Alianza Social de Trabajadores de la Industria Mexicana

lunes, 18 de marzo de 2013

Reacomodo de fichas- Esa sangre latina- Dinero mal invertido en Fonatur

Reacomodo de fichas
John M. Ackerman
El beneplácito de la plutocracia mexicana a la propuesta de reforma en materia de telecomunicaciones no debería sorprender a nadie. Carlos Slim, Emilio Azcárraga, Ricardo Salinas, Joaquín Vargas y los otros magnates mediáticos son los que más se beneficiarán de los jugosos nuevos negocios que se crearían a raíz de la reforma. Las modificaciones legales también permitirán a Enrique Peña Nieto manejar a su antojo un enorme botín de nuevas licitaciones, contratos y nombramientos para pagar favores a sus amigos y cooptar a sus rivales. En suma, la iniciativa no genera una coyuntura favorable para una redistribución democrática de poder, sino solamente para un reacomodo de fichas en el mismo tablero de siempre.
 
Si se aprueba la reforma, Slim podrá participar plenamente en la televisión, Azcárraga en el mercado de la comunicación celular y Vargas en los dos. La nueva figura de concesiones únicas acabaría con las barreras que hoy existen entre las diferentes ramas de las telecomunicaciones. No fue coincidencia que el mismo día en que se presentó la iniciativa se haya desechado en tribunales la impugnación de la fusión Televisa-Iusacell, una alianza precisamente entre la empresa televisiva más grande del país y una importante empresa de telefonía celular.

Sin la reforma, empresas como Televisa y Telmex rápidamente perderían su rentabilidad, ya que se mantendrían encapsuladas dentro de sus concesiones respectivas. La reforma salva la vida de estas empresas y ayuda a sus dueños a diversificar sus inversiones para poder adaptarse a la conversión tecnológica y transición digital que hoy están transformando radicalmente las telecomunicaciones en el mundo.

Es ingenuo pensar que estas empresas aplauden la reforma porque hayan doblado la cabeza ante el mensaje que se mandó con la detención de Elba Esther Gordillo, como ha señalado Purificación Carpinteyro. Los oligarcas respaldan la iniciativa porque ellos mismos la pidieron y saben perfectamente bien que Peña Nieto jamás se atrevería a tocar con el pétalo de una rosa su absoluta impunidad.

Ahora bien, la propuesta de incluir en la Constitución el derecho de acceso a las tecnologías de la información y comunicación sin duda implica un avance. Sin embargo, lo más probable es que este nuevo derecho quede en letra muerta. Por ejemplo, la meta de cobertura para descargas de alta velocidad de 70 por ciento de hogares y 85 por ciento de empresas pequeñas y medianas no incluye plazo alguno para su realización. Asimismo, la nueva Ley de Asociaciones Público Privadas junto con las recientes reformas a la Ley Federal del Trabajo garantizarán que las ganancias de la construcción y la utilización de la nueva infraestructura de telecomunicaciones fluyan a los mismos bolsillos de siempre. La única forma para evitar este macabro desenlace sería con una modificación de la redacción para señalar que el acceso a las tecnologías de la información debe ser gratuito.
 
Otro aspecto que llama la atención es el sospechoso abuso de artículos transitorios. La propuesta incluye 17 de estos artículos en 11 largas cuartillas. Muchas de las partes claves de la reforma se encuentran en estos artículos auxiliares y efímeros que no cuentan con el mismo rango que un artículo Constitucional. Por ejemplo, en este estatus se encuentran la obligación del must carry y must offer, la licitación de dos nuevas cadenas de televisión con cobertura nacional y el criterio de 50 por ciento de control para ser considerado agente económico dominante.
 
La forma de nombramiento de los titulares de los nuevos organismos autónomos en materia de competencia y telecomunicaciones también deja mucho que desear. El Presidente de la República no estaría obligado a tomar en cuenta a la sociedad o presentar ternas al Congreso. El Ejecutivo se limitará a elegir su candidato favorito de entre los personajes depurados previamente en un examen aplicado por Agustín Carstens y Eduardo Sojo, para después someterlo al Senado para su ratificación. No habrá auscultación pública o trasparencia alguna y los ciudadanos nos mantendremos como simples espectadores.
 
El Financial Times tiene razón al ligar la reforma en materia de telecomunicaciones con los esfuerzos por privatizar la industria petrolera (artículo aquí: http://ow.ly/j6W6C ). Con ambas reformas Peña Nieto busca generar nuevas oportunidades de negocios para sus amigos y repartir posiciones de poder a sus aliados. El nuevo Presidente una vez más sigue en los pasos de Carlos Salinas, cuyo supuesto reformismo también terminó como un simple reparto de rentas y favores.
 
Lo que México realmente necesita no es un reacomodo de fichas, sino otro tablero. Más que un Pacto por México entre los mismos de siempre, hace falta un nuevo poder ciudadano que imponga nuevas coordenadas más plurales al sistema político. En lugar de nuevas oportunidades para los viejos potentados, se requiere de un relevo generacional con nuevos actores sociales, empresariales y políticos.
 
En este contexto, las gestiones de Virgilio Caballero y un grupo de destacados colegas periodistas para crear un canal ciudadano en el Distrito Federal constituyen una luz de esperanza. Una iniciativa paralela tendría que desarrollarse a escala nacional y otros ciudadanos deberían desarrollar propuestas innovadoras para empezar a retomar paso por paso el espacio público para la ciudadanía.
Twitter: @JohnMAckerman
La relatividad del tiempo-Helguera
Esa sangre latina
Hermann Bellinghausen
Idealizar la sangre siempre es riesgoso. Se le ha trivializado con efectos tan catastróficos que si hoy alguien la invoca, de volada hay que llevarse la mano a la cartera. Sobre todo si le atribuyen valores de identidad racial (la más perversa de sus mitificaciones). La única aproximación sensata dentro de los parámetros de la razón sería la hematología, rama de las ciencias médicas que la estudia con imparcialidad y, digamos, sangre fría. En las religiones ocupa un delicado lugar central, y en el caso del catolicismo, sacramental; claro, no cualquier sangre, la de Cristo (y las que se deriven). En las guerras lleva un papel estelar, fundamental en aquellas que más ensucian a la humanidad: las de limpieza étnica. La historia enseña que en otra de sus acepciones metafóricas, la sangre del pueblo ha regado los campos para abonar el mejor futuro, que unas veces lo consiguió, y otras lo puso peor.
 
Cuando la sangre se instala como argumento en alguna clase de nación, se atrinchera para enseguida expandirse por la fuerza, derramando en nombre de la suya la sangre de sus vecinos. El fascismo siempre es propenso a invocarla, fantasía genética, instrumento de propaganda. El siglo XX lo ilustró con atroz largueza, pero llegados al XXI, Europa y Medio Oriente no parecen vacunados lo suficiente y acechan hordas capaces de incurrir en la barbarie que en el pasado los hizo criminales o víctimas, cualquiera de las dos cosas, por orden divina.

Si conjuráramos estos fantasmas reales, se podría evocar a la sangre en términos de temperatura, figuradamente y sin intención de ofender, donde lo cálido lleve emparejada una cierta alegría del corazón (órgano fundamental para la sangre). Una vitalidad que baile y sonría. Lo que en la metrópoli yanqui generalizan como latino, una clasificación equívoca y sin embargo reflejo de un otro, una figura gigantesca que se expande desde norte del río Bravo hasta el extremo austral: Latinoamérica. ¿Qué la hace latina? En principio, las dos lenguas romances dominantes, castellano y portugués, salpicada de variantes criollas del francés.

Ha dejado de ser un secreto la existencia de centenares de lenguas, las originarias de estas tierras, algunas aún mayoritarias en porciones territoriales significativas de la Latinoamérica continental (no en sus islas; allí los llamados indios no tuvieron para dónde correr cuando los asaltaron los europeos).

En el caldero del imperio yanqui distinguen poco al considerar latino a un mixteco, un afrodescendiente caribeño, un chicano, un quechua, un argentino de apellido vasco o ruso. Lo latino estaría delimitado vagamente por el idioma, la pigmentación de piel, ojos, cabello, y por la evidencia de que si algo tiene lo latino en común es la calidez que nórdicos, caucásicos, anglos y eslavos han sido incapaces de aprender, salvo al turistear o esclavizar pueblos al sur del corazón de las tinieblas. Sean del área musulmana en los grandes desiertos, del África subsahariana, o las Américas atormentadas por los latinos originales que llegaron a diezmar y violar en lo que hoy es un área geográfica vasta, definida, codiciada, apasionante.
 
La diferencian multitud de aspectos, pero algo común en los latinoamericanos es su temperatura emocional, cálida en aymaras y totonacos de las frías cordilleras, en criollos y mestizos de tierra baja, en pueblos posafricanos a lo largo de las costas atlánticas donde se produjeron, en los mestizajes de Cuba y Brasil, las encarnaciones afromestizas de más acabada hermosura. Comparten un hilo de calor que con el son del corazón recorre las músicas de nuestro subcontinente, entendido por el subcontinente del norte como latino con base en el caduco estereotipo racial de puertorriqueños, dominicanos y cubanos entre Nueva York y Miami. Con el tiempo endilgarían la categoría demográfica a toda clase de mexicanos y por extensión centro y sudamericanos. Las populares antologías tipo Putumayo no tienen reparo en incluir por igual haitianos, argentinos, andinos, cubanos, brasileños, colombianos, texanos, venezolanos. Todo mundo entiende, y a los afectados no parece molestarles.
 
Tan latinoamericana es la sangre de un corrido norteño como del son jarocho, la pirecua, el palo de mayo, la cumbia, el vallenato, la cueca, el mambo, el candombe, la samba y el tango. Se han patentado con éxito etiquetas como salsa y latin jazz. Se les reparten Grammys especiales. Es la temperatura latina de la que Hollywood cuida tener su provisión, de Lupe Vélez y Dolores del Río a Zoe Saldaña, Salma Hayek o JLo.
 
Mitificada, mercantilizada, colonizada, la sangre latinoamericana parece existir no obstante, y quizá merced a su agradable temperatura ofrece claves para alivianar a la humanidad de su estúpido sistema económico. Pecando si se quiere de idealista, Noam Chomsky ve en la región, donde la sangre es cálida y condimentada y la tierra importa, los procesos políticos más esperanzadores del mundo actual.
¿Dónde se ha visto?-Hernández
 
Dinero mal invertido en Fonatur
Iván Restrepo
Seguramente en los documentos que la Auditoría Superior de la Federación (ASF) emita sobre el manejo de los dineros y los programas del último año del sexenio que presidió el becario de Harvard, habrá información valiosa sobre cientos de millones de pesos mal invertidos por el Fondo Nacional de Fomento al Turismo (Fonatur), en diversas áreas litorales del país. Especialmente durante los dos gobiernos panistas, Fonatur fue un organismo utilizado por algunos de sus directivos para hacer negocios inmobiliarios, de la mano de empresarios nacionales y extranjeros. No solamente se enriquecieron a costa de los recursos naturales del país, sino que manejaron muy mal los dineros de esa institución. No debe extrañar entonces que los nuevos responsables del fondo señalen ahora que su situación financiera es muy delicada y que se desvió de sus objetivos centrales.
 
Eso era bien sabido por quienes criticamos oportunamente el papel del Fonatur en los megaproyectos turísticos aprobados durante los sexenios de Fox y del becario. Baste señalar, por ejemplo, lo ocurrido con la inconclusa Escalera Náutica, que haría de Baja California, Sonora y Sinaloa región de descanso para millones de turistas de Estados Unidos que llegarían con embarcaciones y casas móviles. La mesa puesta para pasar temporadas en México dejando muy poco a las comunidades locales y sí mucha basura y alteración ambiental. O su papel en el crecimiento desmedido de Cancún y la Riviera Maya; o los megaproyectos en la costa del Pacífico.

Uno de ellos, el que el becario y sus amigos presumieron como un Centro Integralmente Planeado, en Marismas Nacionales, región limítrofe de Sinaloa y Nayarit con una riqueza ecológica de tal importancia que a escala internacional figura como de conservación prioritaria. Pero el que se presumió como modelo de desarrollo turístico sin depredar arrastra deudas millonarias por mal manejo técnico y financiero. Peor ocurrirá con los recursos naturales si el actual gobierno persiste en llevarlo a cabo. Igual pasará si insiste en otro megaproyecto absurdo: el de Cabo Pulmo, de la empresa española Hamsa, de negro historial en ese país, ahora sumido en la crisis gracias al señor Rajoy, quien prometió sacarlo del atolladero en que lo dejaron los gobiernos de Aznar y Rodríguez Zapatero.
 
La ASF dispondrá de suficientes evidencias para mostrarnos lo que todavía se oculta de malos manejos en el Fonatur. Mientras, los nuevos dirigentes del organismo se aprestan a hacer el uso más transparente de los 2 mil millones de pesos que tiene asignados para este año; además de encauzarlo por un camino que, si nos atenemos a lo que prometen Peña Nieto y el titular del medio ambiente federal, irá en armonía con el cuidado de los recursos naturales y el manejo racional de las áreas costeras, cada vez más necesitadas de atención, habida cuenta el efecto que el cambio climático ya causa en ellas. Y sin olvidar, por supuesto, a quienes viven allí y muchas veces son víctimas de los desarrolladores turísticos.
 
Otro campo en que la ASF también debe evaluar e informar a la ciudadanía es el de los programas establecidos en la docena trágica para contrarrestar el cambio climático. En qué se aplicaron los recursos aprobados para lograr sus objetivos y hasta qué punto se cumplieron sus metas. Cabe recordar que el becario y sus colaboradores cercanos se ufanaron de sus logros en la materia, muy cuestionados por los especialistas debido a que tienen al petróleo y al gas como principales fuentes de energía, mientras las metas trazadas en el campo de las renovables (solar y eólica destacadamente) están lejos de cumplirse. Y hasta son centro de conflictos, como en el Istmo de Tehuantepec.
 
Y en cuanto al papel del sector público en el impulso a la minería, la ASF igual tiene material suficiente para evaluar la forma en que los gobiernos panistas entregaron parte del territorio nacional a grandes compañías, especialmente de origen canadiense, de muy mala fama en todo el mundo por su poder depredador y corruptor. En el minero, el gobierno actual tiene igualmente la obligación de enderezar el rumbo en busca de la sustentabilidad y en beneficio del país

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