ser emprendida por la administración de Obama desde hace tres años.

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