Alianza Social de Trabajadores de la Industria Mexicana

sábado, 14 de mayo de 2011

LA SANGRIENTA REALIDAD


La sangrienta realidad


Jesusa Cervantes


MÉXICO, D.F., 13 de mayo (apro).- Los muertos de San Fernando, Ciudad Mier y Valle Hermoso, Tamaulipas. Los de “La Bestia”. Los de Monterrey, Nuevo León. Las fosas clandestinas de Durango y Zacatecas. Los huérfanos de Ciudad Juárez, Chihuahua.

Los inmigrantes masacrados en el corredor Guatemala-Chiapas-Veracruz-Tabasco-Tamaulipas. Los del corredor Chiapas-Oaxaca.

         Los ejecutados en Sonora y Sinaloa. Los granadazos en los centros comerciales de Nayarit. Los asesinatos en la zona de La Laguna. Los cuerpos destazados de Guerrero y Morelos… Esa es la realidad que hoy vive México.

         En los medios informativos no aparece todo lo que en el país acontece. Las comunidades lejanas no sólo están abandonadas, también están incomunicadas. Y de lo que se vive en esos lugares poco o nada se sabe.

         Pero nadie como las organizaciones de derechos humanos para conocer y sentir lo que en verdad enfrenta nuestro país. Organizaciones que también padecen diariamente la amenaza y la injuria.

         En días recientes, el director de una de estas agrupaciones dijo que aún falta por decir y reportear sobre los llamados “escuadrones de la muerte”, que recorren las ciudades del norte del país. Algunos, acusó, son formados por militares.

         Tampoco se habla de las fosas clandestinas “hechas por militares”, sostuvo. Y para mayores datos, señaló que en “la comarca lagunera” hay varias de esas fosas, aunque también hay que hablar de las ejecuciones en los penales, agregó.

         Lo anterior es una estampa que se multiplica en diversas zonas del país y que, en resumen, forman parte de los resultados de esta absurda guerra sin razón declarada por Felipe Calderón Hinojosa desde que inició su sangriento gobierno.

         En México no hay un estado libre de la barbarie del crimen organizado. No hay tranquilidad en la mayoría de los hogares. No se respira seguridad. La impotencia ya se convirtió en reclamo y, lo peor, la falta de entendimiento del gobierno se ha vuelto odio.

Avasalla el desdén del gobierno, y la inacción de los políticos genera rabia. La complicidad de todos los partidos da vergüenza. El cinismo del secretario de Gobernación, Francisco Blake Mora, cuando afirma que el Instituto Nacional de Migración no es nido de criminales, provoca coraje, inevitablemente.

Los dichos de Calderón y los actos de la clase política (de todos los partidos) demuestran que no escucharon los 70 testimonios desgarradores del pasado domingo 8 en la plancha del Zócalo de la ciudad de México.

El dolor y maratón de tristeza no sólo fue por la desgracia que vivió el poeta Javier  Sicilia, fue por todos los que tomaron el micrófono, llegados de todas partes de la República, y que condensaron el corazón desgarrado de México.

Difícil parece revertir ese rencor que, seguramente, anida ya en los huérfanos, en los hijos de militares que quedaron en el desamparo, en las mujeres que perdieron a sus hombres, en los padres a quienes les arrancaron un pedazo de vida.

Hay hombres, pocos, que ante tanto dolor mantienen un corazón amoroso, como Sicilia, pero no todos los mexicanos (los afectados) tienen esa forma de sentir.

Nadie quiere más muertos, nadie quiere más odios. Sin embargo el cinismo y empecinamiento de Felipe Calderón y su gobierno, de Genero García Luna (secretario de Seguridad Pública) y sus hombres, de los grupos criminales y sus seguidores, parece que trabajan en otra dirección.

Educación, programas sociales, valor al ser humano, alimentación, bienestar para todos y no para unos cuantos, salud, trabajo digno, salarios justos, esparcimiento sano y convivencia amorosa… quizá con un poco de todo esto la paz regrese a México.

Pero de la mano de todo ello deberán ir las acciones firmes de un hombre de Estado, de un grupo de personas que con mano justa, afable y calidad social, sea capaz de mirar por el bien del país.

Si hay un gobierno que se atreva a quitar a las televisoras ese poder nocivo, a los empresarios sus privilegios, a la clase política sus canonjías, a meter a la cárcel a los verdaderos  ladrones de la paz, entonces quizá México pueda tener un respiro para volver a empezar.

Y si no hay un hombre o un puñado de hombres que puedan hacer todo esto, no hay problema, para eso esta la sociedad misma, que el pasado domingo 8 de mayo, en la Marcha Nacional por la Paz,  dio muestras de su poder, incipiente aún, pero poder al fin… y ganas de cambiar la situación.

García Luna: su telenovela
Capítulos para la telenovela

Una nota aparecida ayer en El Diario de Ciudad Juárez podría servir de inspiración para uno de los capítulos del teleculebrón de Genaro García Luna: “Empresarios extorsionados están siendo ‘ayudados’ por sus proveedores y hasta por sus propios empleados para el pago de la ‘cuota’, con el fin de que no se cierre el negocio, informaron contadores.

Carlos Enríquez Aguilar, director del Consejo Coordinador Empresarial, indicó que una gran mayoría de los negocios abiertos pagan extorsión y acuden a todo tipo de estrategias para lidiar con este costo, sólo porque el gobierno no puede proporcionar seguridad, aun cuando se hacen las denuncias”.

¿Qué en la Policía Federal, cuyos mandos –García Luna– se idealizan en el teleculebrón, no están enterados de lo que está sucediendo? La denuncia del PRD por posible desvío de recursos en la Secretaría de Seguridad Pública para financiarlo también podría inspirar otro capítulo. Al fin y al cabo todo es ficción.


Publicado por beky2011 en 11:13

El sacerdote Alejandro Solalinde recibe con escepticismo la purga en Migración
La medida es tardía; el gobierno debe escuchar a críticos: académica

Fernando Camacho Servín
 Periódico La Jornada
Sábado 14 de mayo de 2011, p. 3
La purga anunciada en el Instituto Nacional de Migración (INM), tras señalarse la complicidad de algunos de sus agentes en el secuestro de indocumentados, no funcionará porque sucede de forma tardía y superficial, y muy probablemente sea una medida cosmética del gobierno mexicano para desviar la atención del público sobre este tema, consideraron el sacerdote Alejandro Solalinde y la académica Leticia Calderón.
Solalinde, director del albergue Hermanos en el Camino, señaló que tiene pocas esperanzas, por no decir ninguna, de que estas medidas vayan a ser efectivas, porque desgraciadamente ya son muy tardías, y a estas alturas el crimen organizado ya infiltró muchísimo al instituto. Es muy difícil saber en quién se puede confiar y en quién no.
El hecho de que corran a algunos delegados o los transfieran a otras entidades, añadió, no podría considerarse una auténtica depuración, ya que las mismas prácticas estructurales corruptas seguirían vigentes.
La crisis del INM es tal, indicó el sacerdote, que incluso sería viable plantearse su desaparición, y crear en su lugar una subsecretaría con personal confiable y sin la carga de desprestigio y desconfianza que ahora tiene.
Además, conociendo la tendencia del gobierno a negar la realidad, no dudaría de que ésta fuera una estrategia más para cambiar su imagen y convencer a la opinión pública de que está haciendo algo. En el fondo se trata de un paliativo, y no se está investigando nada. Otra vez están realizando acciones sin consultarnos, desde arriba, y así no van a funcionar las cosas, dijo.
Por su parte, Leticia Calderón, especialista del Instituto Mora en temas de migración, coincidió en que la limpia del INM es indispensable, pero se produce de manera tardía, ya que las denuncias de complicidad entre los agentes y los secuestradores se han documentado con rigurosidad desde hace por los menos dos años.
En vez de atender las críticas, el gobierno mexicano se ha dedicado a descalificar datos contundentes. La restructuración sólo será posible si considera las voces críticas, disidentes y contestatarias de la gente que trabaja con los migrantes y los conoce.
Aunque las autoridades no supieran de la existencia y ubicación de las fosas del terror, su actitud omisa ha profundizado esta tragedia. Lo que se ha descubierto hasta ahora se queda corto, y ese encubrimiento es una actitud criminal, acusó.

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