Alianza Social de Trabajadores de la Industria Mexicana

viernes, 15 de marzo de 2013

A 70 años de la victoria soviética en Stalingrado-Penultimátum- Los retos del Vaticano

A 70 años de la victoria soviética en Stalingrado
Gilberto López y Rivas
El 2 de febrero pasado se conmemoró el 70 aniversario de la victoria soviética en Stalingrado, considerada la batalla más cruenta en la historia de la humanidad, y el principio del fin del fascismo alemán, hasta la toma de Berlín por el Ejército Rojo en mayo de 1945. Como ya es natural en esta época neoliberal, no hubo mención alguna de esta efeméride trascendente en los grandes medios de comunicación controlados por el gran capital, cuya amnesia y tergiversación históricas han pretendido ignorar el papel decisivo de la Unión Soviética en la derrota de Alemania, y ocultar la responsabilidad de las grandes potencias capitalistas en el estallido y el desarrollo peculiar del conflicto armado.
 
La Segunda Guerra Mundial no sólo se origina por los afanes de los fascistas alemanes, italianos y japoneses de imponer un nuevo reparto del mundo; también los imperialistas ingleses, franceses y estadunidenses coadyuvaron a desencadenar la tragedia más terrible que registra la historia y que causó la muerte de más de 60 millones de personas, en su mayoría civiles. Los gobiernos de Gran Bretaña, Francia y Estados Unidos estimularon y permitieron el rearme de Alemania; solaparon el crecimiento vertiginoso de sus fuerzas armadas, e invocaron una pretendida neutralidad frente a las agresiones fascistas a Etiopía en 1935, a la República Española en 1936, a Austria y Checoslovaquia en 1938 y a Polonia en 1939.

Los mexicanos sentimos con especial dolor el crimen que los fascistas cometieron contra la República Española y recordamos el Comité de No Intervención que los gobiernos de Inglaterra, Francia y Estados Unidos crearon para encubrir su complicidad en el mismo. Aquí, Alemania y sus aliados pusieron a prueba sus nuevas armas y sus métodos de exterminio masivo. La experiencia española se constituyó en la advertencia de lo que sería el orden fascista en Europa, mientras el indoblegable espíritu de lucha de los pueblos de España y la fraterna solidaridad combativa de los internacionalistas provenientes de todos los rincones de la Tierra alertaron a los fascistas sobre lo que sería la resistencia contra su predominio militar, que finalmente fue contenido a las orillas del Volga en ese crudo invierno de 1943.

¿Qué pretendían los gobiernos de Estados Unidos, Francia e Inglaterra con esta velada complicidad con la Alemania nazi de la preguerra? Se buscaba dirigir la maquinaria bélica alemana hacia el este, hacia la Unión Soviética. Se intentaba realizar lo que no fue posible en los años que siguieron a la Revolución de Octubre de 1917, cuando las potencias imperialistas asediaron a la joven república de los soviets. Asimismo, el anticomunismo y antisovietismo estuvieron presentes a lo largo de toda la contienda armada y fueron el factor subyacente en la singular conducción de las operaciones militares por parte de los aliados occidentales de la coalición antihitleriana. El retraso en la apertura del segundo frente hasta el año de 1944, cuando ya el curso del conflicto se había decidido en el frente soviético, y la sistemática política de las acciones militares pequeñas, tenían por objeto lograr el desgate y la debacle de la URSS.
 
Es también significativa la traición nacional de la mayoría de los gobiernos capitalistas de Europa ante la ocupación fascista de sus países. El mariscal Philippe Petain, el colaboracionista jefe de gobierno que entrega Francia a los alemanes, representa cabalmente la política seguida por la mayoría de los gobiernos, que uno a uno fueron sometiéndose dócilmente a los nazis y desempeñando un importante papel en la represión genocida de sus propios pueblos. Por el contrario, durante el inicio y el desarrollo de la ocupación, sectores importantes de las clases trabajadoras conforman los grupos de maquis y resistentes de la lucha antifascista. La participación activa de los pueblos en la resistencia patriótica nacional y el peso descollante de la Unión Soviética en la contienda van cambiando la naturaleza misma de la guerra: de imperialista se trasforma en una guerra popular antifascista, justa y necesaria hasta la capitulación de las potencias del Eje.
 
Del estudio de las luchas antifascistas en Europa se desprende una verdad histórica también convenientemente olvidada: la presencia sobresaliente de los comunistas en los destacamentos de partisanos y en las células urbanas de la resistencia, efectuando diversas labores político-militares contra los ocupantes alemanes y manteniendo viva la identidad y dignidad nacionales frente a la dominación extranjera. Asimismo, muchos comunistas integraron ese otro ejército de combatientes anónimos que efectuaban inapreciables trabajos de inteligencia en las mismas filas del enemigo; esos cientos de hombres y mujeres que sin ser espías profesionales, les tocó luchar en este singular frente interno, y fueron en su mayoría brutalmente asesinados por la Gestapo. La excelente obra de Gilles Perrault, La Orquesta Roja, la red de información más importante y eficaz durante la Segunda Guerra Mundial, da cuenta de esta trágica épica de modestos y valerosos revolucionarios antifascistas.
 
La dictadura mediática televisiva y la industria cinematográfica estadunidense han propalado la especie de que los ejércitos conjuntos británico-estadunidenses fueron la fuerza militar que derrotó a Alemania. La acción bélica que se inicia con el desembarco aliado en Normandía aparece como el acontecimiento más importante de la Segunda Guerra Mundial, intentando con estas manipulaciones ignorar la contribución soviética, al precio de más de 20 millones de muertos. La verdad es que las fuerzas armadas de la URSS enfrentaron a lo largo de la conflagración al grueso del aparato castrense nazifascista, y después de las victorias de Moscú, Stalingrado, Kursk y Leningrado es posible afirmar que Alemania estaba estratégicamente vencida.
 
Pablo Neruda escribió: Honor a ti por lo que el aire trae/ lo que se ha de cantar y lo cantado/ honor para tus madres y tus hijos/ y tus nietos, Stalingrado.
 
Penultimátum
Caída del Fritanga
A Camilo Torres Martínez lo conocen mejor por su alias, Fritanga, es juzgado bajo el cargo de enviar desde Colombia cinco toneladas de cocaína al mercado estadunidense. Parte de ese cargamento fue decomisado en México y Centroamérica. Pero la defensa de Fritanga dice tener documentos del gobierno de Estados Unidos que prueban que esa droga pertenecía a otro narco, El arquitecto, por lo que su defendido no es más que un falso positivo del gobierno, aludiendo así a los inocentes que el ejército colombiano mataba y hacía pasar por guerrilleros para cobrar una compensación.
 
También su abogado pidió que lo liberen por violación al debido proceso, pues la investigación de las autoridades se ha prolongado dos años, cuando legalmente debe durar, máximo, seis meses. Quienes lo juzgan alegan que esa tardanza se explica porque Fritanga es pieza clave dentro de una extensa red de delincuentes, entre los que hay varios mexicanos.

Por ejemplo, en 2008 fue capturado luego de decomisarle un cargamento de cocaína en Alemania. Entonces trabajaba para grupos paramilitares. Salió libre porque no se le juzgó en el tiempo que marca la ley. Un año después lo volvieron a detener y de nuevo quedó en libertad. Desapareció de la escena. No por dejar el negocio de la droga, sino porque, oficialmente Camilo Torres Martínez fue declarado muerto. Así consta en un certificado de defunción expedido por las autoridades colombianas y refrendado ante notario público.
 
Cuando se pensaba que el delincuente había escapado para siempre de la justicia, lo vendió el amor: fue detenido en el momento en que festejaba en La Múcura, isla paradisiaca del Caribe colombiano, su matrimonio con una cotizada modelo con la que llevaba varios años de romance. La fastuosa fiesta, animada por once orquestas y dos conjuntos vallenatos, duraba ya una semana y, según la policía, costó un millón de dólares. Asistieron 150 invitados, pertenecientes lo mismo al mundo del espectáculo y la televisión que al de los negocios. Al final hubo otros invitados sorpresa: ocho buques de guerra que rodearon la isla y un avión-radar que vigiló toda la operación de captura.
 
Mientras sus más íntimos dicen no conocer a la hoy esposa del narco y a su familia (eran muy apreciados), el paraíso tropical donde se casó Fritanga está en la mira de las autoridades, pues en él fincaron sus exclusivas mansiones y construyeron dos hoteles de 10 estrellas reconocidos delincuentes. Uno de ellos, el sanguinario paramilitar Mancuso, hoy preso en Estados Unidos.
 
A Fritanga la suerte le volvió la espalda. Ayer la justicia colombiana avaló su extradición a Estados Unidos. Pero él desea que lo recuerden, no por narco, sino por su apasionada historia de amor. Ya dan los toques finales a una teleserie para recrearla.
 
Los retos del Vaticano
¿Alcanza con ser sencillo?
Martín Granovsky*
En su carta al nuevo pontífice máximo, la presidenta argentina Cristina Fernández de Kirchner lo saludó llamándolo Su Santidad y tratando a Jorge Bergoglio por su nombre de papa: Francisco. Al momento de los votos, dijo la presidenta que es nuestro deseo que tenga, al asumir la conducción y guía de la Iglesia, una fructífera tarea pastoral desempeñando tan grandes responsabilidades en pos de la justicia, la igualdad, la fraternidad y la paz de la humanidad.
 
Era razonable no chocar. Un momento de fiesta es un momento de fiesta, sobre todo cuando tiene un condimento de alegría popular, y cualquier fricción desde la Presidencia hubiera sido mal recibida. Un chisporroteo prematuro justo el día en que Bergoglio pasó de ser arzobispo de Buenos Aires a obispo de Roma. De ahora en adelante, ¿el gobierno mantendrá con el nuevo Papa una relación respetuosa y distante o lo hará y, a la vez, redoblará la apuesta? Después del matrimonio igualitario, ¿la presidenta se conformará con un lazo diplomático sin estridencias o avanzará? Para demostrar que la separación de la Iglesia y el Estado es un proyecto mayoritario en la Argentina, incluso entre los católicos, ¿buscará aprobar una ley de derecho al aborto libre, gratuito y seguro?

Mientras el tiempo se encarga de responder esas preguntas, a escala de la región Bergoglio logró ayer un milagro. El teólogo Leonardo Boff, condenado en 1985 por la antigua Inquisición, puso en su cuenta de Twitter varios mensajes tras la fumata blanca. Uno: el papa Francisco es una promesa. Primero el nombre. San Francisco recibió de Cristo el pedido de reconstruir la Iglesia. Francisco es hermano universal. Otro: el papa Francisco innovó: dio centralidad al pueblo de Dios. Este dio primero su bendición al Papa. Sólo después el Papa dio su bendición al pueblo. Sobrio, serio, simple. Otro más: dijo algo absolutamente importante para las iglesias: quiere presidir en la caridad. Sin espectacularización. Los demás papas presidían jurídicamente. El cuarto mensaje: Francisco es uno de los arquetipos más poderosos del cristianismo. Fue el primero después del único, Jesús. Fue laico y no padre. El quinto: escoger Francisco como nombre es elegir un programa: el amor a los pobres, a la naturaleza, a la sobriedad, a la ecología, porque los seres son hermanos. Boff, que colgó los hábitos en 1992, se define a sí mismo como católico, apostólico y franciscano y sostiene que romano es sólo una apelación local.

Como teólogo, Boff descubrió en los primeros actos de Francisco ciertos signos que interpretó en Twitter. Sus tuits, ¿representan una esperanza sobre el nuevo Papa o un señalamiento de quien lee promesas y anuncia que estará atento por si no se cumplen?

Pero incluso para quienes no pierden la esperanza ni siquiera ante niveles de degradación institucional como los que experimentó el Vaticano desde 1978, finanzas sucias y pedofilia mediante, una pregunta sigue siendo válida: ¿Sudamérica debe festejar como un triunfo la designación de un papa surgido de su territorio? Si Francisco, mientras escucha tangos y pregunta por San Lorenzo, decidiera poner en la curia vaticana algún orden distinto del que se impuso con el Banco Ambrosiano, el Banco Vaticano y los lazos con Propaganda Dos y sus organismos continuadores, e incluso si tuviera éxito en su cometido, ¿eso significaría un bien inmediato para Sudamérica?
 
Durante Juan Pablo II y Benedicto XVI fueron eclipsándose los obispos como los brasileños Aloisio Lorscheider, Paulo Evaristo Arns y Helder Cámara, el salvadoreño asesinado Óscar Romero, los también asesinados Enrique Angelelli y Carlos Ponce de León, o Jaime de Nevares, Miguel Hesayne y Jorge Novak. Más aún: ninguno parecido a ellos fue ungido cardenal entre 1978 y 2013. El Vaticano resguardó al ex arzobispo de Santa Fe Edgardo Storni, acusado de abuso sexual, con un celo que no tuvo con los religiosos perseguidos por la dictadura. En 1976 el provincial de los jesuitas, Jorge Mario Bergoglio, castigó a dos sacerdotes de la orden, Orlando Yorio y Francisco Jalics, que quedaron sin amparo en su trabajo pastoral en el Bajo Flores. Ambos estuvieron secuestrados cinco meses. En cambio no aparecieron más cuatro catequistas, entre ellas Mónica, la hija de Emilio Mignone, y dos de sus esposos secuestrados junto con Yorio y Jalics. Al declarar en la causa Esma, Bergoglio dijo que pidió por Yorio y Jalics a Jorge Videla y a Emilio Massera. El ex diputado Luis Zamora, abogado de la querella, dijo que Bergoglio había sido un testigo reticente.
 
Francisco se dedicará sin duda a la administración de la curia romana –la elección del secretario de Estado será una clave en este sentido–, pero parece difícil imaginar que Sudamérica no tendrá un lugar destacado en la agenda de Bergoglio. Puesta a opinar sobre la realidad, la quinta Conferencia de Obispos Latinoamericanos de Aparecida, en 2007, dijo por ejemplo que uno de los problemas es la ideología de género, según la que cada uno puede escoger su orientación sexual sin tomar en cuenta las diferencias dadas por la naturaleza humana, fenómeno que habría debilitado gravemente la familia y el matrimonio. Otro mal es la tendencia hacia la afirmación desesperada de derechos individuales y subjetivos en desmedro de los derechos sociales y solidarios. Frase dicha, esta última, no cuando gobernaban Fernando Henrique Cardoso y Carlos Menem sino Luiz Inacio Lula da Silva y Néstor Kirchner.
 
En 1978 inauguró su pontificado el primer papa no italiano desde 1523, el polaco Karol Wojtila. La influencia sobre el Este europeo, todavía bajo la tutela soviética, fue uno de los ejes de su reinado.
 
El próximo martes comenzará su periodo el primer papa no europeo de la historia, el argentino Jorge Bergoglio. ¿Es lógico pensar que no intervendrá políticamente en Sudamérica como lo hizo en la Argentina como uno de los protagonistas del forcejeo con Kirchner?
 
Bergoglio es, él mismo, un tipo austero. El hijo de un ferroviario que llegó a técnico químico. Pero si disputa poder puede rodearse de quien cree útil. En 2010 fue el presentador de un Contrato Social para el Desarrollo. Lo elaboró Roberto Dromi, el abogado que diseñó junto con Rodolfo Barra, del Opus Dei, las privatizaciones de Carlos Menem. Proponía, entre otras medidas, la eliminación de las retenciones y la autarquía del Banco Central.
 
En 1978 los análisis sobre el nuevo papa destacaban su sencillez, su austeridad, su pertenencia a la clase media baja y sus antecedentes como actor de teatro aficionado y como obrero. Ese papa fue quien designó a los cardenales conservadores, corrigió el camino emprendido en el Concilio Vaticano II, condenó a los teólogos de América Latina y cobijó las maniobras financieras que recién ahora se corroboran en los documentos de los Vatileaks.
*Publicado en Página12, de Argentina

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