Alianza Social de Trabajadores de la Industria Mexicana

martes, 19 de marzo de 2013

Astillero- A 10 años de la canallada- 18 de marzo de 2013

Astillero
Pálido arranque
AMLO, en Tabasco
CC y lo patriótico
Pugnas panistas
Julio Hernández López
Foto
HACIA ROMA. Conferencia de Enrique Peña Nieto durante el vuelo al Vaticano, donde participará en las ceremonias del inicio del pontificado de Francisco
Foto Presidencia
 
El peñismo ha tenido éxito en la desactivación de la protesta social. Se benefició tempranamente del súbito y aún inexplicado retiro del lopezobradorismo del ring poselectoral, lo que permitió la rápida instalación victoriosa del PRI y su candidato presidencial y el desarrollo en ciertos segmentos opositores de una mezcla de decepción, reproche hacia las masas (ellas tendrían la culpa de todo, al haber vendido su voto) e inmovilidad práctica.
 
Luego, los ánimos contestatarios de izquierda fueron más bien invitados a manifestarse en el proceso de construcción de un partido político que ahora por sí mismo daría continuidad victimada al historial de inequidad y fraudes electorales, y la experta maquinaria marrullera del viejo-nuevo PRI tomó posesión de cuanto pudo, sentando a los controvertidos dirigentes de los dos membretes de oposición, PAN y PRD, a una mesa maquiavélicamente pensada para pactar el reparto de rebanadas del nuevo pastel y para dar paso a peculiares reformas legislativas que de pronto aparecieron investidas de un barniz de legitimidad formal que fue convertido en óleos santificados por la propaganda del régimen, que así logró construirse una escenografía de presunta unidad nacional y de virtual abdicación de los opositores formales que ha fortalecido la percepción masiva de que, al menos en estos tramos inmediatos, el control político lo tienen el PRI y su gobierno y que los planteamientos opositores son confusos, divididos y, en una parte, comprados por el propio gobierno en turno.
 
En ese contexto es explicable que ayer la concentración de protesta de Morena en el capitalino Hemiciclo a Juárez resultara poco concurrida. Unos pocos miles de personas dieron cuerpo a un acto que no contó con la presencia de Andrés Manuel López Obrador, pues el máximo líder prefirió quedarse en Tabasco a encabezar un acto similar. Martí Batres cumplió decorosamente con su papel de presidente del proyecto de partido, presentando propuestas en materia de energéticos y dando seguimiento al discurso de dura oposición a las reformas impulsadas por Peña Nieto. Habrá de verse si la ausencia de quien fue dos veces candidato presidencial estuvo movida por razonables cálculos numéricos (el uno de diciembre del año pasado la violencia desatada relegó el análisis de lo sucedido en el Ángel de la Independencia, donde también se había registrado una reducida concurrencia a un acto encabezado por AMLO) o es el inicio de una transición de poder o de una menor presencia del tabasqueño en los actos públicos importantes de Morena.
 
Por lo pronto, el PRD y su estrella nuevamente vuelta a alinear, Cuauhtémoc Cárdenas, lograron mejores resultados en términos masivos y mediáticos. Con el respaldo movilizador de autoridades delegacionales y de legisladores de diverso nivel, el chucho-bejaranismo provisionalmente unido tuvo una reunión dominical en el Monumento a la Revolución y ayer ese mismo espacio fue ocupado por el hijo del general Lázaro Cárdenas, quien volvió a hacer señalamientos proclives al cambio en materia petrolera, pero no en los términos propuestos por el peñismo, sino patrióticos.
 
En el Monumento a la Revolución hubo personas que increparon a Jesús Zambrano por el papel que ha jugado en este tramo de la restauración peñista. A Gustavo Madero, el panista que también será recordado como firmante del Pacto por México, no le ha tocado una confrontación tan directa, pero es probable que la hubiera preferido en lugar de la zarandeada que a sus propuestas y a su sabidamente precario liderazgo le dio la mayoría de los delegados a una asamblea nacional panista en la que de pronto ese partido fue despojado de su tradición de aristocracia decisoria, pues las facultades para elegir dirigentes nacional, estatales y municipales fueron arrebatadas a los consejos de notables para ser transferidas llanamente al grueso de los militantes en cada nivel. El PRI se aferra a la monarquía al incluir al propio Peña Nieto como jefe expreso del órgano partidista encargado de las postulaciones de candidatos (la institucionalización confesa del dedazo) y el PRD y Morena jalan cada cual por su lado, sin liderazgo único de izquierda ni procesos democráticos, mientras el PAN apuesta tentativamente a la libertad extrema, sin temor al riesgo de abrir el camino a que el peso del dinero y la injerencia de factores oscuros puedan irse apropiando de los cargos directivos de blanco y azul.
 
La presunta apertura democratizadora puede quedar en mero suspiro, pues la asamblea en la que el chihuahuense Javier Corral motivó a los delegados a dar ese paso adelante fue concluida de manera irregular, en una maniobra que los calderonistas adjudicaron al propio Madero y sus aliados, quienes habrían hecho que sus delegados afines se abstuvieran de participar en el tramo final de la reunión, ante lo cual se declaró inexistente el quórum y se generaron anomalías procesales que en su momento podrán ser explotadas ante el tribunal electoral federal para tratar de invalidar los acuerdos.
 
Por lo pronto, Josefina Vázquez Mota ha reinstalado su sonrisa tatuada en el catálogo panista de las presuntas buenas intenciones. Considera que puede ser un factor de unidad, desecha la posibilidad de ser embajadora de EPN en alguna capital europea y se apunta para ser candidata a la presidencia, ya no del país sino de lo que queda del PAN. Se mencionan también los nombres de Margarita Zavala, Ernesto Cordero y, desde luego, el propio Madero, que aspira a un periodo más, aunque el becario Calderón hace cuanto puede para impedirlo.
 
Y, mientras Enrique Peña Nieto pasa en el Vaticano el día de asueto dedicado a Benito Juárez, reunido con los cardenales mexicanos y en espera del ceremonial correspondiente al nuevo papado, ¡hasta mañana, con César Camacho anunciando la plena disposición del viejo-nuevo PRI a reinstalar el famoso carro completo electoral en julio venidero!
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A 10 años de la canallada

Pedro Miguel
En las postrimerías del sexenio de Vicente Fox la embajada de Estados Unidos en México concluía que el mayor y único logro del guanajuatense había sido ganar la elección de 2000 y criticaba la indecisión del gobierno mexicano a la hora de respaldar a Estados Unidos a raíz de los ataques del 11 de septiembre de 2001. La apreciación, contenida en uno de los cables del Departamento de Estado que Wikileaks entregó a La Jornada (http://goo.gl/2ImZG), era a todas luces injusta porque Fox sí expresó toda la solidaridad que pudo tras los atentados de esa fecha. Lo que no hizo fue apoyar a Washington en la guerra contra Irak, desencadenada dos años y medio más tarde, y eso le valió la animadversión de la Casa Blanca. Pensándolo bien, pues, Fox tuvo al menos dos logros: ganar la elección de 2000 y resistir las presiones que recibió de muchas partes para uncir a México a aquella aventura bélica neocolonial, desastrosa y canalla. Las presiones, hay que recordarlo, iban desde llamadas de George Walker Bush hasta intentos de extorsión a domicilio emprendidos por José María Aznar, pasando por las maquinaciones de Jorge G. Castañeda, el primer canciller de la administración foxista, quien se empeñaba en incluir a México, a como diera lugar, en la violenta cruzada de Bush.
 
El 17 de marzo de 2003 la mayoría del Consejo de Seguridad de la ONU –includio México– negó al gobierno de Estados Unidos la autorización que pretendía imponer para iniciar una guerra contra Irak con el pretexto de que ese país árabe poseía armas de destrucción masiva. Bush puso su mejor cara de loco y lanzó un ultimátum: si Sadam Hussein no dejaba el poder en un plazo de 48 horas, Estados Unidos emprendería una guerra total. No iba solo en el empeño: lo acompañaron los patiños Tony Blair y José María Aznar, por entonces jefes de gobierno de Inglaterra y España. Sigo agradeciendo a Fox, a pesar de su frivolidad, su desaseo, su nula cultura, su ineptitud y su imperdonable protagonismo en el fraude electoral de 2006, que tres años antes tuviera un momento de lucidez, interpretara correctamente el sentir de la nación –ciertamente contrario al envío de tropas a un país remoto que nunca nos causó ningún daño– y no se plegara a las exigencias de la Casa Blanca y a sus agentes abiertos o encubiertos. Otro que se resistió honorablemente a las presiones de sus aliados fue el entonces presidente de Francia, Jacques Chirac, cuyo representante ante el Consejo de Seguridad amenazó incluso con emplear su poder de veto si la ONU daba cobertura legal a la barbarie porque, dijo con razón, Irak no representa actualmente una amenaza inmediata tal que justifique una guerra.
 
La guerra se llevó a cabo de todos modos. El 18 de marzo cayeron sobre Bagdad los primeros misiles estadunidenses que buscaban objetivos selectos (es decir, a Saddam) y el 20 empezó el bombardeo masivo de conmoción y pavor que fue calificado por el entonces secretario de Defensa Donald Rumsfeld de humanitario. Coloca una bomba de cuando en cuando y te llamarán terrorista. Pero si en un lapso de pocas horas haces caer tres mil de ellas sobre una urbe aterrada e inerme, serás vitoreado como estadista. Salvo que seas tan tonto como para perder la guerra a pesar de tu arsenal: en ese caso te juzgarán como criminal de lesa humanidad.
 
Las tropas estadunidenses depusieron a Sadam, destruyeron el país, mataron a cientos de miles de civiles, capturaron y dieron muerte a la plana mayor del viejo régimen de Bagdad y cometieron tropelías incuantificables contra una población inerme, pero Estados Unidos perdió la guerra porque sufrió miles de bajas en ella, su gobierno quedó evidenciado como mentiroso y corrupto, la sociedad vio retroceder las libertades civiles y las finanzas nacionales sufrieron un boquete por el cual se escaparon de manera perdurable las esperanzas de prosperidad y bienestar. Inglaterra y España también perdieron en el conflicto porque a los pocos años lo tenían instalado en sus capitales en forma de atentados masivos y mortíferos. La guerra la ganaron las facciones fundamentalistas que vieron expandir su influencia en la vieja Mesopotamia –hasta la fecha están instaladas en ella– y, sobre todo, Bush y sus socios (Dick Cheney, Donald Rumsfeld y demás), quienes hicieron negocios fabulosos con la destrucción, primero, y la reconstrucción, después, del país invadido. Y hasta la fecha, a diez años del inicio de aquella canallada, ninguno de ellos ha sido llamado a comparecer ante un tribunal por sus crímenes de guerra.
Twitter: @Navegaciones
18 de marzo de 2013

Javier Flores
El 18 de marzo de 1938 el general Lázaro Cárdenas del Río aplicó la Ley de Expropiación (1936) a las compañías extranjeras que explotaban uno de nuestros más preciados recursos naturales. Esta medida permitiría el nacimiento de una industria nacional en la que durante varias décadas se ha sustentado el desarrollo de nuestro país. Hoy, en el aniversario de este acontecimiento, se prepara una nueva reforma en el sector energético (esta vez de carácter constitucional) que nuevamente pone en tensión a todos los mexicanos, pues mientras para algunos representa la oportunidad de modernizar a Petróleos Mexicanos (Pemex) y hacerla más eficiente, para otros significa la privatización de los recursos energéticos que habían sido rescatados por el gobierno cardenista.
 
Entre los distintos preparativos para llegar a la reforma, se encuentra la Estrategia Nacional de Energía 2013-2027, documento que fue aprobado hace pocos días por el Senado de la República y ha sido enviado para su discusión y eventual aprobación a la Cámara de Diputados. Se trata de un planteamiento importante, ya que incluye un diagnóstico detallado de la situación actual del sector energético y plantea las estrategias y líneas de acción que deberán seguirse en los próximos 15 años.

Tuve la oportunidad de leerlo y en mi opinión se trata de un documento que se caracteriza por su ambigüedad, pues se colocan en un mismo plano aspectos muy positivos para el desarrollo del país con otros que efectivamente apuntan a la privatización. Así, se propone hacer más eficiente el consumo de energía, democratizar sus beneficios apoyando a la población menos favorecida, avanzar hacia la transición energética mediante desarrollo de fuentes renovables de energía, la protección del medio ambiente, el combate a los efectos del cambio climático y expresa, en suma, una preocupación por el bienestar de los mexicanos.

Pero al mismo tiempo, en casi todos sus apartados prevé medidas para incentivar a las empresas y promover la participación del sector privado y la entrada de operadores independientes en prácticamente todas las áreas, como en los proyectos de ahorro de energía y aprovechamiento de energías renovables; el incremento de la cobertura y diversificación de la oferta de energéticos; la ampliación de la infraestructura en el sector; el suministro de energía; la creación de infraestructura para el transporte de gas, entre muchas otras.

La ambigüedad a la que me refiero hace posible que, de ser aprobado tal como está, el documento sirva de antecedente y punto de apoyo para la reforma constitucional en puerta, con lo que tendremos una reforma ambigua que dé lugar a cualquier cosa, o bien una que se apoye preferentemente en alguno de los dos aspectos señalados, es decir, modernizar y hacer más eficiente al sector energético conservando la propiedad de la nación sobre este recurso; o bien, hacerlo a partir de la apertura al sector privado en todos los frentes. A pesar de su aspecto plano y aséptico, me parece que el documento no deja lugar a dudas sobre la construcción de una plataforma que pueda servir de respaldo a la segunda opción, lo que permite anticipar también que en torno a la reforma se avecinan importantes conflictos de carácter social.
 
Hay un aspecto de especial importancia que debe ser considerado en los debates que se avecinan, y que el documento aborda apenas de forma tangencial: el papel de la ciencia, la tecnología y la innovación en la modernización del sector energético. No hay, en mi opinión, un solo aspecto que no requiera de la participación de la ciencia y la tecnología, y tampoco hay en la propuesta algo que apunte claramente hacia la búsqueda de soluciones basadas en conocimientos propios, salvo menciones vagas a la necesidad de aumentar la formación de recursos humanos en estas áreas y a la participación marginal de institutos de investigación del sector estatal y universidades.
 
Los institutos de investigación del sector energético han sido sometidos por décadas a la penuria económica. En el presupuesto de egresos de 2013, representan sólo 9.5 por ciento del total del gasto nacional en ciencia, tecnología e innovación. El Instituto Mexicano del Petróleo (al que incluso se quería desaparecer el sexenio pasado) tiene un presupuesto de apenas 5 mil millones de pesos, que es a todas luces insuficiente para hacer frente a las necesidades que plantea el documento citado.
 
Eso significa que los cambios que se proponen estarán basados necesariamente en la adquisición de tecnología extranjera mediante acuerdos de cooperación o cogeneración con características que desconocemos. Sería lamentable que la transformación del sector energético no esté acompañada del desarrollo de la ciencia, la tecnología y la innovación en nuestro país que permita acompañar la transformación de este sector.
 
Así, la reforma energética parece dirigirse no sólo a la privatización, sino a algo que en el siglo XXI puede ser todavía más grave: la dependencia científica y tecnológica permanente de nuestro país frente al extranjero.
FUENTE: LA JORNADA

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