Alianza Social de Trabajadores de la Industria Mexicana

sábado, 16 de marzo de 2013

Millones incautados a Javier Villarreal en EU no pertenecen a Coahuila, afirma secretario de Finanzas- El Papa Francisco asegura que no conoció los crímenes de la dictadura argentina; ayudó a los perseguidos, dice

Millones incautados a Javier Villarreal en EU no pertenecen a Coahuila, afirma secretario de Finanzas

Ciudad de México, 16 de marzo (SinEmbargo).- Luego de que se diera a conocer que senadores reclamarían a EU los más de dos millones de dólares incautados al ex tesorero de Coahuila, Javier Villarreal Hernández, el secretario de finanzas en el estado dijo que no hay evidencia de que los recursos pertenezcan a la entidad.
De acuerdo con Vanguardia, Jesús Ochoa Galindo, titular de finanzas, afirmó que no existen pruebas que demuestren que los dos millones 275 mil 544 dólares asegurados por el Gobierno estadunidense a quien fuera funcionario durante el mandato de Humberto Moreira, hayan salido del erario de Coahuila.
Las declaraciones de Ochoa Galindo son en respuesta a senadores panistas, quienes el pasado 14 de febrero aseguraron que presentarían ante la Corte Federal de los Estados Unidos, en Corpus Christi, Texas, un recurso para reclamar para el Estado de Coahuila el dinero.
Javier Villarreal continúa prófugo de la justicia mexicana y es uno de los principales sospechosos por la mega deuda que enfrenta Coahuila, misma que se contrató en gran parte con documentos falsos.
 

El Papa Francisco asegura que no conoció los crímenes de la dictadura argentina; ayudó a los perseguidos, dice

En el libro “El Jesuita”, publicado en 2010, el entonces cardenal Jorge Bergoglio habló por primera vez abiertamente del último régimen militar, ya que hasta entonces había optado por el silencio pese a que se le acusaba de haber colaborado con los represores.
“Al principio (de la dictadura) se sabía poco y nada. Nos fuimos enterando paulatinamente”, afirmó Bergoglio en esa obra que recopiló una serie de entrevistas realizadas por los periodistas Sergio Rubin y Francesca Ambrogetti.
Recordó que el golpe de Estado de 1976 fue apoyado “por casi todos, incluso la mayoría de los partidos políticos”, aunque “nadie, o muy pocos, sospechaban lo que sobrevendría. En eso hay que ser realistas, nadie debe lavarse las manos”.
Afirmó que él mismo, como sacerdote, “si bien comprendía que la cosa era pesada y que había muchos presos, caí en la cuenta algo después. La sociedad en su conjunto recién tomó conciencia total durante el juicio a los comandantes”.
Los juicios a las juntas militares se realizaron en 1986, tres años después del fin de una dictadura que dejó entre 10 mil y 30 mil desaparecidos, miles de secuestrados y torturados y centenares de bebés nacidos en cautiverio y robados por los represores.
Bergoglio reconoció que algunos obispos “más lúcidos, y que se la jugaron mucho”, se dieron cuenta antes que otros sobre los métodos que se usaban contra los detenidos.
“Hubo otros también que, enseguida y con fuerza, comenzaron a moverse en defensa de los derechos humanos. Otros que hicieron mucho, pero hablaron menos. Y finalmente, algún que otro fue ingenuo o torpe”, explicó.
En su caso, añadió, “a veces uno, inconscientemente no quiere ver episodios que pueden llegar a ser desagradables… a mí me costó verlo, insisto, hasta que me empezaron a traer gente y tuve que esconder al primero”.
El Papa Francisco rechazó que haya delatado a los curas jesuitas Orlando Yorio y Francisco Jalics, quienes en mayo de 1976 fueron secuestrados y torturados, aunque cinco meses más tarde aparecieron vivos en un pantano en las afueras de Buenos Aires.
Aunque Yorio, fallecido en 2000, aseguró que Bergoglio los entregó a los militares, el cardenal aseguró que los protegió e incluso hizo trámites ante el dictador Jorge Rafael Videla para que fueran liberados, lo que finalmente ocurrió.
Bergoglio afirmó que también ayudó a otros que corrían peligro, como por ejemplo a un grupo de personas que escondió en un colegio jesuita y a dos seminaristas que trajo de la provincia de La Rioja para cuidarlos en Buenos Aires.
También recordó el caso de un joven seminarista que se le parecía mucho y al que le prestó su documento de identidad, gracias a lo cual pudo salir del país y salvar su vida, y el de un catequista que fue liberado después que él intercediera ante la dictadura.

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