Astillero
Quinquenio maldito
¿Último año?
Locura belicista
Empeorar con Poiré
Julio Hernández López
GREENPEACE DENUNCIA AMENAZAS. Patricia Arendar, directora
ejecutiva de Greenpeace México; Luis González Placencia, presidende de la CDHDF
(centro), denunciaron en conferencia de prensa amenazas contra la organización
ambientalista. Los acompañan Víctor Suárez, Manuel Fuentes y el sacerdote Miguel
ConchaFoto Yazmín Ortega Cortés
Pocos podrán decir que estaban mejor en México hace cinco años. Ni
siquiera los grandes beneficiarios económicos o políticos de este lapso pueden
disfrutar a plenitud sus réditos y concesiones, pues la larga mano de la
delincuencia desbordada los mantiene bajo acoso y la inestabilidad emocional de
sus cómplices, benefactores o aliados es causa de permanente zozobra. No se diga
la gran mayoría popular a la que, en pocas palabras, se le ha robado la paz,
hasta convertirla en sangrienta tragedia cotidiana, se le ha sumido en una
cuesta económica permanente y se le han cercenado derechos, libertades,
garantías y esperanza.
Felipe Calderón cumple cinco años de haberse hecho del poder y, salvo en sus
discursos, casi nada positivo ha prosperado o avanzado. Todo se ha reducido a
una larga marcha bélica que consume los recursos públicos sin supervisión ni
auditorías reales, y que ha dañado a los mexicanos con cargo a varias
generaciones, llenando la geografía nacional no solamente del rojo vital
derramado, sino de crueldad inhumana, de ánimos perdurables de venganza y de
descomposición institucional, sobre todo en los ámbitos de impartición y
procuración de justicia.
En el curso de este periodo maldito (es decir, perverso, de mala intención y
dañadas costumbres; de mala calidad, ruin, miserable, que son las dos acepciones
de la Real Academia Española aplicables al caso), el cinismo oficial se ha
multiplicado diariamente mediante el uso intensivo de propaganda que pretende
celebrar los grandes logros bélicos y policiacos
del gobierno del Presidente de la República(frase acomplejada, en la que una persona ha de destacar su sedicente cargo para no verse rebasada o diluida en el concepto general de
gobierno federalo
gobierno de la República) y el aparato federal de poder ha sido utilizado para ajustar cuentas con adversarios políticos y para allanar el paso a socios o aliados.
Además, como consecuencia de la reducida talla política de esos gobernantes,
necesitados siempre de la ayuda de los tiburones locales y extranjeros, Calderón
ha abierto las puertas peligrosamente a los intereses estadunidenses que,
aprovechando las torpezas nativas e incentivándolas mediante artes tradicionales
de provocación y desestabilización, mantienen un permanente amago de
intervención
necesariaen los asuntos del traspatio sumido en la ingobernabilidad y convertido en un peligro para la seguridad nacional del vecino, al que urgen nuevos escenarios de guerra, entre más cerca, mejor.
En condiciones normales, el primer día del último año de gobierno de los
monarcas sexenales mexicanos suele ser desastroso, pues se empieza a vivir la
soledad y la
ingratitud, y las reacciones de los poderosos en declive pueden acercarse a los linderos de la locura (un ejemplo claro se vivió con Luis Echeverría). En el caso de Calderón, la tendencia puede ser alarmante. No es que no quiera dejar el poder, pues ningún ocupante de Los Pinos desea irse. El problema de fondo es que el michoacano, su familia y sus allegados saben de los riesgos que correrán en cuanto dejen de contar con el enorme blindaje que hasta ahora han tenido para librar esa
guerra, que no ha significado pérdidas verdaderas para el narcotráfico, sino todo lo contrario, centradas las matanzas en las infanterías y encarcelados o exterminados algunos jefes de inmediato remplazados, más productivo y expansivo que nunca el gran negocio (una palmaria demostración de que el poder de la delincuencia organizada es mayor al suyo la tuvo en Michoacán, donde, según confesión de la hermana Luisa María, el narcotráfico habría decidido las elecciones estatales, señal contundente del fracaso de la
guerraque Felipe inició en esa misma entidad a la que sumió en múltiples turbulencias tratando de conseguirse un santuario familiar transexenal).
La tentación de no irse, haiga de ser como haiga de ser, está presente y cada
vez más fuerte. Todo lo que ayude a enturbiar el proceso electoral ya iniciado
habrá de ser explotado y agravado. Todo lo que sirva para mantener al felipismo
en el poder será utilizado, con la esperanza de que un propio gane (un Cordero
marioneta) o de que mediante fórmulas extrañas pueda impedirse que otros se
hagan de ese poder, así fuera detonando el propio proceso electoral.
Un apunte final: se ha incrementado el enrarecimiento político a partir de la
llegada a Gobernación de Alejandro Poiré, quien ya antes se había esforzado por
dar mejor armazón conceptual a la guerra irregular calderónica. De entrada, con
el sucesor de José Francisco Blake se desnudó discursivamente lo que hasta
entonces era inconfeso: el narcotráfico como peligro para las elecciones. Es
decir, la justificación teórica de eventuales alteraciones, parciales o
definitivas, del proceso comicial del año entrante. Luego, con el joven y muy
adelgazado titular de Bucareli se dio el banderazo de salida a la tesis falsa de
que la antedicha guerra se desató a petición popular, por un virtual clamor,
confundiendo con toda intención perversa los tiempos y las circunstancias, pues
cierto es que hoy existen peticiones y clamor para que las fuerzas armadas
combatan a los negociantes de drogas, pero como consecuencia de la inicial
acción bélica irreflexiva y sin estrategia que ha sumido a la nación en el caos
actual. Por último, ha coincidido su arribo a la antiaérea secretaría, aunque no
hay constancia de autoría intelectual de su parte en este tema, con la torpe
difusión de un arrebato de ira del comandante en jefe al saberse exhibido como
presunto criminal de guerra ante la Corte Penal Internacional. Con esas
credenciales nefastas ratificadas en tan poco tiempo, el secretario Poiré parece
destinado a jugar un papel relevante en el empeoramiento del país en el ¿último?
año de gobierno del licenciado Calderón.
Y, mientras Lujambio releva al yerno de Gordillo, Fernando González, que
dejaría el cargo en semanas para ser candidato de PRI, Verde y Panal a senador
por Sinaloa, ¡hasta mañana, con tarahumaras ya
bancarizados!
Twitter: @julioastillero
Facebook: Julio
Astillero
El despropósito de Lagarde
Ayer, en el contexto de su visita a nuestro país, la directora
gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), Christine Lagarde, alabó la
solidezy la
estabilidadde la economía mexicana ante la persistencia de la crisis mundial y sostuvo que
las políticas macroeconómicas y la fortaleza fiscal de la nación deben ser imitadas por otros mercados que se encuentran en problemas.
Estas declaraciones contrastan con la información, difundida el martes por la
Comisión Económica para América Latina (Cepal), y reseñada ayer en estas
páginas, que ubica a México y a Honduras como las únicas naciones en la región
con incrementos significativos en sus tasas de pobreza e indigencia: en el caso de nuestro país, el aumento de 2.1 por ciento en el número de pobres extremos entre 2009 y 2010 equivale a alrededor de 2 millones 359 mil personas, si se toma como referencia el número de habitantes reportados en el más reciente censo de población del Instituto Nacional de Geografía y Estadística.
En tal circunstancia, los señalamientos formulados ayer por la directora
gerente del FMI tal vez hayan sido exitosos como ejercicio de relaciones
públicas ante sus anfitriones, pero resultan inaceptables a la luz de los datos
mencionados. Lo menos que cabría esperar de una funcionaria internacional del
rango de Christine Lagarde es que los juicios que emita estén sustentados en el
conocimiento de indicadores económicos como los referidos; en cambio, la
formulación de un discurso como el comentado denota falta de escrúpulo e interés
en el manejo de la información sobre la realidad económica y social del país, y
tales rasgos son incompatibles con el cargo y la responsabilidad de la
declarante.
Es claro, por otra parte, que el auge del desempleo, la pobreza y el
deterioro generalizado de las condiciones de vida de la población no son
atribuibles por entero a la deficiente conducción económica del país realizada
por el gabinete calderonista. Esos flagelos son producto también de una
conjunción entre factores coyunturales y una crisis estructural que deriva de la
aplicación, desde hace más de dos décadas, de las directrices económicas
emanadas del llamado Consenso de Washington e impuestas en países como el
nuestro por el propio FMI: la
solidez económicay la
fortaleza fiscalalabadas ayer por Lagarde forman parte de los eufemismos empleados por el organismo que encabeza para referirse a los rasgos de un modelo económico que, puesto en situación de emergencia, no vacila en sacrificar a las mayorías para proteger los intereses financieros de los capitales trasnacionales.
Ante estas consideraciones, es inevitable preguntarse si las afirmaciones de
Lagarde constituyen un despropósito derivado de la ignorancia o de las ganas de
quedar bien, o bien si son indicativo de algo mucho más grave: que la
multiplicación de la pobreza –hasta ahora presentada como
efecto colateraldel neoliberalismo, que acaba siendo corregido por la
mano invisibledel mercado– es, en realidad, un objetivo de los gobiernos y organismos que, como el propio FMI, han impulsado la adopción de ese modelo en gran parte del planeta.
Amenazas y libertad de expresión
Octavio Rodríguez Araujo
Ahora que la suprema corte de justicia de la nación (así con
minúsculas) ha dictaminado que la libertad de expresión está por encima de las
afectaciones al honor y a la reputación de las personas y empresas periodísticas
(La Jornada), haré uso de mi libertad de expresión para decir que
Calderón me está amenazando en mi calidad de firmante de la denuncia presentada
ante la Corte Penal Internacional (CPI) en su contra y de algunos de sus
empleados (García Luna, Galván y Saynez) y El Chapo Guzmán, entre
otros. La denuncia no es contra el gobierno de la República, pues en estos casos
no tienen cabida en la CPI, sino contra personas con responsabilidad pública y
atribuciones de mando sobre policías, soldados y marinos que han asesinado,
desaparecido y atropellado a muchos mexicanos, violando sus derechos
constitucionales y también sus derechos como seres humanos.
Ningún presidente de la República, en 44 años de escribir en periódicos, me
había amenazado por lo que firmo. No sé cómo Calderon cumplirá su amenaza, pues
los delitos contra el honor fueron eliminados del Código Penal Federal. Ya no
son delitos los golpes y otras violencias físicas simples, injurias, difamación
y calumnias. Si el principal inquilino de Los Pinos recurre al Código Civil
Federal (artículo 1916), en el mejor de los casos podría acusarme, junto a otras
23 mil personas (y las que se agreguen), por daño moral, ya que podría
argumentar (con el apoyo de un sicólogo de reconocida solvencia) que con la
denuncia mencionada hemos menoscabado su integridad síquica (la física no ha
sido tocada). Sin embargo, deberá tomar en cuenta que el Código Civil dice que
se trata de un ilícito si tal posible afectación es ilegítima, pero no es el
caso pues hemos recurrido a una corte penal reconocida y avalada por el Estado
mexicano. Que con dicha denuncia hayamos afectado la integridad síquica de
Calderón, a juzgar por su reacción, no es nuestra culpa. Personalmente siempre
he pensado que quien se arriesga a jugar el papel de presidente de un país tiene
la piel dura y sabe que se expone a ser criticado.
¿En qué consiste la amenaza de Calderón? Las imputaciones en la denuncia son,
para él, infundadas e improcedentes, verdaderas calumnias y acusaciones
temerarias (es su opinión, y hasta podríamos decir que es respetable), pero
luego viene la amenaza:
por lo cual, el gobierno de la República explora todas las alternativas para proceder legalmente en contra de quienes las realizan en distintos foros nacionales e internacionales. Proceder legalmente contra los 23 mil firmantes. Esta es la amenaza.
Lo que hemos pedido es una investigación y todavía falta que la denuncia sea
aceptada por la CPI. Personalmente espero que sí sea procedente y que se hagan
las averiguaciones pertinentes. Alguien tiene que ser responsable por los
crímenes que la
guerrade Calderón ha provocado, por la tortura, por las violaciones al artículo 16 constitucional y otros relacionados con las garantías individuales. Muchos somos los que hemos opinado sobre estos temas, tanto en las páginas de este diario como en las de otros medios. El pueblo mexicano conoce mejor que nadie los excesos cometidos por las autoridades en contra de inocentes e incluso de presuntos culpables. Miles de inocentes han perdido la vida en operativos y acciones de policías, militares y marinos, y hay claros testimonios de ello, así como de violaciones a mujeres por parte de los mismos. Hemos visto también fotografías y videos de tratos inhumanos y de tortura a presuntos hampones, y hasta de asesinatos en lugar de los juicios legales que ordenan nuestras leyes. Una cosa es que sean delincuentes de la peor ralea y otra que se les trate como perros rabiosos acorralados. Todo mundo merece un juicio justo y, desde luego, la demostración de sus culpas.
La scjn (así con minúsculas) sentó precedente en el litigio de La Jornada
contra Letras Libres que, como bien señala el editorial de este
diario del martes pasado, abre la puerta para que cualquier actor social pueda
formular, sin temor a consecuencias legales, toda suerte de calumnias contra
terceros, así sean tan disparatadas e infundadas como el libelo publicado en la
revista dirigida por el ultraderechista y mentiroso Enrique Krauze (sobre el
calificativo
mentiroso, me baso en el libro de Manuel López Gallo, Las grandes mentiras de Krauze, Ediciones El Caballito, 1997). Aun así, los abajofirmantes de la denuncia ante la CPI no estamos formulando calumnias ni mucho menos difamando a nadie. Los hechos y los datos asentados en el expediente respectivo han sido ampliamente documentados.
Es mi opinión, señor Calderón, que su reacción a nuestra denuncia, encabezada
por el joven y brillante abogado Sandoval, ha sido desmedida y más propia de una
personalidad autoritaria que de un demócrata apegado a derecho. Modestamente le
sugiero que no lleve el asunto ante la scjn (así con minúsculas) porque ésta
está obligada a contestarle que por encima de las que usted llama
imputaciones falsas y calumniosasestá la libertad de expresión. Esta es la paradoja del litigio entre nuestro diario y la revista Letras Libres: La Jornada ganó perdiendo y usted y sus empleados García Luna, Galván, Saynez, etcétera, quedaron desprotegidos jurídicamente para actuar en nuestra contra. Nadie sabe para quién trabaja.
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