Languidece la robusta economía
Se desinfla la expansión
Carlos Fernández-Vega
Por mucho que la Secretaría de Hacienda pronostique y presuma que en el segundo trimestre de 2011 el producto interno bruto creció 3.5 por ciento, la robusta (Cordero dixit) economía mexicana languidece, aunque la dependencia asegure que tal comportamiento es muestra fehaciente de que la expansión continua. Pues bien, a la feliz oficina del candidato-funcionario se le olvidó mencionar un pequeño detalle: que tal porcentaje resulta inferior, en más de la mitad, al reportado en igual periodo de 2010, al tiempo que representa el avance más reducido desde diciembre de 2009, algo que, por lo demás, no es precisamente una muestra de expansión.
De hecho, los indicadores económicos más recientes demuestran el poco dinamismo del consumo privado, el bajo nivel de empleo y la caída en las remuneraciones reales, lo que sugiere que el mercado interno se mantiene débil, situación que, al conjugarse con factores externos, dificulta la recuperación de la economía nacional para este año, de acuerdo con el análisis del Centro de Estudios de las Finanzas Públicas (CEFP) de la Cámara de Diputados.
El propio Banco de México ha reconocido que en el ámbito nacional la actividad económica y la demanda interna, particularmente el gasto interno, parecería que han reducido su ritmo de expansión en los últimos meses, lo cual sugiere que la brecha del producto permanece en terreno negativo, además de que se viene cerrando a una velocidad menor a la anticipada previamente. También asume que el nivel de ingreso promedio de los empleos que se han venido generando en la economía parecería ser inferior al de los puestos de trabajo que se perdieron durante la fase más crítica de la recesión.
Ante la no muy grata situación económica nacional, apunta el CEFP, un mayor número de mujeres decidieron empezar a buscar trabajo, pero al no lograr colocarse (la tasa de desocupación entre la población femenina aumentó en 0.94 puntos porcentuales mientras que la de los hombres lo hizo en sólo 0.03 puntos porcentuales), la tasa de desocupación alcanzó en junio su mayor cifra desde septiembre de 2009 (5.74 por ciento), situación que enmarca el débil dinamismo del mercado laboral incidiendo en menores percepciones y, por tanto, menor consumo de los individuos.
Por ello, resulta preocupante que sean la moderación del ritmo de crecimiento y el deterioro en el mercado laboral (reflejado en el incremento en la tasa de desempleo, los topes salariales y la reducción de los costos laborales unitarios) los elementos que contribuyan a contener las presiones inflacionarias, pues al final se condiciona al país a contar con estabilidad de precios pero sin bienestar económico y social. El Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) informó que en junio pasado la tasa oficial de desocupación en el país fue de 5.42 por ciento de la población económicamente activa (PEA), mayor en 0.37 puntos porcentuales a la presentada durante el mismo mes de 2010. Con cifras desestacionalizadas, dicho indicador fue de 5.74 por ciento de la PEA, con lo que se acumulan tres meses consecutivos de aumentos, alcanzando la mayor cifra desde septiembre de 2009.
Sobre este mismo tema, el CEFP precisa que al considerar solamente el conjunto de 32 principales áreas urbanas del país (aquellas con 100 mil y más habitantes), la desocupación se ubicó en 6.36 por ciento de la PEA. Con cifras desestacionalizadas la tasa de desocupación fue de 6.39 por ciento, lo cual implica un aumento de 0.08 puntos porcentuales con relación a la del mes pasado, y la mayor desde diciembre de 2010. Por otro lado, la población subocupada, es decir, la que declaró tener necesidad y disponibilidad para trabajar más horas, representó el 7.8 por ciento de la población ocupada en junio de este año, lo que significó una disminución mensual de apenas 0.48 puntos porcentuales con relación al mes inmediato anterior.
Aunque esta proporción también es más baja que la del mismo mes de un año antes, cuando se ubicó en 8.1 por ciento, aún sigue siendo mayor que los niveles observados antes de la crisis (con cifras por debajo de 7 por ciento). Por entidad federativa las tasas de desocupación más altas se observaron en Tamaulipas (8.65 por ciento), Tlaxcala (6.81), Durango (6.75) y estado de México (6.61).
Por el lado de la inflación, el propio Inegi –ahora encargado de la medición oficial de este indicador- reportó que el índice nacional de precios al consumidor (INPC) se incrementó 0.32 por ciento durante la primera quincena de julio, el doble que el registrado en la misma quincena de 2010. Su variación anual fue de 3.52 por ciento, 0.52 puntos porcentuales por arriba del objetivo inflacionario y menor en apenas 0.08 puntos porcentuales al nivel observado en la misma quincena de 2010. El nivel de los precios lo explicó por el aumento en la cotización de las frutas y verduras (tomate verde, aguacate, cebolla, calabacita, etcétera) que contribuyó con un aumento de 0.13 puntos porcentuales de la variación del índice general. Dichos productos son parte de la inflación no subyacente, por lo que no necesariamente son indicativas de la trayectoria de mediano plazo de la inflación ni de la postura de la política monetaria.
A su vez, el índice de la canasta básica de consumo tuvo un incremento quincenal de 0.22 por ciento (4.17 por ciento anual), que contrasta con el aumento de 0.07 por ciento durante la misma quincena de 2010. Asimismo, la inflación de los alimentos tuvo un aumento quincenal de 0.91 por ciento y de 5.99 por ciento en su variación anual, muy por encima a la observada en 2010 (0.95) y a la del índice general.
Las rebanadas del pastel
Carlos Fernández-Vega
Doce millones adicionales de pobres en el país (27 por ciento más en sus cuatro años de estancia en la residencia oficial), y al inquilino de Los Pinos no se le ocurre mejor idea que declarar que “gracias a la responsabilidad con la cual los gobiernos humanistas han conducido a la nación, hoy México (…) no padece el empobrecimiento general de otras épocas… mi gobierno logró neutralizar los efectos de la debacle económica internacional”. A estas alturas, y de acuerdo con las cifras oficiales, sólo 2 de cada 10 mexicanos no reportan carencias sociales y obtienen un ingreso mayor a la línea mínima de bienestar. Dos de cada 10; de ese tamaño es la realidad, y también, la cara dura del declarante. Por cierto, en 2010 la Comisión Económica para América Latina y el Caribe estimó la pobreza en América Latina en nueve millones de personas a consecuencia de la crisis mundial. Ahora se sabe que de ellos, casi 80 por ciento son mexicanos.
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