Al Capone y El Chapo
Joaquín El Chapo Guzmán, líder del cártel de Sinaloa.
Foto: Benjamin Flores
Foto: Benjamin Flores
MÉXICO, D.F. (apro).- En su ensayo titulado “La balada de Al Capone”, Hans Magnus Enzesberger dice que Alfonso Gabriel Capone debió haber recibido en su época algo parecido al premio Nobel de Economía, porque hizo lo que a ningún otro mafioso se le ocurrió entonces: organizar a las distintas bandas que se dedicaban al comercio y venta de alcohol y tabaco en los años de la prohibición en Estados Unidos.
Al Capone –quien creció en Nueva York– levantó en Chicago su imperio, al que se conoció como “Sindicato del Crimen”, a través del cual impuso su ley con el uso de la violencia y la corrupción, y sometiendo a las bandas adversarias a su voluntad.
El mundo del crimen vivía un completo desorden, y en sus barrios, zonas y ciudades, cada quien ponía sus propias leyes de comercio, hasta que Capone y otros mafiosos organizaron la venta de alcohol, principalmente. De esa manera, según algunas versiones, Alfonso Gabriel Capone llegó a tener una fortuna de 100 millones de dólares antes de ser aprehendido, en 1931, por evasión de impuestos.
En su ensayo, Enzesberger pone en claro la relación intrínsicamente natural entre el sistema capitalista y la mafia, y cómo esta última aplica las leyes del mercado, gracias a las cuales esa mafia se reproduce y extiende por todo el mundo como parte misma del modelo económico, con la participación de empresarios, inversionistas financieros, banqueros, gobiernos, líderes sindicales, iglesia… en fin, todos los poderes fácticos.
Hace unos días, la policía de Chicago comparó al narco mexicano Joaquín Loera Guzmán, El Chapo, con el mafioso de origen italiano, e incluso aseguró que éste es más peligroso.
Con sus históricas diferencias, El Chapo ha llegado a tener tanto poder como lo tuvo Al Capone en su época, siguiendo reglas parecidas para controlar el mercado de las drogas sobre otras bandas criminales que le pelean al sinaloense plazas en todo el país, entre ellas Los Zetas, La Familia Michoacana y el Cártel del Golfo.
Con escasos estudios de primaria, igual que Al Capone, Joaquín Loera ha sabido entender las nuevas leyes del mercado. Si hace un siglo el estadunidense se hizo experto en el incipiente capitalismo con la producción y venta de alcohol en las ciudades más populosas de Estados Unidos, el mexicano es especialista en el conocimiento de las reglas del neoliberalismo, manejando a su antojo las rutas internacionales para el trasiego de la droga, sin importar las fronteras de todo el mundo.
La policía de Chicago tiene razón en decir que El Chapo es más peligroso que Scarface (Cara Cortada), porque el sinaloense tiene un imperio mundial con suficiente poder para asesinar a cientos de personas, si así lo quiere, o comprar autoridades en los países donde se produce la droga y en aquellos por donde pasa para llegar a los grandes mercados de consumo como Estados Unidos y Europa.
Al Capone levantó su imperio sólo en algunas ciudades de su país, mientras que Joaquín Guzmán se ha convertido en una pieza importante dentro del gran mercado millonario globalizado de la droga. El Chapo se encarga de controlar parte importante de la producción de cocaína y metanfetaminas en Sudamérica, que traslada hasta México u otras naciones y luego las lanza al mercado de consumo de cada país.
Seguramente cuenta con asesores financieros para meter al mercado de valores y bancario los millones de dólares que gana anualmente y, de esa manera, limpiarlos e inyectarlos a la economía de cada nación.
El nombre de El Chapo Guzmán es temido y reconocido hasta en las publicaciones más renombradas de los países desarrollados, entre ellas Forbes, que en su última edición lo dejó fuera de su lista, debido a que es difícil cuantificar su fortuna. En sus dos ediciones anteriores, la revista colocó al capo entre los hombres más ricos del mundo, con una fortuna estimada en 100 millones de dólares.
Al Capone, en su momento, y El Chapo Guzmán ahora, son figuras a las que aspiran parecerse muchos jóvenes que viven en la pobreza, marginación y violencia. No obstante, su existencia y fama solamente se explica en esta lógica económica salvaje, en estas leyes de la prohibición donde lo más importante es hacer dinero sin importar los métodos que haya que aplicar para ello.
En esos dos personajes se ve con claridad la relación histórica entre mafia y capitalismo, en la que el crimen organizado (antes la camorra) deja de ser, en momentos de crisis, una banda de asesinos y se convierte en una sociedad de eficaces y sangrientos empresarios.
Pero así como hace un siglo, al suprimir las leyes de la prohibición del alcohol, la mafia cedió su poder de corrupción y violencia, lo mismo podría pasar ahora con las bandas criminales que existen en todo el mundo si se regula la venta y consumo de drogas, principalmente en los mercados de mayor uso, como Estados Unidos.
Tarde o temprano ese será el camino y no la estrategia del gobierno mexicano, basada en la fuerza militar y policiaca.
Twitter: @GilOlmos
Nadie por encima de la ley
Nadie por encima de la ley
Evalúan en la Ibero los 100 días de EPN: es “el mismo PRI, en un México diferente”
Enrique Peña Nieto, titular del Ejecutivo.
Foto: Germán Canseco
Foto: Germán Canseco
MÉXICO, D.F. (apro).- El Pacto por México, la Cruzada Nacional contra el Hambre y la captura de Elba Esther Gordillo ilustran los modos y estilos que tendrá el gobierno de Enrique Peña Nieto: “El mismo PRI, en un México diferente”.
Esta es la conclusión del análisis realizado por Helena Varela Guinot, directora del Departamento de Ciencias Sociales y Políticas de la Universidad Iberoamericana, a propósito de los primeros 100 días del mexiquense al frente del gobierno.
Esos tres momentos, afirma la académica, constituirán el sello de identidad del nuevo gobierno en su relación con su propio partido –el PRI–, las otras fuerzas políticas y la ciudadanía.
A través del Pacto por México, señala Varela Guinot, el gobierno rescató la capacidad de operación política de los priistas.
Y afirma que, con excepción de Andrés Manuel López Obrador, desde que ganaron la presidencia los priistas se movieron, negociaron con distintos actores y lograron sentar en la misma mesa a los principales actores políticos (PAN y PRD) para que firmaran una serie de acuerdos que pretenden constituir la agenda política de los próximos seis años.
La aprobación de la reforma educativa, apunta, fue el primer resultado concreto de esos acuerdos, “y nadie duda que no será la única que se logre durante los próximos meses”, mucho menos después de la 21 Asamblea Nacional del PRI, donde se eliminaron las trabas que impedían las reformas fiscal o energética.
Con esta reforma los priistas exhibieron su habilidad para negociar con las otras fuerzas políticas, pero con la Cruzada Nacional contra el Hambre el gobierno retomó prácticas de antaño para ganar popularidad entre los sectores más desfavorecidos de la sociedad, puntualiza la académica de la Ibero.
Además, añade, le imprimió un sentido teológico con el término “cruzada”.
“Peña Nieto emprende una lucha sin tregua ni cuartel contra el hambre, cargándola de un significado especial, como si se tratara de una lucha del bien contra el mal, tal y como eran vistas las cruzadas en la Edad Media desde la perspectiva de occidente”.
En las cruzadas medievales, detrás del mensaje maniqueo proveniente del mundo cristiano había una serie de intereses más profanos ligados a cuestiones comerciales, y en este caso, sostiene, la Cruzada Nacional contra el Hambre ha despertado críticas en torno de la forma en que este programa puede ser utilizado con fines electorales.
En ese sentido, “el recuerdo de Carlos Salinas de Gortari y su programa Solidaridad es inevitable”.
De acuerdo con Varela, el programa es cuestionado porque no ha quedado claro cómo se pretende atacar el problema de manera estructural, y porque el dinero se está destinando “no necesariamente a las localidades más necesitadas, sino, ¡qué casualidad!, a las que van a tener elecciones en un futuro próximo”.
Según la académica de la Ibero, con ello queda demostrado que a pesar de los intentos por frenar el uso de recursos públicos con fines electorales, el Revolucionario Institucional ha recuperado la vieja práctica de ganar popularidad y obtener apoyos que podrían traducirse en votos en próximas elecciones.
Varela Guinot considera que la aprehensión de la exlideresa vitalicia del SNTE, acusada de delincuencia organizada, va en el mismo sentido.
Además, señala, la acusación se hizo al estilo del PRI de antaño. “Nuevamente el recuerdo de La Quina fue inevitable”, subraya.
Con ese golpe, además, el gobierno mató dos pájaros de un tiro: gana credibilidad ante la sociedad al detener a una de las figuras más denostadas y criticadas de México, y se quita de en medio a una adversaria que hubiera podido entorpecer el proceso de instrumentación de la reforma educativa, apunta.
Y suelta: “Aprovechando el viaje, se erige en paladín de la justicia”.
Con esas acciones, durante los primeros 100 días de su gobierno Peña Nieto ha querido mandar el mensaje de que se trata de una nueva etapa, radicalmente distinta a la de los dos sexenios panistas, y que su gobierno no se va a quedar con los brazos cruzados.
Y “hábilmente” ha eludido referirse al tema de la violencia, al tiempo que da una serie de “golpes de efecto” con los que trata de resaltar la eficacia de su gestión, menciona.
Sin embargo, para la directora del Departamento de Ciencias Sociales y Políticas de la Ibero, dichas acciones y el uso de términos como “cruzada” no dejan de generar suspicacias, porque la visión maniquea de lucha del bien contra el mal permite justificar ciertas irregularidades, como el uso de los recursos con fines electorales o la aplicación del Estado de derecho de manera discrecional.
En su opinión, este tipo de gestiones ponen de manifiesto “el déficit democrático que todavía padecemos en nuestro país”.
Prueba de ello, añade, fue haber puesto a Peña Nieto al frente de la Comisión Política Permanente del PRI durante la Asamblea Nacional en la que se conmemoró el 84 aniversario del partido.
“La diferencia con los viejos tiempos del pasado, en donde el PRI y sus gobernantes ejercían el poder sin ningún tipo de control, es que hoy vivimos condiciones diferentes, con un mayor equilibrio entre poderes, una mayor competencia y, sobre todo, una sociedad más alerta que puede ser la clave para que el regreso del PRI a Los Pinos no signifique el regreso al autoritarismo”, concluye la académica.
Esta es la conclusión del análisis realizado por Helena Varela Guinot, directora del Departamento de Ciencias Sociales y Políticas de la Universidad Iberoamericana, a propósito de los primeros 100 días del mexiquense al frente del gobierno.
Esos tres momentos, afirma la académica, constituirán el sello de identidad del nuevo gobierno en su relación con su propio partido –el PRI–, las otras fuerzas políticas y la ciudadanía.
A través del Pacto por México, señala Varela Guinot, el gobierno rescató la capacidad de operación política de los priistas.
Y afirma que, con excepción de Andrés Manuel López Obrador, desde que ganaron la presidencia los priistas se movieron, negociaron con distintos actores y lograron sentar en la misma mesa a los principales actores políticos (PAN y PRD) para que firmaran una serie de acuerdos que pretenden constituir la agenda política de los próximos seis años.
La aprobación de la reforma educativa, apunta, fue el primer resultado concreto de esos acuerdos, “y nadie duda que no será la única que se logre durante los próximos meses”, mucho menos después de la 21 Asamblea Nacional del PRI, donde se eliminaron las trabas que impedían las reformas fiscal o energética.
Con esta reforma los priistas exhibieron su habilidad para negociar con las otras fuerzas políticas, pero con la Cruzada Nacional contra el Hambre el gobierno retomó prácticas de antaño para ganar popularidad entre los sectores más desfavorecidos de la sociedad, puntualiza la académica de la Ibero.
Además, añade, le imprimió un sentido teológico con el término “cruzada”.
“Peña Nieto emprende una lucha sin tregua ni cuartel contra el hambre, cargándola de un significado especial, como si se tratara de una lucha del bien contra el mal, tal y como eran vistas las cruzadas en la Edad Media desde la perspectiva de occidente”.
En las cruzadas medievales, detrás del mensaje maniqueo proveniente del mundo cristiano había una serie de intereses más profanos ligados a cuestiones comerciales, y en este caso, sostiene, la Cruzada Nacional contra el Hambre ha despertado críticas en torno de la forma en que este programa puede ser utilizado con fines electorales.
En ese sentido, “el recuerdo de Carlos Salinas de Gortari y su programa Solidaridad es inevitable”.
De acuerdo con Varela, el programa es cuestionado porque no ha quedado claro cómo se pretende atacar el problema de manera estructural, y porque el dinero se está destinando “no necesariamente a las localidades más necesitadas, sino, ¡qué casualidad!, a las que van a tener elecciones en un futuro próximo”.
Según la académica de la Ibero, con ello queda demostrado que a pesar de los intentos por frenar el uso de recursos públicos con fines electorales, el Revolucionario Institucional ha recuperado la vieja práctica de ganar popularidad y obtener apoyos que podrían traducirse en votos en próximas elecciones.
Varela Guinot considera que la aprehensión de la exlideresa vitalicia del SNTE, acusada de delincuencia organizada, va en el mismo sentido.
Además, señala, la acusación se hizo al estilo del PRI de antaño. “Nuevamente el recuerdo de La Quina fue inevitable”, subraya.
Con ese golpe, además, el gobierno mató dos pájaros de un tiro: gana credibilidad ante la sociedad al detener a una de las figuras más denostadas y criticadas de México, y se quita de en medio a una adversaria que hubiera podido entorpecer el proceso de instrumentación de la reforma educativa, apunta.
Y suelta: “Aprovechando el viaje, se erige en paladín de la justicia”.
Con esas acciones, durante los primeros 100 días de su gobierno Peña Nieto ha querido mandar el mensaje de que se trata de una nueva etapa, radicalmente distinta a la de los dos sexenios panistas, y que su gobierno no se va a quedar con los brazos cruzados.
Y “hábilmente” ha eludido referirse al tema de la violencia, al tiempo que da una serie de “golpes de efecto” con los que trata de resaltar la eficacia de su gestión, menciona.
Sin embargo, para la directora del Departamento de Ciencias Sociales y Políticas de la Ibero, dichas acciones y el uso de términos como “cruzada” no dejan de generar suspicacias, porque la visión maniquea de lucha del bien contra el mal permite justificar ciertas irregularidades, como el uso de los recursos con fines electorales o la aplicación del Estado de derecho de manera discrecional.
En su opinión, este tipo de gestiones ponen de manifiesto “el déficit democrático que todavía padecemos en nuestro país”.
Prueba de ello, añade, fue haber puesto a Peña Nieto al frente de la Comisión Política Permanente del PRI durante la Asamblea Nacional en la que se conmemoró el 84 aniversario del partido.
“La diferencia con los viejos tiempos del pasado, en donde el PRI y sus gobernantes ejercían el poder sin ningún tipo de control, es que hoy vivimos condiciones diferentes, con un mayor equilibrio entre poderes, una mayor competencia y, sobre todo, una sociedad más alerta que puede ser la clave para que el regreso del PRI a Los Pinos no signifique el regreso al autoritarismo”, concluye la académica.
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