Alianza Social de Trabajadores de la Industria Mexicana

domingo, 3 de marzo de 2013

Turquía: La prisión de la palabra

Turquía: La prisión de la palabra

El Premio Nobel de Literatura, Orhan Pamuk. Como él, muchos. Foto: AP
El Premio Nobel de Literatura, Orhan Pamuk. Como él, muchos.
Foto: AP
MÉXICO, D.F. (apro).- Por insultar la identidad turca, el Premio Nobel de Literatura Orhan Pamuk fue llevado ante los tribunales en 2004. La justicia de Turquía abandonó ese proceso legal, pero el caso fue sintomático.
De acuerdo con el Comité Para la Protección de Periodistas (CPJ), existe una extendida persecución y encarcelamiento de periodistas que tiene a la libre expresión en un punto crítico.
En octubre pasado el CPJ publicó el informe Crisis de libertad de prensa en Turquía: los días oscuros de encarcelar periodistas y criminalizar la disidencia. El reporte señala que en ese año Turquía fue el país que más periodistas y artistas encarceló en todo el mundo.
“Hay un total de 76 periodistas prisioneros en cárceles turcas. Al menos 61 de ellos están prisioneros en relación directa con sus publicaciones o búsqueda de información”, dice el reporte.
El artículo 301 del Código Penal Turco, en su antigua versión, consideraba como un crimen insultar la “turquicidad” (identidad turca). A pesar de las reformas que tuvieron lugar a partir de 2008, en las que se cambió la “turquicidad” por “la nación turca” y se estableció que cada caso debe ser aprobado por el ministro de justicia, las detenciones se han disparado.
“Aquí, cualquier actividad política puede ser considerada una amenaza en nombre de la turquicidad y de la seguridad nacional”, dice a Apro Emrah Ucar, joven activista y periodista que opera el famoso sitio de facebook Ötekilerin Postası (el otro post), dedicado a difundir noticias sobre manifestaciones, activismo social y violaciones a los derechos humanos, temas que los medios tradicionales de su país regularmente no difunden.
De acuerdo con el periodista digital, el asunto central es la falta de libertad de expresión, provocada por la represión de la resistencia kurda como ideología de Estado.
“Desde los setenta es común mandar a personas a las cárceles en nombre de la seguridad nacional”, dice, y señala que en la mayoría de los casos las autoridades vinculan a los acusados con el Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK).
Después de la Primera Guerra Mundial, la etnia de los kurdos quedó repartida en cinco países. Tan sólo en Turquía viven alrededor de 18 millones.
En esa época el presidente de Estados Unidos, Woodrow Wilson, les ofreció crear un Estado con el Tratado de Sévres (1920), pero finalmente les fue negado, por lo que desde entonces libran insurrecciones y acciones de resistencia para lograr su independencia.
En 1984 el PKK, partido de ideología marxista-leninista, declaró la guerra al gobierno turco. El conflicto ha provocado más de 37 mil muertes.
De acuerdo con Ucar, los eventos en la región del Kurdistán, en Turquía, no son informados por los medios masivos de comunicación. Además, la burocracia, la policía y los militares de la zona tratan de eliminar la libertad de expresión en las calles.
Entre los casos importantes de encarcelamiento destaca el del activista nominado para el Nobel de la Paz, Ragip Zarakolu, motivado por “pertenecer” o “ayudar” a la Unión de Comunidades del Kurdistán (KCK), que el gobierno turco liga con el PKK.
El uso del término “genocidio” en Turquía también puede ser objeto de represalias. De 1915 a 1923, durante el gobierno del partido nacionalista de los Jóvenes Turcos, en el contexto de la Primera Guerra Mundial, murieron más de un millón de armenios, sirios, griegos y serbios, según la Asociación de Investigadores sobre el Genocidio.
“En Turquía mataron a un millón de armenios y a 30 mil kurdos. Nadie habla de ello y a mí me odian por hacerlo”, fue lo que el escritor Orhan Pamuk se limitó a decir en entrevista con el periódico suizo Das Magazin en 2004, por lo que fue demandado judicialmente.
En los últimos meses, afirma Ulcar, el gobierno ha ordenado el encarcelamiento de varios periodistas, basado en los artículos 285 y 288 del Código Penal. El delito: “intentar influir en casos” manipulando la “secrecía” de los juicios. La mayoría de estos periodistas reportean sobre sus propios compañeros que se encuentran bajo proceso judicial.
El sesgo de la libertad de expresión va más allá de la cuestión legal. El periodista turco-armenio Hrant Dink, director de la revista Agos, fue asesinado en 2007. Los responsables intelectuales de su muerte siguen libres.
Ucar sospecha que Dink fue asesinado por “el crimen organizado o por el propio Estado”.

Los retos
“En términos amplios, la historia de Turquía puede ser leída como una historia de golpes militares”, comenta Ucar.
De acuerdo con el periodista y activista, la explicación de este proceso se puede encontrar en la fuerte tradición de Estado llena de nacionalismo e ideologías conservadoras, y concluye que la falta de una activa esfera pública es causa y a la vez resultado de tres golpes: uno el 27 de mayo de 1960, otro el 12 de marzo de 1971 y uno más el 12 de septiembre de 1980. En todos se reprimió a antinacionalistas, socialistas y opositores.
En paralelo, subraya Ucar, las políticas neoliberales del gobierno de Turgut Ozal (1989-1993) eliminaron las conquistas democráticas, como los sindicatos y la libre expresión, conseguidas en las décadas de los cincuenta y sesenta.
“A pesar de que hay un discurso de paz en el gobierno, en la práctica hay represión contra kurdos y comunidades disidentes”, señala el periodista en referencia al actual gobierno de Recep Tayyip Erdogan, primer ministro desde 2003.
Y asegura que lo primero que debe hacerse para cambiar la situación “es clarificar la diferencia entre libertad de expresión y actividades de movimientos armados o terrorismo”.
De silencio y valentía
Ya sea por la educación, por la oposición a que Turquía entre en un conflicto con Siria, o por la libertad de expresión, las manifestaciones se han vuelto comunes en las calles de todo el país. Sin embargo, los opositores son recibidos, la mayoría de las veces, por gases lacrimógenos y cañones de agua.
El reportero contactó al escritor turco Yesim Agaoglu, miembro de PEN International, sección turca, a quien se le preguntó sobre el silencio y la autocensura.
Respondió:
“Es mejor guardar silencio. Guardar silencio puede ser mi respuesta para las preguntas. El silencio grita, grita una necesidad de que escuchen toda nuestra difícil situación”.
Ulcar, por su parte, detalla que la comunidad de periodistas y artistas trata de orientar el lado intelectual de Turquía, destacando que nadie puede ser enjuiciado por sus ideas, y afirma que la población turca a empezado a protestar por el mal uso de las leyes, porque es muy amplio el espectro por el que alguien puede ser encarcelado.
“El uso de internet entre la generación joven es muy común. Twitter y facebook muestran posibilidades de movimientos colectivos fuera de estas regulaciones y da posibilidades para hablar fuera del sistema”, dice.
Sin embargo, agrega, “un fuerte campo de nacionalistas y gente despolitizada todavía se opone al cambio en estas leyes diciendo que todo es legítimo para proteger la turquicidad y el Estado”.
Subraya:
“No importa qué tanto el Estado trate de regular, lo bueno de Internet es que siempre hay chance de superar obstáculos (…) Esto es lo que ofrece Internet: mantenerse como activista relativamente independiente de regulaciones. Por otro lado, hay amplias oportunidades de encontrar activistas y organizarse alrededor de ideales comunes por todo el mundo”.
Ulcar asegura que su sitio en internet aún no recibe amenazas directas del Estado, a pesar de que las noticias que difunde están en contra del status quo. No obstante, sospecha que se le investiga, pues ha sufrido bloqueo de usuarios y enfrenta dificultades para reportear cotidianamente. Sabe que en cualquier momento la policía puede aparecer en las calles donde vive.
El pasado 25 de febrero el grupo de Anonymous RedHack en Turquía enfrentó un juicio impulsado por las autoridades. “Estamos tratando de reportear sobre este juicio, sabiendo que este tipo de opresión puede caer sobre nosotros también”, sostiene.
Y aclara:
“No importa cuáles sean las sanciones del gobierno, el gran peligro es la presión, la sanción de la autocensura. Tengamos la fe en que la población, de forma colectiva, ofrezca oportunidades para la democracia. Como sea, seamos precavidos de que no cambie como medio solamente, sino que la gente tiene que cambiar su mente para el bien del mundo

No hay comentarios:

Publicar un comentario