Venganza y justicia
Arnaldo Córdova
Era tan tremendo en su poderío político el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación que el sistema político mexicano, durante décadas enteras, no podía concebirse sin él. Sus dirigentes eran parte esencial de la cúpula gobernante, negociaban dentro de ella, administraban sectores completos de poder como si fueran propios, trataban con las otras fuerzas políticas ostentando su poder, imponían nombramientos y designaciones donde ellos dominaban, formaron en sus filas un indispensable personal que manipulaba toda clase de elecciones y, en fin, gozaban de una riqueza descomunal proveniente de las cuotas de los educadores sindicalizados.
De entraña priísta durante toda su existencia, el SNTE no perdió su poderío cuando el PRI fue echado de la Presidencia. No perdió su poder ni siquiera cuando Elba Esther Gordillo se peleó con la dirigencia de ese partido y la expulsaron del mismo. Su preponderancia en el movimiento de masas oficialista le alcanzó para capear la tormenta y acomodarse en la situación creada por la ascensión a la Presidencia de los panistas. Mucho se habló de la capacidad de adaptación de la Gordillo, pero la verdad fue que el SNTE, aun fuera del PRI, seguía siendo una maquinaria formidable de poder.
Eso, a la larga, sería su perdición. Gobernar con el sindicato, sobre todo en el área educativa, no podía por menos de constituir un estorbo y una carga para cualquier acción de gobierno. Jonguitud actuaba como parte del sistema y para el sistema; sus actos, de acuerdo con las circunstancias, siempre le reportaban alguna ganancia o alguna posición de poder, pero siempre procuró tener el beneplácito de sus superiores jerárquicos en el Estado. Nadie entendió por qué Salinas lo echó del SNTE para poner en su lugar a una hechura del propio Jonguitud. La verdad es que el profesor había adquirido un poderío que resultaba intolerable para el presidente en turno y se fue.
Quien mejor aprendió la lección fue Elba Esther Gordillo. Ella empezó a tejer su dominio conformando toda clase de alianzas con todo el que se pudiera o se dejara. Se hizo de amigos y de cómplices donde su predecesor ni siquiera se soñaba (por ejemplo, entre ciertos círculos de intelectuales, a algunos de los cuales llegó a cooptar). Al mismo tiempo, fortaleció y consolidó todo lo que pudo y sin perder una sola ocasión su poder dentro del mismo sindicato. Utilizó, de modo más amplio y sistemático que Jonguitud, las comisiones sindicales para formar un auténtico ejército de militantes políticos dispuestos siempre a secundar a la lideresa y jugando en los comicios un papel que se hizo temible para todos.
Gordillo nunca guardó fidelidades a nadie (a diferencia también de Jonguitud) y frente a todos puso su poder en subasta. La autonomía política que consiguió, inopinadamente, con su ruptura con el PRI y el cambio en la Presidencia de la República, la empleó para negociar intensamente con toda clase de actores políticos. Jamás se comprometió con un credo que fuera ajeno a sus muy personales intereses, pero tampoco distinguió a ninguno para establecer pactos secretos, como a ella gustaban. Chantajeó a todo mundo y nunca le tembló la mano para cobrarse viejas o nuevas deudas.
La formación del Partido Nueva Alianza fue una muestra de chantaje que ella no inventó. Era muy propia de Fidel Velázquez, el cual, ante cualquier peligro siempre amenazaba con formar el
Partido Obreropor fuera del PRI. Ese partidito le dio nuevos ingresos respecto a los muchos que ya tenía, pero nunca lo consideró como una bandera a la cual debía permanecer fiel. Tal vez sintiendo la lumbre en los aparejos, su yerno se encargó de traicionar al Panal cuando hizo su abierto llamamiento a que se votara por Enrique Peña Nieto pese a tener su propio candidato. Entre granujas y villanos no es posible encontrar lealtad.
Pese a ese gesto traicionero y sucio, Gordillo y los suyos sabían que Peña Nieto los tenía en la mira. Ya el hecho de haber nombrado como secretario de Educación a Chuayffet, individuo con el que la profesora había tenido graves encontronazos, debió haberles parecido que les estaban enseñando la soga con la que serían ahorcados. El planteamiento de la reforma educativa, con su pronunciamiento esencial en torno a la evaluación del trabajo docente y a la permanencia en el trabajo ligada a dicha evaluación fue visto, por propios y extraños, como una amenaza directa al poder político sindical.
Hacerle la corte
al que anda afuerano le sirvió a Gordillo de nada. Su imagen pública se había vuelto impresentable. Su rapacidad, sus derroches y sus lujos costosísimos y de malísimo gusto estaban a la vista de todos. Es verdad que había hecho infinidad de pactos con todo el que se le ocurriera, pero esos arreglos no la beneficiaban ya. Su aislamiento por inanición política era bien sabido. Ella debía suponer que sus gastos excesivos para su sueldo (en alguna ocasión declaró que ganaba un millón cien mil pesos anuales) era el anzuelo en el que la iban a hacer morder; pero su astucia política no llegaba tan lejos y, al fin, el golpe cayó seco sobre ella y su imperio.
Una vez descargado el golpe (incluso cuando el Consejo Nacional del sindicato estaba a punto de reunirse, como para que sus integrantes pudiesen discutir el asunto), la pregunta que todos se hacen es: ¿por qué hasta ahora?; si desde hace tanto tiempo se sabía de los dispendios de la dirigente y de sus gastos excesivos, sin que nadie se atreviera a preguntarle de dónde salía el dinero, ¿por qué no se actuó contra sus malversaciones de fondos sindicales, causa de la aprehensión? ¿Era tan poderosa que no había modo de ponerle coto con la ley en la mano? ¿Había compromisos con ella que impedían proceder en contra suya?
Otra cuestión en la mente de todo el mundo es: ¿fue, éste, un acto de justicia para resarcir un daño que se había hecho a la sociedad, al Estado y al mismo sindicato o fue, más bien, un acto de venganza en contra de un poder político que no se circunscribía solamente al ámbito sindical? Si de verdad fue lo primero, otra pregunta suplementaria es: ¿cuándo se procederá contra otros de los abundantes violadores de la ley que pululan en nuestro medio político? El caso más semejante al de Gordillo es el de Romero Deschamps, líder petrolero que hace lujo de derroche al regalar a su hijo un auto Ferrari que cuesta 2 millones de dólares. ¿Se hará?, ¿cuándo?
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De la gloria a la cárcel
Educación: la restauración autoritaria
Luis Hernández Navarro
Como el padre autoritario que justifica golpear a su hijo desobediente
porque es para su bien, así el gobierno federal pretende disculpar la grave afectación de los derechos del magisterio que la reforma educativa hace en nombre del bienestar de los docentes y de la mejoría de la educación.
El pasado primero de marzo, Enrique Peña Nieto afirmó que son falaces los argumentos de que la reforma educativa se hizo al margen y en contra los maestros, porque
se trata de un esfuerzo al lado de ellos. Sin embargo, la nueva norma establece un régimen laboral privativo que afecta derechos consagrados de los trabajadores de la educación y abre el camino a la privatización de la enseñanza. Se trata de un nueva legislación acordada desde arriba, sin tomar en cuenta la opinión de los profesores.
Apenas dos días antes, en cadena nacional, el mandatario explicó el arresto de Elba Esther Gordillo como una acción en defensa del patrimonio magisterial, cuando se trató de una acción punitiva para someter la tímida resistencia de la dirigente magisterial al establecimiento de nuevas reglas del juego entre ella y el gobierno. No hay en la sanción nada que apunte a erradicar la corrupción sindical ni a democratizar el SNTE.
Las declaraciones presidenciales son un indicador de que el Ejecutivo no las tiene todas consigo en la batalla por persuadir al magisterio nacional. A pesar de la vasta campaña publicitaria que ha echado a caminar para convencer sobre las bondades de la nueva norma y el apego a la ley en la encarcelación de Elba Esther, los profesores no le creen.
El nuevo esquema de relación laboral está contenido en la reforma constitucional aprobada y en una forma distinta de negociar salarios y condiciones de trabajo anunciado por Graco Ramírez. Hasta ahora, y desde la firma en 1992 del Acuerdo Nacional para la Modernización de la Educación Básica, existía en los hechos una doble negociación. El SNTE acordaba en un primer momento con el gobierno federal sus demandas laborales y, luego, adicionalmente, las secciones pactaban con los gobiernos en los estados prestaciones adicionales.
Pero eso va a cambiar. Según el gobernador de Morelos, el presidente y los mandatarios de los estados acordaron realizar una sola negociación del pliego petitorio anual. “El próximo 5 de marzo –informó Graco– los mandatarios estatales se reunirán con los secretarios de Gobernación, Educación Pública y Hacienda para definir el esquema de negociación nacional”. Formalmente, la inmensa mayoría de los trabajadores de educación básica del sistema público son empleados de los estados, no de la Federación. El nuevo esquema implica en los hechos una nueva centralización.
Los gobernadores dispondrán de un instrumento privilegiado para disciplinar a los líderes del SNTE en los estados, que es una Espada de Damocles sobre sus cabezas: los expedientes financieros que documentan sus inescruplosos manejos de las cuotas sindicales estatales, pero también de otros recursos provenientes de la administración de los seguros de vida y grupales de los agremiados.
En lo inmediato, este elemento disuasivo ha sido una herramienta central para frenar cualquier expresión de inconformidad de los dirigentes institucionales del gremio ante la reforma educativa. La instrucción precisa de Juan Díaz –el recientemente designado presidente del SNTE– a sus subordinados, es que la nueva norma
transite. Se trata, dijo, de una modificación constitucional que
avalamos. Como advirtió el clásico:
copelas o cuello.
Las nuevas reglas del juego pueden conducir, desde la lógica del gobierno federal, a terminar el SNTE como un sindicato nacional. Raúl Cervantes, senador priísta, llamó a iniciar el proceso de fragmentación del sindicato. “Estoy convencido –dijo– que debe ser una descentralización total, eso haría que no hubiera dobles sindicatos, los estatales y el federal”.
Y, aunque por el momento el Ejecutivo reconoce a Juan Díaz como su interlocutor, algunos funcionarios con poder acarician la idea de impulsar como una carta de relevo a Carlos Jonguitud Carrillo, hijo del cacique del SNTE entre 1972 y 1989, y dirigente del fantasmal Sindicato de Trabajadores de la Educación (STE), que afirma tener 290 mil afiliados que casi nadie conoce.
Promotor de una
cruzadapara sustituir a Elba Esther Gordillo, que según él cuenta con un fondo económico constituido con el apoyo de
algunos gobernadoresde los distintos partidos políticos, Jonguitud Carrillo anuncia que
hay que reconfigurar las estructuras sindicales, hay que llamar a todas las partes y unificar los criterios para ir en pro de esta reforma laboral que tanto beneficio le va a dar al país.
Interrogado sobre las reuniones que ha tenido para tratar el asunto, el hijo del Padrino afirmó:
Si he tenido reuniones no se deben ventilar, porque entonces rompo cualquier acuerdo que yo pudiera tener, en caso de que lo tenga. Debo ser muy cuidadoso en ese tema
Lo que se está configurando en el sector educativo –como en todo el resto del país– es una restauración autoritaria del priísmo. En nombre de la calidad de la enseñanza y la defensa del patrimonio sindical, desde el poder se quieren eliminar conquistas laborales del magisterio, desmantelar el sindicato nacional y recuperar a los docentes al redil de la política tricolor. Sin embargo, a pesar de que hayan disciplinado a los dirigentes institucionales, miles de maestros de oponen a ello. Este martes, muchos de ellos lo dirán en las calles.
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